Partida Rol por web

No me gusta la idea de poder acabar atrapado entre dos grupos de enemigos, pero no hay más remedio. Tenemos que avanzar rápido y salir al exterior cuanto antes, lejos de esta opresión y laberintos subterráneos desconocidos. Lo único que puedo esperar ya de todo esto es salir de una pieza, pues parece que las respuestas y mi familia son cosas que están lejos de mi alcance.

No pensaba dejar que se marchara a ninguna parte, eso lo haría por encima me mi cadáver o sino le perseguiría hasta el mismísimo infierno con total de darle la merecida muerte que tenía pendiente.

De todas formas, él arrancó antes que yo, quizás, por menospreciar su estado y no haberle dado el mayor golpe que le hubieran dado en la vida cuando vi que sacaba un arma.

- Grrrr!

No, no iba a decir nada, claro que no, pero el gruñido de rabia no pude evitar que se me escapara. Ahora sólo me faltaba que se me escapara delante de mis narices... no se lo creía ni él.

Quien se hacía llamar Esteban consigue mantener la carrera por delante de Elena, la cual le persiguio de cerca, era solo cuestión de tiempo que en su estado simplemente se cayera o que bajara el ritmo y el hacha de la parda estaba dispuesta a acabar el trabajo que habia empezado con sus piernas.

Seguidos de cerca por el resto que ven el principio de una gran sala donde una gran hoguera ilumina la siguiente escena. Hay una celda donde esta el joven barón que se acurruca asustado en una esquina, pues hay algo más en la celda, un cadaver putrefacto de un muchacho de su misma edad, que parece moverse como si fuese un gusano contoneandose en la tierra cada vez más cerca del barón. El médico del pueblo esta tambien junto con su ayudante con el que al parecer hatenido una discusión, el muchacho que era todo sonrisas amables al veros llegar os dedica una sonrisa burlona bastante siniestra y por unos momentos sentis la piel de gallina. Al ver como se acercan la parda y su enemigo corriendo escuchais que este pide ayuda, a lo que no reaccionan nínguno de los hombres, antes de que el cojo caiga al suelo por su herida en la pierna e intente dar la vuelta para encarar a Elena.

No estaba en su mejor momento después de haber recibido mi hachazo antes y eso, que yo lo hubiera seguido torturando por ahí arriba antes de bajar, pues lo iba a terminar matando antes o después, pero...

Lo vi caer y me detuve poniéndole un pie encima, en la base de la espalda para que no pudiera levantarse y que tuviera miedo, pues precisamente había sido por esa zona donde mi hermano había recibido su golpe, aquel golpe que ahora le había hecho un desgraciado pues no sentía absolutamente nada de cintura hacia abajo.

- Ven aquí...!! - Lo levanté agarándole del pelo y haciendo fuerza para acercar su cara a la pared y que recibiera un buen golpe, eso sí, no tan fuerte como para dejarlo inconsciente aún. Iba a enseñarle de dónde venía la palabra " carnicería ".

Llegamos a una celda en donde estaba el  barón y una cosa que salía de la tierra, debía ser el hermano, aquél del que nos habló la mujer que se convertía en lobo. Elena había dado presa al cobarde que quiso escaparse, y allí también estaban el médico local y su ayudante.

-Yo creí en usted...

Le dije al médico, furiosa. -Y se llama hombre de medicina, se tendría que llamar cualquier otra cosa...

Mis ojos destilaban mucha rabia, demasiadas cosas habían pasado y para colmo, todo este asunto de haber perdido a Rodrigo me carcomía la cabeza.

Tenía mi daga, y la saqué.

-Hablad, malditos cerdos...

La etapa de temor no había pasado pero el odio era mayor.

—Entonces ese ser tenía razón... —musito incrédulo al ver que lo que contó la bestia era verdad. La pregunta, llegados a este punto, era... ¿Qué hacer?

