Partida Rol por web

Amanda llevaba un rato esperando en el Cafe.

Según termino de hablar con Tristan, se vistió en cuanto pudo y salio por la ventana de su casa. A sus padres no les importaría demasiado si salia antes de casa para ir al instituto, entre otras cosas porque trabajaban desde las 4 hasta las 12 del medio día ambos, y no sabrían a que hora salió de clase.

Su café se estaba terminando cuando Tristan entró en la cafetería. Tan familiar ese sitio como lo había sido en el sueño. Otra disposición, otros muebles. Pero todo bastante parecida.

Amanda suspiró al verle a través de la misma cristalera que hace unas horas había atravesado la cabeza de Erza.

-Solo era un sueño...joder...- Se decía si misma

Y esperó a que se acercase para dejarle sitio y que se sentara cerca.

Se hizo esperar lo justo para no llegar ni tarde ni justo a tiempo. Se le daba bien, y sonaba en su mente Gandalf diciendo que "Un mago nunca llega tarde". 

Era sorprendente cuán diferente podía ser el paisaje de día, y cómo impactaba ver la cafetería intacta y de día tras vivir ahí un infierno. Y, ciertamente, se sentía distinta. Igual de misántropo era el joven, y seguía sin querer estar ahí, pero al menos se sentía más seguro.

Vio a Amanda y pensó que debía pedirle perdón. Así, al sentarse, le tendió una mano. No como cuando se saluda, sino como un caballero tratando de ayudar a una dama a desmontar de una carroza.

-Ahora sí puedes tocarme... Perdón por antes. ¿Qué tal?

Un leve atisbo en el rostro de Amanda se dibujo al ver a Tristan.

Parecía una sonrisa pero al parecer no quería que se dieran cuenta de sus debilidades, así que cambio a un estado mas duro.

- ¿Gracias?- Preguntó Amanda en tono irónico cuando Tristan mencionó que podía tocarle.- Asustada... y confundida. Siéntate, por favor. - sugirió Amanda a Tristan.

Miraba a su alrededor y sentía escalofríos. Temblaba y eso, era visible.

-¿No te resulta extraño? El lugar. Es como si hubiéramos estado aquí hace un rato nada mas.- Amanda miró a los ojos a Tistan con cierto reparo, mezcla de miedo y prepotencia.. - Eres un insensible Tristan... No tenia que haber venido...- se lamentó bajando la vista y mirando por el ventanal.

Suspiró. Mujeres. ¿Quién las iba a comprender? -¿Vinimos aquí para que tú te pudieras quejar?-sus ojos rodaron por la cafetería una vez, y se volvieron hacia adelante. Luego vieron a los de ella, que iban hacia afuera, y siguieron la trayectoria. -...¿Te ha dicho algo el asesino? Te dejó un mensaje... Y supongo que querrá una respuesta... No disfrutaba haciendo aquello, pero tenía que recordárselo... ¿No disfrutaba? ¡Mentira!...¿O verdad? No entendía si quería ser malo o bueno. Neutro, desde luego, no podía. Sólo decidirse por un lado u oscilar... Y no le gustaba ir alternando. Quería asentarse. Quería decidir si ser bueno o malo.

-¿El asesino?- Volvió a mirarte a los ojos Amanda. - Fredd? No me dijo nada. Estaba con los demás, ¿recuerdas?

Suspiro lentamente antes de preguntarte.

-¿Un mensaje?- dijo extrañada -¿ para mi?

No sabía lo que rondaba por la cabeza de Fredd, pero no sería nada bueno.

Dio a su voz un tono sombrío y solemne. Aguantó la mirada de Amanda casi con hieratismo. -Dice que por mucho que corras, no te escaparás... Que serás la última y que tus pecados no tienen perdón... ¿Qué pecados? Se tomó una pausa. Estaba seguro de habérselo dicho, pero con la pesadilla aún en la mente, comprendió que se había confundido.

Amanda te miraba a los ojos mientras le decías aquellas palabras.

Pero cuando concluiste, su cara pareció triste y alicaída. Aparto su vista de ti y miró sus manos por una momento, mientras una lagrima asomaba por sus ojos y sorbía por la nariz para evitar que saliera.

