Partida Rol por web

- Sí. - Contesta tu padre. - No tienes que preocuparte. Alguien nos estará esperando a la llegada en el aeropuerto.

Tras esto, tu padre se recuesta en el asiento y notas perfectamente como el avión empieza a virar y descender con calma.

Pronto tomaréis tierra.

- ¿eh? - Pregunta Lia dando un brinco en el asiento. - ¿Ya hemos llegado? - Y echa un vistazo a su alrededor. - Aún no...

Se gira y te da un golpe en el hombro.

- ¿Por qué me has despertado? - Pero al ver la señal del cinturón, parece calmarse un poco. - Parece que estamos cerca...

La chica se recoloca en el asiento.

- Volar no es de lo peor que te puede pasar. 

Dice Robert con una sonrisa.

- Tengo muchas ganas de que conozcáis a... - Y se detiene un momento, como si intentara recordar algo. - Green.

Al notar el avión girar, echas un vistazo por la ventana.

Y allí estaba.

Chicago.

La gran ciudad. El corazón del mundo. El centro de toda la actividad.

Y tu destino.

Tras girar, el avión comienza a maniobrar para aterrizar y, a los pocos minutos, tomas tierras sin problemas.

Tras un tiempo aburrido y malgastado entre que recoges tu equipaje, al fina llegas al departamento de llegadas.

Allí se cruzan los pasajeros de varios aviones procedentes de varios destinos. 

Y justo en la salida, donde los familiares y amigos esperan a los pasajeros, ves a un chico que llama tu atención.

Te llama la atención en primer lugar porque tiene una pequeña pancarta con un listado de nombres. Y, entre ellos, puedes leer el de la identidad falsa que te habían dado en la Sociedad Arcana. De manera que debe ser la persona a la que habían enviado para recogerte.

Desde luego, otra cosa que te sorprende es el listado de nombres. En él puedes leer seis... Más de los que esperabas desde luego...

Por otro lado te llama la atención el chico.

Metro ochenta y cinco, rubio y con el pelo recogido.

Vestido con unos vaqueros claramente desgastados por su uso, incluso rotos en algunas partes. Botas, camiseta y chaqueta de cuero. 

Tiene una expresión serie y parece mirar a la muchedumbre de gente con atención... Como si buscar algo...

Una vez el avión tocó tierra y la tripulación se dispuso a abrir las compuertas de salida del aparato, se levantó con su mochila para salir del mismo mirando a los maditos críos que le habían dado la tabarra durante todo el viaje. Pasó los controles oportunos saliendo de los primeros ya que no llevaba maleta pues tenía todo lo que necesitaba en su mochila. Nada más salir, observó como alguien sostenía un cartel en el que aparecía su supuesto nombre, así que se acercó a saludarlo.

- Tienes muchos nombres en ese cartel, creo que uno de ellos es el mío... -dijo por lo bajo algo extrañado por su aspecto- ¿Soy el primero? -preguntó algo seco.
 

Al aterrizar, dejo que se vacíe el avión. No me importa ser la última. Cojo mis pertenencias y ayudo a Winston con las suyas. Tras esto, nos dirigimos a la recogida de equipaje (como mujer, tengo que llevar una maleta llena de ropa, esto no cambia).

Al salir de la zona de equipajes, nos dirigimos esquivando a la gente que va de un lado a otro. Cuando llegamos al tipo del cartel, dejo que Winston se encargue de las formalidades mientras observo al chico que sostiene el cartel y a los que han llegado ya antes que nosotros.

El joven del cartel centra su atención en el chico que se acerca a saludarle.

- Sí... Parece que eres el primero.

Comenta este algo decepcionado. 

Pero parece que ve a alguien conocido entre la multitud, porque sonríe.

- ¡Hombre! - Dice en voz alta extendiendo los brazos.

- Pero mira a quien han enviado a recogernos... - Comenta el hombre más mayor.

