Partida Rol por web

Cuando veo a los mercenarios y al sobrino del párroco recuerdo lo que me dijo. Mi corazón se detiene, no me van a dejar salir... no a mí. Entonces me doy cuenta de que se trata de Elena y Rodrigo. Doy un suspiro bajo y mi alma se queda nuevamente pegada a mi cuerpo. Me llevo una mano al pecho: el ritmo acelerado del corazón ha bajado un poco. 

Hago caso omiso al saludo del sobrino del párroco, maldita rata, a Martín y busco a Elena con la mirada. Tengo que poder hablar con ella a solas.

Rodrigo deja por un momento la conversación entre la mujer y el mozo, y se fija en sus otros compañeros. Sin perder la escena de Elena y el mozo, se acerca al alguacil y a Pietro.

- Que ha pasado? no se os ve buena cara señores. - de repente, Rodrigo nota la falta de Iñigo, que había partido con ellos-Y el Hidalgo?

Me despido de mi primo de manera más formal que amistosa y camino con Pietro hacia la salida en silencio. Al llegar a las escaleras y ver que el sobrino esta de charla trato de acercarme para poder escuchar, sin embargo, Rodrigo viene a nuestro encuentro y me intercepta con sus preguntas.

—No ha pasado nada —contesto de manera distraída, mirando de reojo a la pareja que sigue conversando y tratando de escuchar aunque sea alguna palabra suelta—. Al menos a mí. Don Iñigo está dentro, hablando en privado con el párroco...

Al darme cuenta de que es imposible escuchar nada a esta distancia mientras el mercenario me habla corto por lo sano y le pregunto directamente a Rodrigo.

—¿Qué está hablando este?

Ah, ese - Rodrigo esboza una sonrisa - está cayendo ante los encantos femeninos de Elena. básicamente está desembuchando información del pueblo por un tubo, cosa que solo Elena ha conseguido. Es mejor dejarla hacer y preguntarle después.

Aunque no estaría de más acercarse y escuchar, total, el mozo no se va enterar. Tiene las dos cabezas pensando en lo mismo- aclara con una risilla.

Me mantuve callada. No podía intervenir ahora, tendría que esperar a que ella terminara de hablar. Así que simplemente me quedé allí, sopesando que quizás estuviera sin posibilidad de ayuda.

Me apoyé contra una pared y, cruzado de brazos, miré al cielo un momento. Me relajaba y me hacía olvidar tanto dolor.

No había resultado demasiado difícil que el " sobrino " del cura estuviera en una buena predisposición para contarme algo acerca de aquel lugar y de lo que verdaderamente estaba sucediendo allí, se le veía bastante falto de cariño femenino, de eso no tenía ninguna duda.

Levanté la cabeza para observar como venía el resto, aunque no el noble con ellos y luego chaqué la lengua a modo de fastidio, pues con tanta gente cerca la conversación sería de ámbito público a poco que pusieran un poco el oído y aunque no me importaba que escucharan la parte básica que vendría a ser preguntar sobre el perro gigante y alguna cosa más, no quería que se enteraran demasiado de mi vida privada que a nadie le importaba y a parte de Rodrigo a quien yo misma se lo había dicho, creía que era mejor que no se enteraran.

- Hay demasiada gente para una charla agradable.. - Hice un gesto con los ojos de total fastidio y luego volví a mostrar una sonrisa, lejos de ser la gélida que mostraba habitualmente. - ¿ Tienes algún plan para cenar? Quizás podríamos seguir charlando...

Toda mi posición corporal era clara, pues una mujer nace aprendiendo como llamar la atención de un hombre, por mucha hacha que cuelgue de su espalda.

Martín y Pietro son abordados por Rodrigo que les habla risueño, mientrás que deja a Elena conversando con el sobrino, por los movimientos que hace Elena estais seguros de que accedera de buena gana, sin duda la aguerrida mujer sabe valerse en los dos artes de la guerra. Trás unos momentos el sobrino se aleja de Elena y se acerca a Pietro que está mirando el cielo, con una pequeña reverencia le proclama:- Me temo que nuestra reunión sera aplazada maese, veo por tu rostro que piensas mal de mí, pero no es por lo que te imaginas por lo que quiero hablar contigo. Cuando nos volvamos a ver te lo aclarare más largamante...- Girandose al resto se despide:- Señores, hasta la vista- Pietro lo nota diferente, a como ha hablado antes, el muchacho parece cambiar de personalidad a cada momento...

El muchacho esta obviamente pillado por tus encantos, todo su cuerpo lo delata y por la forma que te mira bien sabes que ahora mismo podría quitarte la ropa ahí mismo sino fuera por la presencia del resto, y eso te gusta, por lo que su lengua estara suelta para contar lo que quieres saber del pueblo o de cualquier secreto que guarde. Ves como Rodrigo se aleja para salir al paso a tus compañeros que salen del cementerio sin la compañia de tu contratante Don Iñigo. Te molesta tener la presencia de los demás en tus conquistas, por lo que reclamas las atenciones del muchacho en otro lugar donde su lengua pueda estár más suelta... en todos los sentidos.
La sonrisa picara del muchacho cambia en cuanto terminas de hablar, parece algo aturdido,y empieza a ruborizarse, como si el chico descarado que te ha saludado hubiese sido cambiado por otro, y con voz algo entrecortada te confirma la cita:- Podriamos ir a cenar a la taberna del pueblo. Me placera acompañaros, y espero que me permitais pagaros la cena- Al despedirse te coge un momento la mano y te la besa, lo que te choca un poco, mientrás que se aleja hacía el grupo de Pietro, te dice:- Hasta la noche, dama Elena- Puedes ver como se queda un momento hablando con ellos antes de marcharse, y no comprendes demasiado que puede estar pasando... Empiezas a odiar bastante este pueblo y esperas que después de la cena, se comporte o tu humor ira a peor, pues tantos secretos en una mujer tan directa como tú es algo que llevas muy mal, recordando tu cita en el molino con ese indeseable que dejo tullido a tu hermano.

