Partida Rol por web

¿Si uno de vosotros muere entre horribles dolores, me puedo quedar con su peluco?

La tierra de las tumbas estaba revuelta, como si una rubia saliese de su ataúd para matar a Bill. El grupo avanzó entre las tumbas en fila india, levantando las rodillas y caminando de puntillas para no hacer ruido. Los nueve. ¿Un momento? ¿Nueve? Se contaron... Dos chicas, dos viejos, dos antifas, la niña del Toc, Jerry y...

¡Guau!

Al final de la hilera había un perro. En el collar aparecía el nombre de Scooby Doo "Lukanikos II". Atraídos por los ladridos, los zombis negros empezaron a salir de detrás de las lápidas.

Contaron un total de diez zombis, perfectamente coreografiados, suficientes para todos. Los zombis debieron pensar lo mismo de aquellos piscolabis con piernas. ¡Comenzó la lucha!

Tankman empezó a moverse con soltura repitiendo el baile de los Zombies en modo espejo.

Yo siemple decil que neglos lleval litmo en cuelpo, pelo ahola demostlal polque estal clalo que en alma no.

En cualquier caso, mientras bailaba siguiendo los pasos de la Zombie-conga siguió opinando.

Y yo decil, después de habel pensado en ello lalgo y tendido como si fuela un padle de dos hujos y en un fin de semana no pudiela actual sino solo pensal. ¿No hubiela sido mejol il a Washington y dejal tema de neglos zombies al FBI y así desvial tlopas del olden de nuestlo objetivo?

Entre paso de baile y paso de baile con queja incluida, Tankman le intentó soltar una guaya con el pie abierto al primer zombie que se le acercó más de los recomendable. Solo que hacer el moonwalk y la grulla no resultaron movimientos compatibles. Desde el suelo, intentó amedrentar al zombie.

Eh, eh. Se mila pelo no se toca. No me cablees que te enseño lo que le hice al tanque.

El Rey Ezekiel observó a los zombies negros bailando. Le recordaban a cierto baile de cierto rey del rock, aunque por algún motivo su mente evocó una canción muy distinta y a la vez muy similar...

-Esos zombies negros están sufriendo -aseguró Ezekiel, con tristeza, viendo cómo se movían siguiendo el ritmo del baile-. Habrá que acabar con ellos. Aseguraos de proteger a la niña -dijo, en tono caballeroso, mirando hacia Greta, pese a que la hubiera abofetado minutos atrás- y al perro. Sobre todo al perro.

-Ahora ya es tarde para protestar, Paz Interior. A apechugar -le espetó Greta al chino mientras miraba al grupo de zombis. ¿Qué hacer en aquellas circunstancias? Todos los manuales apocalípticos de lucha contra muertos vivientes coincidían en una cosa. Había que reventarles la cabeza para que murieran de forma definitiva, salvo que el no muerto fuera el conde Drácula, en cuyo caso se estilaba más la estaca en el corazón.

Greta miró en derredor. Un cementerio no era un lugar donde uno pudiera encontrar una Lucille con la que reventar sesos, así que habría que improvisar. Lo más que logró ver fueron verjas de hierro en los panteones, jarrones de flores, pesadas jardineras, cruces en lo alto de las lápidas, un plato de aluminio con comida para gatos, velas contenidas en vasos ardiendo aquí y allá... ¿Perdón? ¿Un plato de aluminio? No se lo pensó dos veces y llevándose un dedo a la sien, y manteniendo las distancias con aquellos muertos bailarines, se concentró en el plato y lo visualizó clavándose en la cabeza de uno de ellos. 

Era cosa de concentración. Y se concentró, se concentró, se concentró.

-Prrrrrrtffffff -el sonido del cuesco se impuso a cualquier otro y es que concentrarse siempre había soltado los intestinos de Greta. 

Todos estaban mirando o con lastima o con horror el baile, pero Nadya no dejaría pasar está oportunidad. A darle con el estilo Soviético. Nadya se mezclo entre los Zombies que bailaban como las personas de ese video de Michael Jackson. ¡¡¡Vamos!!!!. Moviéndose como uno, con los muertos Negros. Se nota que tienen sentido del ritmo. Afirmaba con alegría. Siento un poco de lastima por el viejo. apuntaba a Tank-man. Aún estas a tiempo. Ya veo porque Michael Jackson era tan famoso. Pensaba mientras no se detenía, y por lo visto nadie le impidió divertirse, a un pie de la tumba.

—Vaya vaya. Ni siquiera Michael Jackson ha logrado semejante coordinación en Thriller—comento un tanto irónica al ver aquel despliegue musical—. Coincido con Eze, cuidemos al perro. La niña se cuida sola, como se le ponga a discutir a uno de estos, termina huyendo. Ja. 