Ambos se funden en un abrazo.

- Sí que has crecido pequeñajo. - Dice el mayor. - Aunque tampoco demasiado... - Y se empieza a reír.

- Al menos yo sigo teniendo todo mi pelo.

Ambos se ríen hasta que el más mayor se gira un momento.

-Estos son mis protegidos.

Y se gira para dejar pasar a una chica de pelo colorido y a un joven Nazzadi.

- Espero que les trates bien.

- Igual de bien que tú me trataste a mí. - Dice el rubio manteniendo la sonrisa. - Es un placer.

Por ahora nadie está diciendo nombres.

- Creo que nosotros somos los últimos.

Dice un hombre con barba acercándose junto a una Nazzadi.

- Es un placer conoceros a todos.

Aunque estáis todos, el ambiente es tenso.

No dejáis de ser un grupo de una sociedad secreta en un lugar muy público y con muchas gente.

- Bueno... - Comienza a decir el rubio. - Pues ya que estamos todos... Acompañarme.

Con calma, aunque sin demasiada demora, salís en silencio del aeropuerto.

Fuera os espera una furgoneta.

- Espero que os guste.

Comenta el chico rubio.

- Me costó mucho trabajo repararla y actualizarla. Todos cabemos sin problemas, así que no os preocupéis por el espacio.

Y tiene razón, la furgoneta es lo suficientemente grande para entrar todos sin problemas.

- Si alguien quiere venir de copiloto no hay problema.

Y, tras dar a un botón de un mando, las puertas se abren.

- Todo el mundo arriba.

Frunció el ceño ante el tono del tipo que venía a buscarle. Sus pintas no le habían gustado un pelo y tenía cierto aire de sabelotodo que no creía que fuese a encajar bien con él. Contra todo pronóstico, comienzan a llegar compañeros con pintas más extrañas que la suya, parece que a todos les gusta llamar la atención trabajando en una organización secreta. Tal vez no sea más que una estrategia, pero no lo cree realmente, para eso tendrían que ser inteligentes y solo hay que verlos para deshechar la idea de inmediato.

- ¿Has sido tú el culpable de semejante abominación? -preguntó en el aparcamiento haciendo un esfuerzo en balde por sonreir.

Llegamos donde nos esperaba un viejo amigo de mi mentor. Parece que tambien fue el suyo. Parecia un tipo bastante agradable. Me quedé en un segundo plano, pues aun estaba inquieto... 

Al ver el vehiculo me quede sorprendido. Parecia una vieja furgoneta de esas que habia visto que los humanos usaban hacia unos cien años o mas. Pero reconvertida en un vehiculo moderno y agradable. Me instalé comodamente en la parte de atrás. 

- No nos vas a presentar, Robert? - Le pregunté al veterano del grupo. Al joven lo conocia bien pero al resto... no tenia ni idea. 

En cuanto el Nazzadi dice eso, la chica de pelo "discreto" le da un puñetazo en el hombro.

- ¿Qué bicho te ha picado?

Pregunta completamente indignada.

- Anda... Vamos...

Dice mientras coge al Nazzadi por el brazo y le hace subir a la camioneta.

- Pareces novato... Las presentaciones se hacen cuando estemos en un sitio discreto... - Comenta esto último bajando el tono. - Sobre todo cuando hay 8 personas a nuestro alrededor que llevan armas, teniendo 3 de ellas una actitud sospechosa.

Pero, al contrario de lo que parece, esto último lo dice con una gran sonrisa. 

- ¡Sí que es cómoda! - Dice bastante alto cuando se sienta. - ¡No le hagas caso chofer! Te ha quedado muy bonita.