Amanda empezó a hablar con la voz queda.

-Cuando estaba en el psiquiátrico, me encerraron con tres chicos mas. Ninguno teníamos memoria. Supongo que todos eramos huérfanos. Y.. de un día para otro empezaron las pesadillas. - Amanda paró un segundo para enjuagarse las lágrimas y respirar un segundo.- Todos teníamos las mismas pesadillas: Un hombre alto con sombrero y la cara quemada nos perseguía. Y sus manos, como cuchillas... Fred Krueger.

Amanda se estremeció de miedo al pronunciarlo.

-Nos perseguía en sueños. Y por el día teníamos ataques de pánico! Descubríamos que los cortes que nos hacía, al despertar, seguían ahí. !Seguían ahi! El Dr Silverman nos recetó hipnocil, creo que es algo caro y experimental. Así que solo teníamos una dosis cada uno de nosotros a la semana. ¿Sabes lo que es vivir con miedo? ¿Con miedo a dormir y creer que nunca mas despertaras?

Súbitamente Amanda se tira en tus brazos intentando encontrar algo de consuelo mientras solloza.

-Les quite el Hipnocil! Tristan!! Les maté yo!! Les robé el Hipnocil y me lo quedé para dormir tranquila durante una semana... y... murieron los tres en esa semana!! o los mate- gira su vista hacia ti para mirarte. Y Fred lo sabe y me lo recuerda siempre!! Siempre!!.

Se le cayó el rostro. Se le cayó también la máscara que portaba y se rompió en mil pedacitos. Ver ese remordimiento, ese pesar, esa tristeza... Le hicieron sentirse inhumano, como si él mismo fuera un ser inferior. Inferior, por no haberlo sentido él y por haber sido frío. Lo que contaba era estremecedor... Pero más lo era la maldad de Krueger. Cuando Amanda se le acercó, la rodeó con un brazo. Luego, con el otro, de manera torpe. No estaba acostumbrado a ello ni era de su agrado, pero se iba acostumbrando. Era lo menos que podía hacer, y era un gesto que lo volvería humano. Más humano. Movió un poco una mano por la espalda de ella, en ademán reconfortante. La apretó contra su pecho, y la besó fraternalmente en la cabeza mientras la joven lloraba. Y sintió algo que no se esperaba, algo en el pecho. Fuerza, calor, y ganas de más. De no despegarse de Amanda, de protegerla, de no abandonar su lado. Pero su lado razonable y misántropo deseaba poner orden. Decía que aquello era sólo lujuria. Que ni siquiera la conocía, que aquello era una reacción física y no una anímica. Y era cierto, y así lo sintió y creyó. Porque aunque lo sintiera, se tenía que mantener serio y fuerte como siempre, y no dejarse doblegar ni por Krueger ni por Fairchild. Así que el gesto de torpeza pasó a ser por instantes uno apasionado de cariño, para después volverse calmante, medido y controlado. Iba de arriba hacia abajo la mano derecha, y la izquierda sujetaba la nuca y posicionaba la cabeza de ella entre el hombro y el cuello de él. -Te quiere humillar y herir. Disfruta con ello, pero no tiene razón... No los mataste. Fue él, y sólamente él, el culpable. Sin él, no habríais necesitado el maldito hypnocil en primer lugar. Es como un niño pequeño que echa la culpa a otros de su marrón... El marrón más caro del mundo, y el más cruel... Cuando se giró para mirarlo, él abrió el abrazo. La mano derecha descansó sobre el hombro y la izquierda tomó su rostro con gentileza. -Pero se ha acabado. No hay nadie más listo que yo. Si algo hago bien, eso es pensar y planear. No debes temerlo más. Sólo... Sólo ayudadme a ayudaros. Cuéntame todo, y no omitas nada, y sé sincera en lo que me relates... Y pondré fin a esto... Mientras tanto... Juntó su frente con la de ella y cerró los ojos. La atrajo hacia sí y la guió con la mano, y la besó. -Por si mañana no esté ya vivo. Por si me mata. Por si no podré despedirme. Y la besó de nuevo. -Y por si me olvidas con el hypnocil.

