Partida Rol por web

El distrito Norte (kita), también conocido como Umeda es uno de los dos centros de Osaka. Está alrededor de la enorme estación de Osaka y Umeda. En esta zona cantidad de sitios para compras, hoteles, restaurantes, entretenimiento y además de varios grandes almacenes y un gran centro comercial subterráneo. Habíais llegado desde vuestros respectivos hogares, acompañados o no por vuestros familiares.

Un autobús pintado de azul estaba aparcado. Un hombre mayor con aspecto afable y barba descuidada estaba frente a la puerta mirando una tablet que no parecía controlar a la perfección. En el autobús se podía leer "Academia Kei Osaka".

Junto a él había una hermosa mujer de aspecto joven pero cuya actitud demostraba una gran seguridad en sí misma. Era muy alta, rondando el metro ochenta y cinco, de modo que destacaba sobre el resto de personas. Tenía una melena larga y lisa. Su conjunto era un bonito vestido propio de una ejecutiva.

También junto a ellos otro hombre joven, también con aspecto próximo al de un ejecutivo, trataba de ayudar al de la barba. Le daba indicaciones tocando la pequeña pantalla.

Arriba en al autobús ya parecían haber algunos chicos. Sin embargo, el transporte tembló ligeramente moviéndose primero a un lado y después al otro, eso hizo que los tres presentes reaccionaran apartándose. La mujer entró en el autobus, subiendo los escalones, indicando a los dos varones que se quedaran abajo.

Un chico pelirrojo se iba acercando hacia el autobús mientras observaba una nota. Este debe de ser el lugar. Edo ya conocía la ciudad, por lo que no le resultó difícil hallar la calle a la que debía ir. Rompió la nota en pedazos y la lanzó a una papelera que había antes de llegar al vehículo.

Mientras se acercaba, vio como el autobús se movía ligeramente a los lados, pero al contrario que las 3 personas, él apenas se inmutó, sino que hizo una leve sonrisa y continuó caminando. Definitivamente he llegado al lugar adecuado. Pensaba mientras justo después lograba ver la inscripción del autobús.

Observó como la mujer se metía en el vehículo y mientras llegaba, se peinó un poco el flequillo con la mano y se dirigió a los dos hombres que quedaban en la puerta. -Hola, soy Edowado Nyugeto. Sonrió y levantó la mano a modo de saludo. -Este debe ser el autobús que va hacia la academia, ¿estoy en la lista? Dijo mientras intentaba echar un vistazo para ver si aparecía en la tablet con la que el hombre mayor parecía tener problemas.

(Edit: No me deja poner el vídeo, dejo link: https://www.youtube.com/watch?v=6-ym9EjBH2E )

Un mitsubishi minica, con la música a todo volumen, aparcó cerca de la zona de taxis. Del mismo bajaron dos jóvenes: por una lado, encontrábamos al que parecía mayor de ellos, de largo cabello negro que ahora echaba una regañina al grito de “¡No escuchaba ni mis pensamientos, no puedes ir con la música así!”; el otro, un muchacho que hacía aspavientos como “quitándole importancia” a lo que decía, con las gafas de Sol cubriendo sus ojos y masticando un chicle, con pose más bien prepotente.

Ambos muchachos, los hermanos Usui, sacaron una mochila de tamaño grande donde había guardado algunas cosas básicas, como ropa para un par de días, necesser, etc... En teoría, sus maletas llegarían el mismo día que Ryota a la academia, pero si se extraviaba o lo que fuera no quería quedarse sin poder ponerse nada. El joven se la puso a la espalda, sonriente.

- ¿Lo llevas todo? Acuérdate de avisarme cuando llegues. Y por el amor de Dios, tira el chicle, ¿vas a ir con esas pintas? - El mayor se acercó al otro, acomodándole el pelo.

- ¡Ya, Fujita, por favor! ¡Ni que fueras mi madre! - Exclamó el muchacho, suspirando. Aunque pronto a ambos se les colocó una sonrisa.

- Estaré pendiente por si necesitas algo. Sólo llámame. -

- Que sí, que sí... Venga, lárgate, que tienes cosas que hacer. -

Ambos se abrazaron con cariño, y el mayor besó la mejilla del menor, despeinándole después para rabiarle. Ryota exclamó, alejándose a base de manotazos y haciéndole un corte de manga mientras le veía subirse al coche.

