Partida Rol por web

La nave en la que embarcaste pertenece a un comerciante libre, un hombre rico y poderoso, conocido como el Capitán Dex, con el que nunca has hablado directamente...pero del cual desconfías por su oficio principalmente, y quizá también por algún rumor extraño aunque con poco argumento. Has viajado mucho desde que subiste; hace relativamente poco que sabes que habéis entrado en el Segmentum Obscurus, una mala idea si se habla de seguir vivo, pero una muy buena si se busca predicar a toda costa. Sabes que nunca has sido del agrado del comerciante pero hacías buena comida, por eso te mantuvo; por eso y porque pedías bien poco a cambio, poco para un hombre rico claro. Has sido encarcelado por lo que otros consideran mala conducta, y ahora te van a soltar en el planeta en el que han atracado: por lo que has oído estás en un lugar llamado Ichabarr, aunque no sabes si es el sector, el mundo, la ciudad... nada sabes de este mundo ni de sus alrededores, por lejos que vayas. Lo único que sabes es que esta parte de la galaxia es...bueno, cómo decirlo...peligrosa. MUY peligrosa. Y desaconsejable, sí eso también; mucho. Aunque depende de para qué, ¿no?

Un par de los de seguridad, que parecen matones uniformados, abren tu celda; mientras uno te apunta con una escopeta de dudosa procedencia el otro te esposa con una larga cadena de la cual va tirando para que camines. Te da la sensación de que si intentas algo te matarán sin ningún problema, por lo que decides cooperar; con algo de suerte este planeta será tu salvación y la de muchos otros afortunados. Caminas a través de metálicos pasillos que te acaban pareciendo infinitos y laberínticos (quizá porque tienes hambre dado que no has comido mucho la comida que te han servido), ascensores y montacargas hasta que por fin, aturdido, distingues la luz solar. Sí, por fin, luz solar. Bajas por una rampa de descarga siguiendo a tus responsables mientras te maravillas con lo que tus ojos ven: vida, mucha gente, mucho movimiento, muchas voces hablando a la vez, demasiadas armas para tu gusto, gente bien vestida y otra no tanto...y edificios, grandes construcciones grisáceas que se vuelvan hacia ti como si fueran a comerte cuando menos lo esperaras. Aunque el ambiente no está especialmente contaminado, al menos no en esta zona; no está limpio pero tocarías madera sabiendo lo que sabes. Con un rudo gesto te quitan las ataduras y el que te apuntaba deja de hacerlo y dice con ruda voz y cerrado acento vulgar: -Ale, a pastar. -y vuelven a dentro de la nave. A tu inmediato alrededor solo se descargan mercancías, se separan, se trasportan, se traen, se guardan...estás confuso.

En ese momento te sorprende un encorvado hombre de buenas vestimentas eclesiásticas que te tiende la mano para que se la beses mientras dice: -Tranquilo hijo, ya pasó, ya pasó...Ahora estarás bien. -el hombre es notablemente anciano, pero no es ningún cardenal para que te andes con importantes alabanzas; de hecho solo estará unos rangos más arriba de lo que tú estarías ahora, de no ser un ex-cocinero despedido sin honores.

Victus mira al hombre con cara confusa, mientras el hambres confunde su mente, extiende una mano para agarra y besarla, hasta que consigue recuperar su mente y nota el bajo rango de su destinatario. Debo rebajarme ante este hombre? su rango no lo merece... pero ya lo dicen las escrituras "No es requerido que pienses, solo que actúes." Si un Ministro de Él lo pide, debo hacerlo. Después de una pausa incomoda, Victus beso la mano de su acompañante.

Saludos, hermano, mi nombre es Victus Gold, sacerdote novicio de Él todo poderoso. He viajado del planeta Angelus Victorius, como misionero, repartiendo las palabras de Fe. El Emperador me ha traído a este planeta, el cual desconozco el nombre. Como un hermano de la fe, puedo pedir un poco de direcciones, sobre este planeta? No he visitado una catedral bendita en meses, podría pedir que me digas la dirección a una?

El hombre sonríe afablemente y dice: -Por supuesto, por supuesto...acompáñame y te cuento por el camino. Te llevaré a la parroquia. -tras lo cual empieza a caminar, encorvado, y empieza a hablar dando por sentado que estás a su lado y le estás escuchando: -Te encuentras en Ichabarr, mundo capital imperial del sector Ixaniad; concretamente te hallas en el gran puerto espacial de Irbanor. Aquí se mueve la peor calaña...pero de vez en cuando hay una estrella que brilla más que el resto.