Amanda miró a Tristan por un momento fugaz, con lágrimas en los ojos.

Creía que no lo entendería. Y menos él. Su porte de extraño y de lobo solitario parecían decir lo mismo que el aseguraba: no te acerques, no me toques.

Pero Tristan la tomó en sus brazos, y aunque fuer ala chica mas dura del mundo Amanda se deshizo con el primer beso como si fuera una niña. Cerró los ojos lo que dura una eternidad y saboreó los labios de Tristan, quedándose a medio camino entre la extrañeza y la sorpresa, pero no fue ella la que se apartó.

Algo en su interior la obligaba a no hacerlo. Y como cosa del destino, supo en ese instante que había hecho lo correcto al confiar en él.

Cuando Tristan se apartó para "despedirse" ella lo miró con esos ojos inseguros de toda adolescente. Tomó el rostro de Tristan entre sus manos y solo hizo una pregunta con una ligera sonrisa.

-¿Por que.. me has besado?- Pero la pregunta, si es respondida sería en otra eternidad, pues sin poder evitarlo, ni quererlo, Amanda acercó de nuevo sus labios a los de Tristan para sellar así la respiración de ambos.

Disfrutó de aquello como si hubiera sido ambrosía. Se esperaba que ella no reaccionara, pero lo hizo -¡y cómo!-, al son de un corazón vuelto loco. Porque bombeaba sangre como si se desangrara y latía como si fuera a partirle el pecho y hacer estallar los cristales de la cafetería con su fuerza. Tristan juraba que sus labios estaban embrujados y que aquello era de otro mundo, que estaba en un sueño, como si ella fuera como Krueger... Pero bella, y tan bellamente diferente. Si el beso fue una explosión eléctrica, la mano de Amanda tocándole el rostro fue una vibración constante, resonando en su mente. Era magnética, mesmerizante y embriagadora. Su voz parecía sacada de un sueño. Necesitó eones siquiera para realizar que había dicho algo, y antes de poder responder ya se juntaban de nuevo. Aquella vez fue más atrevido y avanzó, y la besó después él a ella, repetidas veces. Eran besos suaves, apenas rozándola, como si fueran demasiado frágiles los labios de Amanda. Se olvidó de Krueger, se olvidó de la cafetería, y del tiempo y del espacio. Sólo veía a alguien, estirándose hacia todas las dimensiones: Amanda Fairchild. No podía -ni quería- ver ni sentir ni reconocer nada más. Estaba acaparado por ella y le gustaba aquello. Cuando por fin se desprendieron, sonrió. -Por si acaso.-repitió-Y porque no habría podido irme sin hacerlo...

Solo la tomo un segundo para escuchar lo que decía Tristan.

Le cogió de la nuca y le obligo a besarla de nuevo, mientras que con el otro brazo le cogia de la pechera para que no se escapara. ¿Que importaba que un loco asesino de los sueños les persiguiera? Ahora era de dia y no se dormiría, no mientras estuviera junto a Tristan.

Cerró los ojos para después morder los labios de Tristan y acto seguido iniciar una lucha con sus lenguas de la que no habría jamas un ganador. Saboreó sus labios como jamas lo había hecho. O por lo menos lo que podía recordar. Y aquella frágil figura de Amanda se derrumbo ante el mas extraño de sus amigos.

Lentamente se separó de él, deseando un beso mas, y sonrío entre medias de uno, tan solo para mirarle a los ojos.

- Te gusto..- Dijo intentando provocar a Tristan con una sonrisa.- Le gusto al chico "todo lo puedo", ¿no? Seguroq ue ahora pretendes que los demás  no sepan nada, ¿verdad?

A punto estuvo de soltar un gemido de sorpresa. El esfuerzo sobrehumano de aguantarlo -o, mejor dicho, suprimirlo- acongojó a su corazón. Oh, pero él no era débil. Demasiado fácil habría sido para Amanda. Y él no era precisamente eso.