Caminó hasta la zona de autobuses con su habitual pose desenfadada y su característica sonrisa picaresca en el rostro. Su hermano, aún en el coche, se palmeó el rostro con gesto de “pero que idiota”.

Academia Kei Osaka, se leía en aquel gran autobús. Se acercó tranquilamente, sin ninguna prisa, observando bien a los allí presentes. Pudo ver el movimiento del autobús y como la mujer ordenaba a quienes fueran que se bajaran. Chasqueó la lengua, casi como si riera, y se acercó a los que creyó encargados, en la puerta del autobús. Había un muchacho pelirrojo con ellos, preguntando si estaba en la lista. Ryota no se contuvo lo más mínimo, levantándose un momento las gafas de Sol y apoyándolas en su cabeza.

- ¿Y ese pelo? ¿Se te ha caído un bote de ketchup? - Dijo, riendo, mirando a los otros dos presentes como diciendo “¿le habéis visto?”. Volvió de nuevo la vista al joven. - Mola, tío. - Indicó, colocándose de nuevo las gafas de Sol y una vez más volviendo a mirar al anciano y al joven ejecutivo. - Ryota Usui, listo para combatir el mal. - Dijo, chasqueando lengua y dientes un par de veces (como si llamase a un caballo) y señalándoles con los dedos como si fueran una pistola, a modo de “saludo”.

Eun Bi había sido dada de alta del hospital hacia unos pocos días, pero había permanecido todo el tiempo en casa, sin salir, incluso apenas salía de su habitación, en cierta forma reamente avergonzada por lo que había pasado. La persona que le salvo de la academia había ido a hablar con sus padres y estos habían aceptado mandarla a la academia, a fin de cuentas sabían que era lo mejor para su hija.

Por fin llego la mañana en la que iría a la academia. Estaba bastante nerviosa y en cierta forma asustada ya que no sabía realmente que podría encontrarse. El coche de la familia Nakamura se detuvo no muy lejos del lugar en donde les habían indicado. Eun Bi se mantuvo en todo momento en silencio, parecía preocupaba y en cierta forma asustada, aunque trataba de no mostrarlo. Tras despedirse de sus padres de forma bastante cariñosa estos le informaron que sus cosas llegarían con ella y que debía ser valiente, también le dijeron que si tenía algún problema no dudara en llamarles.

Eun Bi camino despacio hacia el autobús, llevaba puesta una falda pantalón corta, unas botas una blusa blanca y una chaqueta de líneas blancas y negras, además de llevar una mochila en la espalda con algunas cosas importantes y de primera necesidad, con el pelo suelto y un libro en la mano. La chica caminaba despacio, temía encontrarse con algún compañero de su antiguo instituto aunque por suerte no fue así y llego al autobús.

Ya en el autobús pudo ver como había varias personas. No sabía muy bien que hacer y se dio cuenta que dos chicos estaba en la puerta hablando, uno de ellos tenía el pelo de un color bastante llamativo y el segundo, un chico moreno que parecía bastante animado le decía que le gustaba el pelo. Ella tímidamente se acercó un poco pero no demasiado dejando un poco de distancia, tan preocupada estaba con eso que ni siquiera se dio cuenta de que el autobús se movió violentamente de un lado.

Eun Bi se quedó de pie junto a los chicos a cierta distancia para cuando uno de los dos hombres le mirase decir tímidamente tras hacer una inclinación en señal de saludo:

Yo… soy Nakamura… Eun Bi… me han mandado aquí… creo que tengo que ir en este autobús

Se escucharon unos pasos de alguien corriendo por el autobus. No se podía ver nada desde vuestra posición pero enseguida un joven de aspecto normal irrumpió escaleras abajo. 

Su aspecto era preocupado, urgente. Miró hacia todos lados buscando algo que no sabíais pero tan sólo acabó caminando. El hombre de aspecto mayor que tenía la tablet en las manos trató de hablar con él.

- Cálmate, que todo va bien. Respira hondo.

Parecía querer transmitirle seguridad, pero el joven no lo logró y siguió andando.

- ¡Aléjense de mí! ¡Aléjense si no quieren que les empuje!

