Partida Rol por web

A Partir de Ahora.

Capítulo III

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11/07/2009, 01:55
Elizabeth Cornwell

Elizabeth observa cómo el ruso la toma del brazo, la suelta, y se disculpa.

La invita sentarse a su lado, pero ella se mantiene de pie, al menos durante un momento. Luego se lleva una mano a la cabeza, y acaba por sentarse, para luego, casi al momento, alzarse otra vez...

-Discúlpeme... Creo que debería ir a ver a mi hermana... A.. Las dos... Claro...-Se la ve algo confundida, mientras se vuelve a llevar la mano a la cabeza...-Quizás en otro momento pueda acompañarle a... Ver... "nuestros santos"... Aunque no creo en ellos... Se lo advierto desde ya...-sonríe de forma extraña, casi amarga, para luego añadir:-...Gracias por haber hecho lo que ha hecho por nosotras...

Tras lo cual comienza a alejarse, despacio...

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11/07/2009, 06:54
Susanne Cornwell

Aqul repentino dolor en el pecho la había hecho perder el conocimiento. Apenas y tuvo fuerzas para abandonar el carruaje y pedir ayuda al cochero o mejor dicho a aquella silueta masculina que ella creyó era el cochero. El dolor fue tan intenso que hizo que le faltara el aire, el último pensamiento de Sue fue "Mamá, por favor, no me lleves contigo... no me quiero morir..."

Minutos antes, cuando el dolor recién comenzaba no le prestó atención, pero cuando éste se hizo más intenso estuvo segura que lo que fallaba era su corazón, cierto es que no era una conocedora y que seguramente se equivocaba, pero en Londres un hombre había muerto frente a sus ojos víctima de un ataque e incluso en la tienda había oído a hombres, que tenían problemas cardíacos, comentar sobre los síntomas.

Quizás fuese sugestión, hipocondría como había oído mencionar a un médico, pero el dolor era real, lo sintió al punto que le nubló la vista. Dios quiera que no fuese aquello de lo que Sue estaba tan segura antes de perder el conocimiento, porque si sus sospechas resultaban ser ciertas literalmente, a ella y sus hermanas, les llovería sobre mojado.

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18/07/2009, 07:24

Susanne abrió los ojos y vió la Iglesia nítida nuevamente. El cielo raso, custodiado por ángeles pintados, la miraba. Sus manos eran sostenidas por Elizabeth, quien con ojos llenos de lágrimas, le dijo:

-¡Hermana!

Anabel dejó de prestar atención al médico de corazón vil que los había enclaustrado en ese lugar y fue directamente hacia su hermana. Collins miraba todo desde cierta distancia, aún no había decidido rendirse. Su señor Francis estaba callado, se veía por primera vez una mirada de derrota, como si esta fuera la primer oportunidad en la que alguien había tenido más poder que su propia persona, un acaudalado señor de Londres.

Claire estaba junto a Mary Ann, ambas atónitas ante todo lo que sucedía. Sus ojos paseaban desde la puerta custodiada como si los presentes fueran unos viles criminales, a las caras de todos los prejudicacos, que parecían titubear entre resistirse o esperar un tiempo prudencial. La firma de la reina era algo importante. Hasta el doctor Robins parecía no saber muy bien qué hacer.

Collins entonces se dedicó a preguntarle al párroco sobre si había un aposento más indicado para la señorita Cronwell. Mientras tanto, el señor Avon esperaba una oportunidad de hacer algo. Todos debatían decisiones, más en su propia mente que en la realidad ya que la situación los superaba a todos.

Entonces el doctor Vinthevill se despidió dando media vuelta, fue allí que se escuchó la voz de Robins quién había estado tratando de ayudar a Susanne a cobrar la conciencia, afortunadamente con éxito.

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18/07/2009, 07:33
Dr. Robins

-¡Con la firma o no de su majestad... voy a llegar al fondo de ésto! ¡No puede hacer ésto usted! Todas las personas en este recinto estarán expuestas al contagio, incluso mi propia persona. Y dígame, señor Ned Vinthevill, ¿qué le dirá a vuestra majestad cuando pregunte por qué se expuso a los propios médicos de este poblado a una enfermedad hasta ahora desconocida? ¿Qué dirá nuestra querida reina cuando vea ante sí al menos a treinta personas sin vida, algunos de ellos gente de suma importancia política y económica, otros mujeres indefensas, otros miembros de la Santa Iglesia, cuando dentro de tres días, como usted bien dice, nos saque de aquí?

