Partida Rol por web

Y entonces le dije... "si sabéis cómo me pongo, ¿pa qué me llamáis?" Y entonces se puso en plan "ven a por mí". Y acabamos a tortas. Luego me llamó flipao, por ser pro-Lynux. Y yo le llamé matao por tener windows en el pc, que eso se le pasa con una buena hostia y haciendo una partición de disco duro, que tal y como está es un nido de virus. Y el me dijo: "pa open source el que tengo aquí colgado". Así que me reprogramó el apple con un troyano. Desde entonces no pude jugar al sokoban.

Ajá...

El Espíritu de San Luis pasó por encima de los guardias de seguridad con un flipao gritando "¡CHÚPATE ESA, CAPITÁN GARFIO!".

Otro 11-F, como el de las torres gemelas. No dejaré que vuelva a pasar. No otra vez. Vamos, Agente Smith. ¡El resto manteneos en vuestros puestos!

Los dos guardaespaldas abandonaron el cordón de seguridad en torno a la Casa Blanca y se dirigieron al edificio principal para proteger al Presidente. En el aire, Carola "Rocketeer" buscaba un lugar dónde aterrizar: la azotea, el jardín, las hélices del helicóptero presidencial...

Parece que seré la primera. Dijo antes de dejarse bajar por la azotea, descendiendo con un giro, extendió las manos contra el suelo y realizo una voltereta para amortiguar el impacto. Salio mejor de lo que me esperaba. Agito las manos para demostrar que estaba bien. Oigan, ¡¡¡bajen!!!. El grito fue por la distancia y altura obvia de sus colegas. Parece que dentro de poco tendré que golpear a algunos banqueros y empresarios. Presiono uno de sus puños con fuerza. ¡¡¡Serás el siguiente Putin!!!.

Cual gato pardo que ha metido las garras en el enchufe, Peter se lanza sin pensarlo demasiado desde el avión...la verdad es que este chico nunca ha pensado demasiado nada en su vida. Pero algunas veces las cosas salen bien e incluso aterriza con una voltereta que culmina en un épico movimiento con la rodilla en tierra y los brazos extendidos a ambos lados del cuerpo.

Su expresión era de absoluta tranquilidad, como si acaso hiciera esto todos los dias...y probablemente fuera así, quien sabe los efectos de las drogas de diseño de hoy en día...

-¿Ves Wendy? Te dije que podía volar...y tu también podrías si creyeras en las hadas.- le dice en tono infantiloide y creido, como si tuvieran 10 años y hubiera ganado una carrera alrededor del parque

—¡No toques chiflado! —digo un tanto seria, al ver a Peter—. Gracias rastas, después de esto podemos unir nuestras ideas un rato. ¿Qué te parece?

Aquello último está dirigido al Rey Ezequiel que me daba ese hálito de esperanza al estar pilotando a este bebé tan bonito. Lo curioso de todo es que mis pocas horas de vuelo han surtido efecto y vaya que bien lo hago. Siento que estoy en el paraíso, salvo por algunos bestias brutos que tenemos, esos están saltando mientras intento aterrizar. 

Veo el jardín, veo un hueco. ¿Cuál elijo? El lugar está lleno de agentes, hay que hacer algo importante y estoy dispuesta a ello, así que tras maniobrar intento ubicar este avión en el lugar menos peligroso. 

Tankman tenía una edad, así que se había cobijado en el interior del Espíritu de San Luis, porque el fresquito que se podía padecer encima de las alas era malo para el reuma.

Dejó pilotar a Carola sumido en sus pensamientos, ya que le había saltado la alarma del casio que tenía programada cada día para el Yoga para Yayos a las 11:30, así que había adoptado la Savasana, también llamada Postura del Cadáver, y se había dedicado a ejercitarse tranquilamente.

Así se mantuvo hasta que Carola aterrizó y sus ronquidos dejaron de confundirse con los ruidos del motor. Entonces se despertó y se levantó de un salto alertado.

¡¡¡PAZ INTELIOL!!!

Miró alrededor hasta ubicarse de nuevo y entonces respiró más tranquilo. 

¡Uy que susto! Mi estal tan lelajado que cleel que sel un Zombi neglo en Baltimole. ¿Dónde estal ahola? ¿Quién sel aquellos señoles tlajeados? ¿Sel cuñados de alguien?

-Por supuesto, capitana -le dijo el Rey Ezekiel a Carola, quien ahora no solo era capitana de barco, sino también capitana de vuelos-. Se me ocurre una buena forma de unir nuestras ideas de la mejor forma posible cuando todo esto termine.

Acto seguido y, como no podía ser de otra forma, el afroamericano se llevó una mano a sus rastas y se sacó otro porro de entre aquella marañas de rastas, como había hecho al inicio de aquella aventura.

-Todo tuyo, hermana -dijo, tendiéndoselo a Carola-. ¡Por un aterrizaje perfecto!

