Partida Rol por web

Cuando el resto de los hombres se alejaron en dirección al puerto, allí quedaron Jorunn, Hild, Thorgrimm y Ligurd, cerca de la pequeña plaza donde había varios comerciantes. Aunque no era un gran núcleo, estaba claro que la mayoría de movimiento y de transacciones se realizaban en el puerto ya que era la principal vía de comercio. El hedor de aquellas calles, una mezcla de orina, pescado y quien sabe que mas inundaba cada rincón de la ciudad pero no era algo que se pudiera evitar así que cuanto antes terminasen con su cometido mejor para todos.

En aquella plaza había movimiento, era un buen lugar para indagar, se asemejaba a un mercado donde varios comerciantes se afanaban en comprar, vender y revender todo lo que tuvieran a su alcance.

─Antes de que lleguemos a la zona de los esclavistas deberíamos echar un vistazo por aquí. Los comerciantes disponen de oído fino y ojos abiertos. Con suerte alguno de estos habrá hecho negocio con los recién llegados piratas.

Me adentré en aquel sucio batiburrillo de hombres y mercancías con intención de, a base de preguntas sutiles y fingido interés por las mercancías, dar con algún mercader capaz de arrojar algo de luz sobre nuestra búsqueda.

Aquel mercado estaba lleno de vida, un buen caldo de cultivo para buscar información y quizás, con un poco de suerte, la información fuera a parar a sus oídos. Asintió a las palabras de Jorunn, pero prefirió que fuera ella la que hiciera las preguntas, mientras Hild se dedicaba a observar con suma atención lo que ocurría a su alrededor.

Quizás algún detalle, algo que le llamara la atención podía servir para ponerlos en la pista de lo que buscaban. Sin alejarse demasiado de sus acompañantes, se dedicó a observar entre los puestos, no sólo las mercancías sino también a los hombres que vendían y compraban.

El hombretón sabía perfectamente cuales eran sus cualidades, y entre ellas no destacaba la charla y el obtener información con la palabra. Si necesitaba que alguien soltase su lengua le bastaba con romperle un par de dedos de la mano, pero comprendía que este aún no era el momento para hacerlo.

Por eso se colocó justo detrás de las mujeres, dejándoles a ellas que preguntarán e indagarán, mientras él se limitaba a observar y actuar como guardaespaldas.

Había pequeños puestos en un lado de la plaza. El mas cercano a vosotros era un tipo bajito, bastante feo, que parecía comerciar con bienes de primera necesidad. El resto de la plaza estaba llena de hombres y mujeres de aspecto deplorable que iban de un lado a otro y no parecía prestar mayor importancia al grupo. 

-Seguramente cualquiera de estos comerciantes sepa donde retienen o venden a los esclavos para comerciar-dijo el juto señalando los puestos.

Estaba claro que las respuestas no nos llegarían solas. ─Comencemos con las indagaciones a ver si terminamos pronto con esto. ─dije secamente.

Los cuatro se acercaron al primero de los comerciantes, que además de viejo y feo parecía el mas espabilado de los comerciantes que allí exponían sus mercancías. Probablemente debido a su edad supiese desenvolverse bien en aquel lugar... entre otras cosas por que no había otra manera de que alguien llegase a esa edad si no era mas astuto que el resto.

Me acerco a un comerciante, uno de los que menos llamaban la atención. Es un muchacho joven que pare llevar poco en el negocio. Probablemente es comerciante por seguir la tradición familiar.

─Eh, muchacho ─le digo ─¿qué vendes? ─pregunto con fingido interés. Tras escuchar su respuesta sin prestar ninguna atención añado otra pregunta: ─¿Quien es aquel hombre? ─digo alzándo la cabeza y señalando con la barbilla al espabilado viejo y feo que momentos antes me llamó la atención. Quizá pudiera averiguar algo sobre ese hombre para poder abordarlo mejor minimizando las posibilidades de meter la pata.

-Pescado, fruta y algún que otro manjar delicioso. Lejos del puerto donde el pescado podrido que venden otros no atufe mi comida, claro-dijo el hombre con una sonrisa- ¿Ese? Es Guldeif, un viejo esclavista. Mi nombre es Askjel, por cierto, y si buscas comida, no hay mejor que la mía para llevarte a casa.

Agarro una manzana del puesto del joven y le doy un mordisco. Es jugosa y dulce, gran contraste con aquella ciudad sucia y maloliente. ─Sin duda tienes buena mercancía ─entonces sonrío ─¿Me invitas como prueba del género o vas a cobrarme?.

