Partida Rol por web

A Partir de Ahora.

Capítulo II

Cargando editor
27/12/2008, 19:16
Francis P. Spencer

No es que estuviera preocupado por el devenir de la velada, confiaba plenamente en Patrick, pero Francis no pudo sino sonreir satisfecho al escuchar como su viejo amigo tenía todo planificado al milímetro. Siempre había sido así de meticuloso.

-Todo suena perfecto, estoy seguro de que la gente estará encantada.

Volvieron a ponerse en marcha, ya de vuelta a la mansión. Allí les esperaba un espléndido desayuno, como cada día.

-Les daremos a los criados las últimas instrucciones y supervisaremos como organizan todo personalmente. Después del almuerzo nos daremos un baño, así estaremos listos para la llegada de los primeros invitados, tal y como has dicho.

Los cascos de sus caballos chocaban contra las piedras del camino húmedas con el rocío de la mañana. Parecía que iba a ser un día precioso y Francis esperaba que no se torciera, nada le gustaría menos que unos invitados embarrados.

-Espero que finalmente la señorita Winsord-Hancock acuda, no parecía muy convencida cuando la conocimos el otro día.

 

 

Cargando editor
31/12/2008, 15:45
Mary Ann Windsor-Hancock

- ¿a quién? ¿a quién? pregunté emocionada... Lord Heddington me preguntó si iría a la fiesta, le dije que tú sí estabas encantada de ir, pero que yo no lo sabía. quedó algo contrariado jijiji así le hago estar en duda de si voy o no. Dijo que disfrutaría con mi presencia jijijiji no podía parar de reír ante mis palabras al noble. Seguro que mi madre estaría horrorizada por ellas... pero aquel hombre de ojos serenos me inspiró confianza para poder jugar al antiguo juego de damas y caballeros.

Cargando editor
02/01/2009, 01:47
Patrick Collins

Miró al cielo, pensando en que ellos no podían controlar a los elementos. Eso le hizo pensar acerca de qué podían hacer si comenzaba a llover y no se podían abrir las puertas que daban al exterior. La aseveración de su señor le hizo sonreirse.

-Imagino que la señorita Hancock estará comprometida, milord. Quizá su prometido no está entre los invitados y, por discreción, ha decidido que es mejor no acudir ella sola. Preguntaré a la señora Spooner, que es mejor que la gaceta del condado.

Eso era verdad. Pocas cosas escapan a una mujer de edad, y más si esta es un ama de llaves de una casa respetada. Las mujeres gustan, cual deporte nacional, de practicar la conversación, el chisme y el intercambio de información como pasatiempo favorito. Estaban llegando ya a la mansión, cuando Patrick dijo a su señor:

-Sería conveniente que avisaramos a los criados de que, si llueve, se permita el acceso a otras estancias de la casa, principalmente los salones de estar. Lo que me recuerda que no he incluído en mi plan que uno de los dos deberá estar al final de la velada para despedir a los invitados. Los dos sería mejor, si es ello posible.

El día era largo, y aparte de aburrirse y esperar, pocas cosas había para hacer.

-Podríamos practicar algo de esgrima después del desayuno. De todos modos, con que tomemos un baño después de comer estaremos limpios para la cena, y en vestirnos, afortunadamente, no vamos a tardar tanto como una mujer... ¿Os acordáis del sargento Zim?

El sargento Zim era un hombre con un gran mostacho que, en un permiso en Lisboa, le dió por emborracharse en un lupanar donde ellos estaban. Avisada la policía de la ciudad, que buscaba a un hombre con un uniforme inglés, no le quedó otra que huir vestido con las ropas de la mujer con la que estaba. Por su mala fortuna, descubrió que aquello de ponerse un vestido con prisas era malo, porque al correr se le desabrocharon los lazos y terminó persiguido en ropa interior por varios policías portugueses con malas pulgas y zancada larga, que terminaron cazándole.

Cargando editor
02/01/2009, 01:58

El atardecer se estaba apagando y, en su lugar, comenzaban a brillar unas pocas estrellas. La noche asomaba pero con ella, para cada habitante que había sido invitado a la velada, empezaba una jornada llena de emociones y espectativas. Lord Francis y su amigo, Patrick, habían preparado todo maravillosamente. El salón estaba decorado con hermosos candelabros que dejaban entreveer una luz suave que iluminaba cada rincón de la casa con una belleza profunda.