Es lo que comento mientras veo como la rusa sale a repartir hostias. Está con ganas, yo es que de momento espero ese instante de inspiración mientras me preparo para lo peor. Además tenemos a Greta, ella tiene cerebro así que un plan debe pensar.​​​​​​

—Oye Greta. ¿Algún plan?

-Prrrrrrtttt -aquel cuesco sonó como un jadeo, quizá por la pregunta de Carola-. Reventadles las cabezas. PRRRRRTTTTTT -otro más como aquel y tendrían que darle puntos.

¡Guau!

Lukanikos II se lanzó al ataque, lanzando tremendas dentelladas, sangrientas y todo gore mientras despedazaba a uno de los zombis (fuera de plano, por supuesto).

¡Oh, my god! ¡Qué locura!-dijo Jerry, poniendo una mano delante de los ojos-. Oh, maldita bestia del averno, qué máquina de matar-dijo Jerry, entreabriendo los dedos para ver un poquito-. Eso debe de doler mucho. Pero mucho, mucho. No sabía que un cuerpo de negro bailongo se podía separar así. Es como ver a Antonio Inoki en acción. ¿Es un zombi o una matrioska?

Lukanikos II volvió con los demás agitando la cola y portando entre sus mandíbulas una pierna con un zapato de la marca Acme en el pie y la cabeza de la tibia en el otro extremo.

Entonces, y sin que correlación implique causalidad, al zombi que Greta miraba fijamente le estalló la cabeza. Un puñetazo SJW de Nadya en pleno baile de Pussy Riot golpeó la cabeza de otro zombi arrancándosela de cuajo. Al parecer los zombis no eran tan resistentes como en las películas: al morir la sangre dejaba de alimentar los tejidos y los tendones y músculos se volvían blandurrios y con poca capacidad de mantener las cosas en su sitio, con lo que el más mínimo golpe (sin desmerecer la fuerza de Nadya) bastaban para descabezar a los zombis y derrotarlos.

Bueno, parece que os apañáis solos. Me voy a quedar detrás de esta lápida mientras vosotros os ocupáis de todo.

Jerry usó su habilidad especial "escaqueo". Los zombis cayeron sobre ellos como un yunque de dibujos animados sobre un coyote y empezaron a morder. Tan solo Carola y el Rey Ezekiel pudieron mantenerse al margen.

Peter, animado por lo surrealista de la situación aun no se ha parado a pensar...bueno, nunca, la verdad, pero hay algo en la forma en que el dulce animalito peludo destroza al zombie afroamericano que hace aflorar su espíritu deportivo. Si deportivo, pues su deporte favorito al parecer era jugar al fútbol con cabezas de zombies en un cementerio. 

-¡MIS GIRASOLES HIJOS DE PUTA!- grita fuera de si...de si y de los demás claro porque él no pintaría nada dentro del cuerpo de otro si no está okupando el suyo. Los okupas de cuerpo no eran gente de fiar, otra cosa eran los okupas de casa claro, esos si.

El Rey Ezekiel observó que Christopher David se estaba llevando demasiados palos y supo que era el mejor momento para lanzarse al ataque para defender a sus compañeros heridos.

-¡Por el Reino! -proclamó, como si estuviese arengando a las tropas en la batalla.

Y se lanzó contra uno de los zombies para asestarle una fuerte embestida utilizando su voluminoso escudo, en el que se podía leer A.C.A.B, claramente una abreviatura que indicaba que todos los gatetes eran bonitos.

—¡ ESTOOOOO ES SPARTAAAAAA!

Y no hay más que decir, sólo mis ansias de correr para darle unos buenos golpes a puño limpio, cual persona de bajos mundos al zombie que tengo delante. Lo mío es al estilo Rocky Balboa en medio del ring, no me importa nada, sólo necesito descargar la ira y pensar que son chinos acechando los mares, destruyendo arrecifes. 

Son el enemigo. 

Cuando Greta recibió el tarisco no pudo evitar recordar al Señor Lecter, su profesor de historia sueca, de quien se decía había matado a su esposa para, luego, írsela comiendo poco a poco los domingos con el vermut. Lo cierto era que la señora Lecter se había dado a la fuga con un vendedor de Planeta de Agostini, dejando a su marido tranquilo y feliz, pero los rumores eran los rumores. También era cierto y de todos desconocido que cuando un año después ella regresó una fría y lluviosa noche de noviembre, con el rabo entre las piernas y no el de su examante precisamente, a la que había sido su casa, él no lo dudó y con letal frialdad la mató con una pala. Ni los vecinos supieron que los pasteles de carne con los que el Señor Lecter les obsequió, con la excusa de que iba a jubilarse, estaban rellenos con algo más que carne de cerdo. Pero bueno, aquella era otra historia. Ahora tocaba centrarse en los zombis. 
-¡Revienta! -ordenó mentalmente Greta a aquel que la había mordido. 

