Partida Rol por web

Álvaro se rió encantado por las palabras de la muchacha.

- Sois muy amable, doña Anaïs. Con gusto presentaría una estampa más elegante, mas me temo que yo y mis compañeros no dispongamos de ropas limpias en estos momentos tras nuestra precipitada huida anoche. Habremos de esperar a llegar a puerto para poder cambiar estas ropas manchadas de sangre, polvo y sudor. Os imploro vuestra misericordia para no tenérnoslo en cuenta en estos momentos – sonría amable – Por otra parte, podéis estar tranquila pues no somos piratas. Somos soldados de honor, miembros de la muy honorable compañía del Toisón. – una sombra cruza su cara y su gesto se vuelve apesedumbrado – De hecho, somos los últimos miembros de la compañía… 

La muchacha mira a Alvaro con gran ternura. Y algo en sus ojos, en su sencilla belleza y en su calida mano apoyada en su brazo hace que el Bachiller le desnude su alma, contandole todas las vivencias y andanzas de esa noche llena de cuchillos y traiciones.

Cuando después de una hora de larga charla la muchacha se retira para volver a sus quehaceres Alvaro queda en cubierta viendola alejarse con un suspiro.

Miro de la mujer al hombre con cara de no entender nada, quedaba claro que la mayoría de la conversación había ocurruido antes de que yo llegara y Martina no estaba por la labor de repetir las cosas, con lo cual hago un gesto a Pierre para salir del camarote.

Que decir esa mujer?

Rodrigo se acercó al muchacho y le sacudió un poco el pelo con la mano mientras le saludaba.

No pasa nada rapacillo, tranquilo. Venía a ver cómo estabas. Has sido muy valiente antes, ¿sabes?

El espadachín se imaginaba que había algo más que un simple hijo de cortesana en él. Podía entender el amor de una madre a su hijo. Y que esta hiciera cualquier cosa para protegerlo. Pero no fue la única que se sacrificó por él. Y los comentarios del capitán vodaccio dejaron claro que era alguien importante. Era cuestión de averiguar cuanto.

Verás. Quería hablar contigo. Sobre tus padres.
Tú madre se la ha jugado por tí, ya lo sabes. Y si puedo hacer algo por ayudarla lo haré. Pero le prometí, junto con mis hermanos de armas, que te protegeríamos. Y para eso necesito saber cosas Miguel. Necesito saber por qué querían atraparte a tí, pues aunque los perros quisieran acabar con mi compañía, el tipo al que disparaste te quería a tí. Especificamente.
¿sabes algo de eso?

El muchacho se encoge de hombros y mira a lo largo hacia las olas. 

Non se signore Rodrigo. Pero la signorina Calista non era la mia mamma. No se donde nací solo se que la signorina y las muchachas me cuidaron desde que era un piccolo raggazo. No se quien es mi padre ni la mia mamma ni tampoco se por que ese stronzo quería capturarme . Ves como el mucacho apreta los puño tratando de aparentar más hombría que la que sus pocos años permiten ¡Pero juro que volveré a rescatar del carcere a la signorina  y a todas las muchachas! Sere un espadachin como los signori ¡y tendre la mia vendetta!

Viendo que Mallory  me hace un gesto para salir y me pregunta por lo acontecido, aprovechamo que ya nos habiamos despedido de la dama para dirigrnos a cubierta, 

querida amiga y puedo llamarte así después de lo que hicisteis por nosotros, la señora nos ha ofrecido un trabajo remunerado y además tenemos camarotes para pasar la travesía. Pero vamos a buscar a los dos componentes del grupo que faltan y así  decidimos como vamos a actuar

Subimos a cubierta en busca de Rodrigo y Alvaro, aunque el barco no es muy grande se puede tardar en encontrarlos, así  que busco a un par de grumetes y dandole una moneda a cada uno, les pido que busque a mis hermanos de armas y les digan que vengan a la cubierta para hablar.

Al rato nos juntamos los cuatros y les comento lo recabado

chicos la mademoiselle, se dirige a la isla  Falisci a desarrollar una misión y necesita gente que la ayude, los mercenarios que había contratado no han aparecido, así que nos ofrece su mismo salario y  -saco la llave-  sus camarotes, con todas las pertenencias que haya dentro, de momento no le he dado una respuesta en firme a falta de hablar con vosotros.

no se cuanto nos va a pagar y la misión se nos revelará cuando lleguemos a la isla. Que pensais chicos abandonamos ya este largo descanso y empezamos a desentumecer los brazos?