Acercándose un par de pasos y siendo detenido por los soldados.

-¿Y qué dirá usted, mi buen colega, que ya ha sido expuesto a la infección por su torpeza desmedida?

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18/07/2009, 07:38

La taberna estaba bulliciosa pero menos de lo habitual. La tormenta insistente no dejaba de empañar las ventanas. Una mujer, sentada en la punta de una mesa, disfrutaba de una bebida, sus ojos estaban opacados. Parecía hablar consigo misma, en voz tenue sin importar quien escuchara o no.

Edmunds estaba cerca, con un poco de cerveza entre sus manos. Había venido a Windfield con la esperanza de encontrar mejor fortuna o alguna fortuna en todo caso. Tenía para vivir el día a día, sin lujos ni mucho menos, pero conservaba la esperanza de encontrar algún trabajo. Era su segundo día en el poblado y le parecía un lugar muy bonito, alejado de la suciedad urbana: prados verdes, paisajes como pintados, y gente afable, sin embargo, el día de hoy parecía ser que no era solamente el cielo lo que estaba gris.

En la misma mesa, otro caballero de cabellos rubios bebe un poco de vino en silencio. Las luces de un candelabro, encima de la mesa, le dan a su cara un tono fantasmal. Está ensimismado en sus pensamientos. Hace un poco más de una semana ha llegado al pueblo y ha conseguido tareas cuidando la caballeriza de una de las familias adineradas de la sociedad: los Hancock. Sin embargo, no ha llegado a ser presentado a las dos damas que están a cargo de la mansión, ya que ellas llegaron unos días después. Hoy, sin embargo, espera una cita con una de las sirvientas. Una hermosa joven llamada Beth. Sin embargo, por ahora, su única compañía es ese otro caballero y la señora, que sigue revolviendo su té y murmurando con tristeza.

Notas de juego

No se olviden de tildar sólo a los que están indicados en la conversación. Cualquier duda aquí estoy.

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18/07/2009, 07:49

El día de ayer Lord Byron llegó finalmente a una de sus casas de verano, ésta se halla en Windfield y es una hermosa mansión victoriana. Los sirvientes todavía están desempacando pero el señor no tiene paciencia para quedarse sentado, aunque llueve, el paisaje de la campiña invita a salir. Así que decide dar una caminata pero ve que las precipitaciones son demasiado abundantes para dar más de unos pocos pasos sin llenarse las botas de lodo. Con irritación, vuelve sobre sus pasos y se contenta con sentarse en un sillón de terciopelo bordó, mientras pide una copa de brandy. Deberá esperar un poco más, otro día quizá. No es tanto, pero al señor le parece insoportable. Espera que Windfield tenga un mejor clima que sólo la lluvia.

Entonces siente un golpe a su puerta. El ama de llaves va a atender y Byron se pregunta quién podrá ser la visita. La mujer vuelve unos segundos después diciendo:

-Señor, una mujer pide verlo, dice que es urgente. No la conozco milord, pero dice ser chaperona de una de las señoritas Hancock. Usted sabe unas de las familias ricas de aquí.

El ama de llaves sabe muy bien que su señor sabe poco y nada de aquí, así que para hacérselo más fácil, continúa.

-Señor insiste que desea verlo. Dice que es una emergencia. ¿La hago pasar?

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18/07/2009, 12:06
Edmund Banks

Edmund se acerca con paso lento hacia el caballero, haciendo una leve reverencia ante él.

- ¿Le importaría que le acompañara al tomar el vino, o desea seguir a solas? Nunca me ha gustado en exceso beber, y a solas me resulta aburrido. ¿Bien?

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18/07/2009, 23:35
Damien Louis de Murvile

- Por supuesto sientese, - señalo frente a mi -  me llamo Damien. - me presento asintiendo gravemente alzando la copa de vino.

