Partida Rol por web

Un mensaje cifrado aparece en la terminal de vuestra nave. Al parecer es el metodo mas rapido y seguro y mucho mejor que una entrevista personal, pues la armada imperial esta por todas partes. Vosotros sois la nave mas cercana y con mas efectivos, asi que deberias poder responder a este mensaje aceptando la peticion de ayuda. El mensaje dice lo siguiente

La Alianza Rebelde ha establecido recientemente varias bases secretas en los Territorios del Borde Exterior y está en proceso de entregarles suministros cruciales. El Imperio, que sospecha de actividad rebelde en la región de Endocray, ha bloqueado las hiperrutas que atraviesan el sector al erigir una serie de redes de sensores a lo largo de las rutas de salto. Los transportes rebeldes no pueden pasar sin llevar al Imperio a las nuevas instalaciones de la Alianza. La alianza necesita desactivar las redes de sensores para que el convoy de suministros pueda pasar. La misión  es infiltrarse en el complejo de redes de sensores en Argovia y desactivar el centro de coordinación de las redes de sensores. Esto le dará a la Alianza unas semanas para conseguir suministros a través del bloqueo.

Desea responder este mensaje?

El cursor parpadea en la terminal , el cual os recuerda a un SOS al que actuar como un resorte, estabais deseando entrar en accion pero que motiva a cada heroe? eso solo lo sabe cada uno de vosotros

Chy Kopte es un GRANUJA WROONIANO, 22 años, 1,80cm piel de color azul y pelo azul oscuro(como es normal en mi raza) los ojos nadie sabe bien como los tengo puesto que llevo unas gafas siempre, a pesar de mi juventud he estado en varias grupos de mercenarios, principalmente me mueve el ansia de riquezas pero también me gustan las aventuras y el riesgo(sobre todo) soy buen piloto y muy persuasivo, en principio no tengo nada en contra del imperio(tampoco a favor), personalmente pienso que hay mas posibilidades de ganar pasta con la rebelión...... 

En vista a que nadie contesta digo a mis compañeros Que pasa nadie va ha contestar?

 - Calma, Chy. - Dice Jund Don'banna, quien se levantó con cierta parsimonia de su asiento, y se acercó a leer la comunicación que parpadeaba en la pantalla. - ¿Ha llegado por un canal seguro? ¿Es una comunicación oficial? Nunca se es lo bastante precavido cuando del Imperio se trata. - Sentenció el noble, con tono prudente pero lleno de orgullo, mientras se erguía con su nada modesta altura de 1,84 metros. Se notaba, en sus movimientos, que había sido alguien acostumbrado a estar en los puestos de decisión, porque se acercaba pensativo, dando pie a pensar en que iba a dar órdenes. 

Y efectivamente, así había sido. Había nacido en Corulag, un planeta del Núcleo colonizado por Coruscant, hace en torno a 55 años, en una familia de larga tradición de gobierno y poder. Se había formado en las mejores escuelas y había realizado prácticas en el mísmisimo senado de la República. Había sido oficial en las Guerras Clon, aunque casi no había llegado a entrar en combate, y en los comienzos del Imperio había sido un entusiasta embajador del Senado Imperial en el borde medio. Era recibido en muy buenos círculos en Coruscant, muy apreciado, tenía un feliz matrimonio y dos hijos, cumplía y hacía cumplir la ley, los tratados comerciales y las alianzas entre los planetas y el gobierno de la Galaxia. ¿Qué más podía pedir? 

Aunque todo se torció. Muchos piensan que fue con la muerte de su mujer por enfermedad, que le apenó mucho, pero no le hizo cambiar su forma de vivir y de pensar, pues se volcó en sus hijos. Fue cuando sus dos hijos, pilotos en la academia imperial, desaparecieron. Nadie le dio ninguna explicación, pero lo detuvieron, interrogaron y maltrataron. A él. Un perfecto y fiel servidor de la ley. Y ahí cambió. Acusaban a sus hijos de traicionar al Imperio, de unirse a los rebeldes, pero él sabía que había algo más. 