Rodrigo asintió a las palabras del muchacho. Era más o menos lo que esperaba, aunque le hubiera gustado saber algo más. Sin duda Michelangelo sería el hijo de algún noble vodaccio y una de las chicas del local, el padre no lo había reconocido pero se preocupaba por él. La madam le habría acabado cogiendo cariño al cuidarlo, alguien se habrá enterado y le estaran persigueindo por ello. Al menos Theus les cruzó en su camino. Si no seguramente estaría muerto, o algo peor.

No te preocupes rapaz. Lo has hecho muy bien. Sigue así y algún día serás tan bueno como Alvaro con la espada.
Nosotros tenemos un futuro de venganza en nuestro camino. Pero si está en mi mano, y seguro que mis hermanos opinarán lo mismo, ayudaremos a tú madrina.
Ahora descansa un poco. Que te lo has ganado.

Le volvió a revolver el pelo y le dejó con sus pensamientos. Había pasado por mucho, pero auguraba que todavía le quedaba bastante por recorrer. Rezaba a Theus que fuera benevolente con él.

Cuando volvió de su charla se encontró a Pierre y Alvaro que estaban hablando. Al parecer la historiadora tenía una misión en ciernes y necesitaba de fuertes brazos.
No les vendría mal permanecer ocultos un tiempo. Y si además conseguían dinero mejor todavía. Las venganzas era caras. Y la suya seguramente costaría mucho.
No obstante tenían otra cosa que hacer antes, y así lo expuso a sus hermanos de batalla.

No lo veo mal Pierre. Theus sabe que vamos a necesitar todo el oro posible si queremos llevar a cabo neustra venganza. Puedes contar con mi acero.
Aun así, hay algo que debermos hacer sin más demora. Y es hablar con la eisena que nos ayudó.
Le debemos la vida, cierto. Pero me gustaría hacerle unas preguntas. Es posible que tenga información de cómo les contactaron para traicionar a la Compañia. Quiero la cabeza del comandante y del que dio la orden de atacarnos.

Por primera vez los cuatro se encontraban, a la luz del atardecer y mecidos por el balanceo de las olas, los cuatro cara a cara. Los tres miembros supervivientes de la Compañía del Toisón y aquella misteriosa eisena a quien le debían la vida. Si esa alianza, fraguada a la desesperada en el campo de batalla, había de perdurar había mucho que decirse. ¿Harían los Compañeros de Mallory una de los suyos? ¿Revelaría algo de si misma a esos desconocidos la eisena?

El capitán en la popa al timón y los marinos en las jarcias entonaban una canción marinera para despedir el día y saludar a las primeras estrellas del ocaso.

Rodrigo se giró a la eisena, ya que estaba con ellos y era de mala educación darle la espalda a una dama. Aunque esa "dama" fuera capaz de partir a un hombre hecho y derecho por la mitad. Y Rodrigo era un castellano de pura cepa.

Bienhallada señora. Precisamente estabamos hablando de ir a verla.
Verá. Ante todo le damos las gracias por su ayuda en el patio. Huelga decir que sin ella habríamos perecido junto a nuestros hermanos de batalla y no podríamos cumplir la última orden de nuestro comandante.

Pero diría que ha llegado el momento de hablar. Y como mínimo presentarnos.
Mi nombre es Rodrigo Díaz de Gallegos, para servirla.
Mis compadres son Alvaro Medina de Soldano y Pierre Belain. Los últimos miembros de la muy honorable Compañia del Toisón. Compañía a la que vuestros antiguos compañeros "Los Perros de la Guerra" atacaron con vileza y sin honor.

Esto último no lo dijo con intención de molestar a la mujer. Si no por dejar las cosas claras.

Álvaro atendió al discurso de Rodrigo con cara de no entender ni jota, pero no dijo nada al entender que trataba de aclarar la situación con su nueva compañera y esperó pacientemente a que su hermano le tradujera o hiciera un resumen de la conversación.