Partida Rol por web

La mujer explica que su gato es gris, y término medio en cuestión de tamaño. Alexander le pregunta si sabe por donde puede estar pero la mujer simplemente dice que salió corriendo por el jardín. La tormenta ahora ha aumentado su intensidad y los vientos, cargados de gotas frías, llenan la ropa del muchacho. Decide caminar un poco alrededor de la casa y, entonces, siente un maullido. Nota que el gatito está subido a un árbol bastante alto. Será peligroso subir considerando la cantidad de agua que cae del tronco.

Su cabeza se hace para arriba y cierra los ojos, soltando un pequeño alarido de queja, luego mira el árbol cuidadosamente y se impulsa para agarrarse a la rama mas cercana y resistente a la vista, la rama se tuerce y cruje un poco ante el peso del ruso, pero parece aguantar... solo tiene que seguir subiendo...

Alexander llega a apenas a la mitad de la subida cuando unas de las ramas se tuerce y hace que su mano derecha se resbale. Se escucha la voz de la señora desde abajo gritando algo así como cuidado. Pero ya es tarde, el joven da de lleno contra el lodo. Por si eso fuera poco, ve que el gato está a punto de caerse de la copa.

-Oh Dios mi gatiiito, mi gatito se va a caer!!!!

Dice unas palabras en ruso, al parecer mal sonantes por el tono y el momento, cuando escucha gritar a la mujer, trata de pararse rápidamente, y calcular donde puede caer el gato para atraparlo con sus manos

La mujer corre al ver al gato enterrado en medio del lodo. Alexander no sabe que decir simplemente calculo mal. Aún no sabe si el gato está muerto pero no se mueve. La señora lo pone en sus brazos y comienza a llorar con desconsuelo. Es entonces que el chico ve que unas de sus patitas tiene un pequeño movimiento.

Alexander hace una sonrisa mostrando todos los dientes de a ver metido la pata... ve sobre el hombro de la señora, el movimiento de la pata...
-Dios, que no se un movimiento reflejo y todavía este vivo...
-Señora, tengo un amigo biólogo animal, seguro que puede ayudar a su gato... si me lo permite se lo levare a el, ahora mismo

Patrick sintió que el mundo en ese momento se le venía encima. ¿Irse de allí? Eso le alejaría de ella... Parpadeó un momento, pensativo. Después de todo, iba a ser muy difícil que aquello saliera adelante.

-Comprendo -dijo- ¿Volveremos a Londres?

-Claro que volveremos. Pero aun no- explicó.- Tenemos asuntos que tratar aquí, te recuerdo que para eso vinimos en un primer momento.

El barón bostezó, el día había sido largo y todos estaban cansados.

Se acercó a Patrick y le puso el brazo sobre los hombros mientras le instaba a caminar hacia las habitaciones.

-Vaya, vaya, así que Sussane Cornwell.- le dijo cuando se hallaban lejos de los oídos indiscretos de los sirvientes.-  y yo que pensaba que la que te gustaba era su hermana Anabel...

Elizabeth, preocupada, miró a Anabel...

-¿Qué hacemos...? ¿Traigo algo con qué mojarle la frente?-Preguntó, angustiada...

¿Cómo podía ser que algo que iba mal acabara peor? Y, además, ¿en qué momento Sue tomó frío o se mojó tanto como para acabar así?

Liz negó levemente... Esperaba que pasara pronto y que todo se solucionara con normalidad... O de lo contrario...

Se mordió el labio inferior, inquieta. No quería pensar siquiera qué podía pasar en caso contrario...

-Sí... trae un cuenco con agua y un par de paños, después acuéstate yo me encargaré de velarla- respondió con cierta sequedad Anabel, dejando que la menor de las Cornwell fuera a por lo que le había pedido para después tapar mejor a Sue con un hondo suspiro. Después de todo quizá el desmayo no fue tan futil como parecía.

Elisabeth no tardó demasiado en regresar, y Anabel recibió los escasos utensilios dejándolos en la mesita junto a la cama de su hermana mediana.
-Ve a dormir, mañana te tocará atender la boutique sola... a menos que Sue se recupere- le deseó buenas noches y la besó en la mejilla para después empezar a secar el rostro de Susanne y finalmente colocarle uno de los paños debidamente humedecidos en la frente.

Tras esto, acercó una silla a la cama y tomó una novela, preparándose así para una larga, larga noche... pues ella también estaba cansada como la que más, pero tendría que resistirse al sueño.

Me desperté muy temprano por la mañana, ya que apenas había podido pegar ojo pero no salí de la cama, además, no podía porque me dolía mucho el pie. Mi hermana seguramente dormía plácidamente en su habitación. Una de las sirvientas vino a verme al notar luz en mi habitación, le pedí que no llamara a mi hermana y que hiciera llamar al médico de una vez, así no perdíamos tiempo.

