Partida Rol por web

A Partir de Ahora.

Capítulo IV

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29/10/2009, 09:49
Mary Ann Windsor-Hancock

Mary Ann apenas podía lidiar con todo aquello, era demasiado, muerte, dolor, bestias... Parecía una de sus extensas novelas, las que leía en las tardes de otoño junto a la chimenea y que deseaba no acabaran nunca. Esta vez deseaba que se acabara cuanto antes, que desapareciera aquella terrorífica oscuridad y volviera a brillar el Sol y la alegría.

Unos gruñidos y rugidos la sacaron de sus meditaciones, la bestia estaba cerca. No había tiempo de vacilar ni de temer, solo de huir.

- Todo saldrá bien gritó a su hermana ¡Vamos! ¡Te llevaré a cuestas si no puedes andar bien! Hay que huir lo más rápido posible. Se volvió después hacia su acompañante y preguntó ¿Hacia donde vamos? Aunque Mary Ann había emprendido camino de casa, cegada por el miedo y el deseo de estar en casa sana y salva.

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29/10/2009, 23:47
Edmund Banks

Edmund está sirviendo el té, con la mirada inexpresiva. La inesperada declaración de amor del ruso hacia Elizabeth le ha dejado sin aliento, y le tiembla un poco la mano en el momento de posar la taza.

Mira a la joven, y se da cuenta de que realmente es muy joven. Sólo soy un viejo pretencioso al mirarla. Retira la vista rapidamente terminando de servir el té a los presentes.

En el momento en el que se sirve una taza a si mismo, encuentra fuerzas para hablar:

- No veo por qué está tan convencido de que la joven le rechazará. Aunque quizás sólo sea por el propio espíritu independiente que se le intuye. En fin, no dudo de que pasadas las emociones del día de hoy, tendrán tiempo para hablarlo.

Y yo para volver a mi casa y dejar de hacer el idiota.

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30/10/2009, 00:15
Patrick Collins

Ya habían llegado, pero eso no le tranquilizó, al menos no del todo. Aquella criatura seguía allí fuera, y ellos habían burlado una cuarentena ordenada por la mismísima reina. Aquella historia podía no tener un final muy feliz, y él lo sabía.

Sin posibilidad de rechistar, llevó a Susanne a su habitación, tanto porque la planta de arriba era más segura como porque necesitaba descansar. Y nada mejor que su propia habitación para hacerlo. El padre se mantuvo allí cerca, y eso pareció bastar para que las hermanas no estuvieran encima de él, ni se pusieran a la defensiva. Sabía que no les caía muy bien, y no las culpaba. Él solo era un irlandés bruto y que no entendía demasiado de modales. Aquella pobre chica no le merecía, en realidad. Pero él la amaba con locura, y eso era algo dificil de explicar.

La dejó arropada y apoyó el fusil contra la pared, cerca del marco de la ventana, echando una ojeada al exterior, silencioso. El padre Thomas se puso a preguntarle a ella si quería que le trajese algo de comer o beber, y si necesitaba paños y un cubo por si volvía a enfermar. Collins le estuvo mirando, y su perfil se veía diferente a la luz de la luna y en la semipenumbra de una lámpara de aceite encendida en el otro extremo de la habitación, en la mesita de Susanne.

Había conocido muchos hombres de Dios, y pocos merecían su respeto. Aquel no era más que el típico párroco arribista y acostumbrado a la buena vida en la campiña, rodeado de un rebaño de fieles que le respetaba y aguantaba su tono paternal y sus consejos con condescendencia. Pero él sabía que para dar consejos en esta vida, hay que haberla vivido antes. Y a juzgar por su reacción en la Iglesia, él no era de esa clase de hombres. Es más, había decidido abandonar su iglesia para salvar su propio pellejo. Los santos de la iglesia y otros mártires estarían orgullosos de él, seguro. Pero no podía culparle, él no. Al fin y al cabo, no dejaba de ser un ser humano que había vivido durante demasiados años las vidas ajenas como si fueran propias, como si el mundo terrenal fuera algo sin importancia. Ahora había aprendido una lección.

-Diga a las señoritas Cornwell que su hermana ya está en cama, y yo la estoy velando. Sea tan amable de llamar a mi señor lord Heddington también, padre.