Por si acaso, saco mi estilete, preparado para lo que pueda suceder. Después, señalando con la punta de éste al médico, le digo— ¡Vos! ¡Nos habéis engañado! ¡Contadnos que está sucediendo aquí!

Me detengo en la entrada de la sala y en cuanto echo un vistazo me sube una arcada. Es imposible mantener la mirada en ese grotesco cadáver arrastrándose. Esa mujer de malas artes no mentía con su historia —no al menos en cuanto a la existencia de ese hijo muerto—, pero no me reconforta en absoluto. Mejor hubiera sido que fuera una gran mentira, maldita sea.

Agarro con fuerza mi hacha sin saber que hacer, mirando de un lado a otro nervioso. Elena parece solo pendiente del tipejo ese, como si no existiera nada más y tuviéramos todo el tiempo del mundo. Si el combate contra seres y criaturas inhumanas depende de mí, estamos realmente perdidos.

El joven conde os pide ayuda aplastandose contra los barrotes mientras la figura reptante sigue su camino, en tanto al otro lado de la habitación ocurre una escena similar de victima y verdugo, pues el enemigo de Elena intenta escapar del pie que presiona su estomago, pero esta le coge firmemente del pelo, levantandolo ante la desesperación de su situación, echa una mirada aterrada a la pareja que os observan uno con evidente disgusto y otro con evidente divertimento:- Maldita sea ayudame con estos hideputas... hasta ahora he hecho todo lo que me habeis pedido- Intenta hacer un corte a la muñeca de Elena, pero esta aparta el brazo sin dejar su presa, sino que aprieta con más firmeza y la atrae hacia una de las paredes, en tanto se empieza a llenar de sangre el cuero cabelludo del hombre al que odia, que se divirtio tanto o más cuando dejo a su hermano postrado en la cama para siempre.

El doctor le replica secamente, sin ni siquiera dedicarle una mirada:- Sino hubieses fallado en darles muerte no hubiese pasado esto y lo último es esta idiotez de traerlos aqui, sin dudar te habria costado una muerte dolorosa y lenta a mis manos- Pausa un segundo para sonreirle de forma horrible:- Ahora tu situación es la misma, pero  a manos de  una hermosa mujer, creo que al menos en eso ha mejorado al menos ha mejorado algo tu situación.- A la afirmación de a quien conociais como Pietro tuerce el rostro y dice:- Tu simplemente no deberias estar aqui, no se que demonios...-

El aprendiz se rie divertido y dice:- Por que la llame yo, nada más facil que copiar tu firma y utilizar tu sello. Ya que vas a dar un paso tan grande deberias dar recuerdos a los amigos del pasado. Aunque por la manera que les indicabas donde estaban para que le atacaran los asesinos, sin duda no eras tan amigo de su maestro jejeje-

El médico tuerce el gesto enfadado, al parecer la mera presencia de Pietro es algo que le da problemas de conciencia, por lo que simplemente la ignora y vuelve su rostro hacia Don Iñigo:- Piense lo peor Don Iñigo... Piense en que la enfermedad contra la que combatias tan firmemente la prodigaba quien debería curarla. Aunque todo hay que decirlo que hubiese preferido que dieseis muerte al maldito parroco, aunque pronto tampoco sera un problema por supuesto y haber acabado con ese maldito espectro, pero al final le habeis distraido lo suficiente, para que ese idiota terminara su trabajo y secuestraramos al hijo del noble para terminar el ritual.- Con una sonrisa triunfal le indica a su aprendiz, que por la forma que os mira y que se dirige a su "maestro" sin duda es mucho más que eso:- Ahora matalos y terminaremos nuestro negocio.-

El chico se aleja unos paso y se rie:- Pero eso quitaria toda la diversión a esto, además no te dije ya que la prueba se debia de realizar sin mi ayuda... Parece que ahora estas solo, con tus enemigos armados y prestos de tu cabeza ¿Suena interesante no crees?-