Cerró con fuerza los ojos y ahora parecía que quería contener algo. El chico parecía muy alterado. La mujer que acababa de subir ahora bajó de nuevo.

- Mejor será que evitemos que la gente se acerque.

Súbitamente notásteis que vuestros cuerpos eran sacudidos, de un modo similar a como si se estuviera produciendo un terremoto.

- Respira hondo, joven.

Insistió el viejo pero no parecía escucharle.

Mientras Eun Bi esperaba la posible respuesta de uno de los hombres que parecía que estaba controlando a los chicos que habían llegado para ir a la academia, escucha unos pasos provenientes del autobús, casi por instinto mira hacia allí, al principio no ve nada, pero sigue mirando la puerta del vehículo, apenas pasan unos segundos cuando puede ver como un chico aparentemente normal aparece, ella mira un poco extrañada y sorprendida cuando aquel hombre mayor con la Tablet le dice que se tranquilice al chico que parecía que estaba bastante nerviosa. Ella conocía perfectamente la sensación de estar nerviosa con sus compañeros, cuando coincidía con alguno de ellos en el autobús, la conocía demasiado bien, pero había aprendido a disimularla y que aparentemente no le afectara, ella siempre se colocaba los auriculares de su móvil y escuchaba alguna canción,, últimamente le había dado por escuchar la música de su otra nación la cual le parecía bastante más agradable que la música japonesa que escuchaban sus compañeras, como se decía a sí misma, sonaba mejor la música en coreano que en japonés.

Sin embargo, algo le distrajo de su propio recuerdo, algo que ella no había escuchado nunca en esa situación, aquellas palabras que el hombre le dedico al chico, palabras que ella nunca había escuchado pidiéndole tranquilizarse que hicieron que alzara más la mirada, realmente se sorprendió, pensó que esas palabras podrían tranquilizar al chico, pero no surtieron efecto en el este.

El chico parecía realmente alterado y Eun Bi miro algo asustada, aquello no le gustaba, tenía la sensación de que la situación podría complicarse de cualquier forma, mientras veía como sucedía todo pensaba:

¿Qué pasa? Parece muy asustado y alterado… si está aquí… es porque tiene algunas habilidades como yo y si… y si pasa algo malo con una de ellas…si su habilidad puede hacer daño a la gente… daño físico

Tras escuchar las palabras de la mujer que antes había entrado en el autobús Eun Bi da instintivamente y casi sin darse cuenta un paso hacia atrás, aunque si alguien la observa un poco más puede ver que más que un paso parece todo un movimiento de evasión, como si estuviera realmente esquivando algo de forma totalmente inconsciente.

Edo sonrió cuando aquel chico conocido como Ryota hizo un comentario sobre su pelo. Le dio las gracias para acto seguido, observar como aparecía en escena una chica de aspecto tímido. Vaya, eramos pocos y parió la abuela. Pensó sin ninguna maldad al ver como cada vez aparecían más compañeros.

De repente, un chico de aspecto preocupado bajó del autobús y Edo observó con cautela lo que estaba sucediendo. Pensó en acercarse a él, ponerle las manos en los hombros y dedicarle algunas palabras para tranquilizarlo. Pero antes de que pudiera dar un paso, notó como una fuerza externa sacudía su cuerpo. Gracias a su fuerza, consiguió quedarse quieto en el sitio y no ser afectado por esta.

Así que este chico debió de ser el causante de que el autobús se moviera. Quiero ayudarle pero parece que guarda algún poder oculto. No le conozco lo suficiente y quizás mis palabras hagan que se ponga más nervioso, pudiendo hacer daño a alguien. Será mejor que se lo deje a ellos.

Entonces, miró a las 3 personas que ya estaban cuando él llegó. No los conocía de nada pero sabía que el hombre mayor, la mujer y el adulto trajeado, podrían protegerse a si mismos si ocurría algo. Dio unos pasos con un poco de dificultad, debido a la presión que sentía, y sin mediar palabra, se puso delante de Ryota y Eun, dándoles la espalda y con las manos abiertas, como queriendo decirles que no intervinieran. A continuación, decidió observar la escena y estar en alerta por si debía intervenir, bien para neutralizar al chico o bien para proteger a sus nuevos compañeros.