Mientras suben los primeros compañeros y ayudo a colocar el equipaje, echo un vistazo con disimulo a mi alrededor. Al grupo, en voz no muy alta: - Un bonito paisaje, algo diferente, ¿no? Suerte de que no hace demasiado frio. Entro en la furgoneta con mi acompañante y procuro no estar al lado de la chica pelirroja. Parece demasiado "extrovertida" para mi gusto. Al "líder" de la furgoneta: -Muy espaciosa. ¿Falta alguien o podemos emprender la marcha? Tengo ganas de instalarme

Una vez todos los presentes se suben, las puertas se cierran.

- Parece que ya estamos todos. - Dice el conductor. - Pues pongámonos en marcha.

La furgoneta se enciende y rapidamente sale del aeropuerto.

- Mi nombre es Chord, aunque donde vamos me llaman Mago. Y la furgoneta cuenta con medios suficientes para evitar que alguien pueda escuchar nuestra conversación. Navaj... - Pero en ese momento se detiene. - La señorita Green, como ustedes la conocen, me mandó a buscaros. Aunque no me dijo que no todos eran... Guerreros.

Por el espejo retrovisor mira a uno de los presentes.

- Creo que ese soy yo. - Comenta el hombre de la barba. - Doctor Winston... James. Trabajo para la Sociedad Arcana aunque no soy un Guerrero como vosotros. Soy científico. No me han dicho para qué me quieren exactamente en Chicago... Así que supongo que lo averiguaremos todos juntos.

Tras esto el hombre guarda silencio.

Según parece algunos de ellos se conocen. La pelirroja y el neohippie parecen llevarse bien, como si tuviesen una confianza previa a este encuentro. En ese momento le llegó un flash a la cabeza, en el que aparecían ambos con poca ropa y montándoselo en la furgoneta salvajemente. Inmediatamente después no pudo dejar de pensar en los asientos sobre los que estaban sentados.

- Puta imaginación... Menudo asco... -masculló para sí.

Al ser consciente de haberlo llegado a decir, no pudo más que mirar por la ventanilla asqueado. A día de hoy le seguía costando diferenciar entre las cosas que pasaban por su cabeza y la realidad. En ocasiones su imaginación le jugaba malas pasadas, como había sido el caso. Para mejorar la situación, les habían metido a un matasanos en el grupo.

- Cojonudo... Ahora tendremos que aguantar a un bata blanca en el grupo... Rece aunque no crea en las religiones, pues como su culo dependa de mi se puede ir considerando una baja colateral -dijo con total desprecio masticando las palabras.

-No creo que Winston rece a estas alturas, como científico que es. Por cierto, es mi protegido y sin su trabajo el nuestro no tendría sentido.

Mientras digo esto, en voz baja y calmada, examino de arriba a abajo a Nathaniel.

¿Cual es tu especialidad y a qué viene ese odio? No es que quiera ser tu amiga, pero si vamos a trabajar juntos mejor si no me tocas las narices mientras digo esto último, clavo mi mirada fijamente en la suya.

- Calma cachorros...

Dice el más mayor del grupo.

- No estaría bien que ensuciáramos la tapicería de la furgoneta de forma inútil.

El hombre mira al joven Nazzadi y sonríe.

- A mí me podéis llamar Menace. Creo que soy el más adulto del grupo... Al menos por el momento. 

En eso la chica pelirroja abre la boca.

- ¡Venga "Mena"! ¡No seas corta rollos! Simplemente se estaban conociendo... Recuerdame que no me pongan una habitación al lado de su cuarto. - La chica mira a la Nazzadi. - Tal vez esto solo sean los preliminares. 

Las cejas de la joven se alzan de forma intermitente y sonríe de forma picarona.

- A mi me podéis llamar Avispa por cierto. 

De modo que utilizaremos nuestros nombres en clave... Preferia usarlos solo en mision, y los reales mientras no estabamos de servicio. En fin... 

- Un placer, Mago. Yo soy Ghost. - Dije simplemente. Era buena idea que Avispa se pusiera a hacer amigos. Era la mas extrovertida. - Vamos Menace... Tampoco eres tan mayor. - Le dije. Sabia que estaba algo " traumatizado" por eso. Era el tager de mayor edad que conocia, aunque tampoco llevaba tanto tiempo siendo Tager. 