Se quitó la engorrosa levita y la dejó en el respaldo de la mecedora que había junto a la ventana. Quedó en camisa y chaleco, y aún se arremangó la primera, encendiendo una vela y disponiéndola sobre un platillo a modo de linterna portátil. El padre ya se había ido, dejándoles solos. Entonces, la miró con una breve sonrisa, acercándose. Dejó el platillo sobre un arcón que había frente la cama, y tomó una de sus manos.

-¿Cómo te sientes, mi amor? - preguntó.

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30/10/2009, 01:35
Ethan Byron

 - Ocultemonos. - Afirmó Byron con un deje de voz serio y calculado, quizás aferrando la garganta con su voluntad para que pareciese seguro de si mismo mientras sus ojos, abiertos observaban la casa más cercana.

  Sin embargo, no apresuró el paso, aunque bien podía haberlo hecho ante la amenaza que los seguía o preparaba una emboscada unos pasos hacia adelante. Dicen que los lobos sólo atacan en manada y lo hacen cuando han rodeado por completo a su presa. Los ojos, redondos y sentidos de Byron buscaban con el giro lento y cauteloso de su cuello una figura que los persiguiera, y aquellos vistazos, observaba al soldado, su única protección y a Damien, aquel hombre del que tan poco sabría y a quien tan poco confiaría, sin embargo, en momentos como aquellos...¿tenía otra alternativa?

  Su voz resonó con mando, aunque se pudo antojar algo directa y dictatorial le trataba y miraba con el respeto merecido, algo realmente conmovedor.

 - Que no cunda el pánico. Permanezcamos unidos. - Sin dejar atrás a Claire, podría resultar un bastón para su camino, un apoyo, quizás innecesario para su cojera, pero si para el corazón del Lord que ahora se agitaba fuerte, latiendo en su pecho, golpeandolo con tanta fuerza que le parecía fuese a romperse de un momento a otro.

  Clavó su mirada, furtiva, seria y comprometida en aquel rostro angelical, sus labios se separaron apenas un centímetro para hablar, y su aliento, cálido se escapó entre ellos como si se tratase de su propia alma en aquel frio exterior, mientras su calzado se echaba a perder por la hierba encharchada y el frio recorría su cuerpo, aunque no tenía toda la culpa de sus constantes escalofrios. Que el blanco de su tez y sus vestimentas más le parecían las de un ser inocente, puro, divino que la de una muchacha, y su visión cambió, dejó de verla como una mujer demasiado joven para ser mujer, como si en vez de con los ojos de su semblante la observase con los ojos de su alma.

  Pudo permanecer sin aliento unos segundos, mientras caminaban, aunque su pecho ascendía y descendía por la inercia de los latidos de su corazón.

 - Lo hareis por mucho tiempo. Os doy mi palabra. - como se la dio a Louisa, aunque hace pocas horas no le importase nada este lugar, sus gentes, aunque hace poco...sólo desease descansar observando la campiña, pasear por ella en su caballo y disfrutar del aire puro. No lo necesitaba, no en aquel momento en el que era el aroma de aquella flor blanquecina la que inhundaba sus pulmones, y sintió que no necesitaba más, que a pesar de estar muerto de miedo estaba vivo...mucho más vivo de lo que nunca pudo estar su interior, siempre muerto, hastío...hosco...

   ...Gracias.

 Dijo a regañadientes para si. Y quiso ir más rápido, sus piernas le obligaban, aunque su corazón quisiese ir más despacio para poder observarla más tiempo, para grabar su rostro en su mente y no olvidarlo.

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30/10/2009, 05:23
Claire Windsor-Hancock

La voz de mi hermana por encima de los rugidos y del eminente peligro, me devolvió por unos instantes a la realidad. Sin duda habíamos pasado muchas cosas juntas pero aquella era la prueba de fuego, siempre nos habíamos querido pero esto iba mucho más allá de la sangre. Me atreví a sonreír porque era lo que Mary Ann con sus palabras y vehemencia provocaba en mí, porque era lo que el señor Byron había empezado a sembrar en mí con su preocupación hacia nosotras.

-Lo sé, hermana, lo sé...

Pero no pude hablarle, no pude decirle. Sentí la necesidad de correr hasta ella y decirle cuánto le quería pero eso habría sido como una despedida y no estaba dispuesta a perderla a ella, ni a dejarme arrebatar la vida. Volví a mirar al joven caballero que me acompañaba, con ese par de ojos profundos en los que podría perderme por horas pero que en esos momentos no teníamos ni minutos siquiera,aparté mi mirada de la suya pues quizás era excesivo. Y entonces, no lo evité más.