Nadya y Peter se quedaron en la azotea presenciándolo todo como un Jeff cualquiera (y con este James Stewart vamos ya para bingo). El Espíritu de San Luis aterrizó en el jardín, un poco lejos tanto del helicóptero como del edificio. Los dos agentes se cubrieron con el helicóptero asomando de cuando en cuando para disparar. Una de las balas agujereó el depósito de gasolina del Espíritu de San Luis (que vaya cabecita tienen en el Smithsonian para dejar una avioneta de exposición con combustible inflamable), y la gasolina empezó a bajar por la ladera hasta el helicóptero.

Los chicos bajaron de la avioneta y se cubrieron tras ella de los disparos. Si tan solo tuvieran fuego podrían prender el combustible y ocasionar un big-bada-boom. ¡Espera! ¡Tienen el porro del Rey Ezekiel (que seguramente llevaba encendido desde la furgo en Nueva Jersey, no preguntaré)! Solo faltaba tomar la decisión de sacrificar a aquel patriótico porro por el bien de la humanidad. El Rey Ezekiel recordó con música de violín todo el tiempo que habían pasado juntos: cuando acunaba al porro... cuando jugaba con el porro a lanzar una pelota de béisbol y el porro (por el hecho de ser solo un porro) no lo cogía, y entonces el Rey Ezekiel se acercaba, le ponía al porro una mano en el hombro y le decía que no importaba, que seguirían practicando hasta que el porro fuese capaz de coger una pelota... Pero luego no volvieron a jugar al béisbol nunca más, porque tenía que enseñar al porro a andar en bicicleta. Y al principio ponía el porro en el sillín, y Ezekiel empujaba la bicicleta, que se ladeaba hasta caer. Pero un día Ezekiel acompañó a la bicicleta mientras empujaba por detrás. Y el porro levantó los brazos porque al fin lo había conseguido, estaba pedaleando. ¡Estaba pedaleando! Y Ezekiel lo soltó, y la bicicleta siguió sola cuesta abajo hasta que se dio cuenta de que el porro no podría volver por sus propios medios, y tuvo que salir corriendo tras la bicicleta.

Mientras debatían el destino del porro y se despedían de él, los agentes seguían disparando al Espíritu de San Luis.

¿Qué es esa maldita cosa? ¿Un ufo? Necesitamos a Mulder. Llámalo, Smith.

El Agente Smith cogió el móvil y le dio a rellamada, porque ya había estado hablando con él esa mañana sobre cómo rellenar el formulario A-38. Papeleo entre agentes secretos.

Mulder... ¡¿Mulder?! Maldita sea, Agente K. ¡Solo se escuchan psicofonías! ¡Mulder! ¡Mulder! ¿Estás ahí?

Nadya y Peter entraron en el interior de la Casa Blanca desde la azotea. Aquello era enorme: un largo pasillo con alfombra roja y un montón de puertas a izquierda y derecha. Las paredes estaban llenas de retratos de presidentes. El del liberal Franklyn D. Roosevelt parecía seguirles con la mirada.

Vivía en un limbo liberada de responsabilidades, sin necesidad de mitines, de tener que conducir una camioneta. Algo había pasado con Greta. De hecho, ya no tenía malas palabras para el resto y se mantenía en un discreto segundo plano. Cual1quiera hubiera podido diagnosticar algún trastorno del espectro autista, pero sus compañeros estaban más preocupados por otras cosas como para fijarse en la sueca de las coletas. 

Y allí estaban, con las balas sobre sus cabezas, un río de combustible a sus pies, separados los unos de los otros y pasándose un porro de mano en mano. ¿Perdón? ¿Pasándose un porro?

-A ver, fumetas, que no es momento para un piti de la risa. Hay que salir de aquí cagando leches -dijo mortalmente seria, al tiempo que cerraba los ojos con fuerza. Su cara de estreñida le dio un aire próximo al de Paz Interior, con sus ojos rasgados, generando una bonita estampa familiar. 

Greta se concentra para arrojar el porro al río de combustible alejado de ellos. 

Y sí, algo estaba pasando, algo de lo que los demás quizá no fueran conscientes, pero el porro ya no estaba donde debía estar y sí en...

-¡Corred, insensatos!¡Corred!

Desde la azotea, Peter se asoma al patio pra ver si el avión ha aterrizado bien o solo "como ha podido". El desastre parecía haberse evitado en su mayoria pero un olorcillo familiar empezó a llegarle arrastrado por la suave brisa veraniega.

-Mei digis mei a un mai...-dice el bueno de Peter, salivando como el perro de Pavlov ante una campanilla. Si, en verdad tenía bastante en común con ese perro, pues Pank había babeado mucho por Camapanilla.

-Eh! Marley! ¿Quien fuma? ¡EL PUMA! JAJAJJA pasate ese canuto perro que te lo crujes todo, ¡cabrón!

—Oh, me encanta ese halago mi Rey—digo en un tono travieso mientras voy maniobrando—. Gracias, lo necesitaré. 

Y allí queda el momento romántico del día cuando le doy una profunda calada a ese porro y termino por aterrizar en el jardín de la Casa Blanca. Hay dos que saltaron, una se cree Black Widow pero bueno, no se le da mal. No obstante han disparado en el tanque de combustible de mi bebé, no tenemos posibilidad de huir, así que tras mirar el porrito de la risa, desvío la mirada hacia los demás. 