El indicio de movimiento de la pata del gato dió al joven Alexander renovadas esperanzas, después de todo todavía había una oportunidad. Miro a la señora y preguntó sobre el veterinario de Windfield. Parecía que el hombre vivía a unos cuantos kilómetros de donde se hallaban. Podría tomar al gatito, envuelto en unos trapos que lo mantendrían tibio y emprender el galope hacia la zona. Viendo el estado en el cual se encontraba el animal, no sería raro que lo atendiera.

- Joven, simplemente pregunte por el doctor Woods... es el único veterinario del pueblo. Dígale que viene de parte de Lady Esme, sé que lo atenderá. No sé cómo agradecerle buen señor, realmente no tengo palabras...

La lluvia sigue golpeando con fuerza el terreno mientras Alexander decide qué hacer.

lluvia

Lizzy se retira, dejando a Anabel sola con Susanne. Al pasar por el cuarto de la madre quiere constatar que está durmiendo plácidamente, pero nota un movimiento inquieto en la cama. Se acerca y la llama con suave voz.

-¿Madre?

Pone una mano sobre la frente para constatar los mismos síntomas que sufre la hermana: la piel ardiente, las gotas frías de sudor y unos pequeños temblores. Elizabeth se queda horrorizada y corre a contarle a Anabel.

"Quizá sea una epidemia", piensa con gran desconsuelo. 

Claire se despierta a la mañana siguiente, descorre la sábana y comprueba que el tobillo está bastante hinchado. Mary Ann aún duerme y la joven prefiere que sea así. Cuando una de las criadas entra, ella le pide que vaya a buscar al doctor del pueblo, no sabe muy bien quien es o donde encontrarle así que le pregunta a su mucama si ella tiene dicha información.

-Oh sí señora, es el doctor Robins. Iré a decirle a uno de los muchachos que lo vaya a buscar señorita, si así lo desea. ¿No desee que llame a Mary Ann? -la sirvienta mira hacia la otra habitación.

-Disculpe que la importune pero no sé, su hermana me parece que tenía una pesadilla hace sólo un rato...

Jean la miraba con ojos comprensivos, sus fuertes manos le sujetaban la cintura mientras danzaban al compás de un vals. Eran el centro de todas las miradas, pero eso no le preocupaba a Mary Ann, era un hombre apuesto. La música seguía y seguía, su vestido se elevaba en ondas de brillantez al ritmo de los compases de la orquesta. Entonces sintió la lluvia, la misma comenzó a desatarse con fuerza. Entro por las ventanas, las puertas, se deslizó por el suelo.

lluvia

"¿Dónde está Claire?", pensó y la buscó por todo el salón, pero no la hallaba.

-Jean, mi hermana, ¿dónde está? Mi querida Claire.

Jean sólo reía complaciente. Y el agua entraba y ya había llegado a la cintura de la joven.

Desesperada, y llena de sudor, se despertó gritando en su cama. Claire estaba en la otra habitación. Esperó a que el corazón volviese a su ritmo y se preguntó que signficaba aquella pesadilla.

El señor Avon se levantó temprano, recién el sol asomaba por el cielo que aún permanecía lleno de oscuras nubes. Miró por la ventana por la que la otra noche había divisado algo de movimiento. Notó, en el jardín, a un par de mozos trabajando y a una criada que estaba entrando una jarra llena de agua cristalina. Aún caían algunas gotas y Avon prefirió esperar un poco para ir a hacer la cabalgata cotidiana de las mañanas y llenarse los pulmones del aire de Windfield. Tenía pensado ir a tomar el té a lo de las chicas Cronwel más tarde, así que pasaría primero por el pueblo.

 Entonces notó a otra criada salir de la casa de enfrente. Viéndola tan apurada que la muchacha se tropezó, el joven salió a ofrecerle su ayuda.

-¡Disculpe! -espetó Avon -¿¡Está usted bien!?

-Oh, muchas gracias buen señor. Simplemente le iba a avisar a uno de los mozos que vaya a buscar al doctor Robins al pueblo. Ya sabe la señorita Claire tiene el tobillo bien hinchado. Disculpe pero debo ir a dar el aviso.

Jean se despertó en la misma posición en la que se había recostado la noche anterior. Grégoire aún dormía como un lirón así que el joven profesor de francés pensó en cual sería la mejor forma de pasar el día, que recién comenzaba. Se lavó las manos y la cara con la vasinilla que había en su cuarto y se vistió para salir a caminar. Era sábado así que hasta el lunes no iría a la mansión de las señoritas a enseñar sus clases de francés. Tenía todo el día de hoy y de mañana para sí mismo. Necesitaba trabajar, pero tenía dinero como para estar un mes sin necesidad. De todos modos no era bueno dejar todo para tan tarde. Era bueno haber conseguido el empleo.

-¿Jean? -era Grégoire que había abierto los ojos. Se levantó con torpeza, todavía estaba bastante dormido.

-Perdona, creo que anoche me hablaste pero no sé que me pasó. Estaba muy cansado. Creo que esto de la alta sociedad no me cae todavía muy bien.

Miró a su primo y agregó.

-¿Qué planes tienes para hoy?