Las hermanas Cronwell  fueron unas de las primeras en llegar, acompañadas de su señora madre.  Unos minutos después llegaron las chicas Hancock seguidas por una de las chaperonas, Louisa  y, casi junto a ellas, el joven Grégoire y su primo Jean. Avon tardó bastante más en aparecer, tenía la idea de que los de su clase no debían estar sino era un poco después de la hora señalada.

Los señores de la casa recibían personalmente a cada invitado, luego de darles cordialmente los saludos los invitaban a pasar a la antesala. Allí se servían aperitivos y había sillones y sillas en gran cantidad por si las personas querían descansar o simplemente platicar con tranquilidad. Un poco después se encontraba el salón de baile propiamente dicho, de enormes proporciones y propiamente iluminado, con un hermoso piano blanco de cola en un costado, en donde cualquier dama podría interpretar una bella melodía y, además, con una especie de tarima en la cual se ubicaba un grupo de músicos que había sido contratado por los señores.

Todos miraban con expectación la escena, los criados iban y venían asegurándose de que a nadie le faltara nada que tomar o comer, o simplemente por si alguna señora tenía algún pedido en especial. El muchacho rescatado por Francis y Patrick también había venido pero se encontraba demasiado introvertido para decir nada. Simplemente estaba allí, muchas veces mezclándose con la servidumbre para pasar desapercibido.

Cada persona que estaba en el lugar tenía sus propias expectativas puestas en esta noche. Lo que terminaría sucediendo dependía del destino y de los propios presentes. Sea como sea, Windfield estaba de fiesta.

Notas de juego

Este es un turno general, en el que todos estaís en libertad de interactuar con quien queráis. Así que es por ello que es lo mismo para todos. Trataré de intervenir lo menos posible, dejandoles esta semana completa hasta el viernes que viene para que os conozcaís mejor xD

Cargando editor
02/01/2009, 03:37
Susanne Cornwell

Llegaron puntuales, incluso un poco antes de la hora, pero a Dios gracias, pensaba Sue, no todo lo antes que hubiesen llegado de haber salido de casa a la hora que su madre quería.

Fue un trabajo casi titánico convencerla de que era demasiado temprano, aunque por suerte a una de ellas se le ocurrió decir que a causa de los nervios se sentía algo indispuesta y fingió tener que ir con urgencia al baño, mientras que las otras dos reían con disimulo y se mostraban preocupadas por la salud de la hermana supuestamente enferma.

Cuando las señoritas Cornwell consideraron que ya era una hora prudente para salir y habiéndoseles acabado las excusas para retrasar más dicho momento, se pusieron sus capas y abordaron la carreta. No disponían de sirvientes, por lo que eran ellas mismas quienes la conducían y Susanne fue quién lo hizo ésta vez.

Pese a lo humilde del medio de transporte en comparación con lo suntuoso del lugar y las elegantes carrozas que sin duda poseían el grueso de los invitados, las mujeres Cornwell no tenían nada que envidiar a nadie en cuanto a modales, refinamiento y mucho menos educación, pues antes de caer en desgracia se habían contado entre las familias más respetables y selectas de tan estrecho círculo.

Los anfitriones las recibieron y como dictaban las normas de cortesía fue la madre la primera en saludar, seguida en estricto orden de edades por sus hijas. Cuando llegó el turno de que Sue saludase, ésta que hasta entonces había permanecido con expresión abstraída, algo embobada quizás por lo esplendorosa que se veía la mansión, pues nunca, hasta ahora, la había visto tan llena de vida, sonrió a ambos y les reverenció, extendiendo su delicada mano para estrechar primero la de Lord Heddington y posteriormente la del señor Collins.

Permaneció de pie junto a su madre en espera de que Liz saludara. Divisó en eso a la señora Spooner y su rostro se iluminó en una amplia y amigable sonrisa. La añosa ama de llaves gozaba del afecto de la joven y por eso no era de extrañar su reacción.

Finalizaron las salutaciones de rigor y las cuatro mujeres ingresaron al recinto, poco a poco comenzaron a llegar el resto de los invitados y como era de esperar habían allí muchas, quizás demasiadas, caras conocidas, algunas agradables de ver, otras definitivamente no tanto. Presentes estaban muchos de los socios y amigos de su difunto padre acompañados, claro está, por sus esposas e hijos. Hombres y mujeres que en los años de prosperidad jurábanse amigos de la familia pero que en los momentos que las mujeres más necesitaban del apoyo de esas amistades les habían dado la espalda.

