Partida Rol por web

Rendor comienza a disparar fuego de cobertura en ráfagas, y su buena puntería hace que caigan en picado al vacío unos 17 dinosaurios. No era tan difícil, tan solo había que acertarles, pero parecía que la cuadrilla estaba demasiado nerviosa.

Por ahora toda acción de magdaleno había sido un fracaso, no lograba llegar donde estaban sus compañeros. Pero esta vez la suerte estaba con él, pues los dinosaurios parecían ocupados revoloteando tras la racha de bajas de Rendor.

Frank comenzó junto con Rendor un fuego de cobertura, pero más que fuego de cobertura parecía que le habían dado el cambiazo y llevaba una ametralladora de fogueo... o era su vista, que comenzaba a fallar. Tomás, un poco más tranquilo desde esa posición comienza a disparar, cegado por el sol pero con buena suerte al parecer, pues no aniquila a 1, 2 o 3 dinos, sino a unos 8, ¡Y todos seguidos!

Los dinosaurios estaban desconcertados y comenzaban a revolotear alrededor de los soldados como murciélagos a la luz del sol, ya no se centraban en atacar, pues estaban viendo que el potencial de los humanos era fuerte. Gerard medio desorientado comienza a disparar moviendo rápidamente su arma, pero las balas parecen no dar en el objetivo. Debía tranquilizarse antes de desperdiciar munición de esa forma.

Gracias al fuego de cobertura proporcionado por sus compañeros y las cuantiosas bajas causadas por sus armas, se había librado del ataque de los dinosaurios. Aún así, Magdaleno se encontraba en sus últimas.

Alentado por los clamores y gritos de sus compañeros, se puso en pie una vez más. -Tengo que llegar a donde están ellos- pensó para animarse. Sin embargo, las fuerzas le fallaron de nuevo. La pierna estaba peor de lo que pensaba y casi no pudo moverse del sitio.

Magdaleno siempre pensó que la guerra consistía en matar a sus enemigos a diestro y siniestro con sus rifles, como había visto en las películas. Pero ya se empezaba a dar cuenta de que no funcionaba así en la vida real. Una vez que te caías en el barro, era cada vez más difícil salir de él, y más aún, cuando te hostigaban enemigos por doquier. Su habitual optimismo había sido dañado.

Afortunadamente eran tantos disparando que nadie podía asegurar la cantidad de bajas que había provocado el sargento, por que el resultado sería tan lamentable como él mismo suponía... Una de las razones podría afirmarse que era por que estaba preocupado intentando conseguir que no mataran a sus hombres... pero la principal es que simplemente no había nacido para eso, no le gustaba, y por las noches seguía preguntándose cómo había llegado hasta aquí...

¡Vamos, caballeros, que quedan pocos! Rendor, Tomas, Gerard, ¡Seguid disparando!, ¡cada uno a uno de los grupos que quedan! Como si fueran a dejar de hacerlo si no se lo dices, Pensó con amargura mientras gritaba. Magdaleno, los tienes encima, ¿quieres hacer el favor de venir de una vez?

Casi una docena y media de bichos habían caído bajo la inclemencia de mi cañón de energía pero muchos de mis compañeros no pudo hacer una mayor mella y estábamos recibiendo mucho daño y de seguir así alguna baja. - ¡Con un demonio, el Sargento te ordenó que vinieras a cubierto Magdaleno! - Le grito al soldado que no estaba obedeciendo órdenes, apunto al cielo donde nos indicó el Sargento, afianzo el arma pero el maldito sol me ciega un instante y la ráfaga de energía sale a cualquier lado.

Los dinosaurios se alejan, algunos de mis compañeros comienzan a matar a algunos y eso hace que estos comiencen a revaluar la situación.

Mientras sigo retrocediendo a fin de reunirme con el resto del pelotón enfoco mi puntería y mato a los dos que me atacaron, para luego darle a los dos de atrás que venían a socorrerlos.

Un poco más, solo resistir un poco más...y este es el comienzo...

Esos monstruos alados se mueven demasiado rápido y Tomás sólo acierta a disparar ráfagas tardías.

