Partida Rol por web

Una vez a solas empiezas con tu plan de liberarte.

En algún lado habías visto o leído que, una opción para deshacerte de las sujeciones, era dislocarse el pulgar. Así podrías liberar esa mano. Nunca lo habías echo y tampoco tienes del todo claro como se hace pero, ¿por intentarlo?

Tienes localizado el pulgar que te quieres dislocar sin problema, la cuestión es que, al aplicar presión, no sabes si lograras dislocarlo o romper el dedo. Así que... ¿Qué hacer? ¿Arriesgarse? ¿O probar otras alternativas?

Dado que no te gustan las cosas a medias, decides apostar por tu estrategia: dislocar el pulgar.

Coges con fuerza tu mano derecha y agarras el pulgar de la mano izquierda... Y, de un movimiento seguro y firme, ejerces presión.

¡Crack!

Eso es lo primero que escuchas, seguido de un potente dolor en la mano. Por lo que sabes, dislocar dolía, pero no tanto, por lo que intuyes, apoyado también por el chasquido, que te has roto el pulgar en lugar de dislocarlo.

El dolor te recorre todo el cuerpo... Por suerte puedes aguantar. El Dolor nunca ha sido un problema para ti. Aún así, sigues atado en aquella silla.

- Bueno, Miguel -se susurró para si mismo-. La has hecho buena.

Se acababa de romper una mano y no había servido para nada. Se estaba quedando sin opciones y sin tiempo. Sólo quedaban dos opciones: Romper las cuerdas a base de fricción, lo que dependía del juego que tuvieran, o tratar de dar un salto con la silla y esperar que el impacto contra el suelo lograra romperla. En el peor de los casos, quedaría tumbado en el suelo, donde podría intentar coger una piedra, trozo de rachola del suelo o cristal roto para cortar las ataduras.

Le pareció la mejor opción y así procedió.

Miguel se estaba quedando sin opciones.

Lo del dedo no había surtido el efecto deseado. Mientras que en los libros parecía muy fácil, en la práctica no lo había sido tanto. No solo no había conseguido lo que quería, sino que se había roto uno de los dedos... Aquello mejoraba por momentos.

Por ahora, las opciones que barajaba para soltarse eran varias, aunque la más optimista era la de romper la silla contra el suelo para así poder liberarse. 

Esta era de madera y parecía bastante antigua, de manera que no debería suponer mucha dificultad... Aunque esta residía en que los pies también los tenía sujetos a la propia silla... 

Haciendo un esfuerzo, intentas hacer fuerza con las piernas para dar un impulso y así destrozar la silla contra el suelo.

Lo habías visto hacer en algunas películas y, algunos compañeros de la anterior academia, a veces hablaban de este método para liberarse de las ataduras. 

Sin embargo... En tu caso... Algo no funciona... No tienes suficiente fuerza en las piernas para impulsarte. De manera que no eres capaz de levantarte de la silla ni siquiera un par de centímetros.

Así que, dado que las ataduras siguen ahí y no te permiten hacer demasiado, toca esperar... Tal vez si esperas a que llegue alguien podrías aprovechar para intentar algo... Quien sabe...

Las opciones empezaban a limitarse.

El truco del dedo no había funcionado. Lo de la silla tampoco. 

Otra de las opciones era revisar el suelo para ver si había algo que te sirviera para desatarte... Pero nada... Nada afilado o puntiagudo. Alguna que otra piedra o china, pero redondeadas. Nada útil.

Mientras sigues dandole vueltas a la situación, escuchas de pronto el sonido de algo acercándose. De echo, por el sonido, sabes que se trata de algún tipo de helicóptero o nave aérea. Y, por los ligeros temblores que hay en la habitación, debe estar aterrizando pero que muy cerca de aquel lugar. 

¿Aliados? ¿Enemigos? ¿Tal vez el resto de tu equipo? ¿Aliados de tus captores?

Mientras las diferentes opciones te van pasando por la cabeza, escuchas como la puerta se abre.

Uno de ellos es el joven oriental. Al entrar te mira y sonríe como era habitual en él.

Le acompañaba el otro chico, el que viste con el rifle que te asalto por la espalda. Este no está sonriendo

Ambos van con la misma indumentaria, aunque en esta ocasión solo llevaban la pistola, no el rifle.

Por otro lado, no iban solos.

Para tu sorpresa ves al "dormilón" de la nave que te llevó al nuevo campamento.

Va en botas militares, pantalones anchos repletos de bolsillos y una simple camiseta.

Ahora mismo está bastante despierto y te mira de arriba a abajo.

- Me preguntaba quien sería... Le debo veinte pavos a Morse... 

Comenta algo decepcionado.

- Tomar. - Dice sacándose de uno de los bolsillos unas esposas y se las entrega al chico oriental. - Soltarle y ponerle estas.

El chico coge las esposas y se acerca a ti.

Que hubiera llegado el instructor debía significar que la prueba había acabado. O no. Podía ser otra prueba en si misma. Si un enemigo lo atrapaba, podrían utilizar a alguien de confianza para hacerlo hablar o que colaborase. No iba a suceder eso con él.

Respiró hondo. Tenía que derribar a dos hombres armados con una sola mano y desarmado. Iba a ser difícil, pero contaba con el factor sorpresa. En cuanto lo desatasen, atacaría con todas sus fuerzas. Eso, por descontado, si sus rivales no lo esposaban antes de desatarlo.

En cualquier caso, mantuvo el silencio y la mirada baja. Esperando su oportunidad.

El chico coge las esposas y se acerca a ti.

Estás sentado en una silla de madera bastante antigua. Los pies los tienes atados con cinchas, cada uno a una de las patadas delanteras. Las manos a la espalda, también atadas. No lo puedes  ver pero, al no poderlas mover demasiado, intuyes que las tienes también atadas a la silla de alguna forma.

Cuando el chico esta a tu lado, se coloca detrás de ti y sientes como la esposa se cierra sobre tu muñeca izquierda. 

Después de esto notas como las ataduras de tu mano izquierda se aflojan. Ya no sientes la presión tan fuerte que sentías antes, pero dado a tu postura no estás seguro si te ha liberado del todo esa mano o solo la ha aflojado un poco. 

Por el momento prefieres esperar a un mejor movimiento.

Tras sentir el frío en la muñeca, notas de nuevo el mismo frío en la otra muñeca. Una vez crees que tienes las manos esposadas, notas como las cinchas se aflojan, e incluso las escuchas caer al suelo.

Después de esto el chico se coloca a tu lado y desata la cincha de tu pierna izquierda. Tras esto pasa por tu espalda hasta que se coloca al otro lado. Se agacha para desatarte la otra pierna. Después de eso de un paso atrás.