-Cuánta hipocresía -pensó.

Notas de juego

listo, susanne ya lo corregí, perdoname fue mi error lo de Louisa, je me mareé.

Ahora está todo ok.

Firma: :P la directora liada jeje

Cargando editor
02/01/2009, 22:26

Notas de juego

chicos perdonen, Louisa es la chaperona de las hancock, las cronwell no tienen chaperona. Ahora corrijo mi turno y un poco el de Susanne que salió así por mi culpa =P perdoneeen

Cargando editor
02/01/2009, 22:32

Notas de juego

Listooo n_n sigan posteando, y perdonen de nuevo que me haya equivocado. Todo corregido

Cargando editor
02/01/2009, 23:35
Claire Windsor-Hancock

No me hacía gracia en absoluto que Louisa nos siguiera por todos lados pero era mejor que no haber ido; mi hermana se veía muy linda y yo, con aquel hermoso vestido, me sentía muy bien. La velada pintaba para ser una de las mejores de mi vida o al menos eso era lo que yo esperaba; después de todo estábamos allí para divertirnos y no me iba a perder eso por nada en el mundo. Me senté justo al lado de mi hermana, comiendo un poco, la verdad es que no me apetecía pero por alguna extraña razón me encontraba nerviosa y luego, cuando vi a mi supuesto profesor de francés, lo único que se me antojó fue una copa de vino y eso fue lo que hice, beber un poco.

La música era perfecta, el salón una verdadera maravilla, ya estaba ansiosa por ver a aquel caballero que tanto había hecho sonreír a mi hermana. La miré unos segundos, estaba bien tenerla cerca, me gustaba porque me sentía como en casa.

Cargando editor
03/01/2009, 00:38
Anabel Cornwell

Las tres hermanas Cornwell hacen su aparición ataviadas en impoluto color blanco en contraste con el oscuro luto que su madre todavía insistía en portar. De hecho si no obligaba a las muchachas a hacerlo era sencillamente por el hecho de que quería que causaran buena impresión y agradaran a los caballeros, si no probablemente la cosa sería bien distinta.

Anabel mantiene un brazo entorno al de su hermana menor, consciente de que es la que se siente más incómoda en ese sitio dado que ya les ha costado un tanto convencerla de que todas fueran del mismo color y se dejara peinar apropiadamente para la velada... Pero al final todas lucían lo mejor que se podía esperar dada su actual economía.
-Hay que admitir que es impresionante...- musita a sus hermanas tras entrar en la mansión y observar la decoración y luz que la iluminan. Casi como un palacio de cuento de hadas... aunque algo ostentoso para su gusto.

Arriban hasta el Lord y su fiel "mano derecha", Collins, momento en el que todas efectúan una reverencia, algunas más pronunciadas que otras probablemente aunque ninguna demasiado exagerada.
-Gracias por habernos invitado a su exquisita fiesta Lord Heddington, estoy segura de que disfrutaremos enormemente de la velada- observa a ambos caballeros afablemente, lo cierto es que se siente bastante animada... y un poco nerviosa.
Deja que sus hermanas efectúen los pertinentes saludos, aunque es probable que Liz "rechace" tal oportunidad, sin embargo madre no lo hace, y agradece de forma algo más exagerada de la cuenta la invitación recibida, pero Anabel apenas se percata de ello mientras su mirada se abstrae en la perfecta indumentaria del señor Collins y su mirada.

Cuando todas han terminado efectúa otra pequeña reverencia para alejarse del recibidor y dejar paso a los siguientes invitados.
-Ah... mira Susie, ¿te sientes preparada?- pregunta estirando un poco el cuello para distinguir mejor el hermoso piano del fondo de la sala.

Cargando editor
05/01/2009, 00:08
Jean Antoine Lésdiguièrs

A pesar de haber visitado la casa con anterioridad no por ello me deja indiferente, no estoy acostumbrado a tales eventos, en un primer momento me siento fuera de lugar, realmente lo estoy, intercambio una mirada con mi primo, seguramente seamos el blanco de muchas miradas hostiles, pero no era cuestión de rechazar la invitación de quien te da de comer, pues bastante hambre hemos pasado y hemos visto pasar.

