Partida Rol por web

Con el bolter pesado apoyado en el hombro, Lukas se acerca lentamente a la posición de sus hermanos para oír lo que tienen que decir. Prefiriendo escuchar simplemente por el momento, se apoya en una piedra y se dedica a revisar su arma, asegurándose que el reciente combate no haya provocado ningún fallo en los sistemas.

Tras recargar el bolter y colgarlo de sus suspensores magnéticos junto a los recicladores de aire caminé hacia los soldados del FDP, donde también se encontraban varios de mis hermanos.

Tras observar que los marines se encontraban bien me dirigí al oficial Randan.

Saludos- dije mediante los altavoces del casco-. Es todo un honor luchar junto a otros guerreros del Emperador. Entre todos hemos eliminado bastantes enemigos, y supongo que sus superiores tendrán a bien darles una merecida recompensa. Solo siento no haber podido llegar antes y así poder evitar la muerte de sus camaradas. Supongo que fueron buenos soldados, mis plegarias estarán con ellos en todo momento, pero no es tiempo de lamentaciones pues desgraciadamente queda mucho por luchar.

¿Cual es la situación de este sector, Oficial Randan? Hemos de alcanzar una torre de telecomunicaciones y nos gustaría saber si hay algunos puestos como el vuestro más adelante o por el contrario tendremos que abrirnos paso combatiendo.

El oficial da un par de órdenes, y los soldados comienzan a atender a los heridos. Media docena se despliega alrededor, asegurando el perímetro. En sus caras se puede ver el temor de una situación que no pueden controlar... sin la aparición de los Marines seguramente en este momento serían carne de los Tiránidos.

Dastan se quita el sudor de la frente con la palma de la mano y recupera el sombrero del suelo. Le quita el polvo, le devuelve la forma con un par de puñetazos y se lo clava hasta las cejas. No tenemos comunicaciones con el resto de las fuerzas planetarias. No quiero ser agorero, pero... si el resto de las escuadras está en nuestra situación, dudo que la situación del sector sea buena.

Con un suspiro comprueba la celda de su pistola. La torre de comunicaciones a la que se refieren debe ser la que se encuentra en Colina Niebla, unos 10 kilómetros al sur. Debería estar enlazándonos con el Comando; si se dirigen allí y consiguen restaurar los enlaces militares seguramente habrán salvado muchas vidas.

Les señala la dirección en la cual se encuentra la torre. Todos levantan la vista, hay humo en el horizonte hacia allá. Czorf frunce el ceño, sus sentidos le dicen más que lo que la simple vista puede determinar. 

Tus sentidos se tiñen al mirar al horizonte... el enlace que mantenía el Guerrero parece perderse en esa dirección. Para tu mente, el humo no existe, pero el fulgor en el warp ilumina la lejanía como un furioso fuego. 

- El fuego de la sombra ruge. La bestia se desata... - Murmura por lo bajo, observando el horizonte con unos ojos que ven mas allá de las ataduras mortales y físicas.

- Se acaba el tiempo, Hermanos. El cielo arde y muy pronto nuestro amado Innanah será devorado si no reaccionamos a tiempo. Debemos avanzar. - Habló con un frío susurro en las mentes de sus hermanos, sin moverse ni volver el rostro del horizonte teñido de humo.

¿Quereis que me adelante unos metros? Así os doy tiempo de llegar, tu solo indicame el camino y que me voy a encontrar hermano, prometo dejaros algo para el resto, jajajajaja.

Luego se interrumpe su risa y mira hacia el Hermano Sargento.

-Llevas un rato callado hermano-sargento. ¿Ocurre algo?

Litilus esta conforme y comenta a sus compañero:

- Pero seria mejor que revisaras tu mochila de salto, para poder retirarte sin problemas y avisarnos si fuera necesario.

Cleptus y Praetus descienden de la colina. Evidentemente se han quedado atrás; viendo como manipula su comunicador el Sargento es obvio que estaba buscando contactar con alguien en terreno elevado, antes de descender.

- Buen trabajo, dice distraidamente mientras observa el campo de batalla. Hermano Bibliotecario, dices que la amenaza aumenta? Debemos llegar a esa torre cuanto antes entonces, re-establecer el contacto con la Fortaleza. Pero tú, Rennard... viste la estela de humo que dejó tu mochila al saltar? Cualquiera diría que el Espíritu Máquina no está muy contento contigo... o al menos no en su mejor momento.

