Partida Rol por web

Recobráis el conocimiento progresivamente, primero empezais a escuchar ruidos, voces, sonidos gulgurales lejanos.Después abris lentamente los ojos pero solo veis oscuridad , os despertais unos a otros hasta que finalmente estais todos despiertos, estas maniatados con sogas bastante gruesas y para colmo vuestras cosas no estan , no hay ni rastro de vuestras armas o equipo o al menos no estan cerca ya que practicamente no se ve nada , solo podeis arrastraros pero os da la sensación por la temperatura y la humedad de que estais en una especie de sótano...

Intento soltarme las ataduras.

Ander empieza a forcejear intentando romper la soga pero es inútil , entonces te das cuenta de que más vale maña que fuerza y mueves raspas la soga que te une las muñecas contra el frio suelo de piedra. Palpando, Descubres que en la union de dos bloques de piedra del suelo uno de los bordes esta afilado asi que tras varios minutos logras cortar la soga y tus manos quedan libres.

Adrián al despertar intenta tocarse la cabeza pero descubre que una cuerda le impide levantar las manos, mira a su alrededor y solo ve a dos mujeres y un hombre que al igual qu él están maniatados, pero ve como el hombre consigue soltarse las manos.

- Si no es mucha molestía, ¿podría usted desatarme? - dijo mirando fijamente al hombre que había conseguido ser liberado y mientras esperaba a que le respondiera se fijó en las dos mujeres detenidamente para saber a qué clase social pertenecían. - Mi nombre es Adrián Salazar, hijo de Fernando Salazar y me complacería gratamente saber como os llamaís hermosas damiselas... y usted amable señor.

Adrián sentía la humedad de aquel mugriento sótano e intentaba averiguar dónde estaban sus nuevos compañeros y él ¿Por qué tuve que salir del burdel? se preguntaba mientras miraba hacia el techo.

Tras un gran esfuerzo consigo liberarme de mis ataduras cuando uno de los que están atados me pide ayuda.

Inmediatamente me acerco a él y le ayudo a soltarse de sus ataduras mientras le susurro.

Mi nombre es Ander Argomaniz, ¿alguien sabe por que estamos aquí retenidos contra nuestra voluntad? .

Isabel mira a los presentes sorprendida. En un principio, algo dolorida, se concentra en distinguir las señales del dolor y asegurarse de que no tiene nada importante roto. Después, mira sus compañeros intentando descubrir lo mismo... Sus meditaciones se ven interrumpidas cuando Ander se libera.

-¿Podría vuestra merced desatarme a mí también? -pregunta con tono amable.

Mira alrededor y da un respingo cuando el guerrero habla, metiéndole en el saco de las hermosas damas.

-No soy dama alguna, mi señor. Pero en honor a la verdad, no sabría deciros por qué estamos aquí. Soy sanadora y... Me acerqué a lo que parecía un herido y resultó ser una trampa -parece intranquila.

No puede evitar preguntarse si se trata de cazarecompensas que le buscasen: al fin y al cabo hay precio por su cabeza... Que no sea muy alto no quita que pueda haber quienes se interesen. Sin embargo, ¿por qué el resto de los presentes?

Aún aturdida abrió los ojos sin comprender que había pasado, en seguida acudió el dolor de cabeza y pudo percibir el fuerte olor a humedad que había en el ambiente, miró a los lados comprobando que no estaba sola e intentó moverse comprobando que unas gruesas y fuertes cuerdas se lo impedían. Arder pudo desatarse con bastante habilidad liberándose de aquel fuerte dolor que en el caso de Keira era bastante fuerte a la altura de sus muñecas, luego liberó a Adrián:

- ¿Me puede ayudar alguien entre ustedes? Estas cuerdas aprietan demasiado - dijo revolviéndose intentando liberarse, aunque fue de nuevo en vano, luego respondiendo a la pregunta del joven - ¿Damisela? No me considero tal y si me conociese opinaría al igual que yo - lo pronunció con una sonrisa en su rostro - ¿Mi nombre? He tenido tantos...pero para vos es Keira - bromeó, el dolor volvió a invadir su sien, provocando una mueca de dolor, de repente recordó algo - Mi arco, me costó demasiado conseguirlo, esos mercenarios se han quedado con él, malditos sean, primero me atacan y luego me meten aquí atada y me quitan mi preciada arma - lo dijo alzando un poco la voz.

Ois como la madera del techo cruje, alguien seguramente varias personas estan en la planta superior. Se abre una trampilla en el techo , deslizan una escalera por la abertura y por ella descienden ocho individuos.
Van vestidos con tunicas , y todos van a cara descubierta excepto uno que parece ser el jefe.La figura se coloca en el centro de la estancia con los otros siete detrás. Van fuertemente armados, tres de ellos con espadas , dos llevan hachas , otro lleva un enorme garrote y otro una maza.
Ahora podeis ver la estancia, es un sotano no muy amplio sin adornos con las paredes y el techo de madera y el suelo de piedra. No hay nada excepto los ocho hombres y vosotros cuatro. Apenas cabeis.
El hombre da un paso al frente.

excelente! sois buenos habeis conseguido desataros. Creo que sois el grupo que necesito. Escuchad , tengo un negocio que proponeros y espero que acepteis el hombre suelta una carcajada que resuena en todo el habitáculo A decir verdad, no teneis ninguna alternativa asi que teneis que escoger ahora entre morir o ayudarnos

El resto de los hombres rien y golpean sus armas contra el suelo de piedra creando un estruendo metálico. Uno de ellos hace un chiste en voz baja sobre las mujeres y todos los demás sonrien y miran a Keira y a Isabel con lujuria.

