Partida Rol por web

Stig miraba por la zona que se le había encomendado. Esperaba poder cumplir su misión.

Tras la intentona de acceso y las arcadas que sufrían los compañeros empezó a pensar que su mayor problema sería el asco. Van a tener que taparse bien las narices por todas partes, pero había veces que esa pestilencia entraba incluso por la boca. Van a tener que usar mucho fuego para purificar todo esto. Mucho, pero que mucho fuego.

No esperaba que más monstruos de aquellos paseasen por los pasillos, pero tenía esa incertidumbre. Jamás sabes cuando alguien va a girar la esquina. Y para eso estaba su pistola preparada.

- Yo no se, no conozco este sitio. - clama rata, que vuelve a temblar de miedo

- no nos dejan entrar a estos pasillos, no se que hay.

Heinrich tardó un buen rato en recuperarse, haciendoles una señal de pausa con la mano a Hierónymus cada vez que le hablaba. Tras acompasar de nuevo su respiración, escupir un par de veces para quitarse los restos de vómito de la boca y maldecir por lo bajo, finalmente se incorporó y habló:

-Perdonad, debería ser mas fuerte que esto, pero en esa sala a la que entré, hay un montón de cadáveres licuados. Carne picada y uniformes por el suelo, vísceras colgadas por las paredes, fue superior a mi. No he alcanzado a ver nada que suponga peligro, pero tampoco he examinado a conciencia

Volviendo a ponerse en cabeza, y asegurando su rifle, dijo de nuevo:

-Lo intentaremos de nuevo si no os parece mal, mejor dejar nuestras espaldas aseguradas que volver encontrándose con sorpresas. Procuraré no fallaros en esta ocasión.-sonrió

Dicho lo cual, esperó la confirmación de su compañero.

Stig estaba viendo sufrir a un hermano de armas, a un compañero de grupo y a un amigo. Todo en la misma persona. No le parecía adecuado del todo.

- Hemano, si quieres lo intento yo. Ya has visto que soy algo ... especial jugueteando con tripas de otros. No es que me guste, pero no me suele desagradar tanto como a otros. Durante unos segundos pasa a un plano trascendental, igual, recordado alguna vieja história. - Ocupa tú mi puesto un momento y respira. Reponte. Desenvaina la espada otra vez y guarda la pistola, por enésima vez. Empieza a ponerse la camisa por encia de la nariz para que sea una cobertura y que la peste de su sudor, mucho más conocida, sea un atenuante de la pestilencia. Le alarga la mano pidiendole la granada y le comenta - Dime por donde ir o no ir y dejame esa "bombita de mano". Miró un instante al arbitres para ver si comentaba algo. Era o se había dispuesto como lider del grupo y esperaba comentarios y recomendaciones.

Hyeronimus le puso la mano en el hombro a Heinrich en señal de apoyo y dijo - vamos, no hay nada que hacer aqui, volvamos a la intersección. No sabemos que hay detrás de la puerta barrada, si amigo o enemigo y tampoco tenemos cómo quitarlas - Dirigiéndose al otro soldado añadió - Stig, si te ves con fuerzas, entre ahí dentro y echa un vistazo si quieres, pero intenta no volar nada por los aires, hay toneladas de roca sobre nosotros.

Dicho esto se dió la vuelta y se encaminó, llevando a Rata del brazo hacia la encrucijada (K-J-8) y colocando a Rata tras él se dispuso a cubrir el pasillo de donde venía la luz rosada, intentando que ésta lo tocara lo menos posible. Lo siguiente sería la cueva a su izquierda (J5).

- Voy. Y agarró la espada y la granda con firmeza, tras ponerse una tela y cubrirse el rostro en la medida de la que sus ropas daban de si para disimular olores y cubrir la peste con su propio ... aroma. Toma unos momentos de concentración y concienciación. Y para dentro. Pisaba con cuidado, se movía con precaución; asegurando la bota y el peso.

Conteniendo la respiración te asomas a la habitación bastante confiado, pero nunca habías visto nada igual. La habitación está completamente adornada con la sangre y vísceras desperdigadas de decenas de cuerpos que forman un gran montón en su centro. Mineros, guardias imperiales... yacen despedazados desordenadamente por la habitación con marcas evidentes de enormes mordiscos y cortes en sus únicas partes reconocibles.

El olor en el interior de la habitación es nauseabundo, pero era sin duda lo sangriento de la escena lo que había hecho retroceder al guardia imperial. Parecía la guarida de una bestia salvaje, era una matanza.

Guardo la granada en un lugar apropiado y voy mirando sin tocar gran cosa. Si acaso con la punta de la espada para apartar y evitar tocar. Si tras una visual no encuentro nada interesante salgo y les cuento a los demás.

Master: Mientras apartas trozos de carne muerta con la espada en busca de algo que te de una pista descubres algo un poco peculiar, además de mineros y guardia imperial encuentras parte de un cadáver que lleva una túnica de aspecto extraño. Muy adornada, y de una calidad demasiado buena para un simple obrero, sin embargo entre sus adornos no había ninguna marca del Ministorum, la Eclesiarquía o alguna otra organización del Imperio, tampoco iba armado, ni parecía posible que el cadáver fuera parte de la guardia imperial.

Las heridas del cadáver son tan graves como las de los demás, en concreto su rostro es irreconocible, sin embargo uno de sus brazos está intacto y en él distingues un elaborado tatuaje:

M A L I C I A

Ojeo un poco más y si no me llama nada más la atención, salgo y les cuento a los otros el panorama.