Gracias por la ayuda, Ichabarr es el nombre del planeta? Nunca lo había escuchado. Comento el sacerdote, tomando un paso rápido para ponerse al lado de su guía. Es increíble la calidad de la gente que se reúne cerca de los puertos espaciales, pero no creo que ni una de estas escorias continuo hablando, bajando la voz mientras pasa cerca de un hombre alto con cara de pocos amigos Pero no atacarían a un hombre de la fe!... o si? Victus siguió caminando, ahora mirando mas detenidamente a las personas que pasaban.

Después de doblar una esquina, el sacerdote noto que aun no sabia el nombre de su acompañante, ni su rango ni la verdad, nada de el. Perdón, pero creo que no he escuchado su nombre, me lo podría repetir? pregunto, sabiendo perfectamente que nunca lo había dicho.

El hombre ríe entre dientes y con algo de esfuerzo, como es propio para alguien de avanzada edad. -Debes venir de muy lejos para no haber oído hablar de la capital del sector. Y no te preocupes, a esta hora y por el camino que vamos a tomar no nos pasará nada, hay seguridad. -miras alrededor y te fijas que desde que empezasteis a andar hay al menos un guarda policial en cada calle y desde que saliste de la nave has visto ya un trío de lo que jurarías que son arbitradores, esos míticos defensores de la ley imperial. -Ciertamente hijo, no nos hemos presentado. Soy el padre Rofus. ¿Cuál es tu nombre? -dice mirándote mientras camináis. -¿Y de dónde procedes? Si se me permite saciar la curiosidad, claro. -añade.

Parece que la edad ya lo esta afectando Padre, mi nombre es Victus Gold, soy un sacerdote novicio, vengo del pueblo Escombro Victorioso... que esta en un planeta llamado Angelus Victorius, en el sector solar. Fue el lugar de la batalla de ese nombre, que seguro que usted ha escuchado... Victus hizo una pausa, para ver si el padre tenia algún comentario, pero no le dio mucha oportunidad. La verdad, nunca recuerdo haber visto tantos policías y Arbites, el pueblo del que vengo era bastante pacifico, debe haber problemas muy graves para que allá tanta seguridad.

-Ciertamente vienes de muy lejos chico. No, no he oído hablar... -hace una breve pausa en la que parece que piensa y continúa: -Debes tener en cuenta que estamos en un planeta que es capital de todo el sector, además de hogar del gobernador de sector. Aquí hay mucha gente, de todos los tipos, además de que la seguridad es una prioridad aquí; se podría decir que ésta es la segunda colmena más importante del planeta, y los nobles que dirigen a toda esta gente son leales al gobernador, entre otras cosas por haber ascendido gracias a él...o eso se oye hablar. Pero no quiero aburrirte con intrigas y patrañas. -el hombre tose brevemente, posiblemente por haber hablado tan de seguido. -Estamos cerca. -añade señalando una estructura propia del Ministorum, bastante grande para lo que estás acostumbrado, que se ve desde cierta distancia. os falta caminar un poco y atravesar la plaza frente a la que se encuentra la parroquia.

No puedo esperar asistir a una misa en un mundo como este, como mundo colmena, las catedrales seguro que deben ser gigantescas! Tantas gentes, unidas en oración a Él, Todopoderso... debe ser increíble! Dijo Victus, en voz baja, mas hablando a el mismo que a su acompañante, mientras lo acompañaba en silencio hacia su destino.

Él te lleva a la parroquia, la cual te la muestra con detalle y lentitud y te lleva al habitáculo en el que te puedes acomodar. Al poco te invita a comer junto al resto de hermanos que ofician en la parroquia, la comida no deja qué desear y te sientes afortunado de estar donde estás sobretodo después de lo vivido. Los primeros días te muestran cómo hacen las cosas por aquí, invitándote a asistir a los diferentes actos que se realizan, y con el paso de los días te ofrecen la oportunidad te participar en alguna que otra misa, primero como monaguillo y después como clérigo oficial, puesto que te pertenece por derecho debido a tus anteriores servicios al Todopoderoso.

Un día, en una de las comidas, después de una de las misas, Victus se encontraba mirando el plato, con poca hambre, cuando se le acerco el padre Rofus. Que sucede, hijo? le pregunto.

Desviando la mirada, Victus comento Oh, no es nada... Bueno, para ser honesto, si me pasa algo... suspiro y volvio la cara al padre Me gusta servir a El Todopoderoso, con misas y esas cosas... pero siempre... siempre sentí que podía hacer algo mas por el, algo... no se. No es que quiera cuestiona la razón por la que El me trajo aquí, pero... Victus volvió a bajar la mirada, mirando hacia una de las paredes del comedor, llena de cuadros viejos y despintados de santos. Padre, estoy deseando trabajar de misionero. O unirme a la Guardia Imperial como un sacerdote designado, para dar fe a los combatientes... o algo mas...