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18/07/2009, 23:55
Edmund Banks

- Edmund- responde éste alzando su copa como respuesta al gesto del otro- ¿Sois de la ciudad? Yo no- menea la cabeza levemente, antes de sonreir a Damien- Y ya empiezo a arrepentirme de haber venido. Supongo que sólo se tratará de acostumbrarse.

 

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19/07/2009, 01:54
Damien Louis de Murvile

- No, soy de Francia... - niego con la cabeza cerrando los ojos, como si recordar mi proveniencia me causa un gran dolor - Apenas llevo una semana en esta aldea; - continuo tras dar un sorbo de mi copa - Pero es un lugar agradable, supongo que si, es solo acostumbrarse. - sonrio asintiendo y volviendo a beber - ¿Y que le trae a Windfield, Edmund? - termino preguntando mientras llamo a la camarera mostrando mi copa vacia.

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19/07/2009, 03:48
Ethan Byron
Sólo para el director

     El motivo de su estancia era precisamente evitar aquello, estar recluido entre cuatro paredes en una habitación a solas, un habitáculo que se construía demasiado vasto para su comodidad. La campiña ofrecía buenas vistas, un paraje de ensueño inclujo bajo la intensa lluvia, o quizás más. No afirmaría en público, y nisiquiera en privado que gustaba de sentirla sobre su piel, golpeandole con dureza y refrescando, de alguna forma, sus ideas, despejando su mente como hacía con el aire viciado de la ciudad.  Se sentó a degustar una copa de buen Brandy, pero no pudo permanecer sentado más de dos minutos, obligando a sus piernas, algo cansadas a alzarse y negar la flexión para acercarse hasta uno de los grandes ventanales que le brindaba una vista privilegiada a la hierba húmeda y frondosa, y al cielo encapotado con la cólera de los mismos dioses. Y aquel cuadro no podía sino hacerle fruncir el ceño, y aunque levemente encontrase cierto gusto por aquel clima tan particular y común en Inglaterra, lo oteaba desde el interior de la mansión con melancolía.

 El ruido interrumpe la divagación de sus pensamientos y sus labios se aprietan, firmes, severos, finos y casi ocultos en una mueca de enfado, enarca su ceja derecha y mira de reojo formando arrugas en su ceño. Sus ojos, penetrantes atraviesan como una saeta mortal a la ama de llaves.

  No me molestes.

 Insinuó con sus pupilas pequeñas, negras y dolorosas. Bien poco le interesaban ahora las mendicidades, que ya había pasado por esto otras veces y no había alcanzado su posición por ir regalando tierras o dones, sino con ingenio. ¿Qué podría traer a una mujer desconocida a su casa bajo aquella tormentosa lluvia? Sólo engaños y embelecos.

  Resopló, algo más común entre los caballos que entre los nobles, pero lo hizo con el talante y la sutilidad propias de alguien de su porte, alzó el mentón, sin apartar la mirada de aquella criada. Y dando el que sería su último sorbo de Brandy depositó sobre uno de aquellos muebles de madera oscura su copa, miró con lo que podría llamarse odio a la sirvienta y asintió retorciendo las cejas en una expresión que hubiese parecido cómica, en una lucha interior poco común en el Señor.

 - ...Está bien. Que pase. - A pesar de hacerse de rogar, accedió. La esperaría junto al alfeizar de la ventana, con las manos entrecruzadas a su espalda, observando, como estaba la campiña.

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19/07/2009, 12:48
Edmund Banks

Cubre su copa con la mano, negando con una sonrisa a la camarera, antes de contestar a su acompañante:

- Pues buscar fortuna- se rie un poco- trabajo, en realidad busco trabajo en la ciudad y de momento no me va muy bien. Supuse que debía salir de la campiña, pero quizás ya sea un poco viejo para los cambios. ¿Y a vos? ¿Qué os ha traido tan lejos de vuestra tierra?

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19/07/2009, 14:14
Damien Louis de Murvile

Lo mismo que a usted, monsieur. - asiento volviendo a beber tras lanzar una sonrisa de agradecimiento a la camarera, que es bastante hermosa por cierto - Trabajo. - explico recostandome un poco en mi butaca - En Francia las cosas no van muy bien... Así que aquí estoy. - termino brindando de nuevo y volviendo a beber.