A pesar de mis esfuerzos con la vestimenta, poco he podido hacer para que siquiera parezca decente en comparación con la de los ricos caballeros allí presentes, pero las cosas son de una manera, no tengo esperanza de que cambien, la perdí en París. Suspiro y compongo mi mejor sonrisa, como la de un personaje de comedia, de esas que siempre digo que voy a escribir, para olvidarme de la estúpida poesía, tal vez algún día lo cumpla. Un saludo rápido y formal al señor Heddington, el cuál pensará que se le ha colado algún polizón en su fiesta, así que mejor no tentar la suerte.

Pero tampoco era cuestión de no intentar pasarlo lo mejor posible, hay varias perspectivas que se me antojan interesantes, la primera de ellas posee un dulce rostro y una encantadora y tímida sonrisa. La segunda un carácter que estoy seguro que me traerá complicaciones, pues una lengua afilada mezclada con unos cristalinos y azules ojos. Dudo que me aburra.

Observé como mi futura pareja de baile conversaba con otra atractiva chica, por lo que sabía, debía tratarse de una de sus hermanas, esperé hasta que se percató de mi presencia para brindarle una cálida sonrisa, me alegraba de volver a verla, no puedo negar haber pensado en ella durante estos días de asueto de los que he disfrutado, su presencia y comida caliente hubieran ayudado a llevarlos mejor, eso es seguro. Pero no es cuestión de irrumpir, así que me dedico a admirar la casa, mientras busco algo de beber, gratis no es siempre posible, y usarlo como excusa para ver a mis alumnas tampoco estaba de más. Sólo acierto a ver a la más pequeña de las hermanas Hancock, debo agradecerle su invitación, que complicado es todo esto.

Señorita Windsor-Hancock, una ligera y formal inclinación de cabeza, permítame agradecerle el hecho de que haya tenido la deferencia de acordarse de mi primo y yo e invitarnos a tan magnífico evento, ahora le sonrío mirándola de frente, y permítame también añadir que está usted realmente espléndida eso se lo dirás a todas, seguro que lo piensa, puesto que decir lo contrario sería inapropiado, debería saber que el don de lo oportuno nunca me fue concedido.

Cargando editor
05/01/2009, 01:49
Claire Windsor-Hancock

La voz de Jean me sacó de mis pensamientos, se veía tan buen mozo, se notaba el esmero en el arreglo, aunque su estatus fuera muy distinto al de la gran mayoría que estábamos allí. Hice una reverencia corta con la cabeza y con una sonrisa le saludé, después de todo era mi profesor de francés, aún cuando no habíamos tenido ni una sola clase.

-Gracias, señor Lésdiguièrs...-no pude evitar sonrojarme, aunque sabía que probablemente no era algo personal sino una mera formalidad.-No tenéis nada que agradecerme, en realidad fue idea de mi hermana el invitaros a vos y a vuestro primo, sin embargo, me alegro mucho de veros por aquí. Al menos una sonrisa amable y espero que sincera.

Tomé una copa de una bandeja que era conducida por un mesero hacia el centro del salón y con ella hice un gesto como si fuera a brindar con él. Me preguntaba qué pasaba por su cabeza, qué era ese algo que parecía no estar del todo en su sitio. Me volví un poco a mirar a las hermanas que habían llegado momentos antes, parecían muy unidas y eran todas muy bellas, tenían a su madre; sentí una ligera envidia, extrañaba demasiado a mi madre. De pronto me pregunté si era una buena idea haber ido a aquella fiesta, en cuanto tuviera una oportunidad, volvería a casa. Sonreí a Lésdiguièrs.

Cargando editor
05/01/2009, 19:13
Grégoire Byrne

Llego junto con mi primo a la fiesta, desde luego he hecho lo mas posible por llegar arreglado y los resultados son bastante aceptables, quiza se note que las ropas no son las mas finas de la fiesta ni mucho menos, pero el resultado es bastante bueno

Tras un educado saludo al anfitrion de la fiesta como es de educacion, aunque sin trabar demasiada conversacion, posiblemente tenga cosas mas interesantes que hacer y no es cuestion de importunarle

Miro los salones preparados, verdaderamente magnifico, y aprovecho para observar ligeramente a la gente, siempre es interesante saber quien esta con quien, en los primeros momentos de una fiesta puede ser muy significativo.