- ¡Están por todas partes maldita sea!

Rendor pierde un poco los papeles con Magdaleno, y tiene toda la razón, pues Magdaleno parece un bebé aprendiendo sus primeros pasos de cómo andar en la tierra. Ahora si le sumamos la que está cayendo en la zona donde está no es un buen momento para aprender a andar. Intentaba salir de un barro creado con sangre de dinosaurio y de humanos. Resbalaba una vez y caía, se intentaba poner en pie y volvía a resbalar, y así continuamente.

Frank seguía mirando a Magdaleno a la vez que hacía un fuego de apoyo, o lo que es lo mismo, desperdiciar las balas en el cielo. Al coro de disparos se unió Tomas, que parecía influenciado por la mala vista del sargento. Menos mal que los dinosaurios estaban ya revueltos, y el resto de soldados de los otros escuadrones hacían mejor su trabajo, si no todos serían papilla de Rex.

Gerard retrocedía poco a poco y ¡Parecía de otro pelotón! pues estaba acertando a los enloquecidos dinosaurios voladores. ¡Qué gran soldado! Un impacto en el ala a uno, otro en la cabeza, y los otros dos restantes cazados al vuelo cuando se dirigían hacia él. 

Cada vez quedaban menos dinosaurios, si querían dignificarse en la batalla ese era su momento, aunque cada vez parecían más enloquecidos que nunca.

Maldita sea, si sigo así acabarán por darse cuenta de que no he acertado ni a un simple pajarraco... pensé... Tengo que intentar desviar la atención de eso.

Maldita sea Magdaleno, ¡O sales de ahí ahora mismo o voy a tenerte limpiando letrinas una semana! Grité. No me gustaba presionar mucho a mis hombres, había leído preocupantes estadísticas a cerca de la cantidad de mandos que habían muerto a causa de un disparo "accidental" por fuego amigo... pero tampoco quería quedarme sin hombres que sirvieran de cobertura entre esos bicharracos y yo, así que parte de la preocupación era genuina

Todos estan pendientes de Magdaleno, aunque en cualquier momento uno de esos bichos te puede coger y lanzarte hacia una muerte segura. Tomás intenta desde una posición a cubierto, disparar a todo bicho que se mueva. Ésta vez tiene más fortuna y atina sobre un grupo que volaban demasiado juntos con una certera ráfaga; después varios disparos más consigue derribar a otro par.

Un segundo después tiene que empujar a un joven novato para que no sea agarrado por las zarpas de esta especie dinosauria mientras le da pasaporte con una serie de tiros directos a sus tripas que ponen perdido a los soldados de alrededor.

Todo el grupo preocupado por un mismo hombre, demuestra dos cosas. La primera que nos importa el otro y la segunda es que perdemos la cabeza con facilidad. Busco afirmarme para no hacer de nuevo payasadas más ver como Magdaleno vuelve nuevamente a caerse me hace desesperar y coincido con el Sargento salvo en la cantidad del tiempo limpiando letrinas. - ¡Esa semana comeré comida mejicana Magdaleno si no vienes con nosotros! -

Magdaleno oía los gritos de su sargento, pero no podía hacer caso a sus amenazas. No podía moverse, estaba demasiado herido.

-¡Señor, no siento las piernas!- se justificó a su superior. Entonces, alzó su rifle de postas y apuntó al dinosaurio que tenía más cerca. Al apretar el gatillo, no tuvo en cuenta el retroceso y el arma se alzó y disparó a los árboles que había encima suyo. Estaba excusado porque era la primera vez que disparaba en un combate real, pero tras este error, podría ser la última.

El combate estaba llegando a su climax, Magdaleno ocupaba la posición que antes había ocupado yo solo que peor ya que ahora él estaba en el suelo y le disparaba al aire.

Al escuchar que no sentía las piernas sentí el impulso de ir a ayudarlo, pero eso podría hacer que fuésemos dos los que terminasen siendo comida de dinosaurio.