Pronto empezaron a llegar más personas. Tras él, una joven se acercó. Nakamura Eun Bi... Ryota se mantuvo observándola atentamente unos segundos, con aquella sonrisa ladina, aún masticando el chicle con esa pose relajada suya.

- Una hafu, wao. Os escondéis tanto que parecéis inexistentes. -

Sus comentarios no iban realmente con maldad, aunque en más de una ocasión lo pareciera. Temas complicados unidos a una desafortunada elección de palabras solían meter en líos a Ryota o incluso dar a  entender algo que no quería decir, como podía ser en ese momento. Viniera de dónde viniera uno, al japonés realmente le importaba nada.

Aunque pronto su atención fue dirigida al chico que salía apurado del autobús. Él, como el resto, dirigió su atención a él, alzando una ceja pero aún con la sonrisa en el rostro. Y fue cuando sintió la sacudida, exclamando con fuerza, pero consiguió mantener el equilibrio buenamente. Sin embargo, con el gesto de Edowado, no pudo más que soltar una risilla burlona.

- Aún no estamos ni en la academia y ya quiere hacerse el hé... ¿eh? - Le hablaba a la chica, pero ella había retrocedido. Ryota solo negó con la cabeza, suspirando. Metió las manos en los bolsillos y volvió a fijar la vista en el chico nervioso, concentrándose para leer su mente, buscando encontrar qué era lo que le hacía actuar tan agitado y a la defensiva.

Los temblores se notaban en vuestros cuerpos pero por el momento no lograban afectaros. El joven se echó las manos a la cabeza, sufriendo por lo que estaba ocurriendo.

El anciano trataba de llegar hasta él pero por desgracia su constitución no era precísamente excelente lo que le hizo quedar a medio camino.

- Vamos muchacho, cálmate que todo está bien. Tan sólo respira hondo y pasará... deja que me acerque.

Las personas que transitaban la calle comenzaron a extrañarse por lo que sucedía. Una chica cayó al suelo y el hombre que la acompañaba fue tirando de ella. Parecían ahora conscientes de que algo raro sucedía.

El hombre que vestía de negro había avanzado y hacía señas a los transeuntes para que no se acercaran.

- Joven. No te va a pasar nada malo. Tranquilo. 

Era la mujer la que trataba de aportar algo y de hecho comenzó a andar también, con mayor seguridad que el anciano. Cuando estaba junto a él, súbitamente el muchacho angustiado se encogió y cayó al suelo, presa de temblores. Lamentablemente para todos, las ondas que producía seguían ahí y cualquiera que se le aproximara corría el riesgo de perder el equilibrio.

En el autobús el resto de personas que habían subido se fueron agolpando. Una chica muy alta, de cabello negro muy largo, bajó ahora las escaleras y se llevó las manos a la boca, preocupada por lo que sucedía.

Pero habían más. Un joven de pelo aún más rojo que Edowado, una muchacha occidental de cabello verde, una chica con cuatro ojos en la cara, de aspecto muy desconcertante, y otro muchacho de rostro afilado con el pelo teñido de rubio. Todos parecían expectantes.

El chico de pelo negro que masticaba un chicle y que sonreía levemente le hablo:

- Una hafu, wao. Os escondéis tanto que parecéis inexistentes. –

Esas palabras las había escuchado refiriéndose a ella misma en numerosas ocasiones y sabia perfectamente que siempre eran para insultarla, se lo habían repetido hasta la saciedad en el instituto hasta que decidieron llamarla monstruo por sus capacidades, por lo que no pudo evitar agachar la cabeza deprimida, sin duda había llegado a un lugar que era como los anteriores o al menos eso pensaba hasta que empezó a suceder lo de aquel chico. Eun Bi se sorprendió cuando aquel chico de pelo rojo se coloca frente a ella con actitud protectora, se le podía ver claramente en la cara la sorpresa, realmente no estaba acostumbrada a eso y en cierta forma no sabía cómo actuar cuando vio que el chico se colocó así, eso, que alguien se colocase protegiéndola alguna vez era algo por lo que había rogado miles de veces, pero ahora ese chico lo había hecho sin conocerla, por lo que realmente estaba sorprendida.