-¡Mary Ann, no tienes que llevarme a rastras y... Y yo también te quiero! ¡Cuidad bien de ella Jean!

Nuevamente sonreí tan sólo y entonces solté el brazo de Byron, sólo para sujetar su mano con fuerza tras sus palabras de esperanza. Observé a Damien y le sonreí, no podían salir las cosas mal, todos éramos jóvenes y buenos o al menos eso creía y nos merecíamos una larga vida. Enlacé mis dedos con los de Lord Byron sin importar nada más y apuré el paso, no iba a morir atemorizada, no iba a morir sin sentirme dueña de mis actos, iba a morir con dignidad, rodeada de gente a la que de un modo u otro apreciaba, lo había decidido. Apuré el paso suavemente, tirando de él, sintiendo la tibieza de sus dedos abrazar la frialdad de los míos.

-Escondernos es una buena opción, asumo que en cualquier casa nos darán cobijo, además...-dije primero mirando a Ethan pero luego dirigiéndome a mi hermana unos pasos más adelante de nostros dos-¡Mary Ann, alguien tiene que conocernos!

Miré en derredor, buscando la casa más cercana y luego miré mis pies, estaban cansados y yo era una andrajosa, a mi padre le habría dado alguna enfermedad mortal de sólo vernos así a mi hermana y a mí pero en ese momento era lo que menos importaba, en realidad me importaba sólo mantenernos con vida todos los que habíamos salido de la iglesia rumbo a nuestra casa. Ahí, sujeta de su mano me di cuenta de dónde venía toda esa fuerza, ahí caminando a su lado me di cuenta que ya no era la misma Claire y sentí una tremenda paz, sí, aún sentía miedo pero no era lo mismo; definitivamente tenía mucho que agradecerle a Lord Byron.

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31/10/2009, 17:50

Todos van avanzando un poco. La idea de volver atrás es inútil ya que si la criatura de todos modos se encuentra por delante, no tardaría nada en avalanzarse sobre sus espaldas, así que retroceder no es una opción. El soldado, armado y con la punta de fusil apuntando hacia adelante, es el primero en dar unos pasos hacia la mansión de las Hancock. Las chicas, acompañadas por todos los caballeros con los cuales salieron de la Iglesia, exceptuando Avon, siguen unos pasos por detrás al soldado...

El gruñido se hace más intenso. No cabe duda de que el animal está a pasos nomás. El uniformado habla, entonces, su tono es bajo pero podéis oírlo con facilidad:

- Corran a la cuenta de tres... los cubriré mientras tanto. Estamos a pocos metros de la mansión, señoritas confío en que tengan las llaves o que puedan entrar rápidamente ya que una vez que esto empiece... no sé qué pasará.

El doctor Robins se ofrece a quedarse junto al soldado en caso de que sea herido pero él se niega:

- No hay más que decir, ya he hecho mucho mal antes... tomad este gesto como una expiación.

Entonces Claire y Byron intervienen, recórdando que existe la posibilidad de esconderse en algún sitio y no meramente ir hacia los brazos de la bestia; el soldado en un primer momento no cede, pero luego se lo piensa mejor y baja su arma.

- Hay unas casas por allí- dice, señalando un grupo de casas humildes a la derecha del camino. Luego, agrega:

-De todos modos no sabemos si nos atenderán... si perdemos tiempo. Yo opto por correr a la mansión mientras os cubro, pero bueno, ese soy yo.

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31/10/2009, 18:01
Jean Antoine Lésdiguièrs

- Mademoiselle. La acompañaré a la primera de esas casas, golpearemos y sino intentaremos en la siguiente. Yo diría que es más seguro que sólo dos nos movamos, o tres y que el resto se quede. Porque... los movimientos en grupos, no sé nada de animales salvajes pero creo que serían como una incitación al ataque. ¿Verdad? Si Mary Anne viene conmigo, al ver a una dama de posición es más probable que nos atiendan más rápidamente y Claire tiene aún su tobillo herido.

Esperé que los demás me dijesen qué opinaban respecto a mi plan. En este momento yo sólo quría poner a las damas a salvo, y mejor si nadie moría en el intento.

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31/10/2009, 18:10

Susanne duerme un poco, aunque a ratos se despierta, pero su relajación es impresionante. Al menos tiene algo que agradecer a tantas penurias: un hombre la ama y no ha perdido su vida, ni ninguna de sus hermanas, en la que es una de las más largas noches que ha tenido que pasar.