El médico le mira incredulo, luego a vosotros y da unos pasos atrás tragando saliva, al parecer no esperaba que sea lo que sea le traicionara en este momento. De repente de uno de los tuneles, aparece un objeto que cae en medio de la habitación, rebota varias veces antes de caer al suelo blandamente, lo reconoceis como la cabeza aplastada del parroco que tiene una apariencia de placidez a pesar de lo violenta que tuvo que ser su muerte. Una figura entra poco después de ella, en un principio lo reconoceis como el sobrino del parroco, pero su forma cambia, el pelo empieza a recorrer todo su cuerpo, sus dientes se agrandan, sus manos se convierten en garras, en tanto el sexo de la criatura esta evidentemente excitado. Al ver la escena habla con una voz gutural, alegrandose al parecer de ver a las dos mujeres:- No creia que iba a verte de nuevo Elena... Teniamos una cita y he tenido que sustituirla por la hija del posadero. Que no aguanto mucho la verdad sea dicha y todavia tengo ganas de joder.- El médico sonrie algo más tranquilo al parecer no esta todo perdido...

Pensaba entretenerme un poco con lo que estaba haciendo, pero allí empezaba a haber demasiadas cosas a las que prestar atención y desde luego, la menos peligrosa parecía con la que yo me estaba entreteniendo.

Tenía bien sujeto al hijo de puta que ahora ya había perdido la piel de media cara y seguramente hasta un ojo cuando escuché caer algo y luego vi a lo que en realidad era el sobrino del curo.

- Y yo habiéndome quedado con las ganas de pasarme a algo por la piedra... - Lo que más me gustaba hacer era pelear, lo segundo los hombres, pero estaba claro que el no haber acudido a la cita que tenía me había venido bastante bien.

Estampé más fuerte al hombre contra la pared y cuando vi que se iba a desplomar le solté para darle un hachazo y matarlo antes de que la cosa se pusiera aún más fea, que iba a estar complicado que así fuera.

- Agh! - Fue el sonido que salió de mi garganta al dejar caer mi arma sobre aquel cuerpo, aunque después miré a la criatura. 

- ¿ No has superado que te den plantón? Pobrecito...! - Aquello no pintaba nada bien, pero si moría lo haría peleando. Ya había saciado mi sed de venganza. Podría hacerlo en paz.

Todo parecía sacado de esas historias de terror que los hombres contaban de pueblo en pueblo. Esos dos hermanos, uno podrido y el otro sano pero hasta ahí, el médico que parecía uno de los héroes pero resultó ser otro de los villanos, y ese lobo... enorme como el de la mujer pero que evidentemente no estaba de nuestro lado.

-No... 

Elena dio un golpe final, creía yo, al tipo que había intentando huir anteriormente, y en el médico creí ver algo de culpa. Mi voz se quebraba, la daga en mi mano derecha se me antojaba muy pesada.

-No hagas eso...- le pedí al hombre de salud, o al que alguna vez hizo algo en ese sentido -tú has hecho un juramento... juramento que viene de muy antiguo y que nosotros respetamos, que nos forma. No permitas que todo sea para nada. Cuando hablaste conmigo, allí en el pueblo, vi algo de bien en ti.

No era buena luchando y aunque sea si alguien nos ayudaba sería algo.

-Antes que nada somos doctores... por todos los cielos... ayúdanos, ayúdame con ésto...

En la sala estan:

El médico,

Su ayudante que tiene toda la pinta de ser algo inhumano.

El sobrino del cura que ha resultado ser un brucolado (bicho majetón donde los haya).

El enemigo de Elena que ha muerto a sus manos

El joven conde bastante acojonado

El hermano del joven conde no-muerto.

Y vosotros.

Y dentro de unos momentos quizás tengais la compañia de los vecinos del lugar enloquecidos.

—Todo esto se acabará aquí hoy... —digo al médico— ¡Os mandaré al lugar al que pertenecéis, malnacido!