La sensación de temblor en su cuerpo hizo que se despertara de ese pensamiento mientras miraba sorprendida a Edowado y saliera de sus pensamientos. Eun Bi mira la situación, parecía que cada vez estaba complicándose más, el anciano no podía acercarse y trataba de tranquilizar al chico, pero lo peor no era eso, lo peor era que estaba empezando a afectar a las personas que estaban por allí cerca. Eun Bi mira a su alrededor mientras piensa:

No… esto no está bien… parece asustado… yo sé lo que es estar asustado… aterrorizado

Ella se había sentido como ese chico muchas veces, por eso comenzó a caminar hacia donde se encontraba sin prestar atención a los demás, esquivando a Edowado y a Ryota si era necesario mientras decía:

Yo sé que hacer... que necesita

 Fue cuando vio como el chico se derrumbaba que se acercó más rápidamente, notaba las vibraciones, pero iba a tratar de aguantarlas como pudiera. Mientras se acercaba aparecieron más chicos en el autobús, una chica realmente alta y que a Eun Bi le pareció muy guapa y con el pelo muy largo, pero ella no era la que llamaba más la atención, sino aquella chica con cuatro ojos

No… tiene que ser por las vibraciones… estoy segura que estoy viendo mal… aunque si yo soy un monstruo que puede tomar la forma de cualquier persona porque no puede tener ella cuatro ojos…

Se decía a si misma mientras seguía en su empeño, su intención no era otra que la de llegar al chico, sentía que esa situación en la que el chico estaba ella la había vivido en muchas ocasiones y sabia como actuar, lo sabía porque era lo que ella siempre necesito pero nunca obtuvo.

Edo observó con cierta tensión lo que estaba ocurriendo, pero no por lo que pudiera ocurrirle a él, sino por lo que podía ocurrirle a los demás. Especialmente, se preocupó cuando se giró hacia la calle de al lado y observó que las ondas que emitía el chico, parecían estar llegándole al resto de transeúntes que andaban por allí.

Miró a Ryota y lo vio concentrado, como si estuviera intentando hacer algo con el chico. Pero cuando miró hacia donde se suponía que estaba Eun Bi, esta había desaparecido.

Al volver la mirada hacia el muchacho, se dio cuenta de que Eun había pasado inadvertidamente al lado suyo y se dirigía hacia el chico. Iba a avisarla para que tuviera cuidado, cuando la escuchó decir que ella sabía qué hacer. En ese momento, pensó en ir detrás de ella cuando varias personas aparecieron por el autobús. Entre ellas, le llamó tanto la atención el chico con el pelo de color más rojo que él, que no pudo evitar levantar ambas cejas como señal de sorpresa.

Ese chico... ¿será que acaso?... Quizás sea solo una coincidencia, pero tendré que comprobarlo cuando tenga ocasión.

Tras venirle estos pensamientos a la cabeza, Eun Bi estaba ya bastante cerca del chico y Edo ya no tenía tiempo de acercarse, por lo que solo podía observar la escena desde donde estaba.

Espero que sepa lo que se hace.

La joven de buena altura, que mediría metro noventa, observó la escena con preocupación y al hacerlo cerró su puño con lo cual se escuchó un chirrido proviniente del autobús y es que acababa de deformar parte de la entrada. Al advertir su error miró consciente de que acababa de producir un nuevo problema y simplemente se apartó para no estropear nada más.

- ¡Oh, vaya! - Exclamó asustada.

En el suelo seguía acostado el otro chico que estaba provocando todo ese alboroto. Se había llevado la mano a la cabeza y parecía querer aislarse de todo.

Eun Bi trató de aproximarse hasta él. A su lado, la mujer que parecía una de las encargadas caminaba también aunque de vez en cuando parecía tener que equilibrar su cuerpo para evitar caer.

Lo que Ryota vio fue rostros de gente asustada alrededor de una casa temblando. Parecía un recuerdo, no algo producto de su imaginación. Recordaba a un terremoto, con todo el mundo intentando ponerse a salvo en los lugares típicos. “Otra vez no, otra vez no...”, escuchaba. ¿Había sido él quien había provocado eso? ¿Su miedo era dañar al resto?