Por supuesto me acerco a saludar a las hermanas Windsor-Hancok, aunque dejando evidentemente el peso de la conversacion con la menor de ellas a mi primo, por su evidente interes en esa conversacion, entreteniendome un poco mas con la mayor de ellas, Mary-Ann

Señorita, si me permite el atrevimiento por un momento me ha hecho dudar si una de las diosas de los cuadors de la mansion habia decidido unirse al baile

La verdad es que me parece un poco divertido ver cual sera la reaccion de la chaperona cuando el supuesto "peligro llega de dos sitios a la vez, por otra parte tambien busco el momento adecuado para acercarme a saludar a mi misteriosa desconocida

Cargando editor
05/01/2009, 19:49
Patrick Collins

Los invitados iban presentándose, uno a uno. Eran muchos, quizá demasiados, pero había procurado que la señora Spooner les describiera su aspecto para hacerse una idea de quien era quien antes de que se presentaran.

Estaba allí de pie, perfectamente vestido y levemente perfumado desde hacía casi una hora, y la verdad es que le resultaba muy tedioso tener que permanecer de pie junto a la puerta. De pronto, la presencia de la señorita Windsord-Hancock acompañada por otras dos damas y dos caballeros más atrajo su atención, especialmente cuando uno de ellos saludó a su señor con la cabeza. No le conocía de nada, pero tampoco le sonaba que le hubieran hablado de él. ¿El prometido de una de esas tres mujeres? Tal vez. Pero la calidad de su traje daba mucho en que pensar: ¿Un hombre de condición modesta tal vez? Se acercó un paso y susurró al oído a su señor:

-Milord, iré a ver quienes son. Si os cansáis, recordad que es el invitado el que debe buscar al anfitrión según el protocolo, y no al revés. El mayordomo puede recoger sus invitaciones y recibirles en la puerta...

Añadió un "disculpad", y comenzó a caminar con paso suave y sin dar grandes zancadas, al aire relajado y distraído. Era un alivio para las piernas tener algo de actividad, pues aunque se podría comparar a una guardia del servicio militar, comunmente uno no debe pasarse las mismas recibiendo con una sonrisa a los invitados y cierto nerviosismo al tener la certeza de que no se los conoce de nada.

El ambiente se animaba, sobretodo en la antesala, ya que aún era pronto para bailar (por lo que los músicos solo tocaban piezas ambientales). Era de mala educación comenzar un baile sin que la mayoría de los invitados estuvieran presentes, aunque ya había muchos allí. A decir verdad, le sorprendía la cantidad de gente notable y digna de ser invitada que albergaba aquella bella región.

Los criados iban sirviendo bebidas y canapés de exquisito gusto y laboriosa preparación, como no podía ser menos en aquella casa tan notable. Patrick se tomó un momento mientras fingía arreglarse los puños de la camisa, curioso. Todo aquello era similar a un gran tablero de ajedrez, con las fichas dispuestas de modo presuntamente aleatorio pero agrupadas conforme parentesco y afinidad, al menos en un principio. Había damas de todas las edades, sin que ello importara a la hora de ser las principales directoras de animadas conversaciones donde se ponía al día a las amistades y se alababa aquella fiesta y todo lo que se esperaba de ella. También había caballeros, y comunmente estos se mantenían más serios y formales en presencia de las damas, o bien mantenían conversaciones de distinta índole entre ellos o sus amistades, al más puro estilo de un club de caballeros.

No perdió de vista a las señoritas Cornwell y el lugar que escogieron para reunirse, y no olvidó que debería ir a presentarles sus respetos. Anabel estaba bella, muy bella, tanto como el resto de sus hermanas, que a veces pensaba que eran ángeles caídos del cielo para alegrar su pobre e irlandesa vista con un espectáculo de belleza y donaire sin parangón. Respiró hondo, sintiendo la música y el ambiente, y por primera vez en mucho tiempo se sintió agradado de estar en un sitio así. Aquella noche, y ante aquella gente, no era el teniente guardaespaldas ni el lacayo eficiente que otra gente conoció en Portugal, España, Francia o las mismas Islas Británicas. Aquella noche él era el misterioso señor Collins, que había preparado aquella fiesta con esmero para presentar la llegada de lord Heddington... Y por Dios que tendría que aprovechar aquella oportunidad.