Y, gritando esto, me lanzo a por el médico. Si queremos tener alguna oportunidad, tenemos que actuar antes que el populacho. Poco más se puede hacer ya que recurrir al acero, por mucho que me duela usarlo.

Elena se siente bastante satisfecha por terminar con su venganza, su hermano a pesar de que no podra volver a andar al menos sabra que su enemigo ya no puede ni respirar. Un brillo nuevo  destella en sus ojos, a pesar del horrendo ser  que esta a una decena de metros, que por la forma que tiene cierta parte de su fisonomia le tiene más ganas a descargar su "hombria" que a matarla, aunque sin duda terminara haciendolo. Ella no se inmuta e incluso se burla de la presencia demoniaca, pues no puede ser otra cosa, el ser peludo de grandes dientes y garras con una ligera cornamente ha tenido que salir de algún rincón del infierno.

El monstruo declara:- Por supuesto, me senti muy triste sin su presencia. Pero supongo que es algo que podremos soliviantar ahora, por supuesto si tiras tu hacha te prometo que no te torturare demasiado, solo jodienda basica antes de matarte.- Se acerca a ella sonriendo con una sonrisa carnivora.

En tanto el profesor escucha las palabras de Pietro y contesta, casi recitando las palabras que ha rumiado durante años para mentirse con que lo que esta haciendo esta bien:- De que sirve nuestro juramento, si solo los ricos se llevan los mejores tratamientos, si apenas podemos investigar coartados por la moral, estoy harto de ser un hombre sensible en un mundo que no lo merece. Si temen al diablo para arrepentirse en el lecho de muerte, yo hare que se arrepientan en la vida. ¿O es que acaso tu señor no te ve como un peon? o peor ahora que sabe que eres una mujer, quizás como un divertimento curioso.- Pero hay algo en su voz que suena a duda, ver a la aprendiz de su amigo le fastidia e incluso le pilla desprevenida la carga del noble haciendo que pida ayuda a lo cual, su ayudante solo bufa y se aparta para ver como termina todo, en tanto que el brucolaco solo tiene ojos para su querida Elena.

Aprovecho que el tipo baja la guardia, y lanzo una estocada, que va dirigida a su pìerna. No obstante, la espada no es lo mío, y apenas logro rozar el muslo de ese malnacido.

Así, me preparo para parar su ataque si me le devuelve...

El médico duda, lo veo en sus ojos, pero igual así no me da la razón. Dice una sarta de excusas que ni él se termina de creer y me siento rabiosa. El pobre Rodrigo ha muerto para nada entonces.

-Ni tú crees en lo que me has dicho, excusas, son excusas para no cumplir con tu deber, con tu verdadero deber.

¿Así que el lobo piensa amedrentarnos? Yo no cesaré de hacer lo que pueda para evitar este final.

-¡¡Mujer... ven aquí, ven por tu hijo, tu hijo te reclamaaa!!

Ellos no son los únicos con poderes en este pueblo olvidado por el Señor. La mujer que nos ha pedido la protección de su retoño, debe andar buscándolo. Ella también es un gran lobo malo, solo que está de nuestro lado. Al menos les daré algo que temer, mientras espero ganar tiempo. 

Tras unos instantes boquiabierto corro a ayudar al noble en la lucha. Trato de no pensar en nuestro evidente final mientras avanzo hacha en mano, buscando la manera de llegar lo más lejos posible de las otras criaturas y sin confrontación hasta el pequeño conde.

Yo ya había cumplido, por así decirlo, mi cometido en la vida, así que ahora sólo me quedaba la tarea fácil que era combatir hasta que no pudiera ni levantar el hacha.

Escuchando las palabras de aquella criatura sonreí irónicamente, mientras me giraba para quedar bien encarada a ella. Al menos, quitarles a eso durante lo que aguantara quizás les ayudara a matar a los demás.