Cuando dejó de leer su mente, volvió a mirar a su alrededor. El anciano no podía acercarse, tratando de tranquilizar al muchacho, y la mujer se había acercado a él. Ahora el chico estaba encogido en el suelo. Ryota frunció el ceño ligeramente, con cierto gesto de molestia. Y Eun Bien había decidido que creía que era lo mejor para el muchacho.

- Tiene miedo. - Le exclamó para que le escuchase bien y estuviera atenta. - Ya le ha pasado antes: Ha creado terremotos sin quererlo, y le asusta hacerlo de nuevo. -

No gritaba, pero si hablaba lo suficientemente alto para que la muchacha pudiera escucharle y actuar en consecuencia. Si la cosa se ponía fea, intentaría crear alguna ilusión. Una playa, un paraíso tropical... Algo tranquilo con lo que pudiera calmarse. Pero quería esperar a ver si ella conseguía calmarle sin hacerle pasar por eso.

Un fuerte ruido llamó su atención, girándose para ver el autobús, que ahora lo tenía detrás, y abriendo bien los ojos al ver como la entrada se había deformado. A pesar de la situación, sonrió divertido y soltó un sonoro “¡que flipada!”, sonriendo incluso más ampliamente al ver a los que allí había. Incluso se acercó, manteniendo el equilibrio por los temblores, a Edo y palmeó su hombro para señalar descaradamente al autobús y a la gente, como si no los estuviera mirando ya.

- Tío, están teñidos como tú. - Le dijo con voz cantarina. Como si ahí no estuviera pasando algo grave, vaya.

Al escuchar a Ryota, a Edo se le iluminó una bombilla y entendió la situación. - No sé como lo has hecho pero parece que no eres solo una boca andante. - Le dijo con un tono de broma.

En ese momento, escuchó un chirrido proveniente del autobús y al ver la entrada deformándose, no pudo evitar levantar las cejas en señal de sorpresa. Vaya, parece que la gente se está poniendo nerviosa por aquí. Entonces, notó una palmada de Ryota en su hombro y escuchó su comentario. - Sí, y a ti no te quedaría mal tintarte el pelo para unirte a nuestro grupo. Pero lo siento, el rojo ya está cogido, te quedaría bien el color blanco. - Le dijo en el mismo tono de broma que había usado Ryota y siguiéndole el juego.

Tras el comentario, volvió la mirada a lo que se estaba convirtiendo en el foco de todos los problemas. Edo entendió que quizás Eun Bi era de las pocas personas, si no la única, capaz de parar esto. Pensó qué podría hacer para ayudarla y se dirigió a Ryota en un tono serio.

- Escucha, creo que Eun Bi puede conseguir que el chaval se calme. Voy a ir detrás de ella por si en algún momento fuera incapaz de seguir acercándose, para ayudarla a avanzar. - Y si ella es incapaz de calmarlo, lo haré yo a mi manera. - Si te ves capaz de llegar hasta allí, sígueme. Cuantos más seamos, mejor.

Y sin esperar la respuesta de su compañero, Edo comenzó a caminar para acercarse hacia donde se encontraban Eun Bi y el muchacho.

Máster, en caso de que Eun Bi no fuera capaz de calmar al chico, ¿existiría la posibilidad de que consiguiera acercarme a él y hacerle un ataque especial de Aikido que le dejara inconsciente? Por ejemplo, un puñetazo especial dirigido al pecho que le causa una rápida pérdida de aire y oxígeno, motivo por el cual se desmayaría al instante pero más tarde podría recuperarse. Sería solo como último recurso y con la intención de dejarle inconsciente para que así paren esos ataques que está causando de manera involuntaria.

Eun Bi caminó con cuidado hasta alcanzar al joven mientras el resto observaba. La otra mujer siguió sus pasos de modo que ambas iban a llegar hasta él.

En el autobus asistían a la escena y se habían percatado también de la torpesa de la chica de buena altura. Parecían estar comentando lo que sucedía. El hombre de mayor edad se quedó en el lugar mientras el otro trajeado había logrado que nadie se acercara.

- Creo que llamamos mucho la atención y la policía se acercará a preguntar. Hay gente usando el teléfono móvil y seguro que es para alertarla.

La chica alta dió unos pasos hasta Ryota y Edowado.