El sacerdote sonríe de forma que jurarías que encierra cierta picaresca, algo incomprensible en un hombre tan mayor y con su profesión. -Pues estás de enhorabuena. -dice. -Acaba la comida y reúnete conmigo, te espero en mi despacho. -con el tiempo que llevas en esta parroquia ya sabes que hay como un par de despachos privados en el edificio, uno es de Rufus. En él trabaja organizando los diferentes actos y sobretodo lo suele usar para charlar con clérigos de importante rango, sobre administración interna y temas que a ti no te han sido confiados. Sospechas que organizan así también los actos importantes. Al decir lo que ha dicho te da una palmadita en el hombro y se va.

Cuando, nervioso por la intriga, accedes al despacho del sacerdote, al entrar ves que no está solo. La sala es amplia aunque no en exceso: una mesa de madera pulida en el medio con tres sillas cómodas en el lado de la entrada, una estantería con algunos libros y alguna reliquia a un lado, y el sillón de Rufus detrás de la mesa con un gran cuadro de algún obispo detrás. Apoyado en la estantería hay un hombre de mediana edad, con el pelo a capa color negro mate, con el ojo derecho artificial aunque bastante disimulado por intensa que sea la luz roja que despide. Viste una gabardina verde oscuro y la lleva abierta, dejando ver la pistola bolter y la espada de energía en su cinto. Te alteras, te sorprendes, y más todavía cuando ves el amuleto que le cuelga del cuello: un dorado amuleto con el claro símbolo de la sagrada Inquisición.

El hombre se yergue y te tiende la mano con una afable sonrisa en el rostro, diciendo: -Soy el inquisidor Marcus Toth, encantado. -el sacerdote sonríe de igual manera que lo hizo en la comida, sin decir nada por ahora.

Victus levanto la mano apenas unos centímetros, todavía muy cerca de su cuerpo para ser agarrada por el Inquisidor, y, con la boca abierta y ojos bien abiertos, empezó a alternar su mirada entre la cara del este y su el dorado amuleto que este tenia colgado, y cada tanto al arma que colgaba de su cintura.

Uh... un Inquisidor? Que hará aquí?... porque esta hablando con migo?... NO PENSARA QUE SOY UN HEREJE! No, es imposible, el es un ciervo de El Emperador como yo, y yo nunca e tenido un pensamiento en contra de El Emperador... O si? NO! Debo abandonar esas ideas, recuerda el viejo presajio, "En una mente cerrada no entran dudas"

Al darse cuenta la posición en que había quedado, Victus entro en algo de pánico, he hizo una reverencia muy exagerada, que al notar la mano extendida del Inquisidor, aborto y la cambio por una muy débil estrechada de mano.

Sa... Saludos, Oh gran Inquisidor, mi... mi nombre es Victus Gold, ah... a su servicio! Parece que es verdad, nadie espera a la Inquisision

El inquisidor sonríe ampliamente ante tus ahogadas palabras, y dice: -¿Gran inquisidor? Por la Luz del Emperador no, aún no ostento ese título. Pero con vuestra ayuda quizá algún día lo haga. -dice con humor guiñándote un ojo. Por tu mente pasan ciertos pensamientos de forma muy fugaz: "La búsqueda de la gloria personal solo conduce al orgullo, el peor de todos los pecados." pero pronto alejas esos pensamientos, temiendo desconfiar de aquellos que tienen el poder y la autoridad para juzgarnos a todos.

-Sentaos por favor. -dice el sacerdote sentándose él en su asiento particular, y empieza a hablar: -Victus, has sido bendecido con la oportunidad de ver cumplido tu deseo. El Omnipresente Emperador vigila, y recompensa a aquellos que quieren servirle con entrega y dedicación. El inquisidor Toth ha tenido la bondad de pasearse por la diócesis buscando un nuevo recluta que cumpliera ciertas expectativas, para las cuales tú eres el candidato idóneo dadas tus aspiraciones y tu pasado. A partir de hoy pasarás al servicio de la Inquisición, formando parte de un grupo de acólitos en el que podrás cumplir con eficacia el glorioso destino que el mismísimo Todopoderoso te tiene preparado. -el inquisidor te mira sonriente, esperando tu reacción.

Victus se queda parado en el mismo lugar, tieso, y con la mano todavía levantada del saludo.
Ayudar a... un inquisidor? Jamas pensé que pudiera ocurrir esto. Sera verdad? Por supuesto que debe ser verdad, NADIE en su sano juicio se haría pasar por un inquisidor! Pero... seré capas? pero que estoy diciendo, "Nadie os pide que pienses, solo que actúes", tan solo tengo que tener fe en El y estaré preparado para todo!
Con un movimiento lento, el joven sacerdote se arrodillo al frente del inquisidor, con su cabeza baja mirando al piso.
Es un honor inconcebible, ser elegido para tan sagrada orden! Desde este momento, me pongo a su servicio, porque así lo quiere El, nuestro escudo y protector, POR EL EMPERADOR!
Anuncio Victos, subiendo la voz de a poco, hasta superar lo optimo para esta oficina cerrada.