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19/07/2009, 20:08
Anabel Cornwell

Anabel permanece sentada en su sitio, con la cabeza de su hermana recostada en su regazo mientras le aparta el cabello de la cara para que no le moleste. Collins se ha marchado a preguntarle al párroco por un sitio más adecuado y todavía no ha vuelto, cosa extraña ya que la iglesia no es tan grande, pero no le queda más remedio que esperar.

Lo que no se esperaba, y probablemente ninguno de los presentes, es que el doctor Robins decida acometer contra esos hombres. Primero se muestra un poco perpleja, pero enseguida reacciona.
-El doctor tiene razón. Tanto usted cómo sus hombres son ahora portadores potenciales así que obedeciendo la sentencia que ustedes mismos portan... deberán hacernos compañía- se gira hacia ellos un momento, pero no demasiado. La verdad es que no le interesa en absoluto sus reacciones, ni siquiera le agrada la idea de que se queden con ellos, pero será una buena forma de que Vinthevill pruebe un poco de su propia medicina... ¿y quién sabe? quizá la próxima vez se lo piense mejor, o sencillamente sea más cauto.

Aún así, Anabel duda bastante que esos hombres tengan el valor y el honor suficiente para asumir su error.

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19/07/2009, 22:17
Padre Thomas

-Sí, hijo... las puertas que dan detrás del altar. Dos para ser exactos dan al interior de la Iglesia, lugar de nuestros cuartos y biblioteca. Puedes llevar a la señorita hasta una de las habitaciones. Aunque no sé si sea prudente esperar primero que ese doctor... si es que lo es, se retire. Realmente hijo, esa es una oveja descarriada.

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19/07/2009, 22:19
Lady Esme

En medio de la conversación, los caballeros ven que la dama, que dejó de revolver su té, los mira y dice:

-En la Iglesia, santo cielo... no pueden hacerles eso. En la Iglesia, ese médico del demonio, ese trúan... no puede hacer eso ¿verdad?

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19/07/2009, 22:24
Damien Louis de Murvile

- ¿El que mademoiselle? - pregunto algo extrañado incorporandome con ligereza para prestar mejor atención a la vieja dama - ¿Puedo ayudarle en algo? - termino preguntando observando a la mujer.

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19/07/2009, 22:29
Patrick Collins
Sólo para el director

Patrick escuchó lo que decía el párroco. Admiraba a un tipo con esa fortaleza moral tal como para estar en medio de una debacle tan surrealista como la que estaban viviendo, y tomársela con una parsimonia aparente, y un afán de entrega y servicio a los demás. Había conocido a muchos sacerdotes viles, que bendecían con la mano derecha y se adueñaban de lo ajeno con la izquierda, con pocos escrúpulos y mentalidad cerrada. Pero aquel hombre parecía diferente. Escuchó el comentario que dedicó para con el doctor Vinthevill y se sonrió, apenas con una mueca sarcástica.

-En efecto, padre, en efecto.

Se giró e inclinó la cabeza.

-Gracias por su buena disposición.

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19/07/2009, 23:59
Edmund Banks

- ¿Señora?. Hable pronto, por el amor de Dios, ¿qué dice que está ocurriendo en la Iglesia?- Edmund se levanta a la par que Damien, acercándose a la dama.

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20/07/2009, 06:59
Susanne Cornwell

Sue miró a sus hermanas, sus rostros de preocupación, las lágrimas de Elizabeth y no puede sino sentirse culpable. Culpable por su debilidad, por seguir enferma, por no ser todo lo fuerte que se necesitaba, por estar arruinando el velorio de su madre en circunstancias que en ella debía centrarse toda la atención de las hermanas y sin embargo era Sue quien estaba captándola, sin siquiera quererlo y estropeando, de paso, el último adiós a su madre.

Pero en eso escuchó las palabras del doctor Robins y lo que enseguida dijo Anabel. No entendía nada, no tenía ni idea de lo que estaba pasando, lo único que tenía claro es que fuera lo que fuera, bueno no era. Hizo un esfuerzo para incorporarse y lo consiguió, ya sentada miró tanto a Anabel como a Elizabeth e incluso a Patrick con gesto interrogante.

-¿Qué es lo que está pasando? -preguntó alzando la voz lo suficiente para que aquellos que estaban más próximos a ella la oyeran.