Partida Rol por web

Tras el recodo que tenías a mano izquierda, se presenta lo que parece un largo pasillo con multitud de puertas. La mayoría, ya desvencijadas, te permiten espiar el pequeño entorno que antaño guardaban. Los restos de madera mugrosa y polvorienta, en tu imaginación se dibujan lo que fueran armarios, mesitas de escritorio y arcones de armas.

Estos parecen ser los dormitorios de los paladines de la orden de Arrolt. Eran famosos por su sencillez y devoción pero a su vez la gran calidad de lo que atesoraban. Comentó el Rey del puente tras comentar lo que se podía ver entre en las pequeñas celdas.

Despacio, mirando un poco entre los dormitorios quizás esperando encontrar alguna armadura de valor, el grupo continuó avanzando hasta que un súbito ruido les detuvo en seco a todos. Un sonido de madera pisada y entrechocar de metales que ya les sonaba. De unos dormitorios más abajo, las figuras extrañas de los redivivos estaban saliendo de algunas de las habitaciones con paso lento hacia vosotros, una distancia lo suficientemente larga como para poder evitar el combate dando la vuelta.

El guerrero clérigo hace una profunda reverencia, cargada de respeto y admiración:

-Honrados paladines. Ni en la muerte descuidáis vuestro deber. Yo os saludo con respeto y admiración. No es mi deseo provocar vuestra ira ni saquear vuestras estancias, como un vulgar ladrón. Si no puedo pasar en paz, buscaré otro camino que no me obligue a provocar vuestra sagrada ira.

 Y después se retira, intentando no provocar a los paladines muertos.

-Será mejor que exploremos el ala oeste antes de avanzar por aqui... Sólo en último caso mediré mi espada con estos guerreros sagrados. Nosotros somos los extraños en su casa y debemos mostrar respeto.

Un quedo trémulo, un grito ahogado de Arielle, fue el mayor ruido que el grupo realizó para darse la vuelta y salir con rápidez. A lo lejos, podíais oir cómo los esqueletos os seguían a cierta distancia hasta que tras pasar la zona con las escaleras que los perdísteis de vista.

Una nueva bifurcación emergía entre el mar de obsidiana y poco más allá, dos puertas. Una parecía ir en dirección a la entrada de la tumba. La otra iba paralela a la bifurcación, hacia el fondo y el extremo opuesto de la entrada.

Tras unos instantes de duda, Landon se decide por el camino que lleva en dirección a la entrada. A lo lejos todavía puede escuchar el arrastrar de pies y otros horrendos sonidos que le indican que no están solos en aquellos siniestros corredores. Con gestos de apremio indica a sus compañeros que le sigan y avanza de nuevo, manteniéndose en guardia y preparado para el combate.

El sentido de la orientación de Landon no falló. La habitación a la que entraron parecía un gran hall. Tapices que otrora fueran bellos, ahora se encontraban raídos, rotos; frutos demasiado maduros que colgaban de la oscura caverna.

Mi padre me contó que este hall había sido construido por los enanos cuando vivían aquí. Es majestuoso pero a la vez es muy sencillo, aunque de materiales tan caros como el mármol. A veces sueñaba desde mi cuarto con vivir en la época en que los enanos moraban la montaña y desentrañar sus secretos... con la voz entrecortada añadió Pero ahora mismo sólo tengo miedo...

Tras asomar la cabeza por lo que parecía la entrada del hall, descubrísteis que daba a la habitación por la que habíais llegado al templo. Esa zona no parecía ofrecer mucho más.

Un gesto de frustración pasó fugazmente por el rostro del guerrero. Tenía alguna esperanza de poder sair por fin de aquel triste y solitario lugar. Empezaba a desear poder llenar sus pulmones con aire limpio y fresco y dejar de respirar las viciadas y polvorientas miasmas que llenaban aquella tumba... Pero al parecer, aún tendría que esperar. 

Aprovechando la tranquilidad, se apartó del grupo y se arrodilló en una esquina oscura de la estancia para rezar a su Señor y actualizar sus poderes de clérigo. Su intuición le decía que seguramente los necesitaría para salir con bien de aquel lugar maldito. 

Una vez acabadas sus oraciones, aprovechó para curar totalmente sus heridas. Bebió un poco de agua de su odre y comió algunas raciones. 

Por fin, se sintió plenamente restablecido y con fuerzas para continuar. Y eso hizo.

Al ver que Landon se proponía descansar, el bardo se decidió a realizar una pequeña hoguera para pasar el rato al calor del fuego. La tenebrosa morada tenía la extraña potestad de calar el frío en los huesos, cómo un día de niebla cerrada. Llevábais muchas horas de camino y por la fatiga y tiempo que llevábais tus compañeros decidieron aprovechar para una pequeña pernoctación.

Guerrero, hacía mucho tiempo que no veía a tan buen luchador. Por no tener espejo a mano.- dijo con voz socarrona el bardo. - Pero pocos usan tan bien como tú la espada y el escudo, mucho menos si además conocen las artes del cura. ¿Cuál es tu historia?

Eso, cuentanos tus antiguas aventuras Landon. Estoy deseosa de conocerlas... Aunque también tengo ganas de salir ya de aquí.. Dijo Arielle con cierta timidez.

Landon escucha la petición del bardo y cierra los ojos. Su mente viaja atrás en el tiempo y rememora fugazmente otras aventuras, otras caras, otras batallas.