Tankman observó como todos sus compañeros saltaban a la carga contra los zombies mientras él estaba tirado en el suelo intentando amedrentar sin éxito a un bailarín que le había cogido cariño.

Dejando que el resto se hiciera cargo de los Zombies bailongos, Tankman decidió valientemente afrontar a su enemigo y huir haciendo la croqueta rodando por el suelo.

Ahí te quedas, chalton jeston. ¡Movimiento cloqueta!

¡Dale lecueldos a tus seles quelidos y deseales mucha paz inteliol!

Pero su técnica de hacer la croqueta estaba oxidada por los años y no pudo esquivar por completo el ataque del Zombie bailón.

¡Su padle! ¡Que cablito! ¡Que soy un señol mayol, desglaciado!

Aun rodando como una alfombra enrollándose para pasar la aspiradora por debajo, Tankman se alejó no sin recibir una herida en el costado.

Nadya esquivó al zombi sin mayor problema y se puso a dar un discursito.

 ¡Nosotras gobernamos nuestros úteros, hermana Greta! Desde los albores de la humanidad, en los confines del mundo, la mujer ha sido despojada de su humanidad y se la ha estigmatizado como objeto, alimento de zombis y víctimas de slashers, siempre con poca ropa. Amelia Valcárcel lo dijo una vez: hay un techo de cristal en el corazón de cada una de nosotras. Bárbara Rose no pudo estar más acertada cuando exclamó: he visto puertas en el Atlántico con más espacio que esta lámpara de araña. Así que caña al mono.

Será por el TOC, pero el mensaje desordenado de Nadya no era capaz de levantar la moral de Greta. Por suerte, el Rey Ezequiel interpuso su escudo y salvó a su escudera de ser mordido. Solo quedaban dos zombis: uno con la ruso-canadiense y otro con el chino-chinense.

Entonces se levantó una figura plana a una docena de metros de allí. Era como una gran alfombra, pero de piel humana, como si fuese una página agrandada mágicamente del niggamonicón. ¡Era una página agrandada mágicamente del niggamonicón!

Aupa la Vanguardia, compañeros-dijo Jerry, saliendo de detrás de la lápida y acercándose a la página gigante-. Os he traído como prometí a más víctimas para convertir en zombis negros. ¡Ya soy digno de entrar en la tetrapágina con vosotros!

-¡Cállate, Jerry!-dijo la voz de Bill desde una de las cabezas.
-¡Sí, nos han matado a demasiados zombis negros-dijo Ethan, desde otra cabeza.
-No estás preparado para semejante poder, Jerry-dijo Lestat, desde la cabeza central.

Desde lejos, bajo la luz de luna, vieron en el dibujo de la figura plana bidimensional que había un libro pintado bajo el tórax verdinegro. El pergamino debió ser una hoja del nigganomicón que fue arrancada, y luego los compañeros de Jerry entraron dentro con el libro. Mientras esté dentro del pergamino viviente, el mago de tres cabezas será inmune a los ataques del exterior.

Chris comenzaba a sentirse cansado, tal vez por el golpe contra la furgoneta. Pero viendo como Tankman fallo su técnica secreta ninja y estaba a punto de ser atacado por Big Daddy, su honor de soldado y los recuerdos que compartió con Martin Freeman no le permitieron dejar a un compañero en peligro.

Agarro la pierna del zombie que tenia el perro en su boca y se fue en contra del zombie amante de Jackie Chan con su nuevo ataque ¨Gol de Messi¨.

-Saludame a Whitney Houston, hijo de pe...-

Solo para romperse la espalda y fracasar rotundamente su ataque, compartiendo el grito de Tankman cual coro de Big Enough.

-Fucking vejez, ¿Como hará Tom Cruise para moverse así?-

-Carola, ayuda al señor Miyagi. Lo necesita más que nadie -gritó Greta en plena euforia asesina. Miró a  Ezequiel cuyo escudo la había salvado. La bofetada que le diera aún le picaba, pero en la particular porra mental de la tía del TOC se borró una equis. Aún quedaban unas cuantas por las cuales se auguraba un futuro funesto, pero al menos, un rayo de sol había penetrado la gruesa capa de negras nubes que atocinaban, perdón, empañaban el lúcido cerebro de la adolescente.

Después miró a Jerry. El cabrón les había conducido a una trampa.

-TÚ, TONTO DE CAPIROTE... -la voz destilaba ansias de venganza.