El techo crujía de forma siniestra y seguidamente la banda de encapuchados se alzaba frente a ellos, por un momento sintió miedo al recordar el golpe que le habían asestado en la cabeza, eran imponentes sin olvidar a su jefe que comenzó a hablar con voz firme y pausada luego su carcajada hizo que un escalofrío recorriese el cuerpo de Keira, luego se fijó en sus armas, recordando que su espalda estaba vacía, casi no había terminado el encapuchado de hablar cuando intervino:

- ¿Dónde está mi arco? Me lo habéis robado, ¡devuélvemelo! - dijo dirigiéndose hacia el jefe - Y, ¿de qué se trata todo esto? ¿Hacía falta dejarnos inconscientes y atarnos?

Las miradas de los hombres iban dirigidas hacia Isabel y hacia ella, para su desgracia en ese momento, su cuerpo apenas estaba cubierto, dejando ver gran parte de su cuerpo, al contrario que la que parecía que iba a ser su compañera, enfadada no se pudo reprimir aunque sabía que arrepentiría:

- No oséis mirarnos así mal nacidos - dijo arrepintiéndose dada la situación de desventaja.

sonrie tranquila, todas vuestras armas os seran devueltas y ninguno de mis hombres os tocará, siempre y cuando acepteis por supuesto. Se me está acabando la paciencia, qué decis?

Las miradas de los hombres me hacen estremecerme ligeramente, pero me controlo intentando parecer valiente.

-No pienso matar a nadie-digo haciendo acopio de firmeza ante el encapuchado, temiéndome que en eso consiste su misión. -Soy una sanadora, no una asesina... Si me vais a dar a elegir entre matar no necesariamente para defenderme y morir, ya estáis tardando en usar esas... hachas -la valentía me traiciona en el último momento, y no puedo evitar estremecerme viendo las hachas que sostienen, la voz al nombrarlas me ha temblado. Maldigo para mis adentros mi propia cobardía.

Enrojece de ira, Estúpidos , no se trata de matar a nadie, si fuese eso mis hombres y yo ya lo habriamos hecho suspira e intenta calmarse antes de continuar veréis se trata de una tarea de investigación, de enfrentarse a unos sucesos extraños , y no quiero arriesgar la vida de mis hombres, pero antes de entrar en detalles quiero que me traigais cierta información, si cumplis os dejaré libres

En el sótano oscuro en el que todos se encontraban se empezó a oir sonidos extraños que procedía de arriba, en ese instante, ocho hombres entraron en la habitación. Adrián se queda mirando fijamente a los hombres y a sus armas a las que tantas veces vio en la guerra. Cuando ve que ninguno va a decir una palabra más, pronuncia con firmeza y seguridad:

- No se bien que es lo que deseais que busquemos pero veo que haceis lo imposible por conseguir lo que querais. Así que cuente señor con mi ayuda, siempre que no vaya a morir en el intento.

¿Dónde te estas metiendo Adrián? ¿estas seguro de lo que has dicho? pensó en cuanto pronunció las últimas palabras que le dijo al jefe.

- ¿Qué recibiremos a cambio? - dice muy interesado en saber la recompensa ya que no lo haría si no recibiera nada.

Adrián observó al jefe de los encapuchados y al quedarse contemplado un rato sintió una sensación extraña como de frío, así que apartó rapidamente la mirada para ver a sus nuevos compañeros.

Permanezco callada, un tantao intimidada por las furiosas palabras del encapuchado.

-¿Qué información quiere? -pregunto con un ligero temblor de voz.

Me temo que esto me esté metiendo en un buen lío, pero por no voy a perder la vida sólo por no hacerle un recado a alguien... ¿Verdad?

Recibiréis vuestra libertad hace un gesto a uno de los hombres que sube por la escalera al piso superior Han llegado a mis oidos que habéis hecho tratos con el demonio y por ello mereceis la muerte!! es por ese motivo por el que os hemos encarcelado os mira uno a uno hemos encontrado un relicario con un hueso entre las cosas de la chica señalando a Keira eso confirma nuestra teoria de que estais pactando con el demonio , pero antes de que empeceis a llorar os dire que si me ayudais podreis quedar libres hace una larga pausa y agacha la mirada Hemos oido rumores de que en un pueblo llamado Algaida de Mandrás se están produciendo extrañas desapariciones relacionadas con criaturas demoniácas , quiero que vayais alli y averigueis que esta pasando

Notais que el hombre tiene miedo al decir esto ultimo y sus hombres ya no sonrien.

Me siento confusa y asustada.

-¿Demonios? ¿Pero de qué está hablando? -miro al resto de mis compañeros, me tiembla la voz- ¡Yo jamás he hecho tratos con esas criaturas!

No me mientas ! uno de mis hombres te ha reconocido , dic que intentaron purificar tu cuerpo en tu aldea pero lograste escapar. Es inutil , lo sabemos casi todo de vosotros.

Trago saliba.

-Yo no he hecho brujería -mascullo, pero me tiembla la voz.- Me acusaron injustamente. Yo... -vacilo- Yo solo usaba mis conocimientos para curar a los enfermos...-termina en un susurro y suspira.