Mantuvo el ritmo y aportó su propio tempo al son de Amanda, correspondiendo a su danza entre las dos bocas. Ella lo atraía con sus manos. Él decidió aferrarse más a ella. Una mano tomó el cuello y la otra bajó hasta por poco encima de la cadera, aproximándola por dos frentes.

Se separaron y de nuevo resistió el impulso de mantener el asalto.

-¿Conque de esas tenemos? Dos, tres lágrimas, ¿y ya te esperas haberme conquistado?... Y es que no sabes muchas cosas, Amanda. No es que no quiera que lo sepan. Es que ya no tienes escapatoria, estás entre Krueger  y yo. Y no voy a ganarle ya porque quiera vivir, sino porque quiero ser yo el que esté en tus sueños por la noche. Así que me es totalmente indiferente si lo saben o no, si les importa o no. Quien me importa ahora eres tú... Y yo. 

- Gracias, Tristan...- Dice Amanda apoyándose en tu pecho - No tengo ni idea de que hacer... estoy perdida...

En ese instante oís que en la mesa de al lado, un par de policias desayunando, les crepita la radio.

- Atencion, Jefe Bennar. Central informa de un 10-10 en el 236 de Elm Street. -

 Acto seguido los dos policías de levantan de la mesa y se van en el coche patrulla.

- Elm Street? El 236? Esa no es la casa de Erza?- Pregunta mirándote Amanda

La rodeó con el brazo y acarició su melena y nuca. -Ahora estás conmigo...-contestó en voz baja. Se montó un poco de jaleo, y Tristan automáticamente se aferró a Amanda, en ademán protector. Escuchó la orden y los vio salir, y se disponía a olvidarse del asunto, cuando Amanda le habló. -A mí me lo vas a preguntar...-se encogió de hombros-Pero deberíamos ir e investigar. Tal vez haya alguna pista sobre Fred... A tomar por culo las clases. La besó una vez más y se levantó, crujiéndose el cuello. Su mirada volvió a la frialdad típica. -En marcha.

-¡Buenos días! -dije, tímidamente. Mi educación aún me inpedía entrar en un local así sin saludar, además de que prefería que nos tomasen desde el primer momento por unos jóvenes en los que se puede confiar.

Tampoco estábamos para perder mucho el tiempo, así que me acerqué a la barra para hablar con el gerente.

- No sé mis amigos, pero yo tomaré una Cocacola, por favor. Y si pudiese dedicarnos unos minutos.. Nos gustaría hablar con una persona que trabaja aquí.

- Buenos dias! - Dijo Chihiro despues de Jake con una sonrisa, mostranfose cortes y carismatica antes de tomar asiento en barra junto al chico y mirar la carta, ya que ademas de sed tenia un poco de hambre, por lo que despues de leer la carta dice:

- Me puede servir a mi agua mineral, una ensalada y un poco de pescado o pollo? ... - La chica puso atencion a la respuesta de la persona que les atiende, asi como al lugar y las otras personss alli presentes

Musica Ambiente radio FM

 

La chica, un poco resultona, se acerca a vosotros con una sonrisa de oreja a oreja.

- Hola guapos!!- Dice a medio camino entre la tontería de una niña pija y la alegria de alguien muy corto de cerebro.- ¿Que os pongo?

Poco a poco Mandy, la pechugona, saca una libreta y va apuntando lo que le váis pidiendo. Mientras lo hace canturrea una canción como si no prestase mucha atención a lo que hace. PEro cuando  oye que queréis hablar con algien os mira  sonriente.

- ¿Con quien queréis hablar?  Estáis hablando conmigo ,no?.

         - Hola linda!   Muchas gracias por tomar la orden, pero como te dijo el galán además de disfrutar tu comida, también venimos a buscar a alguien que trabaja en tu cocina, quien se apellida Silverman para conversar un momento acerca de su hermano, nos podrías ayudar por favor?     ¿También nos puedes servir lo que te pedimos en la mesa mas apartada para poder conversar con discreción?  -   Dijo la chica oriental bajando el volumen conforme hablaba para terminar susurrando le a la mesera y a los chicos que la acompañaban, para que solo ellos la pudieran escuchar