Se acerca al oficial, y le tiende la mano. Sargento Cleptus, Escuadra Cuatro, Cuarta Compañía. Un placer luchar junto a usted, oficial. Radan toma la mano y la estrecha, aunque la suya parece la de un niño contra el puño acorazado de Cleptus. Veo que tiene heridos. Micah! Atiende a los primeros auxilios! Cleptus señala al apotecario para que ayude a los hombres. Espero que pueda mantener la posición. Enviaré refuerzos en cuanto pueda comunicarme. Si requiere replegarse, señala el camino por donde llegaron, allí atrás quedaron compañeros demasiado malheridos para continuar, pero enviaremos un transporte a extraerlos. Si pueden llegar a esa posición, intentaremos extraer a su batallón-- se detiene al mirar a los pocos hombres que quedan, no más de dos docenas, escuadra del campo de batalla.

Radan responde con el Aquila sobre el pecho, y Cleptus golpea su puño en el peto a la manera tradicional de los Dientes. 

-¡Como ordene Hermano Cleptus!- tras la desintegración de la horda, Micah había verificado que su lanzallamas funcionara correctamente y luego había retomado posiciones. Sin demorar un minuto más tomó su kit médico y comenzó a recorrer las filas de heridos, evaluando quienes de ellos estaban en condiciones de ser tratados y quienes ya no tenían esperanzas. Esos soldados, aunque valientes, eran simples humanos así que sus posibilidades eran mucho más reducidas que las que hubieran tenido cualquiera de ellos. Sin embargo, no por eso, dejó de esforzarse en su labor.

-Cleptus, en cuanto acabe Michan deberiamos irnos, o podemos dejar a algun hermano con el y que nos den alcance mientras nosotros nos vamos abriendo paso, usted decide.

¿Alguien sabe como apaciguar el espiritu maquina de mi mochila de asalto?

-Si tenemos tiempo podría intentarlo de nuevo, pero no se si tendré mas éxito que antes. Sargento, ¿podemos esperar un poco mas o tenemos que partir ya?

Al oir al Hermano Lukas, meneó la cabeza, en una silenciosa negativa a pesar de, en este caso, encontrarse supeditado al Hermano-Sargento.

- No deberíamos. Iannana se muere con cada latido que permanecemos inactivos. - volvió la vista al horizonte, tétrico y sombrío para su visión psíquica.

- El Hermano-Bibliotecario tiene razón. Debemos apresurarnos. El grupo de marines comienza a formarse automaticamente a su alrededor ante los gestos imperativos de su mano, en lenguaje Astartes. Micah termina de ayudar a los soldados como pueden, y se une a ellos.

Pronto comienzan a caminar, a paso rápido. De fondo se oye un rugido sordo, como la rompiente del mar. A medida que se abren paso entre los grandes árboles del bosque, los bolters listos, el ruido parece aumentar de nivel.

Cleptus retrocede hasta la posición de Rennard, para palmearle el hombro. No te preocupes. Si no han abandonado la torre de comunicaciones, debería haber servidores expertos en el uso de los arcanos secretos del Omnissiah que puedan echarle un vistazo a tu mochila. 

El bosque da paso pronto a una extensión rocosa. Los Marines se mueven con decisión pero cautela, evitando delatar su posición a las Gárgolas que sobrevuelan el terreno.

Finalmente pueden ver claramente las colinas que marcan los límites de la Marca Oeste. En lo alto, una arcaica y orgullosa torre de comunicaciones, con forma de cilindro ahusado en el medio, se levanta. Una luz roja titila en su punta; parece estar operativa.

A sus pies, y en las laderas de la colinas, la vegetación parece moverse. Los sensores ópticos de los Astartes revelan al menos medio millar de Tiránidos menores en las colinas, desgarrando árboles y consumiendo la fauna local.

Los sentidos de Czorf estallan y les señala con un dedo, gruñendo, un claro cercano a la torre. Los visores hacen zoom y pueden distinguir tres tiránidos extraños, de enormes y bulbosas cabezas y miembros atrofiados, flotando en el aire. Cada tanto los tres parecen concentrar sus sentidos en la torre, que tiembla levemente.

El objetivo está cerca, pero evidentemente se requerirá pensar cómo abordarlo, no solo fuerza bruta. 

- Por el Sagrado Trono... dice Praetus. Tal vez podamos rodearlos, o entretenerlos por un flanco para alcanzar esos engendros por sorpresa...

Cleptus se limita a observar la situación, cavilando, esperando los comentarios de los demás. 

-Esperemos encontrar a alguien, si, nos resta movilidad. En cuanto a esos tres engendros...no se que son. ¿Czorf? - contesta Rennard a ambos marines.

Observa el terreno mirando un metodo de aproximación que les de cierta ventaja tactica a la par que permite que sus armas esten a alcance.