Los demás siguen en el pequeño cuarto de estar y la conversación ayuda a olvidar un poco las penas, aunque más de uno se pregunta por la criatura que se escondía en los bosques así como por la seguridad del segundo grupo.

Elizabeth sigue teniendo, al parecer, la nómina más alta de pretendientes, aunque eso no será motivo de discusión con sus hermanas. La única que podría poner un "pero" sería Anabel pero simplemente como protección.

Francis se encuentra particularmente callado. Se sienta delante de la ventana con los ojos perdidos en la negrura de la noche. Por su parte, el sacerdote se ha dejado caer en una silla y duerme como un tronco. Todos están bastante cansados, pero hay que pasar la noche, al menos parece prudente no dejar a las damas hasta que amanezca. Depués de eso cada uno podrá dirigirse a su casa y tomar un descanso bien merecido.

La luna sigue brillando en el cielo y los árboles hechan figuras caprichosas sobre el pasto con sus sombras fantasmales. El viento aulla como un lobo salvaje pero, al menos, saben que sólo es eso: viento.

Notas de juego

Bueno, siéntanse libres de seguir interactuando. Si alguno decide marcharse o hacer otra cosa, simplemente postéelo. Faltan 4 horas para el amanecer.

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31/10/2009, 18:22
Damien Louis de Murvile

Un sudor frío empieza a recorrer el espinazo de Damien y sus músculos se tensan ante los gruñidos cercanos y la actitud del soldado. La idea de dejar a alguien atrás no le agrada en demasía, al menos no solo como si se tratara de un extraño sacrificio.
Lord Byron y la dama Windsor empiezan a entablar una extraña actitud como si se conocieran de toda la vida que perturba al joven, pero en esos momentos es lo que menos le preocupa y si así se sienten más esperanzados será bueno para ambos.

-De acuerdo, es una posibilidad... Yo les acompañaré. Byron y la dama pueden quedarse aquí con la ayuda del soldado o buscar otra casa. En todo caso regresaré si conseguimos alojamiento- una cosa era segura: si se dividían esa "cosa" sólo podría atacar a uno de los grupos y esa parecía la única idea viable en esos momentos.

Así pues, se reunió con Jean y Mary Ann y les instó a avanzar a paso rápido, dejando a la joven entre ambos y procurando tenerla lo más cubierta posible.

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31/10/2009, 18:39
Anabel Cornwell

-Dios Santo, ¡Liz!- exclama claramente sorprendida su hermana mayor tras la declaración del ruso, mirándolo impresionada para después hacer lo mismo con su hermana, aunque su estupefacción acaba con una pequeña risotada. Que tenga pretendientes es lo mejor que le podía ocurrir en ese momento, lo único necesario es que haya alguno que realmente pueda cuidarla bien... ¡y que ella se deje! Eso es lo más difícil, con diferencia.

Así pues, cuando ya ha apurado su propia taza de té, se sienta cerca de Alexander para hablarle en susurros.
-Debe explicarme quiénes son todos esos caballeros. Tengo sospechas pero seguro que usted lo sabe mejor que yo... Y tendré que hablar con mi hermana- musita con una sonrisa algo traviesa y a la vez cómplice, más animada al haber conseguido olvidarse por completo de los peligros dejados atrás con ese tema. "Qué contenta se pondría su mamá si siguiera aquí..." piensa para sus adentros mientras espera una respuesta de Varsatof para después ponerse en pie y sacudirse un poco el vestido.

-Bien, ahora creo que es el momento de que todos descansemos, ha sido una noche dura y larga... Tenemos una habitación libre y por supuesto estos sofás a su disposición. Les traeremos algunas mantas y cojines...- informa con naturalidad mientras empieza a recogerlo todo de nuevo en la bandeja. Seguro que Liz agradecerá tener algo que hacer en ese instante.

 

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01/11/2009, 13:58
Elizabeth Cornwell

Elizabeth estaba mirando por la ventana cuando el ruso soltó su insinuación...

Liz se giró entonces para mirar la escena, con las mejillas no rojas, sino carentes de color, tal era la impresión que le acababan de producir esas palabras...

-Que... ¿Qué...?-apenas logra susurrar.