Tomó una copa de la bandeja que pasaba, se la bebió discretamente en dos tragos (él era irlandés en muchos sentidos) y al verse reconfortado por el líquido dejó la copa en la bandeja e hizo un gesto a dos de los criados que llevaban sendas bandejas: canapés y bebidas. Tomó otra copa, esta convenientemente llena para dar una buena imagen, y les dijo escuetamente:

-Acompáñenme a servir a aquellas damas y caballeros del diván.

Dejó que los criados se acercaran primero, ofreciendo el ágape a los invitados. Él se acercó entonces unos pasos más, colocándose en medio y bien a la vista.

-Espero que disfruten de la velada, en todo momento -les dijo. Se refirió ahora a la señorita Mary Ann, mirándola- Milady, es un placer verla de nuevo, aunque temo que no me han presentado a sus acompañantes.

Cargando editor
06/01/2009, 02:12
Mary Ann Windsor-Hancock

Notas de juego

sorry tengo dudas

Cita:

Señorita Windsor-Hancock, una ligera y formal inclinación de cabeza, permítame agradecerle el hecho de que haya tenido la deferencia de acordarse de mi primo y yo e invitarnos a tan magnífico evento, ahora le sonrío mirándola de frente, y permítame también añadir que está usted realmente espléndida eso se lo dirás a todas, seguro que lo piensa, puesto que decir lo contrario sería inapropiado, debería saber que el don de lo oportuno nunca me fue concedido.

a qué hermana se refiere?

Cita:

Por supuesto me acerco a saludar a las hermanas Windsor-Hancok, aunque dejando evidentemente el peso de la conversacion con la mayor de ellas a mi primo, por su evidente interes en esa conversacion, entreteniendome un poco mas con la menor de ellas, Mary-Ann

yo soy la mayor ;)

Cargando editor
06/01/2009, 13:32
Patrick Collins

Notas de juego

Desde mi punto de vista, creo que Jean Antoine habla con Claire, porque esta ya le ha respondido. En cuanto a lo de ser la mayor, simplemente Ithaqua tiene que cambiarlo en su narración.

No tiene más vuelta de hoja.

Cargando editor
06/01/2009, 23:02
Grégoire Byrne

Notas de juego

y por que nole haria caso a coco cuando lo explicaba en barrio sesamo... ya ta cambiado

Cargando editor
07/01/2009, 00:55
Jean Antoine Lésdiguièrs

Idea de su hermana, dejando bien claro quien es quien, la misma que reclamaba sinceridad, ella lo había sido, eso era evidente, si estás aquí no es por mí, No dude por instante que mis palabras son auténticas, los elogios gratuitos no son mi especialidad Desprevenido, tomé una copa un poco más tarde que ella y repetí el gesto del brindis, sin saber muy bien si debía hacerlo o no, si sólo esperaba algo figurativo, puede que las cosas aquí fueran diferentes a Francia.

No te engañes Jean, por mucho que te esfuerces, siempre encontrarán por donde pillarte fuera de lugar, me siento algo estúpido con aquella copa que ni siquiera sabía lo que contenía en la mano, mirando a aquella jovencita. Debo recordarme que las mujeres sólo ocasionan problemas, o por lo menos más que satisfacciones, especialmente cuando están en otro nivel.

No se me escapa la mirada a las hermanas Cornwell, ahora si que la incomodidad empieza a conquistarme, carraspeo ligeramente y bebo un sorbo del decorativo recipiente, el fino cristal probablemente valga más que alquilar una habitación donde dormir durante un mes, no es esto lo que deseo, quizás debiera escribir sobre la vida misma.

¿Conoce usted a las señoritas Cornwell, señorita Windsor? pregunto en un desesperado intento por aparentar saber estar, desviando mi mirada hacia ellas, esquivando la de la chica.

La voz de un caballero desconocido resonó cerca de la primo, captando mi atención de manera inevitable. Un hombre de aspecto imponente, sin miedo a que lo miren, a ser el centro de atención, tal vez con un par de copas más y algo de confianza me atreviera a hacer algo similar, pero más vale ser prudente, quiero poder alimentarme durante los meses siguientes, y la joven que tengo delante podría decidir sobre mi futuro con las misma banalidad que espanta a un pesado mosquito en una noche de verano.