Y lo descubrió, pidiendo favores: Los habían intentado obligar a castigar a poblaciones de civiles como presión a sus gobiernos para que cediesen al Imperio, y ellos habían intentado negarse y no masacrarlos. Los habían detenido, torturado y a uno de ellos finalmente, lo mataron. El otro, efectivamente, había escapado, sin rumbo fijo. Así que Jund, sencillamente, tomó su dinero, buscó a un contacto, y se puso a trabajar para la Rebelión, mientras buscaba a su hijo. Algunos decían que estaba unido a alguna célula rebelde, otros que no sabían dónde estaba. Pero él quería encontrarlo y hacerles pagar. No era venganza. Era justicia. 

-Nunca se sabe si nos pueden tender una trampa. - Volvió a decir. 

Mis dos metros cincuenta centímetros de alto, más que la media de los de mi especie, ocupaban ese espacio de más que parecían no ocupar el resto de mis compañeros.

Rugí en respuesta a Chy, sin querer decir nada en realidad, solo me quejaba, al fin y al cabo, ¿no podía contestar el?

Tenía edad suficiente como para haber vivido los ataques del imperio, tras la orden 66, entonces no era tan adulto y no había podido hacer nada, pero ahora estaba dispuesto a ayudar a la alianza rebelde. Había logrado evitar, varias veces la captura por parte de imperiales antes de encontrar la alianza que me había asignado un grupo con el que trabajar.

Wan permanecía sentado en su litera con la espalda recta y los ojos cerrados tal y como solía hacer todas las tardes.

La irrupción de un mensaje cifrado causó cierto revuelo en la cabina de mando. Wan se incorporó pausadamente y se encaminó al puente para tomar asiento en torno al mapa holográfico circular, pues era evidente que había que tomar una decisión al respecto del mensaje de petición de ayuda. La tripulación, algo ansiosa por pasar a la acción, se agitaba ya en torno a la cabina a la espera de tomar alguna decisión.

Wan permaneción en silencio a la espera de que Jund se pronunciara, pues su opinión era tomada en gran consideración. Interiormente Wan ya habia tomado su decisión; había que responder a la petición de ayuda de forma afirmativa.

La vida de Jashuá Wan Nazár se quebró por completo el día en que la orden de los Sith irrumpió en el templo jedi con la intención de exterminar la vida. Wan fué uno de los pocos supervivientes y desde entonces se oculta en algún lugar de la galaxia con la única misión de ayudar allá donde hiciera falta.

Cita:

Bajo esta premisa Wan va de un lugar a otro... recientemente y tras sufrir la emboscada de dos cazarecompensas en una cantina del borde exterior, Wan entabló amistad con un variopinto grupo de aventureros a los que decidió unirse. La unión hacía la fuerza, y siempre surgirían oportunidades de ayudar allá donde fuera necesario.

Al ver que todos estaban mirando la señal como si de un detonador termal a punto de explotar se tratase, Locus lo activó para ver qué es lo que decía el mensaje.

-Este es un canal seguro, y el cifrado es correcto. Si es una trampa quiere decir que el Imperio ha logrado descifrar nuestros códigos y estamos en apuro aún más gordo. Así que mejor contestamos por si podemos hacer algo por ayudar.
Después de todo estamos aquí para eso ¿no? Ayudar a la Alianza y luchar contra el Imperio.-

Locus era un soldado de la Alianza Rebelde casi desde que esta se creó. De hecho lo era desde mucho antes. Sus primeros juguetes eran pistolas de verdad y aprendió a disparar casi antes que a andar. Su madre se encargó de ello. Ha estado peleando en diferentes guerras, y algunas incluso en el bando vencedor. Siempre por dinero. Mercenario era otra palabra que le definia bien. Al menos hasta que llegó el Imperio. Una cosa era luchar contra otros como tú. Soldados en el campo de batalla donde los que están delante tuyo saben lo que se hace, aunque sean peores que tú. Pero el Imperio no hacia así las cosas. Lo vio en el primer combate en el que participó bajo su mando. Arrasar una aldea de granjeros de un planeta de segunda porque se creía que había rebeldes escondidos en los alrrededores no era la manera correcta de hacer las cosas.