Le sonreí apenas pero no le creía nada. Tenía bastante en claro lo que me había insinuado y no confiaba en él ahora. Una parte de mi pensaba incluso que se hacía "el bueno" porque me vio con mis compañeros y que éstos tenían toda la pinta de poder sacarle la cabeza de quererlo.

Lo dejé partir, solo le aclaré, a ese sobrino de doble intención.

-Hasta pronto.

Mi voz se volvió más baja que de costumbre, intentando parecer malo o peligroso pero la realidad es que estaba aterrada por lo que me podría pasar por culpa de ese imbécil. No dije más nada y esperé que terminaran con lo que estuvieran haciendo y que el Hidalgo volviese.

—Ya veo. Espero que luego tenga a bien contárnoslo todo —digo a Rodrigo con una sonrisa un tanto desganada—. Con esto y lo que saque el noble tendremos algunas respuestas.

Miro y escucho al supuesto sobrino despedirse, pero no le contesto palabra. Es de ese tipo de personas que me dan mala espina y me desagradan desde el principio. Por mi puede irse al infierno después de que desembuche todo lo que sabe.

No respondí a las palabras del sobrino del cura, simplemente asentí cuando dijo lo de la cena y sonreí de nuevo, haciendo ver que sí que sabía hacerlo cuando me lo proponía.

- Espero que sirva para al menos responder a mis dudas...

Levanté la cabeza y le respondí con un gesto con la mano cuando me dijo adiós, pero al ver que se paraba con el resto giré un poco para mirar a Rodrigo, como preguntándole qué nos habríamos perdido, pues algo habrían estado hablando y sentía curiosidad por saberlo, sobretodo si tenía que ver con perros gigantes.

Haciendo gala de la poca sociabilidad que tenía que acerqué al resto, sin olvidarme de que mi tarea estaba siendo la de vigilar cualquier cosa fuera de lo normal y hablé.

- ¿ Algo interesante? - Esperaba que nos contaran algo y no nos dejaran al margen.

De momento comentábamos que con la baba del mozo podría hacerse un lago. - comento a modo de broma por la escena que Elena y el mozo acababan de protagonizar- Fuera de eso, no se si hay algo que tengáis que comentar- digo ya mirando hacia el alguacil y hacia pietro.

"Padre... si supieras en el lío en que me he metido solo por intentar estudiar algo... te volverías a morir", pensé. Me llevé la mano a la cara porque me estaba poniendo roja. Mis latidos se hicieron notorios a mis oídos. No podía dejar de pensar en todas las posibilidades del sobrino ese y ninguna me gustaba. Ahora tenía la oportunidad de pedir ayuda, pero extrañamente no podía hacerlo.

-No me siento muy bien, disculpadme.

Dije y salí de allí. No soportaba sus miradas, estaba sintiendo como si de pronto ya la máscara de Pietro se resquebrajaría delante de todos.

"¿Sería peor el castigo que lo que de seguro me iría a pasar?" Ni idea, pero no podía decirle a nadie nada, no aún. Así que me alejé con paso apresurado, y la excusa de sentirme "cansado".

Miré a Rodrigo dejando escapar esta vez una sonrisa divertida, que debía de ser la primera desde que les había conocido y luego negué con la cabeza pues todo tenía su razón de ser.

- Necesitamos información ¿ no? Y que yo sepa, es más fácil preguntar cuando se creen que te pueden llevar a la cama que cuando torturas a alguien... - Puse una de esas caras de mujer que va a hacer una trastada. No podía negar que me resultara divertido aquello.

En ese momento miré a Pietro, que parecía no encontrarse demasiado bien y me encogí de hombros.

- ¿ Es por el cementerio o es que ha pasado algo? - Pregunté al resto.

No me quedaban muchas dudas a las palabras dichas por el cura. Todo esto me suscitaba bastantes preguntas, pero pocas podía contestarlas el párroco. Lo único que puedo contestar es—. Entonces, decís que no fue sepultada en suelo sagrado. ¿Tan malvada era que no se le permitió tal cosa? ¿No os habéis planteado que tal vez por eso mismo su alma no encuentre descanso? Si no fue enterrada en un camposanto... ¿Dónde reposan entonces sus resto, buen hombre?

Aunque he formulado las preguntas convencido, lo cierto es que la mayoría de ellas me parecen un tanto absurdas. No obstante, tras lo ocurrido hace unas horas, tampoco me sorprende tanto que todo haya cosas que escapen de los designios del todopoderoso...

El parroco rumía un momento tus palabras antes de contestarte :- Esa mujer fue lo peor que pudo ocurrirle a esta región y a nuestro antíguo señor, sus huesos descansan donde merecen, quizás los escontreis carcomidos por las alimañas, pero no sera por mí-Levantandose furiosamente te indica:- Usted señor, sera el señor de estás tierras, pero la protección de las almas de esta zona es mía, por lo que no dejare que esos huesos sean removidos por mi ayuda, si me permite me gustaría estar solo... Puede marcharse con mi bendición- Su hosquedad es evidente, y seguramente habrúia hablado más fuerte sino hubiese sujetado la lengua, evidentemente no tiene más que decir