 - Ha sido culpa mía, le empujé sin querer y trastabilló. En menudo lío le he metido. Me llamo Masami Ayase.

La joven sonrió con resignación asistiendo también a la escena.

Mientras Eun Bi caminaba hacia el asustado chico escucha lo que Ryota, el chico de pelo negro le dice, parecía que el chico tenía miedo de su poder, había creado terremotos y temía eso, en cierta forma era como ella, tenía miedo de las consecuencias de su poder, o al menos ese era uno de sus miedos, ella asiente a lo que dice y sigue acercándose.

Eun Bi sintió un chirrido y miro el autobús, parecía que alguien había deformado la entrada, aquello le sorprendió bastante, pero siguió hacia delante cuando noto que los otros dos chicos caminaban detrás suyo. Ella no fue la única en llegar hasta el chico, pero eso no le importo, mientras se agachaba con voz suave dice:

Tranquilo… no te asustes, lo que está pasando no es culpa tuya… tranquilo, no has hecho nada malo… solo estas asustado

Decía con suavidad mientras terminaba de agacharse y le coloca una mano en la espalda, con suavidad le dice:

Vamos… tranquilízate… hazme caso, yo sé lo que es tener miedo de todo y todos los que te rodean, que teman tus habilidades y tú las temas… que creas que son las que te definen, pero esa no es forma de vivir…

Se mueve para colocarse delante de él y le sonríe amablemente mientras le ofrece la mano y dice:

Mi nombre es Eun Bi… ¿sabes? Yo soy como tú, tengo mucho miedo de mi poder y de los que me rodean…

Eun Bi acerca su cara para hablar en susurros al chico

…no sigas siendo así… no temas tu poder ni a los que te rodean, no llegues al punto que yo llegué… levántate, se fuerte y tranquilízate, no hagas como yo que me perdí en la oscuridad de un rio

Se despega un poco del chico y le dice entonces:

¿Nos ayudamos?

- Tsk, por supuesto que no soy sólo una boca andante. Soy lo mejor que os ha pasado a ti y al mundo. -

Ryota le guiñó un ojo al muchacho pelirrojo. Esa forma de tomárselo todo a guasa incluso en situaciones de estrés como aquella a más de uno le ponía de los nervios. Pero en fin... Así era el muchacho y no iba a cambiarlo, o al menos eso parecía.

- ¿Blanco? ¿Como los vejestorios? Nah, así está bien. -

Pronto la atención volvió a centrarse en el chico asustado y en Eun, que se acercaba a él para calmarle. Por si acaso, se fue preparando en caso de descontrol para crear la ilusión del lugar paradisiaco tranquilo. Sin embargo, Edo parecía no querer estarse en el sitio.

- Ey, oye... - Ni siquiera fue capaz de terminar la frase. Soltó un bufido y, lo poco que se fueron acercando, se apresuró a coger de la muñeca al muchacho pelirrojo y tironear ligeramente de él, negando con la cabeza. - Si el chaval ve que se acerca más gente, puede ponerse nervioso y la cosa puede empeorar. Más que ayudarla, estaríamos entorpeciendo lo que vaya a hacer. -

Soltó despacio a Edowado, viendo entonces como se acercaba la chica alta a ellos. Mientras más personas viera el chico, más nervioso se pondría. O al menos así lo veía él. Pero finalmente consiguió ver como Eun llegaba al chico y comenzaba a hablarle.

-Yoh, Masami. Ryota.- Saludó alzando una mano y se presentó sin más, de esa manera tan informal tuya, sin apartar la vista de Eun Bi sin embargo. - Pues sí, parece que todo se ha torcido un poco. Si morimos ya sé a quién culpar. - No lo decía en serio, por supuesto. - No sé vosotros, pero yo voy a echarme para atrás. Si le asustamos más lo mismo acaba hundiendo en un terremoto a la ciudad entera. Y parece que ella es capaz de calmarle. Poderes de "hafu". - Bromeó, sin verdadera maldad, solo haciendo el tonto. Entonces, al fin, observó a la muchacha, formándosele una sonrisa ladina. - Has sido tú la de la puerta, ¿no? - Se refería a deformarla. Lo imaginaba por cómo había exclamado en ese momento. - Que pasote, tronca. - Alzó un tanto una mano para que la chocara.