Así que buscó a los del otro bando por si eran diferentes. Y resultó que así era, o por lo menos eso parecía. Así que sus habilidades y sus pistolas estaban a su disposición. Y de momento lo habían mandado a un grupo de misiones especiales un tanto extraño. Suponía que él estaba allí para conseguir que el resto saliera con vida de las misiones. Ya que si contar al wookie el resto no parecía poder salir bien parado en una trifulca, mucho menos en una escaramuza. Joder, si hasta había dos tipos que decían ser Jedis.

Sina se hallaba sentada en su sillón en el puente con los ojos cerrados cuando el sonido del S.O.S la sacó de su meditación o sopor somnoliento como vería el ojo no entrenado, aún con todo no abrió los ojos manteniendo la calma. Los demás rápidamente resumieron el mensaje dejando claro que era una señal de ayuda de los rebeldes o una trampa del imperio, sea como fuera eso solo significaba una cosa, pelea. El corazón de Sina se aceleró más de lo que debiera a pesar de su quietud mientras escuchaba los pasos del mercenario Locus Grend acercarse al comunicador y sentenciar el asunto mientras lo cogía.

La joven Catchar de 22 años, de color anaranjado con toques pardos y vibrantes ojos verdes ataviada con una muy ligera armadura y cubierta por una gruesa y áspera capa con capucha recordó como había llegado hasta ahí. Hacía solo algunos meses que se había separado de su maestro en el planeta Cathar tras ganar un torneo de combate con un jugoso premio no sin gastar sus consecuentes créditos en participar; era la prueba final de temple que le había otorgado su maestro para ver si estaba preparada para una vida solitaria llena de peligros y sabía mantener sus sentimientos al margen de las situaciones. Muchos se rieron al ver aquella delgada chica catharesa que apena sobrepasaba el 1,60 de altura y con un peso bastante ligero, de delicadas curvas y algo de encanto tímido entre tigres y leones curtidos, pero su aspecto débil e indefenso pronto evidenció ser totalmente falso gracias a una velocidad increíble con sus rápidos cortes de garras, y allí, tras derrotar a un brutal combate y aguantar el realizar un golpe de gracia a aquel que tanto se rió de ella al principio, logró apaciguarse mental y espiritualmente para así alzarse con su premio, unos guantes de la mejor manufactura Catharesa para el combate perfectamente adaptado a sus gráciles garras otorgándole un evidente toque combativo a por lo demás una chica que parecía más una emisaria que una combatiente.

En ese momento abrió los ojos y habló a los demás.

Sea cual sea la razón debemos contestar. Si son rebeldes y no contestamos estaremos condenando vidas inocentes ante la posibilidad de una emboscada con la que podemos lidiar. No estoy dispuesta a permitir que una vida se pierda sin sentido alguno aún si con eso condeno la mía propia, y todos sabíamos a lo que nos arriesgábamos cuando contactamos por primera vez con los rebeldes.

La suave y ronroneante voz de la chica habló con decisión esperando que cualquier duda quedara disipada y pudieran finalmente contestar a ese aviso antes de que fuera demasiado tarde, al fin y al cabo su maestro antes de la despedida le pidió que buscara a los rebeldes, no solo porque era lo que verdaderamente quedaba de la antigua república y de la filosofía jedi, sino porque había visto que tiempo ahí resultaría en una cadena de eventos que podría ayudar a hacer resurgir a los jedi, y muestra de aquello era que a pesar de lo enorme que era la galaxia se había encontrado con otro más.

Efectivamente se trata de comunicacion segura pues futura informacion dice que debido al bloqueo, no podeis viajar directamente a Argovia en vuestra propia nave. Afortunadamente, una nave de carga con simpatízantes rebeldes (y, lo que es más importante, un permiso para transportar mercancías a una comunidad minera en el sector de Endocray), puede ofreceros el transporte a Argovia.