Cargando editor
07/01/2009, 18:14
Claire Windsor-Hancock

Estaba escuchando a mi profesor de francés, quizás después de todo fuera honesto o quizás no, demasiadas miradas interesadas tenía encima y yo podía ser casi una niña pero no era tonta; le sonreí cordialmente, era sin duda un hombre interesante pero parecía que no compartíamos gustos o al menos eso quería creer, la atracción era más fácil de ocultar si lo creía así. Entonces justo a tiempo para no responder eso, se presentó un caballero de gran porte, no le conocía pero mi hermana sí, sin embargo al ver su silencio no quise hacer esperar al caballero.

-Un placer, señor... Bueno, yo soy Claire Windsor-Hancock, hermana menor de Mary Ann y los caballeros aquí presentes son, Jean Antoine Lésdiguièrs, mi profesor de francés y su primo el señor Grégoire Byrne.

Hice una sutil y graciosa reverencia, bien enseñada, bien aprendida; ahora sólo restaba que él nos dijera quién era pues a mi hermana parecían haberle comido la lengua los ratones, así que rocé su brazo lentamente para que reaccionara y no me dejara a solas con tanto caballero, sin duda ella sabría reincorporarse a la conversación pues yo le conocía demasiado bien; siempre era el alma de las fiestas.

Cargando editor
07/01/2009, 19:47
Patrick Collins

La señorita Claire respondió, rompiendo el silencio de su hermana. Patrick pudo escuchar su timbre de voz, y ver su rostro rubio y coqueto mientras le hablaba. Le recordaba a su hermana mayor, con aquella sonrisa afable en los labios.

Reaccionó ante las presentaciones, comprendiendo que ella era la hermana de la señorita Mary Ann, y por lo tanto un miembro de la nobleza que merecía su respeto. Inclinó la cabeza, despacio.

-Patrick Collins, milady -contestó- Ex-teniente del ejército de su majestad en la Campaña Peninsular, actualmente administrador de Skylands Manor supeditado a mi señor y, por así decirlo, su mano derecha.

Volvió a ponerse erguido, y jugó un momento con la copa en la mano, mirando a los caballeros e inclinando levemente la cabeza, como dando a entender que la presentación era también para ellos. Los estudió un mometo, curioso y reflexivo, como si intentara despejar un enigma que le había asaltado de pronto. Y así era. Sonrió un poco, para que la pregunta resultara afable a aquel hombre.

-Permítame el atrevimiento, señor Lésdiguièrs, de preguntarle si es usted realista o republicano. Doy por hecho, corríjame si me equivoco, que es usted francés.

Cargando editor
07/01/2009, 22:27
Elizabeth Cornwell

La menor de las Cornwell entró junto a sus hermanas, con la mirada baja.
Odiaba estar allí, vestida así, y entre tanta gente que no conocía y que, posiblemente, no querría nunca conocer...

Pero a su madre, ese tipo de cosas le hacían feliz... Así pues, respiró hondo, alzó la mirada al frente, y sonrió tenuemente cuando su progenitora estalló en júbilo entre tanta riqueza y fineza...

Elizabeth observó a un lado y a otro. Reconoció algunas caras, saludó cortesmente a aquéllos que se acercaban y regaló sonrisas ensayadas a quienes las necesitara.
Desde luego, hoy se sentía generosa (además de aburrida), y con ganas de no estropear a sus hermanas la noche, pese a que ellas la hubiesen obligado "cruel e injustamente" (o al menos así lo era en su particular visión de las cosas) a vestir en tonos claros un vestido que jamás había pensado en llevar...
Aunque... Debía reconocer... Que no le quedaba del todo mal...

Cuando por fin la tensión inicial de los saludos culminó, y sus hermanas restaban distraídas, Liz se escabulló entre el gentío, y salió a respirar el aire fresco de la noche...

Al menos durante algunos segundos, al menos, mientras no se notase su falta, y el bullicio de las charlas encubrieran su marcha...

"Pronto deberé volver y ser fuerte... Nunca pensé que este tipo de cosas fuera tan... Tan... Inhóspitas..."

Estaba claro que aún le costaba mantener las formas... Pero, al menos, se esforzaba...

Notas de juego