Al ver tu gesto el sacerdote se levanta como pude y dice en alta voz, aunque no tan alta ni vital como la tuya: -¡Por el emperador! -y al poco añade: -Que el Emperador vele por ti. -con tono afable.

Al ver tu gesto el inquisidor afirma también: -Por el Emperador, sí señor. -con una amplia sonrisa en el rostro, mientras se agacha un poco tendiéndote la mano para que te levantes. Al parecer él no ve tal gesto como algo normal. -Como el sacerdote ha dicho, has sido elegido efectivamente. Tendrás la oportunidad de demostrar tu fe ante Sus ojos. Sin embargo por ahora debemos partir. Recoge tus cosas, te espero fuera. Gracias, padre. -acaba diciendo hacia el sacerdote Rufus con una leve reverencia, antes de irse.

Cuando estáis fuera te recibe con una sonrisa y te empieza a guiar por el camino por el que llegaste a la parroquia cuando llegaste al planeta. -Vamos al puerto espacial, una nave de transporte nos espera para subirnos a la Nave Negra que nos llevará al Sector Calixis, nuestro primer destino. Cualquier cosa que me quieras consultar este es tu momento.

Despues de recojer sus pocas pertenencias, y dar una corta oración al emperador, Victus se dirigió a fuera, a donde lo esperaba el inquisidor, con la cara baja en señal de respeto, y voz humilde respondio la pregunta de este No tengo demasiadas dudas, obviamente estoy ansioso de saber bien para cual trabajo me has elegido, oh señor. Creo que he oído de el Sector Calix... Victus se quedo callado un momento pensando hasta que se dio cuenta lo que su subconsciente le estaba diciendo. Una, Nave Negra? No son las que llevan a los hechiceros a ser sancionados en la Sagrada Terra?

El inquisidor y tú vais por el camino que recorriste para llegar a la parroquia desde el puerto, en sentido inverso. En un par de ocasiones el inquisidor tiene que preguntar por la dirección, intentas recordar pero sin mucho éxito pues solo lo recorriste una vez y estabas embriagado por la diferencia entre esto y la nave que te trajo. -Ciertamente hay algo de confusión al respecto. Las naves inquisitoriales son conocidas como Naves Negras, aunque también están las Naves Negras del Adeptus Astra Telephatica que son las que llevan a los psíquicos a Terra. -dice mientras llegáis. Al llegar accedéis sin ningún problema a una nave de transporte* con el casco pintado de negro con el símbolo dorado de la inquisición. Subís por la compuerta que está en la parte posterior de la nave, dejas tus pertenencias en un compartimento preparado para ello y os sentáis y os abrocháis los cinturones. No sois los únicos en la sección de pasajeros pero hay muchos asientos vacíos. La nave se pone en marcha al espacio exterior en dirección a la Nave Negra. Al despegar la nave vibra, y más aún cuando sale de la atmósfera. Sin embargo cuando abandonáis la atmósfera cesa toda vibración. -En efecto nos han destinado al Sector Calixis, el cual al parecer últimamente está algo movidito. -dice sonriendo ampliamente con carácter sarcástico. No tardáis en alcanzar vuestro destino, pues pronto se abre la compuerta de nuevo; estáis en un gran hangar en el que caben algunas naves como la que os ha traído. -Por aquí, no olvides tus cosas. -te indica guiándote al elevador más cercano.

Subís algunos pisos y las puertas se abren, mostrando pasillos blancos con puertas de madera pulida con números y algunas con nombre. Avanzáis por el pasillo frontal y se detiene en una puerta del lado izquierdo de número 10, la abre moviendo el pomo y te invita a entrar. Tiene una cama que aparenta ser la mar de cómoda, una mesa de noche, un amplio escritorio y un armario. -Ésta será tu habitación. -dice mientras coge la llave de la parte interior de la cerradura (estaba puesta) y te la da. Luego se saca algo de un bolsillo y te lo da, es un comunicador que se pone en la oreja. -Está configurado, no lo modifiques. Con esto podrás entrar en contacto conmigo cuando lo necesites. Acomódate y baja al comedor del piso de abajo. Te esperamos en la mesa de la esquina derecha, no tardes. -acaba diciendo con una amplia sonrisa con algo de picaresca y se va, cerrando la puerta al salir.