Bienvenidos forasteros a mi sector, menos mal que habeis llegado ya pensaba que tendria que lidiar yo sola con todo el Imperio. Por cierto traigo aqui regalitos para vosotros para que esos soldados imperiales se lleven un buen recuerdo mio jajaja

La capitana, una mujer con sentido del humor llamada Leona Makk, está presente, en la sesión informativa. Os transportara a Argovia y los traerá de regreso una vez que se cumpla la misión. Al llegar a Argovia, os dice debereis reuniros con un hombre llamado Battz. Battz (un falsificador local y un agente rebelde "ocasional") dice que puede falsificar pases de identificación que llevarán al equipo al interior del complejo de la red de sensores Imperial local. Battz ya sabe la noche en que vosotros llegareis a bordo del barco de Makk y los encontrará en Tanza's, un salón de juegos de azar en la ciudad de Argovas. Llevará una chaqueta de vuelo blanca de Shang Lines, para que los personajes puedan identificarlo con facilidad. A los personajes se les entregará el equipo que consideren adecuado para la misión: blásters, ganzúas electrónicas, gafas nocturnas, etc. (Sin embargo, el intendente no dispone de armas pesadas y explosivos adicionales). Los personajes también reciben algunos elementos específicos. Primero es un chip de créditos (6.000 en total). 4.500 créditos son para pagar a Battz por sus pases, y el resto se utilizará para gastos. El segundo artículo es una caja metálica. En el interior de los compartimentos de seguridad se encuentran seis minas térmicas, pequeñas cajas de color negro mate, cada una con un temporizador digital.

La piloto una guapa oriental de pelo negro azabache llamada Yin, os dice: Poned el maletin en buenas manos, activando hiperespacio en 3, 2, 1...jajaja (era broma).

Tras comprobar que toda la información era de una fuente segura, Jund se sintió más cómodo. No era un histérico, para nada, pero si se había vuelto cauteloso. Toda venganza tenía que llevarse a cabo y era él el que sabía y debía cumplirla. En cualquier caso, se volvió a su asiento y miró a sus compañeros, asintiendo y levantando la mano, indicando que por él estaba todo bien. Y más que bien, eso haría daño al Imperio. 

Cuando se juntaron con la capitana Leona Makk, Jund la saludó amablemente, y luego la escuchó con atención, asintiendo a todo lo que decía sobre los planes para infiltrarse y el contacto que podían tener para hacerlo. En ese momento, todavía tendría que analizar los planes y las implicaciones, y cómo poder ayudar. No era precisamente el combatiente más robusto, pese a su ligero entrenamiento militar, así que prefería hacer las cosas con discrección. 

- Bueno, por ahora parece que todo está atado y bien atado. ¿Estáis seguros de que nuestro contacto y "ocasional" rebelde no venderá la información luego al Imperio? Puede ser algo que tiente a algunos algo granujas. - Dijo, pensando en muchos de sus antiguos compañeros de política, que por un buen cargo permitían al Imperio hacer lo que quisiera, incluso a costa de la vida de la gente. - Tenemos que dar este golpe rápida y certeramente. Mucha gente depende de ello. Y hay mil cosas que hacer con las que tocarle las... perdón, con las que molestar al Imperio - Se le escapó a Jund, en un pequeño acceso de su odio visceral por lo imperial, perdiendo algo sus exquisitas formas

Bufé con cierto alivio. La información parecía ser segura y así lo constataban la mayor parte de mis compañeros de equipo.

Nos encontramos con quien nos debía llevar a Argovia, para pasar los controles de forma segura.

- Akhuwowawoc wawooaahrc akwoanooaorac - dije dirigiéndome a Jund antes de reír.

- Puedes decir pelotas

- No, Gulboowr, he perdido los papeles, no pienso decir esa palabra, así que no me insistas - Dice, con un gesto divertido, y riéndose con el Wookie. -Soy un hombre respetable, jajaja

Tras recoger mis escasas pertenencias me trasladé de una nave a otra. Recogí los 4.500c necesarios para la falsificación de los documentos y el resto lo puse a disposición de los necesitados, pues yo no atesoraba riquezas. Todas mis pertenencias cabían en una bolsa bandolera de tela gruesa donde llevaba una muda interior y un par de raciones de viaje vegatarianas, así como unos sencillos instrumentos quirurgicos que utilizaba ocasionalmente cuando el daño había calado en el cuerpo físico.

La ayuda que debíamos llevar a cabo era una misión de ayuda a los rebeldes con explosivos de por medio. No era el tipo de ayuda destinado para mi, pero tampoco juzgué la situación como negativa pues los caminos que debía recorrer en mi misión particular eran misteriosos. 