De repente sintió cómo más de una mirada se posaba en ella, y eso la hizo sentirse aún más nerviosa... Intentó calmarse... Menos mal que otros no parecían enterarse, a juzgar por su poca participación en el tema...

Inspiró leve y entonces reunió fuerzas para hablar:

-Por supuesto que le rechazaría, Sr. Varsatof. No siento nada por usted... No podría ser feliz con usted si de por medio no hay un sentimiento que.. De hecho... Ignoro tan siquiera si usted lo tiene...-Sus mejillas se iban encendiendo ahora, de forma paulatina. Pero no por vergüenza, sino por pasión, pasión por defender sus propios ideales... Quizás Anabel pensase que era una egoísta y que no tenía que comportarse como una niña caprichosa o demasiado dura... Pero...

Le era imposible no reaccionar así...
Además... Si era por problemas, seguramente su hermana Sue ayudaría a arreglar las cosas a la familia antes...
Ella sí estaba enamorada, y sí era correspondida... En el fondo, puede que hasta le tuviese una ligera envidia, pese a alegrarse por ella.

-De hecho... No he hablado lo suficientemente con usted como para saber qué tipo de hombre es...-Está bien, posiblemente ahora pareciera demasiado presuntuosa... Debería aceptarlo... "No tendría que siquiera pensarlo... Aceptar y solucionar los problemas..."-E ignoro qué otros caballeros podrían interesarse por mí... Tampoco he hablado lo suficiente con ninguno como para lanzarme a sus brazos como una mujer interesada en lo que puede conseguir por fuera, y no en lo que hay por dentro...-"Egoísta... Totalmente egoísta..."-Y ahora, si me disculpan... Yo... Buscaré esas mantas y cojines, Anabel...-susurró lo último, con la mirada gacha...

Sabía que posiblemente luego tocaría charla...

Pero...
No podía evitarlo...

Si sentía que la aprisionaban, tenía que deshacerse de los barrotes de la jaula que intentaban guardarla...
Ella quería ser feliz, y que sus hermanas también lo fueran...
Quería saber amar, puesto que le picaba la curiosidad...

Aunque, posiblemente, poco a poco lo estuviese descubriendo...

"¿Entonces sólo se traduce en dolor...? Qué decepción..."

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03/11/2009, 00:04
Edmund Banks

Edmund sigue la salida de Elizabeth con mirada divertida. Es una joven impresionante, cualquier otra no lo hubiera dudado: él es joven y galante, pero ella es toda una mujer.

Sin embargo, sus ojos se posan en Anabel, con un contenido suspiro de cansancio, mirándola fijamente. La sabe más intuitiva que la pequeña leona, pero ¿cómo explicarle que él, con sus años, también pretende a aquella chiquilla?

- No sé cómo pretenden acomodarse, pero si no tienen inconveniente, yo me quedaré cerca de la entrada. No me gustaría que lo que nos atacó volviera hacia nosotros.

Carraspea tratando de alejar la incomodidad del momento.

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03/11/2009, 16:35
Patrick Collins

Ella se había quedado dormida, y él se removió en la mecedora un momento, respirando hondo. Trasnochar no era algo a lo que no estuviera acostumbrado. En la Guerra Peninsular, sobretodo antes de una batalla, era común pasarse entre dos y tres dias sin dormir o casi sin haberlo hecho. Y él era un soldado, lo quisiera o no.

Vió a su señor mirando fuera, y apoyó una mano en su hombro.

-Milord, venid fuera un momento -le dijo.

Echó una ojeada a Susanne, para que entendiera que no quería despertarla. Una vez fuera, en un lugar más privado, le habló con sinceridad.

-Deberíamos regresar a la mansión cuando amanezca, y dormir unas horas mientras los cocheros preparan el equipaje... Bueno, si es que hay cocheros.

Se tocó el mentón, preocupado. Se sinceró con él, porque además de su señor era su compañero de batallas.

-Ya sabéis como se las gasta el gobierno cuando se pone inflexible -dijo- La cuarentena real sigue vigente en este pueblo, y queramos o no, nosotros la hemos violado. Si destacan más tropas aquí, que lo harán y pronto, nada les impide pasarnos por las armas a todos nosotros para "contener" a la epidemia.

Le miró a los ojos, fijamente. Aquello no era una estupidez. Ya había sucedido en la India, y más cerca, en Irlanda con las revueltas. Casacas rojas entrando en los pueblos y matando a todos a su paso, cercándoles por los cuatro costados. Hombres, mujeres y niños. No importaba, siempre que el oficial diera la órden, y hubiera una justificación moral detrás. Y con una órden de la reina, justificación era algo que sobraba.

