Partida Rol por web

-Yo me quedaré aquí, teniente. Voy a empezar con los análisis de uno de los seres.

Una vez estuvo todo dispuesto, el grupo se dirigió de regreso al APC. En Operaciones quedaron Bishop junto con Ferro y Spunkmeyer que volvieron a la nave de descenso a realizar tareas de mantenimiento y comprobaciones rutinarias. Burke, Ripley y la niña también les acompañaron. Frost se puso al volante y el vehículo se dirigió traqueteando por el irregular terreno en dirección a la enorme construcción de la compañía. La única buena noticia es que había dejado de llover.

El terraformador era una construcción gigantesca, totalmente automatizada. Cuando el vehículo llegó frente a la rampa de acceso, esta se abrió automáticamente dejando paso al APC blindado. En todo el trayecto no habían visto signos de vida ni amiga y ni enemiga. Newt se aferraba a su asiento junto a Ripley con la vista fija en el suelo mientras la mujer, intranquila, miraba las panorámicas que ofrecían los monitores en busca de cualquier rastro alienígena.

Después de recorrer un largo pasillo metálico, Frost detuvo el vehículo frente a la zona de acceso a los subniveles. El grupo de marines al completo descendió dejando a los civiles y al teniente, que monitorizaba todo desde la zona de control del APC. Ahora sí que había llegado el momento de ganarse la paga.

Con el misterio de lo que había pasado en el asentamiento creciendo a cada minuto, Frosty se aseguró de llevar un par más de cargadores para los rifles de plasma y mantuvo el oído presto a lo que la pequeña tenía que decir al respecto.

...lo cual no fue mucho más de lo que Ripley había comentado o de lo que habían sido testigos.

-Soldado Frost camino a las torres de refrigeración.- Sip, la broma estaba puesta - ¡No, no, no me saquen del APC todavía!.

El vehículo se deslizaba como la seda en el territorio escarpado y desolado por el que había sido dispuesto, y si lo tenía que confesar, ese había sido el momento más agradable de la misión para Ricco hasta ahora. -¡Fuera de que cualquier atacante necesitará un abrelatas muy grande para pasar el blindaje, así que disfruten del recorrido!

Y no hubo mayor novedad en el trayecto, era más como visitar la granja del tío loco a mitad del desierto de Mojave o una casa embrujada, al llegar tomó su equipo y se preparó a conciencia y con actitud estóica.

Miró a Bishop con una ligera duda antes de abordar, y lo pensó durante todo el tiempo que iba de camino. ¿Vamos a estar bien incluso si volvemos, verdad amigo? ¿No vamos a encontrar sorpresas a nuestras espaldas, no es verdad?

Frost no dudaba del Sintético, ciertamente era uno de los más racionales y reservados de toda la misión pero jamás había tenido un incidente con ninguno del tipo que había denunciado Ripley en el briefing.

Pero...esas cosas no eran algo que hubiese visto en las playas de Florida...

En fin, igual no era como si tuviese mucho para decidir al respecto. - Vale, a trabajar, que vivos o muertos entre más rápido lo sepamos más pronto vamos a regresar y reclamar el salario, yo sé en qué me lo voy a gastar ahora sí.

En cuanto estuvieron listos siguió las instrucciones del sargento Apone y asumió su lugar en la formación para entrar.

Burke observó como los marines salían del APC. Iban armados hasta los dientes. La compuerta se cerró y volvió a su asiento. Justo detrás de Ripley y el teniente. La chiquilla estaba allí también. Acurrucada junto a Ripley. Burke le sonrió, pero la niña solo miraba al suelo.

Giró la cabeza hacia las pantallas de los monitores. Parecían funcionar bien, aunque todo estaba oscuro y negro. Casi no se distinguía nada.

Teniente recuerde a sus hombres que lo graben todo si habían llegado hasta allí no quería que un error o problema técnico le impidiera grabar la primera criatura extraterrestre en la historia.

Con un nuevo punto al que dirigirnos, el equipo entero se encaminó hacia el APC, dejando solo a un pequeño equipo para realizar labores de mantenimiento e investigación. Había visto como Ripley miraba a Bishop y entendía que lo hiciera, después de la experiencia que había tenido con el androide que iba a bordo de su nave. Pero Bishop era imprescindible para nosotros; uno más del equipo.

Mientras Frost manejaba el APC como si estuviese intentando hacer que echásemos el desayuno, reflexionaba sobre ello. Aquel androide había debido recibir información y órdenes precisas incluso antes de salir, lo que significaba que la compañía tenía que conocer de antemano lo que podían encontrar allí. Había sido un asesinato sin excusas. Miré entonces a Burke y me pregunté hasta que punto aquel pequeño hombrecillo estaría metido en todos aquellos asuntos.

Para mí, no era de fiar, pero ya lo comprobaríamos.

Mientras tanto, poco a poco, metro a metro, nos aproximábamos hasta el punto de acceso que nos permitiría ir en busca de los colonos.  Seguía albergando pocas esperanzas de encontrarlos con vida, pero no estaba en mis manos abandonarlos y de estar al mando, tampoco lo habría hecho sin comprobarlo antes. Estábamos allí para eso, nos gustase o no.

Newt parecía haberse adaptado bien a aquella nueva situación; Ripley, en cambio, daba la sensación de estar nerviosa, quizás a la expectativa de que de un momento a otro, todo se fuese al infierno. No podía decirle que se equivocaba porque sinceramente, no sabía si tenía razón.

Cuando por fin nos detuvimos, comprobé mi arma y miré a los demás.

-Frost, espero que seas mejor disparando que conduciendo -le dije, colocándome al lado de la puerta -. Vasquez, Drake, en vanguardia. Los demás, abriros en abanico.