—¿Que dicen? ¿Hacemos volar todo?

La pregunta hasta me divierte y espero respuesta igual que una niña en Navidad. 

Por su parte, Tankman ha visto lo que ha hecho Greta (o lo que ha pasado después de que Greta pusiese cara de peerse una vez más), y no espera respuestas ni presentaciones amistosas. En su lugar, hace aquello por lo que se hizo famoso en Tianan Men: salir corriendo.

En realidad, puede que lo que le hizo famoso fuese algo distinto o incluso contrapuesto a salir corriendo, pero igualmente, sale corriendo hacia la Casa Blanca.

El Rey Ezekiel dirigió una mirada entristecida al porro, sabiendo que, a pesar de todos esos momentos felices juntos, había llegado la hora de la despedida. Como el Señor Wilson en Naúfrago, el porro debía dar su vida en pos de la misión.

-Nunca habrá un porro como tú. Adiós, amiguito... -se despidió Ezekiel de su amigo hecho de cannabis, entristecido.

Acto seguido y viendo cómo el porro volaba en dirección a la gasolina que emanaba del San Luis, el afroamericano echó a correr a toda prisa en dirección a la Casa Blanca, agarrando de camino a Carola y tirando de ella para que no le alcanzara la explosión.

Desearía entender que rayos sucede abajo, es como ver un topo persiguiendo a un mono. Todo lo que podía era apreciar el espectáculo que sucedía allá abajo. Quién lo diría es como esos documentales sobre el Serengueti en áfrica. Solo podía extender el puño al cielo animando a sus colegas abajo. Oye ahora que recuerdo, creo que tenía un encendedor en mi bolsillo, es de un miembro de Pussy Riot de cuando discutíamos sobre cuando montar una escultura de un pene de diez metros. Esperaba poder arrojarlo a la avioneta para hacerla estallar.¡¡¡ Eureka!!!. Después de tragar inspiración grito. ¡¡¡Oigan tengo con que hacer estallar la avioneta!!!.

El mechero de Nadya fue tan innecesario como la trama de Tom Bombadil. El porro voló por el aire hasta caer en el arroyo de gasolina, y el fuego se extendió en ambas direcciones. Las llamas llegaron hasta los pies del helicóptero, pero al no llegar hasta el depósito ni las partes electrónicas, ese vehículo no iba a sufrir ningún daño. Avanzó también hacia el Espíritu de San Luis y empezó a subir por el chorro continuo de gasolina que caía desde el orificio de bala, hasta que dejó de ser continuo: el nivel del depósito bajó por debajo del agujero, el chorro se cortó y el fuego cayó a los pies de la avioneta.

Nada. El sacrificio del porro no provocó ni una sola explosión, lo que descartaba que estuvieran en una película de Michael Bay. Pero eso no significaba que no tuviera consecuencias...

El Agente K miraba fijamente el fuego. Vietnam, el cielo y la tierra. Y entre esos dos recuerdos, un horizonte de napal. Aquellos horrores del pasado volvían.

¡No, el fuego no! ¡No otra vez! ¡Apartad el fuego!-dijo, antes de desplomarse en el césped y empezar a convulsionar.

Hijos de puta, es pirofóbico. ¡Botiquín!-llamó por su walkie talkie-. Tenemos un trece catorce, agente inconsciente. Repito, agente inconsciente. Traedme la inyección de naftalina. ¡YA!

Se acuclillo al lado de su compañero y le abrazó.

Vamos, K. Puedes hacerlo. Aguanta.

Mientras los activistas corrían hacia la puerta trasera de la Casa Blanca, se dieron cuenta de que una de las pistolas de los agentes estaba tirada sobre la hierba para cualquiera que quisiera cogerla y estuviera dispuesto a usarla.

Así, el equipo se distribuyó en dos grupos...

Nadya y Peter entraron en el interior de la Casa Blanca desde la azotea. Aquello era enorme: un largo pasillo con alfombra roja y un montón de puertas a izquierda y derecha. Las paredes estaban llenas de retratos de presidentes. El del liberal Franklyn D. Roosevelt parecía seguirles con la mirada.

Carola, Greta, Nadya, Rey Ezequiel, Tankman y Lukanikos II entraron en la cocina. Aquello parecía una cocina de bruja, con un montón de bebés negros muertos colgando como jamones listos para sacrificar en la malvada secta sobre la que se asentaba Trump. Una columna de oscuridad empezó a emerger de un rincón. Si peleaban con ella podrían conseguir algunas respuestas, pero les daba tiempo a seguir corriendo y pasar de largo evitando el enfrentamiento.

Nadya se puso a buscar el típico croquis con las ubicaciones dentro de la Casa Blanca, pero no tuvo suerte. Miércoles, ¿porque mi sentido de la orientación es pésima?. Oye Peter, piensa donde podríamos encontrar el típico mapa, o croquis de las visitas turísticas. Mientras le decía al punky que hacer, seguía buscando como si una aguja se hubiera caído en un suelo con orificios. ¡¡¡Es más fácil encontrar agua en Emiratos Árabes!!!.