-Tenemos que sacar de Winfield a las hermanas Cornwell. Había pensado en Bath, Londres o vuestra residencia de verano en Oxfordshire. Está apartada, y evitaríamos posibles contagios...

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03/11/2009, 16:43
Mary Ann Windsor-Hancock

Notas de juego

¿puedo hacer una locura?

Claire, solo si estás de acuerdo cielo.

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03/11/2009, 17:48

Notas de juego

Por mí tienen total libertad.

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03/11/2009, 20:13
Claire Windsor-Hancock

Notas de juego

Adelante, hermana ;)

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04/11/2009, 09:32
Mary Ann Windsor-Hancock

Mary Ann dudó un instante, sabía que Claire estaba herida, si se quedaba allí podría morir. Ella sin embargo, estaba bien y podía correr si hacía falta. Y ahora lo hacía.

Cogió la mano de su hermana y la apretó, la miró a los ojos y le susurró: Te quiero Claire, huye mientras puedas, ve a la primera casa y que te den cobijo. Seguro que lo consigues, sino entra por la fuerza y cierra la puerta. Yo me reuniré contigo en cuanto pueda.

Sin dejar tiempo a que su hermana reaccionara, saqué un punzón que había llevado guardado todo el tiempo en la bota y salí corriendo en dirección contraria a donde debía ir mi hermana a pedir ayuda. Sorteando a mis caballerosos guardianes y gritando: AQUI BESTIA, VEN AQUÍ SI TE ATREVES....

Corriendo me alejé en la noche sin dejar de dar gritos para atraer a la bestia y que los demás pudieran escapar.

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04/11/2009, 15:16
Damien Louis de Murvile

Dejan que ambas damas, y hermanas, se despidan la una de la otra. La verdad es que la situación incomoda bastante a Damien. Esas despedidas tan sentidas, cómo si realmente fuera el fin... cierto que es lo más probable, pero aún así admitirlo y decirlo en voz baja es como si ya se estuvieran abandonando y rindiendo a ello, cosa que desde luego no le gusta y no comparte. Tiene claro que luchará hasta el final e intentará ponérselo lo más difícil posible a esa bestia... si tiene el valor suficiente para presentarse ante ellos.

La joven Mary Ann, aprovecha entonces para escabullirse entre ambos caballeros y tomar una inciiativa que deja totalmente perplejo a Murvile durante apenas un par de segundos antes de salir tras ella a la carrera y a toda velocidad.
Ella es ágil, pero no deja de ser una noble poco acostumbrada al ejercicio físico así que tras varios metros acaba por darle alcance y la sujeta de un brazo para detenerla, aún a riesgo de resultar brusco.

-¿Acaso ha perdido el juicio? Tiene una hermana y una casa a la que volver, si alguien debe sacrificarse tenga por seguro que no es usted- le reprocha sin soltarla mientras intenta que la muchacha se serene y deje de intentar moverse. ¡Cómo si no fuera suficiente con el lobo gigante!

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04/11/2009, 19:59
Mary Ann Windsor-Hancock

-Señor no es momento de discutir, si paramos ahora ambos moriremos, dijo nerviosa y tiró de su brazo para seguir corriendo. Así daré una buena oportunidad a mi hermana.

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04/11/2009, 20:22
Damien Louis de Murvile

-Disculpe la grosería, pero nunca es mal momento para discutir- responde con cierto cinismo y una sonrisa ladeada, momento que la muchacha, terca como ella sola, aprovecha para intenta escurrirse de nuevo pero esta vez Damien la tiene bien sujeta y no cede a su petición ni a su razonamiento.

-Le garantizo que su hermana no querrá que haga esto, y el ir gritando no asegura que la bestia vaya a ir por usted. Si aún así quiere intentarlo le invito a seguir con ello, pero será con mi compañía. Me temo que en eso es cierto que no habrá discusión...- espera a que Mary Ann acceda o se tranquilice un poco, en tal caso suaviza la presión entorno a su brazo hasta acabar por soltarla pero si intenta correr de nuevo la seguirá. La joven parece haber perdido el juicio repentinamente y será difícil convencerla cuando ni siquiera se conocen pero él hizo una promesa... y además siente que debe hacerlo.