Partida Rol por web

- ¡¿por qué?! monstruos asesinos y montañas de cadaveres. ¡Querer vivir! - 

Heinrich, ya recuperado, asintió a las ordenes del arbitrador. Apoyó su mano en el hombro derecho de Hierónymus, y el guardamanos del fusil sobre la mano de manera que su tiro, aun en movimiento, fuera mas estable.

Ten a mano la granada, si sale cualquier cosa fea, la tiras, yo te doy fuego de cobertura mientras lo haces. Vamos- dijo en tono seco y firme, por la tensión del momento.

Paso a paso vais avanzando por el pasillo iluminado por la luz rosada, ignoráis lo que puede haber provocado el ruido anterior, pero tan preocupante como eso es que en estos momentos no oís absolutamente nada más que vuestra propia respiración. Nada más que vosotros en la silenciosa cueva.

Cuando llegasteis a una pequeña encrucijada de caminos Hieronymus y Heinrich podiais ver claramente el corredor del que salía la luz, incluso creíais poder ver el objeto que la creaba, pero estaba demasiado lejos y era demasiado brillante para distinguirlo.

- Heinrich, vamos - susurró el viejo, que acompañaba sus palabras señalando con la mano - tú a la derecha (F10), yo a la iquierda (E9) y mejor tira tú la granada si hace falta, este brazo ya no es lo que era ¿ok? - se volvió un momento hacia atrás y les indicó por señas al resto del equipo que tomaran posiciones para cubrirles cuando se retiraran.

Cuando Reshi pareció haber comprendido, se volvió hacia Heinrich una vez más - Ahora, vamos - empezó a avanzar hacia donde pudieran ver la fuente de la luz y cubrir el pasillo que daba a ésta (E9), seguía avanzando muy despacio, intentando hacer el menor ruido posible. La granada que le había dado el soldado pesaba dentro del pantalón del abrigo, le golpeaba suavemente sobre la pierna a cada paso, transmitiendo cierta sensación de fatalismo. Si los enemigos del Emperador les superaban, recibirían una explosión como broche de despedida.

El arbites se volvió un momento hacia atrás, hacia el grupo de retaguardia y les indicó por señas, con la mano libre, parecía señalar a Reshi que cubriera la entrada a la pequeña cueva (J8) a Stig, que se metiera en el recodo de la pared contraria (I-J10) y que Rata quedara detrás de Reshi, en la boca del túnel (J7).

Cuando le pareció que Reshi, que iba en cabeza había comprendido, añadió dos señales más, con la mano extendida hacia la luz rosada hizo el gesto de venir y luego , cerró el puño y flexionó el índice varias veces. Estaba muy claro - si vienen, dispararles. El viejo se permitió sonreir al joven Reshi por un instante. Se volvió hacia Heinrich, ambos asintieron y el arbites empezó a caminar lentamente hacia el túnel de la luz rosada (E9).

Asiento, empujando un poco a RATA, y caminando con celeridad hacia donde me habían indicado. Echo un ojo, hacia la sala que se había quedado a medias de investigar.

En cuanto ponéis un pie en el acceso a la sala podéis ver qué emite esa luz rosada, es una enorme piedra que parece atravesar el suelo y que se eleva casi hasta el techo de la escombrera.

Ni bien podéis preguntaros que demonios puede ser eso, cuando la luz cambia a un color más rojizo y la propia luz de la piedra se intensifica y parece latir con furia, al tiempo que caéis al suelo retorciéndoos de dolor, porque todo vuestro cuerpo comienza a arder y parece que vuestra carne quisiera escapar del cuerpo.

Por donde habéis venido escucháis un chillido desgarrador que creéis procede de Rata, pero ante vosotros aún ocurre algo más, a los pies de la piedra ese brillo rojizo se está convirtiendo en un destello cegador a través del cual aparece un ser grotesco, compuesto de carne putrefacta y armado con una extraña espada oxidada y mellada, que al aparecer se revuelve mirando a su alrededor y a la piedra, inclinándose hacia los lados como un vulgar borracho, confundido y aturdido.

Siguiendo las indicaciones de Hieronymus, cogéis posiciones preparándoos para lo que pueda salir del corredor, pero lo que ocurre os es del todo inesperado.

De repente el brillo rosaceo que sale de allí se torna rojizo y os comienza a arder la carne como si os hubieran echado un cazo de agua hirviendo. Rata es el primero en tirarse al suelo chillando como un cerdo en un matadero, y horrorizados podéis ver como comienza a convulsionarse mientras su carne se deforma alcanzando posiciones imposibles, y finalmente su abdomen termina reventando literalmente cuando unos tentáculos de carne salen a la fuerza de su interior, agitándose unos segundos descontrolados antes de que el cuerpo del desdichado minero pierda sus fuerzas y todo su ser caiga definitivamente muerto.