A Nathaniel: ¿Como te debemos llamar?... Al resto: Ghost, Menace, Mago y Avispa...Ok, Llamadme Agony. Imagino que ninguno sabéis qué hacemos en Chicago aparte de lo obvio, ¿no?

El ambiente que había en la furgoneta parecía más bien algún tipo de excursión de instituto, en gran parte propiciado por la tal "Avispa". No sabía si le gustaría patearla o agradecerselo, ya que su experiencia durante esa época no había sido la mejor del mundo, pero hacía el viaje algo más parecido al ideal de las películas que a la pura y dura realidad adolescente.

- Imagino que podeis llamarme Smoke, aunque odio el tabaco... -intentando hacer algún tipo de chiste sin gracia- No tengo ni idea, pero siempre es así, tampoco te preocupes por eso, Agony -segundo intento de chiste fallido.

- Dado que vuestra media de edad es de niños de infantil... - Dice con sorna. - Sí, soy y me siento el más mayor de todos... Aunque ya sois lo suficiente mayores para ir al baño solitos. 

Con el eco de la risa de Menace en la furgoneta, se hace un breve silencio. 

¿Para qué estabais allí? 

Todos os miráis un momento buscando respuestas.

- Por lo poco que sé... - Comienza a responder Mago. - Es para cubrir las últimas bajas que hemos tenido en la manada.

El chico carraspea un momento.

- No bajas por muerte ni nada de eso. Simplemente algunos de los guerreros decidieron localizaciones menos... Intensas... Por decirlo de alguna forma... Pero no tenéis que preocuparos. Seguro que vosotros aguantáis un poco más. Si no morías antes claro... ¡Ya hemos llegado!

Al decir esto, miras en la distancia y ves como os estáis acercando a una gran casa.

Aparentemente, parece una residencia universitaria más. Dentro de lo normal. Dos plantas más el ático. 

Tiene una amplia entrada principal aunque vosotros os dirigís al lateral, donde está la entrada del garaje. Esta se empieza a abrir cuando os acercáis. 

Al entrar, para vuestra decepción, se trata de un garaje normal y corriente. Más amplio de lo normal, pero normal y corriente.

En él, a parte del hueco para la furgoneta, veis un coche, más pequeño aunque con aspecto de ser más rápido. Así como una moto, también bastante interesante.

- Tocar algún vehículo sin mi permiso y querréis estar muertos.

Comenta Mago con total seriedad.

Una vez vuestra furgoneta se detiene, las puertas se abren y podéis salir cuando, en la puerta que da acceso a la casa, veis a una chica.

- Llegas tarde.

Dice esta.

Es joven, como la mayoría de vosotros. De preciosos ojos azules y pelo oscuro. Viste con camisa y jersey, algo anticuada.

- ¡No es para tanto Sensor! - Dice Mago mirando a la chica. 

- ¡Cuatro minutos! Ya sabes que la jefa no le gusta la gente impuntual...

Cuando Menace deja de hablar y se crea ese breve momento de silencio, notas como el hombre mira de forma significativa a Ghost y a Avispa...

Como si él supiera algo... Aunque parece que por el momento no piensa compartirlo con el resto. 

Cubrir bajas... Estabamos en un lugar peligroso, pero esta manada parecia especialmente dedicada a cosas complicadas, si eramos tantos. 

Quedé maravillado con los vehiculos que tenian alli. Por la advertencia deducí que eran de nuestro chofer. Le gustaba la velocidad al Mago.

Habia una chica alli. AL bajar de la furgoneta la saludé con una inclinacion de cabeza. 

Estaba impaciente por varias razones, y necesitaba descanso y un rato a solas... A ver si veiamos pronto a la Sra. Green y acababamos con esto.