Partida Rol por web

Miro a Ainhoa, tratando no no pensar mientras lo hago en lo que vimos ahí afuera...es posible que aun estén a salvo.

Me acerco a Ainhoa y le tomo de la mano tratando torpemente de calmarla.

Seguro que están bien...si tu padre era parte de los organismos de la ciudad, seguro que fueron informados con suficiente tiempo y estarán en alguno de los posibles refugios. El ayuntamiento y los juzgados son magníficos lugares para ello.

Trato de no dar esperanzas estúpidas que pueda notar. Al fin y al cabo ella es siquiatra y seguro que se le da bien pillar las mentiras. Ademas, seguro que los mandamases de la ciudad si que trataron de ponerse a salvo ellos.

Toki...cuando tengas un momento, puedes acceder a esas cámaras de trafico o de seguridad que te comente?. Hazlo cuando tengas tiempo, y pásamelo a una pantalla para que pueda verlo y trazar algún tipo de plan. Gracias.

Eso será fácil, por cierto, yo vivo sólo, la única familia que tuve hace tiempo murió en un accidente, así que no tienes que preocuparte por mi.

Veamos eso de las cámaras.

Toki reinició el navegador, dejando en una ventana aparte lo que la reina araña les estaba confirmando.

En poco minutos, consiguió acceder a toda la red de cámaras que el complejo industrial tenía vigilado.

Aqui lo tienes, además, y cómo toque personal, te he sacado un mapa con las calles cercanas, empresas, y señalado los puntos de acceso a éste hangar, o cómo quieras  llamarlo. Ahora sólo hay que buscar los puntos débiles, y sellarlos.

Supongo por qué Luc hace esta pregunta, así que trato de ser lo más fría e impersonal posible:

Mis padres viven en la ciudad, querría llamarles aunque no creo que los teléfonos funcionen. Y también está... bueno - aunque me expreso friamente, un toque de color asalta mis mejillas - Mark. Es mi pareja, y si le conozco lo suficiente y aún puede hacerlo, estará en su adorada sala de pediatría, en el hospital donde trabajo... o mejor dicho, trabajaba hasta que todo esto empezó.

Las imágenes de mis padres y de Mark llegan a mi mente aunque trato de pensar en ellos lo mínimo posible. La aparición de "nuestro hangar" en la pantalla, reactiva mis pensamientos fríos y vuelvo a centrarme en lo que nos ocupa.

¿Vais a estar aquí? Me gustaría acercarme al laboratorio para ver cómo van el resto de pruebas... Espero que estos muchachos sean competentes...

Si no te importa, Ainhoa, me gustaría que me acompañaras. Creo que tu ayuda me podría ser muy útil, sobretodo para comparar impresiones sobre mis posibles adelantos. También para lidiar con esos seres raros que tenemos trabajando en ello. ¿No te han parecido un tanto... no sé... estirados? - Le pregunto directamente.
 

Las camaras de tráfico mostraban los puntos conflictivos del tráfico de la ciudad: el cruce de la Septima con Broadway en Times Square, una de las zonas de más transito, toda la avenida Broadway en si, la Quinta avenida... y muchas otras calles. Pero esta vez no había ese transito, los coches no circulaban, estaban parados en mitad de la calle, como en esas peliculas del fin del mundo que suelen basar en New York.

En los monitores en blanco y negro que se movían con la imagen ralentizada, por causa de la falta de frames en la cámara, se podían observar grupos de gente golpeandose entre sí, sin ningún tipo de sentido. Una batalla campal en toda regla. Muchos yacían en el suelo, inertes. Y otros tantos cogían papeleras, espejos retrovisores, o cualquier elemento que pudieran usar para lanzarlo o golpear con ello a los demás transeuntes. Nadie parecía huir, nadie daba tregua. Aquella gente no parecía humana.

Observo las escenas de las cámaras de trafico y maldigo en silencio. Nadie parece estar libre de la infección. Todo el que se ve parece loco, y no hay guardia nacional ni policía que tome el control. Trato de ver si se pelean sin mas, o si se están matando entre ellos, algo que creo es importante que sepamos.

Luego, observo los contenedores de carga que hay por el parque industrial y calculo donde colocarlos para cegar las rutas que puedan llevar a los infectados hasta el hangar.

Trazo un esquema y cuando lo tengo, trato de ponerme en contacto con Stevenson.

Toki...puedes hacer que Stevenson me oiga?, tengo un plan para asegurar la zona.

Toki, no es cosa de simple "polución en el aire", sino de sustancias desconocidas que parecen coincidir con el desarrollo de la enfermedad (y si es así estoy a punto de demostrarlo). Los filtros no son acumulativos; funcionan en tiempo real (con un margen de seis horas de precisión).

Dra. Grant, la tormenta puede ser al mismo tiempo una maldición y una bendición. Podemos beneficiarnos; pues confío en que limpie de la enfermedad el ambiente durante tal vez unas horas, pero... -se pone lívido, apercibiéndose de la verdad- al mismo tiempo, podría llevar la enfermedad fuera del área controlada. Diría que diez horas es nuestra cuenta atrás para salvar el mundo.

Tras su intervención, el meteorólogo se derrumba de nuevo sobre su asiento y pierde su mirada en la pantalla. Más rápido, más rápido...

El ordenador le indicó a Pendergast que los filtros llevaban detectando esa sustacia como hacía una semana atrás. No había rastro de ella antes de aquella fecha, era algo nuevo y desconocido.