Stig se mete en la cámara esa a medio explorar de la izquierda para evitar la luz ardiente esa.

El ardor de tu cuerpo se concentra en tu cabeza, que crees que estallará en cualquier momento, pero no es así. En su lugar comienzas a sentir una gran presión en los ojos, sintiendo como si intentasen escapar de sus cuencas.

Por instinto cierras los ojos, pero por alguna razón tus párpados se niegan a obedecer, retrocediendo y hundiendose en tu interior.

Después de unos insoportables segundos el dolor comienza a remitir, sin embargo no puedes parpadear. Lo intentas, y sientes los ojos calmarse, pero en lugar de la familiar oscuridad es como si el mundo se volviera borroso un mísero instante.

A menos a medio metro de ti hay un pequeño charco que se ha formado en la cueva, iluminado por la luz roja. Algo más que la simple curiosidad te llama a contemplarlo, y cuando lo haces te ves a ti mismo devolviendote la mirada con unos extraños y monstruosos ojos.

A duras penas, el asesino logra ponerse en pié y salir de la trayectoria del halo de luz mientras reniega en su lengua nativa.

-Por las pelotas del Emperador... ¿Que coño ha sido eso?- Dice cuando está cerca de Stig. Aun notaba su cuerpo raro, pero el efecto parecía que estaba disminuyendo.

- No se compi, pero quema. Es como si me hubieran acercado una antorcha a la piel y se hubieran chuscarrado todos los pelos. Hablaba acelerado, pero sin mirar al Reshi. Miraba hacia la cámara que estaba a medio explorar. - ¿Vemos lo que hay aquí dentro? ¿Por qué hablaba así de rápido? Sólo habían sido 4 pasos. ¿Acojonado? ¿O simplemente el fuego le daba repelús?

Heinrich se tira al suelo soltando el fusil y llevándose las manos a la cabeza, profiriendo gritos de dolor...

-AAAAAAAAA mi cabeza, joder, mi puta cabeza...mis ojos nooooo, mis ojos...aaaaaa dueleeeeeeee.

...tras unos segundos que para el parecieron eternos, aquel dolor que había pasado de su cuerpo a su cabeza y de su cabeza finalmente a sus ojos...desapareció. Se quedó inmóvil unos segundos, con los ojos cerrados, para abrirlos y descubrir que no veía, se asutó e iba volver a gritar de nuevo, cuando empezó a ver luz, pero muy borroso, intetó parpadear pero no podía, no sabía el porqué, pero no podía. Finalmente, consiguió recuperar la visión, pero no estaba viendo aquello tal y como lo recordaba, oscuro, si no que lo veía...distinto, no conseguía definirlo. Casi sin darse cuenta, se halló contemplando su propio rostro en el reflejo de un charco. lo que vio, le impactó tanto que el mundo de su alrrededor dejó de existir, no podía creerlo.

El soldado de primera Silvanus escuchó al compañero gritar desesperadamente. Un compañero necesita ayuda. Idea que corrió por su cerebro como un relápago. Espalda en la pared comentó a Reshi: - Vigila y usando esta, tomó impulso. Al asomar la cabeza, que se cubría con una mano, vio al otro Guardia Imperial zapateado y mirando el suelo, como si de un ciego se tratase. Corrió hacia él, con la intención de agarrarlo y arrastrarlo hasta donde Stig y Reshi se ocultaban. No se puede dejar a su suerte a nadie. Nunca un hombre atrás.

Apenas Stig llega a acercarse a Heinrich un rugido antinatural os hiela la sangre a todos. La criatura que ha salido de la piedra aún sigue mirando a su alrededor confusa, solo es cuestión de tiempo que se gire en vuestra dirección y os vea

Al arbites le ardía la piel, mantener los ojos abiertos era una auténtica tortura, a su lado Heinrich se cayó al suelo, parecía estar gritando, o quizás no, a Hieronymus le ardían los oídos, quizás estuvieran sangrando, no podía oir al soldado. 

Hieronymus apuntó al demonio con el rifle automático, apoyó la culata de madera contra el hombro dolorido, pero veía al monstruoso borroso, la mira de su arma se balanceaba de un lado al otro. El arbites titubeó, parpadeó un par de veces para aclararse la vista, pero no pareció mejorar. Por el rabillo del ojo pudo ver como Stig corría hacia ellos, quizás con intención de tirar de Heinrich y llevarlo a un lugar más seguro.

- Hieronymus se volvió hacia él y le gritó - ¡Stig, sácalo de aqui, ya! llévalo con Reshi ¡ahora! - mientras, separó las piernas, tambaleantes, como para asegurar una posición de disparo o quizás tan sólo, para evitar caerse al suelo.
 

No hacía falta que se lo dijeran dos veces. No hacía falta que se lo dijeran una. A arrastrones saca al soldado y se dispone, cuando ya lo ha quitado de enmedio a buscar la granda para darle un regalo sin lacito al bicho.