Afirmando mi rifle comencé a disparar haciendo un barrido por encima de él, procurando darle tiempo para levantarse o arrastrarse hacía nosotros, aunque eso significara que no acertase a ningún dinosaurio.

Rendor no le da ni a un brontosaurio si lo hubiera, menuda puntería, se nota que los soldados estaban totalmente desubicados por el cálido recibimiento de los dinosaurios.

Magdaleno no sentía las piernas, y como no se moviera de esa posición no iba a sentir algo más que las piernas. Se atrevió a disparar, desesperadamente, pero no hizo más que llamar la atención de los dinosaurios, que atacaban desesperadamente.

El sargento, desesperado, no hacía más que reñir al pobre Magdaleno, que intentaba salir como podía de su propia muerte, pero no tenía todas las papeletas de que lo fuera a conseguir.

Tomás deja de prestar atención a Magdaleno y se pone a prestar atención al verdadero problema: La bandada que se está formando alrededor de Magdaleno, finiquitando casi una decena de ellos con total facilidad.

Los dinosaurios que quedan comienzan a revolotear alrededor de Magdaleno mientras le picotean e intentan rasgar con sus afilados dientes. Gerard también es atacado por un par, que intentan agarrarlo del brazo para llevarlo al cielo...

La situación empezaba a ser desesperada, no habían pasado ni 2 minutos en ese maldito planeta y ya quedaban pocos hombres para cubrirle... miró tentativamente a la selva cercana, valorando las opciones de supervivencia si se internaba en esos bosques, pero una inquietante idea cruzó su mente Si esos tiranosaurios desarrollaron alas para uir del suelo.... ¿qué tamaño tendrá lo que se esconde en esa selva? Cuando esta idea cruzó por su cabeza, gritando se subió de un salto a la piedra tras la que se estaba cubriendo, y comenzó a abrir fuego logrando acabar con los 2 que estaban por llevarse a Gerard

¡AAARRRGGGGHHH! ¡MORID! ¡MALDITOOOOOS!

Si alguien hubiera mirado en esos momentos al sargento, habría comprobado que estaba disparando con los ojos cerrados, apretados.... afortunadamente nadie miraba

Los dinosaurios empezaron a morder a Magdaleno. Por suerte para él, la armadura era resistente y sus mordiscos no pudieron penetrarla, aunque la destruyeron parcialmente. No sabía cuanto aguantaría así.

No se daba por vencido, tenía que matar alguno de ellos, aunque solo fuese uno. Todavía asía el arma con fuerza y en un último intento a la desesperada, metió el rifle en el ojo al dinosaurio que le estaba mordisqueando y le vació el cargador en su interior.

-¡MUEREEEEEEEEEEEEEE!- gritó Magdaleno mientras los sesos de la criatura explotaban en mil pedazos. Ahora, además de estar cubierto de su sangre, también lo estaba de vísceras y de despojos de su feroz contrincante.

Se sentía orgulloso, muy orgulloso, después de todo lo que había sufrido había causado su primera baja. Y había sido divertido.

Ya era un chiste con el cañón lanzando descargas por cualquier lado. Ofuscado conmigo aprieto los dientes y me incorporo apretando el arma con tanta fuerza que los dedos se pusieron blancos en sus articulaciones. Quizás sea todo la frustración pero funcionó y cinco dinosaurios cayeron derribados.

Mis disparos no hacían nada, aún así seguí disparando ya que veía que algunos caían, aunque creo que no eran por mi.

Seguí retrocediendo a fin de juntarme con los demás, apuntando el rifle sin despegar el dedo del gatillo.

Tomás abre fuego sobre otra pareja de pajarracos para darles pasaporte al otro barrio. Poco a poco la marabunta baja su intensidad.

Rendor, en un arrebato de locura comienza a disparar en una cabeza, luego un ala... luego en el torso... así hasta que los cinco últimos dinosaurios que atormentaban sobre todo a Magdaleno caen inertes por el precipicio. Todo parece en calma ahora... seguís en el cañón y las naves están aparcadas, no han sufrido daño alguno, aunque alguno de vosotros necesita un respiro, viendo la cantidad de sangre derramada.