Una semana -Se sorprendió Pendergast- desde que la sustancia empezó a detectarse. Ésto es muy extraño. ¿Significa que lleva siete días el desarrollo de la enfermedad hasta un punto visible? En ese caso, podríamos estar todos infectados y no saberlo...

El hombre del tiempo se relaja, pensativo. Parece que se le ha olvidado su enfermedad nerviosa con la confusión.

En todo caso, la suerte está echada. Tenemos que organizarnos en todos los frentes: La ralentización de la enfermedad y la cura de la enfermedad. Ante todo, necesitamos información. Si estamos de acuerdo en piratear el ordenador del agente secreto éste, yo ayudaré aunque sea en la distracción.

Bien, he hecho todo lo que sé. Yo no tengo una familia que dependa de mí-Declara con forzado coraje, como sabiendo que se va a arrepentir- Así que, si es necesario, saldré ahí fuera. Señores... -respira profundamente- Tenemos diez horas para salvar el mundo.

Warface miró a Pendergast, mientras se explicaba, y acto seguido contestaba a Kerensky.

Mis dotes con los ordenadores tienen un fin bastante dificil de alcanzar, no así mis técnicas con la radio. Si lo que necesitas es comunicarte con Stevenson, deberías utilizar un sistema de megafonía, que seguramente en unas instalaciónes como éstas, haya seguro. Si sabes que tieen una radio, pues mejor por radio.

Viendo a los chicos enzarzados en otra cosa, aprieto el brazo de Luc con cariño, y le susurro:

- Voy con Tracy. Estaremos en el laboratorio.Mantenednos informadas, por favor.

Miro a Pendergast seriamente:

- No haga nada sin esperar a que sepamos algo más, por favor. Aún no sabemos exactamente que nos traemos entre manos. Si necesita que le ayude para sobrellevar la situación, sólo tiene que decírnoslo.

Salgo tras Tracy, asintiendo a su última idea:

- Si, estirados creo que es poco. A mi me ha dado una sensación de "ellos" contra "nosotras". Como si tuvieran información y nos la estuvieran ocultando. Tengo la sensación de que nos observan. No dicen nada, no aportan nada...Chasqueo la lengua.. No me gustan, pero es lo que hay.

Antes de que Ainhoa se marche , cuando aun me aprieta el brazo aprovecho para hablarle.

No se si esto tiene algún fin. Es posible que sea un ataque terrorista, pero también que sea un experimento fallido. si es así, querrán deshacerse de testigos. La miro muy serio sin querer decir lo que creo que es evidente. Si tenéis algún problema, el que sea, no dudéis en llamar, que acudiremos corriendo.

Tras haber estado desaparecido durante largo rato, el agente Dan Stevenson volvió a aparecer. Abrió la puerta de la sala azul, con la cara y el gesto totalmente descompuestos, palido como un folio.

Como si no se hubiese percatado de la presencia de los demás fue hasta el fondo de la sala y se sentó junto a Pendergast. Se quedó unos instantes callado, sin pronunciar una sola palabra y luego exhaló todo el aire que tenía en sus pulmones y al fin habló, pero lo hizo como desganado, llevandose una mano al puente de la nariz y cerrando los ojos.

Dime Pendergast. Dijo con lentitud y desgana. ¿Qué tienes?

Vaya...aquí hay uno que por fin comienza a darse cuenta de que todo se va a la mierda, y que no ha echo una mierda por impedirlo...es mas, que seguro que la ha cagado.

Miro al agente sin ningún tipo de simpatía o piedad...desde el primer momento me parece que se ha llevado mal el asunto, y mas desde que creo que es algun tipo de ataque biológico o un fallo de contención.

Todo está en el ordenador; míralo tú mismo. He dividido los datos entre...-Johan le ofrece su asiento, y se da cuenta repentinamente del gesto del agente.

¿Qué te pasa en la nariz? -le interroga gravemente, mientras retrocede un paso instintivamente. ¿Estará infectado?

Miró los datos sin ningún interes y después suspiró.

Simplemente estoy agotado... Acaban de informarme de que los infectados que se han vuelto locos están atacando la guardería donde va mi hija...

La policia va de camino, pero no estoy tranquilo.

Miro al hombre, comprendiendo hasta cierta medida como se sentirá.

Quiere que vaya allí a ver si puedo ayudar?.

No quisiera ser más tremendista de lo habítual, pero espeero que esos policias vayan bien armados, o van a recibir una seria paliza. Si por suerte la guardería de su hija pudo ser cerrada a tiempo, quizás haya posibilidades de que no la haya pasado nada, pero todo ésto son hipótesis, no sabremos nada hasta que lo veamos nosotros mismos.

Mientras Warface, cómo si nadie le hiciera caso, continua indagando en internet, pero ésta vez las IP de la zona donde se encuentran, así podría usar el programa de control externo de otros ordenadores, saltarse las claves, y entrar en el ordenador de Dan, sin nisiquiera entrar en su despacho.

No... tranquilo, no hace falta que vaya... Miró los datos que Pendergast le mostraba pero miraba a la pantalla con la mente puesta en otra cosa. De pronto se levantó mecanicamente agradeciendoles el trabajo.

Buen trabajo chicos. Voy a mi despacho a relajarme un poco. Adios. En su mirada había algo oculto, los miraba como si no pensara volver a verles nunca. Se despidió como si fuera para siempre.