Sufrimiento, heridas, muertes... Pérdidas de seres queridos... Soledad, miedo... Sangre... Siempre la sangre...

Abre los ojos y susurra:

-Este no es el lugar ni el momento. Aun no estamos ni de lejos a salvo. Os agradezco el convite, amigos, pero mis recuerdos no son muy felices y prefiero mantenerlos bien enterrados en mi memoria. Al menos de momento... Será mejor que continuemos...

Se levanta, recoge su equipo y echa a andar hacia la oscuridad. 

Sientes a tus espaldas, las miradas de tus compañeros. Miradas en las que poco antes discerniste una mescolanza de emociones. Temor, respeto, pena... Y una pizca de curiosidad, esa chispa que una vez arde es imposible apagar. Pero no dijeron nada más y te siguieron a las profundidades, con alivio por el pequeño descanso obtenido.

Otra estancia. Igualmente ruinosa. Igualmente desolada. Igualmente oscura.

En el centro de la estancia, varios tablones y algún banco casi intacto resistían estoicamente el paso del tiempo, aguardando sin saber el qué. Quizás que sus moradores volvieran a sentarse en ellos y comer sobre ellos. La estancia era el comedor de la hermandad, pensaste al ver lo que eran decididamente los restos de las largas tablas de humilde confección. Algún trozo de tela seguía colgando, podrido, herrumbroso. Claramente se dibujaron en tu cabeza como los típicos blasones que suelen adornar los salones.

De pronto os parásteis en seco, en completo silencio. Un sonido, un murmullo que se parecía mucho al inicio de un hechizo, apareció de la nada. Pero no veías a nadie que pudiera lanzarlo. ¿Quizás estuviera en otra sala? Las luces de las bolas mágicas empezaron a titilar y ganar fuerza. ¿Qué estaba sucediendo? ¿A qué se enfrentaban?

-Bien. Si nuestro destino nos espera en lo más profundo de estas criptas, prefiero no hacerle esperar.

!Adelante, amigos, poneos tras de mi y seguidme!

Tras decir aquellas palabras, el guerrero sagrado avanzó hasta el umbral oscuro que se abría ante ellos. Tenía sus armas y oraciones preparadas y también su fe.

Entraron esperando combate, ansiosos por salir, con los nervios a flor de piel por el murmullo. Pero no encontraron nada ni nadie. El murmullo por otro lado se fue haciendo cada vez mayor, hasta ser un sonido casi ensordecedor, un grito. Aunque Arielle se llevaba las manos a los oídos, no había amortiguación, ¿acaso resonaba en sus cabezas?.

Las luces parpadearon una vez más y las extrañas esferas mágicas se apagaron, haciéndose el silencio. En la oscuridad, no se movía ni escuchaba nada. Temiendo un ataque, la luz volvió a aquellas bolas ardientes.

Aquel grito estremecedor, venido de no se sabe dónde, heló la sangre en el corazón del guerrero. Pero su entrenamiento y su veteranía en el combate le permitieron ocultar su pavor. La repentina oscuridad también ayudó.

-¡No perdáis los nervios! ¡Sigamos adelante!

Aún afectado por el temor a lo desconocido, Lando se abalanzó hacia la primera puerta que encontró en su camino.

De forma un poco descontroladea, evitando un posible ataque, el grupo se abalanzó hacia la siguiente puerta, entrando abruptamente a una sala si cabe más tenebrosa y oscura. Paredes negras se erguían, corroyendo las paredes puras que fueron en algún momento. Los objetos metálicos y de madera se apilaban por buena parte, presentan lados poco amables, con una furia cobriza sobre oscuridad. Algunos de estos os dieron sus tímidas caricias... o al menos lo intentaron. Tras tener un poco de cuidado, os fijasteis en que eran ollas, sartenes... Oxidadas y muy destrozadas.

Sólo muy pocas cosas se habían salvado a lo que parecía un fuego que sometió la cocina al estado brutal y hostil que se les presentaba. Una de ellas era un pequeño estante con una botella, con algo de ceniza encima y el cristal algo oscurecido, pero que estaba esmerilado y se podía ver "Poción de curación". La otra, parecía un poema, escrito en élfico sobre una pared con hollín. Haciendo un poco memoria, lo tradujiste, ya que conocías el élfico:

Si luz buscas
Si has de encontrar
Hollín has de limpiar

Un pasaje aguarda
Pasar a través de quien sangra
Y reencontrarte de nuevo

Limpiando un poco el hollín alrededor, pareces ver entre la piedra una rendija y lo que parece algo de corriente. Pero ningún asidero del cual tirar.

¿Una... una cocina...????

Landon se detuvo en el centro de aquella oscura y sucia estancia. No puede evitar un gesto de asco ante la mugre y el hollín que lo cubren todo. Con mucho cuidado para no tocar ninguno de los asquerosos objetos que se apilan desordenadamente a su alrededor, se acerca a la botella manchada de ceniza, la coge con sumo cuidado después de leer su etiqueta y la guarda cuidadosamente en su mochila.

Tras examinar detenidamente tanto la inscripción como la rendija en la pared y darse un tiempo para meditar en el acertijo, el guerrero extrae su daga de la vaina y se hace un corte en la palma de su mano izquierda, sofocando un gruñido de dolor cuando el hierro muerde la carne. Con la llegada de la sangre, apoya su mano herida sobre la pared, justo encima de la rendija...

Y espera...