Extinguida mi orden, y como ultimo miembro de la misma, (Dentro del consejo Jedi hay muchas tradiciones diferentes) me afanaba por sobrevivir y poder transmitir así el milenario legado de mis predecesores a las generaciones futuras. Sobrevivir en esos tiempos no era tarea fácil, supe que debía integrarme en aquel variopinto grupo de aventureros, pues esconderme no era la solución.
 

Años atrás, después de la masacre en el templo, Traté de ocultarme haciéndome pasar por mendigo, pero “ellos” me encontraron, tienen formas de encontrarnos a través de los poderes de la fuerza mal utilizados. Mandaron a 2 cazarrecompensas a por mí cuando me encontraba en una perdida cantina del borde exterior, y si no llega a ser por mis nuevos amigos no estaría ahora aqui. De esa forma quedé en deuda con ellos de alguna manera y entendí que ocultarme en solitario no era la solución. Si llegaba mi hora sería ayudando allá donde hiciera falta en colaboración con otros renegados. 

Sin pronunciar palabra subí por la rampa de la nueva nave para tomar asiento.        

A Locus le encantó la misión. Aunque claro, implicaba hacer explotar algo, y al soldado le encantaba volar edifcios. Y personas. Sobretodo personas que le habían intentado matar o joder. En realidad la violencia era casi la única solución que daba para casi todo. Seguramente esa era otra de las razones por las que le habían puesto en un grupo como aquel. Su impetu violento era calmado por el resto. Aunque bien que se lo agradecían cuando sus pistolas blasters eran necesarias.

Bueno. Parece una misión bastante fácil. Ya llevo yo los explosivos. No vayamos a llevarnos un disgusto.

Aunque el disgusto casi se lo lleva cuando el cereano trata de regalar el dinero para gastos. Menos mal que lo detuvo a tiempo.

Hey caracono. A ver qué haces con ese dinero. No es tuyo, es para los gastos que tengamos durante la misión. Nunca se sabe si hay que comprar o conseguir algo más de equipo o de información. Una vez acabemos y se reparta lo que sobre, puedes hacer con tú parte lo que quieras.

Le gustó ver al noble estirado casi soltar un taco, aunque trató de que no se le notara.

Ahí has estado hábil Gulboowr. Uno tiene que soltarse de vez en cuando. La verdad es que no me fiaría de nadie que no fuera capaz de soltar una buena palabra soez en un momento de necesidad. Eso te hace humano.

Luego recordó que Jund y él eran los únicos humanos del grupo.

Ya me entendéis. No quería ofenderos. A veces mi lengua es más rápida aun que yo.

- Lo siento mucho Locus - Me disculpo entregando amablemente el dinero a Locus. - He entendido que los 6000c eran para cada uno de nosotros. Los negocios no son lo mio, y no era mi intención hacer uso de ningún crédito que no me corresponda. - Mi voz suena suave y tranquila. En condiciones normales las personas a mi alrededor solían sentirse relajadas, lo cual me hacía sentir feliz. - Cuando acabe esta misión de ayuda y si nos entregan alguna compensación económica será entonces cuando pueda donar mi parte.   

- Claro, Locus, pero hay que tener en cuenta que contra el Imperio las palabras son tan adecuadas como un buen arma, si se sabe cómo decirlas, a quien y en el momento adecuado. Así que por eso... me gusta controlarme. - Dijo Jund, con su tono diplomático, sabiendo que para una buena pelea podía contar con Locus como si fuera él mismo. Un verdadero soldado. Aunque desde luego, cada uno de sus compañeros de equipo eran gente diferente a la que había conocido antes de unirse a la rebelion: gente más verdadera que todos aquellos políticos, que seguían al Imperio fuera lo que fuera lo que este hiciera.  

Cuando nos recibió la capitana Leona Makk, Chy se quedo un poco estupefacto(le pareció una chica muy mona) y como es normal en su edad ya no la quitó ojo, estaba super atento a todas las explicaciones que dio, a cada movimiento a cada parpadeo, pero bueno no estaba aquí para eso estaba para hacerse rico y así poder decir a su padre que era mejor que el.