- Creo que casi mejor me quedo con el hacha... me gusta más ella que cualquiera de las tristes cosas que tienes para ofrecerme...!

Bajé la vista lo justo para mirar a lo que tan llamativamente de su anatomía se había alegrado, poniendo la suficiente cara de pena como para que cualquier hombre se sintiera ofendido. No sabía si con una criatura como aquella, fuera lo que fuera aunque parecía una especie de demonio, iba a funcionar, pero estaba claro que seguro que lo iba a pasar muy mal por dármelas de lista.

El médico se encuentra de repente con Don Iñigo que ha saltado rapidamente en liza, con un golpe descendente acierta en la pierna que empieza a sangrar ante la estupefacta mirada del hombre que no esperaba ver el color de su sangre, entonces mientras saca una daga para defenderse le grita al monstruo que encara a Elena:- ¡Ayudame y mata a este desgraciado, te lo ordeno!-

El monstruo refunfuña ante su imprecación, pero al final sonrie con su boca erizada de dientes le contesta:- Pero mi señor, ya he realizado tus ordenes, he engañado al cura haciendome pasar por su "hijo" para hacerle perder su fe y al final como has sido incapaz de corromperlo has hecho que lo mate, ahora me merezco un premio y las piernas de esa mujer lo merecen.-

El médico mira a su ayudante por ayuda, pero este solo esta con los brazos cruzados esperando a ver la matanza, por lo que se encara contra el noble diciendo:- Al menos te cortare esa lengua tan larga que tienes, Don Iñigo...-

Aunque el ayudante si hace caso a lo que dice Pietro a la cual responde:- Señorita, creo que su desconocimiento de las animas es claro, solo pueden actuar en los alrededores de su lugar de enterramiento y en los lugares donde moraron en vida... ¿Por que se cree que han traido a sus hijos aqui? Pero no deja de ser un buen intento por supuesto-Sin duda se lo esta pasando francamente bien, sobretodo cuando anota:- Ahhh por cierto están rompiendo la trampilla nuestros queridos conciudadanos, en unos minutos vendran hacía aqui siguiendo la linea de antorchas tan primorosamente dejadas-

Viendo al hombre que ha empezado a admirar en peligro, Martín corre en su ayuda, pero al ver que la prisión donde esta el joven conde esta desprotegida se acerca sin peligro de ataques, encontrandose unas rejas bien protegidas con una pequeña puerta con un gran candado, al verle el joven conde se acerca a los barrotes:- Deme algún arma o algo para alejar a ese monstruo de mi, ¡No quiero que me toque!- El monstruo que no es otro que su hermano fallecido se arrastra hacía él, aunque no parece tener intenciones dañinas, pues podria haberle atacado desde hace tiempo, como si esperase algo de su hermano.

Ante el insulto de Elena la criatura gruñe, erizando su pelo como si fuera un gato montes y mostrando sus dientes como cuchillas, antes de gritar:- Por eso te jodere por el culo hasta que pidas clemencia...- Pero Elena ha sido más rapida, hacha y escudo en mano se lanza contra el monstruo antes de que este pueda reaccionar.

La discusión entre señor y sirviente fue algo que no esperaba escuchar, sobretodo, porque veía como el demonio ese quería arrancarle la cabeza al que le daba órdenes, pero no lo hacía porque seguramente hubieran firmado alguna especie de oscuro trato.

Eso sí, mentalmente estuve deseando que lo hiciera durante un poco.

Al ver que no iba a conseguir nada más que aquella distracción sólo me quedó la opción de ser la primera en atacar y eso mismo fue a lo que me puse sin demora. El idiota de antes ya me había hecho perder mucho tiempo y eso que no le había hecho sufrir lo suficiente antes de matarlo.

- Creo que te vas a tener que conformar con soñarlo! - Al menos eso deseaba fervientemente.

Cogí impulsó y me dispuse a estampar mi hacha en su cuerpo. Era lo mejor que podía hacer sin perder más el tiempo.