Tras el pequeño juego con el frutero me dirijo al tal Guldeif ─Saludos. Se dice por aquí que sois el hombre adecuado si uno busca esclavos. ─ahora mi semblante es serio y sereno, nada de sonrisas o jueguecitos ─Decidme, ¿tenéis algo interesante?.

Mirando a un lado y a otro, más preocupada por observar que ninguno de aquellos mercaderes o clientes que curioseaban se fijaran en ellos o que pusieran demasiada atención a sus palabras, Hild caminaba un paso por detrás de Jorunn, dejando que fuera ésta la que hablara y buscara la información, al fin y al cabo sabía mucho mejor que ella relacionarse con la gente.

La información que les dio el joven sirvió para descubrir que, aquel anciano, era un esclavista que, con toda probabilidad, tenía toda la pinta de enterarse de todo lo que sucedía en aquella apestosa ciudad y, si nada fallaba, seguro que conseguían obtener alguna información valiosa sobre los dos secuestrados.

Aunque al berserk no le gustara admitirlo, sabía que algunas veces, las menos claro estaba, era más fácil obtener información con miel que con guantazos. Por lo que parecía esta situación era una de esas veces, así que el grandullón hizo lo que se esperaba de él, permanecer callado y mostrarse lo más amenazador posible, para evitar que a alguna de aquellas sabandijas que pululaban por el mercado se le antojase posible tan siquiera robarles.

El otro mercader ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar pero al ver al enorme guerrero y su enorme hacha que acompañaban a aquella mujer decidió que mejor que le robaran una manzana que perder algo más.

El viejo, que además de feo tenía los ojos torcidos, se giró hacia la joven mirándola con el ojo bueno. Su voz sonaba aguda y rasposa pero amable.

-Os han informado mal. Yo no vendo esclavos, si no que se los cambio a los esclavistas a cambio de las cosas que aquí veis-respondió con paciencia tratando de explicar lo mejor posible en que consistía su negocio- tengo, como veis, muchas cosas interesantes, pero todo depende de lo que busque tan distinguida dama.

Miré hacia atrás, buscando esa "distinguida" dama a la que hacía referencia Guldeif. Luego me volví hacia él y le sonreí: ─Vaya, yo no veo ninguna dama distinguida por aquí pero, si os referís a mi... gracias ─digo con sarcasmo.

Es una lástima, pues aunque tus mercancías parecen ser de primera calidad ─digo mientras miro su género ─no son lo que estoy buscando. A menos, claro, que comercies también con información ─y con eso le hago saber que estoy dispuesta a "aflojar" plata si me proporciona información de utilidad. ─Busco esclavos, y de los mejores. Me han dicho que hace poco llego un barco de velas rojas con el símbolo de las cadenas con excelente mercancía. ¿Sabes algo de eso?.

La völva se quedó junto al berserker expectante, casi aguantando la respiración, al escuchar las palabras de Jorunn. Se la estaban jugando y si, aquel anciano al que acababan de preguntar, comenzaba a sospechar de sus verdaderas intenciones, con toda probabilidad no saldrían de allí sin usar la fuerza.

Hild intentó que sus dudas y su miedo no se reflejaran en su cara, mostrando una actitud igual de segura que la que mostraba su amiga, como si en verdad estuvieran esperando encontrar esclavos con un nivel superior a la media, no simples campesinos.

El jueguecito de Jorunn con la manzana podía haberles costado una pequeña pelea. Lamentablemente para el berserk, el mercader había decidido que prefería conservar los pocos dientes que aún lucía su dentadura y dejarlo pasar.

Así que el guerrero continuó ejerciendo el papel de duro guardaespaldas mientras esperaba que los esfuerzos de la noble diesen los primeros frutos y les permitiese encontrar alguna pista.

-Jaja no se que clase de información podríais querer de mi-dijo el hombre con una sonrisa que dejaba ver sus amarillos dientes- los barcos de bandera roja y cadenas, efectivamente, son barcos que pertenecen al rey Stiggson. Rey de Hirks-aclaró- así que no es raro ver esos barcos trayendo nueva mercancía a la ciudad. Tendreis que ser más concreta si quereis que os ayude, ¿que clase de esclavos buscais?

El tipo de esclavos que saben leer y escribir y aún conservan la mayoría de dientes, viejo.- Masculló el berserk entre sus apretados dientes.

Estaba claro que Thorgrim no había nacido para las delicadas artes de la conversación y la negociación y aunque intuía que el viejo que hablaba sabía bastante más de lo que les estaba contando, el lento tira y afloja entre él y Jorunn le estaba poniendo cada vez más tenso.

Ya os lo he dicho; busco exclavos de calidad. Algo excepcional y fuera de lo común ─aclaro intentando no perder la paciencia ─¿sabéis algo o no?.