Chy nació en Saleucami del planeta Wroona en el borde Exterior el pequeño de 3 hermanos, pronto empezó a desarrollar habilidades como pilotar naves pequeñas, informática y trapichear por los bajos fondos y eso a su padre no le gustaba, siempre le decía que se parecía a su abuelo materno un "pirata" que iba ha acabar como el, en alguna cárcel del imperio. Tras múltiples discusiones y después de oír un millón de veces que nunca llegaría a lo que era el, (un mercader bien adinerado, de un amplio linaje de mercaderes sin escrúpulos que solo los interesaba ganar dinero a cualquier costa) decidió marcharse y buscarse la vida como hacker en los bajos fondos (por mis conocimientos de informática)y compitiendo en carreras de aerodeslizadores ilegales. A Yashuá lo conocí en una cantina cuando estaba a punto de meterse en líos con un par de cazarrecompensas y desde entonces nos llevamos bastante bien, por eso cuando escuche a ese soldado.

Gire la cabeza con una mirada desafiante hacía Locus al ver que llamaba de esa forma a mi amigo Yashuá, no me gustaba nada como lo había dicho, pase junto el y comente. Estoy de acuerdo con lo de los créditos pero no me gustan tus palabras. Masticando goma de mascar me encamine hacia la cabina de la capitana y comente.

Espero que nos lleves sanos y salvos. con una sonrisa picarona.

El dinero no lo es todo Locus. Y tampoco es necesario que ninguno muestre las garras, estamos en el mismo equipo.

Comentó Sina a los hombres que enseguida buscaron excusas para mostrar sus adustas melenas para impresionar a la hembra, mostrándose mucho más tranquilo y lógicos la voz de la experiencia y la sabiduría de la paciencia. Aunque estaba segura de que si lo hubiera hecho el wookie nadie habría dicho nada, tenían una reputación por algo y su tamaño y fuerza solía bastar para confirmarla.

Ella seguía mostrándose en calma mientras dejaba que el soldado manipulara los delicados explosivos confiando que supiera lo que estaba haciendo pues al fin y al cabo ella no comprendía el como manipularlos; poseía una pistola blaster pesada, pero entre saber disparar y programar una explosión era un abismo para ella, uno que no tenía intención de mirar cuan profundo era. Aún con todo, no había mostrado aún su lado más fuerte aunque los guantes eran reveladores, pero estos habituaban estar tapados bajo la capa si no era necesaria la manipulación de algo; y los demás se habían mostrado más capaces en la mayoría de las cosas por lo que no hacía mucho cuando estaba a bordo de una nave.

-La union rebelde hace la fuerza, y la fuerza es mejor camino para acabar con el imperio.... Se repetia una y otra vez la joven piloto Yin como un mantra , pese a su miedo pues era su primera mision de la resistencia contra el imperio 

-Tranquila joven Yin, uno de estos nuestros amigos puede hacer los honores si nos encontramos con guardias imperiales , tu llevanos alli que el resto lo haremos nosotros , dice la experimentada capitana Leona Mak. Hagamoslo interesante nos jugamos, una botella de Spotska especial para el que neutralice los primeros imperiales, con los que nos crucemos, con Yin a la vuelta de vuestra mision pero que pague la botella Yin jajaja -Tu y tus bromas Leo -Oye que lo digo muy seria,  una botella de Spotska especial bien lo vale jajaja 

El viaje a Argovia transcurre sin incidentes, al menos hasta que el Voxen Tass sale del hiperespacio en la frontera del sector de Endocray para obtener autorización para traspasar los límites del bloqueo, ¡y se encuentra cara a cara con un Crucero Imperial Interdictor! El crucero ordena a la nave que se identifique y transmita sus permisos de viaje. Activando nerviosamente la frecuencia de comunicación apropiada, Makk cumple la orden. Hay un momento de tensión, el tipico silencio que se hace cuando un carguero lleva cargas ilicitas (Como la de rebeldes con carga de explosivos) y todos temen la famosa pregunta por el comunicador

-Rebelen toda carga ilicita o si no tendremos que abordar la nave

Se escucha por el otro lado mientra la capitana os mira como esperando que hagais los honores