Espero tu mensaje y órdenes tras lo que postearé lo que les comento.

Ante la sensatez demostrada por Hierónymus, Heinrich asiente, realmente no quedaba nada allí atrás que les pudiese atacar. Se serenó todo lo que pudo, y espero a que Stig volviese de echar el vistazo que el no había podido completar. Una vez reunidos todos habó:

-Compañeros, creo que la mejor manera de proceder sería que cruzasemos yo y hierónimus a ahí adelante (J7), y cubriendo uno el pasillo hacia la luz y otro la prolongación de esa sala, luego cruzaseis el resto. Examinamos ese recodo siguiendo la misma formación de parejas que puedan dar fuego de cobertura y planteamos que hacer con esa luz. Que os parece?

DJ, si no veo nada más salgo y procedo a contarles.

Estoy a la espera de órdenes e instrucciones.

Stig sale con cara de compungido y entrega la granada a quién se la había prestado. La espada es parte del apoyo que necesita y su trasero hace de puntal extra contra la pared. Empieza a respirar con dificultad y recoloca su camiseta, descubriéndose el rostro. Aún pálido les presenta la mano derecha abierta, para indicar que se esperen un segundito y luego camibia al pulgar hacia arriba para que sepan que está bien. Sólo presica de unos instantes para reponerse, tomar aire y poder informar a los amigos. - Chicos .... empieza diciendo con dificultad. La voz era tremula y poco potente. Ufff. su suspiro era preciso ... Un minuto y pico después, ya con aliento y compostura en su nivel habitual empiza a relatarles.

- Gente, es tremendo. Es como la guarida de un bicho, o de otra manea: su despensa. Los cuerpos estan cortados o descarrados como de garras y mordiscos super profundos. El bicho o tiene unos colmillos tremendos o es ... adecuado a esos bocados Sonríe irónicamente por unos momentos. Recobra un poco del aliento gastado en la charla. No estaba todo lo recobrado que esperaba y necesita unos segundos más para continuar. - Los cuerpos corresponden a Guardia Imperial y a mineros, pero ... hay algo más. Unos que portan una túnicas de una muy buena calidad para unos mindunguis como mineros o como cualquier cosa así, muy adornada Añade. Sobre todo porque no tienen ningún símbolo del Ministrorum, Eclesiarquía o nada de los del Imperio de la Humanidad. No estaban armados, o no tenían nada que lo dejase intuir y uno de los de túnica, aunque no tenía rostro tenía un tatuaje. Ponía M A L I C I A.

- Correcto Heinrich, vamos - el viejo arbites miró a Rata y luego dirigiéndose al malherido Reshi dijo - este infeliz, que cruce con el último de vosotros - Dicho esto, se dispuso a cruzar hasta la entrada de la siguiente cueva (J7) intentando que la extraña luz rosada le tocara lo menos posible. A pesar de cruzar rapidamente intentó vislumbrar cual era la fuente de semejante iluminación. Como Heinrich vendría detrás de él, asomó la cabeza por túnel a su izquierda (J5), el soldado vigilaría el túnel norte.

Al avanzar a vuestra nueva posición descubrísteis de donde procedía aquella extraña luz. Hacia el final del pasillo había una sala inundada de ella donde era aún más brillante y escalofriante.

Al adentrarse en el recodo, Hieronymus pudo comprobar que aquello estaba completamente vacío, no había espacio ni lugar para que alguien se escondiera por allí.

De repente, mientras esperabais vigilantes a que el resto cruzaran hasta vosotros, se escuchó un ruido proveniente de la sala que emitía la luz parecido a un entrechocar de piedras, o algo rompiéndose. Sin embargo, no ocurrió nada tras aquello.

Asentí al arbitres mientras le daba un pequeño empujón al infeliz para que nos siguiera el ritmo.

-No te detengas.- Le dije suavemente al oido del hombre.- Deberíamos andarnos con ojo...- Dije un poco más alto para que me oyeran el resto cuando oí el ruido proveniente de la otra sala. Los pelos se me pusieron de punta alertándome del posible peligro mientras colocaba el arma en posición de disparo, apuntando a la dirección del ruido.

Estando a la espalda de Rata estaba en la posición ideal para preguntarle. - ¿Qué me puedes contar de esa luz?

Alterado por el ruido, rata habla con una voz temblorosa y muy aguda

- ¡No se! No es cosa de mineros, luces aquí no son de ese color*. -

al terminar la frase se detuvo gimoteando unos segundos apoyado contra la pared antes de seguir

- ¿Porque seguir? Debemos volver, rápido. - 

- Heinrich, vamos - Hieronymus empezó a avanzar por el túnel, con la espalda pegada a la pared izquierda del túnel, evitando exponerse a la herética luz rosada, avanzaba despacio, tratando de ser sigiloso y deteniéndose cada par de pasos a escuchar. En las manos las nudilleras y el rifle con el selector en posición de fuego automático, en la punta del mismo, en el bajocañón, el cuchillo del arbitrador colocado como una bayoneta y junto al mismo, la linterna, alumbrando el suelo del túnel ante él.

Hieronymus se permitió una sonrisa, así pertrechado casi parecía un pandillero de la ciudad colmena, usando y luciendo todas sus posesiones a la vez. Se permitió otra sonrisa esperanzada, los pandilleros no solían llegar a su edad, así que la experiencia algo debía contar, ójala.

Sabía que zarandear a aquel despojo era contraproducente, así que ya con el aliento recobrado por la pestilencia de la sala anteior le pregunta si forzar - ¿Y por qué?