Cogí entonces mi escopeta y me aseguré que estaba cargada. Nunca iba a una misión sin ella, por lo que pudiera pasar. Las armas modernas estaban bien, pero a veces una más sencilla te podía salvar la vida.

Detrás de Drake y Vasquez, baje yo, mirando en todas direcciones y esperando encontrar de un momento a otro a una de aquellas criaturas de Ripley. No podía creer que fuésemos a irnos de allí sin habernos enfrentado con ellas porque si allí tenían alguna clase de nido, no debían reaccionar bien a nuestra presencia. Íbamos a su encuentro, por lo que no tardaríamos en comprobar el verdadero peligro que teníamos entre manos.

Los colonos ya lo habían hecho antes que nosotros.

Sentí entonces una sensación de cierta preocupación por parte de Ripley y la pequeña, así que me volví para mirarlas, como si no fuese a regresar. No contaba con eso, nunca lo hacía, pero en aquella ocasión, necesité mirarlas para convencerme de ello. Además, si todos caíamos, ellas podían ser las siguientes y eso era algo que no podía permitir, así que al menos por ellas, debíamos regresar. Algunos de nosotros, por lo menos, teníamos que conseguir volver, pasara lo que pasase, encontrásemos a los colonos con vida... o a un montón de criaturas a su lado.

—Ripley, usted se queda aquí con la niña, no pienso exponerlas a ninguna al peligro que podamos encontrarnos —había dicho Gorman de forma tajante.

Puede que fuera un gilipollas, pero sabía que iba a haber tiros allí a donde iban. Y meter en ese agujero a una mujer asustada y a una niña no era nada sensato. Especialmente por la niña. Ya había pasado demasiado. ¿Qué pasaría si veía a esas cosas, aunque fuera en uno de los monitores? Se escaparía y trataría de esconderse. Por no hablar de Ripley, era evidente que tenía un trauma. Al revivirlo no sabía por dónde podía salir. Y podía seguir dando sus consejos, y entrometiéndose, por radio.

—Ferro y Spunkmeyer cuidarán de ustedes dos. Volveremos pronto.*

Su humor era más oscuro, estirado, de lo habitual. Se mantuvo en silencio todo el trayecto en el APC dando órdenes breves y concisas, revisando el equipo y las comunicaciones, no quería que nada fallase. Frost no dejaba de hablar, así que le pidió silencio.

—Tómese esto en serio —dijo apretando la mandíbula, eran marines, no payasos.

Ocupó su puesto en la silla. La silla, tras la seguridad del blindaje, como un cobarde y no un soldado. Así nunca iban a respetarle. Pero alguien tenía que tener una visión global de todo lo que sucedía, alguien tenía que dar las órdenes. Revisó los equipos una vez más. Estaba sudando. ¿Cuántas veces los había comprobado? Lo mismo daba, lo hizo por seguridad y porque era todo cuanto podía hacer.

Los marines se desplegaron, se abrieron en formación. Se quedó prendado de los monitores.

—Bien, señores, avancen con cautela y recuerden, puede haber supervivientes ahí abajo.

Terminó comprobando los equipos de comunicaciones, solo una vez más.

El viaje fue tranquilo, con mucho traqueteo en el vehículo, pero era lo esperado, al igual que las bromas de Frost, aunque esta vez no hubo nadie para devolverla. El sargento podía notar la tensa calma que había entre los soldados. Y no era para menos. 

Iban a rescatar a los colonos, si, pero quizás iban a enfrentarse a las cosas que había explicado Ripley. Quien lo iba a decir: lo que esperaba que fuera un relato de una lunática se estaba convirtiendo cada vez más en algo plausible. No tenía miedo a luchar, al fin y al cabo era soldado y ese era su trabajo, su miedo estaba en enfrentarse a algo desconocido. 

Tras llegar el vehículo el cabo Hicks empezó a dar órdenes a los hombres, mientras el Teniente hacía lo propio. 

Escuchad bien, nenas- dijo el sargento, mas serio de lo habitual- no sabemos que vamos a encontrarnos ahí, así que no quiero que nadie se aleje más de la cuenta en el avance. Separados si, pero siempre a distancia de vista, ¿entendido?

Y estad atentos al sensor de movimiento- ya no sabía cuantas veces había dicho aquello, pero ahora era más necesario que nunca. 

- Teniente. Teniente. ¿No ha oído a la niña? - Le dije mientras caminaba hacia el APC, pasándose las instrucciones de donde quedarse por ahí mismo. De su mano iba la pequeña. - Están todos muertos. No es más que un suicidio, teniente. Lleva a sus hombres a la muerte. Por favor, deje de ser tan orgulloso y de querer demostrar nada. Aquí hace falta sentido común y no ir directos a la muerte.

Pero estaba claro que el teniente no me escuchaba. Al menos mi parloteo me coló con la pequeña en el APC, justo donde no quería que estuviésemos y guardé silencio, esperando a que el trasto arrancase para que no se diese cuenta de que estaba allí. Viéndole como iba, que parecía que todo le sobrepasaba, no sería difícil que no se diese cuenta más aún si nos metíamos entre los marines y eso hice, me llevé a la pequeña junto a Hicks y guardé silencio allí, al lado del cabo.

Hasta que reparase en sus hombres no se daría cuenta de nuestra presencia*.

Fuimos todo el viaje en silencio junto a Hicks, me daba calma y seguridad, esa que el teniente me robaba. Era como estar sobre un niño pequeño que solo sabía de guerras lo que había jugado con sus soldados de plomo, pero que no se había enfrentado nunca a la realidad. En cambio yo no sabía nada de guerras, pero sí de lo que había allí fuera.

Al llegar, los marines se preparon para salir. Me agaché y abracé a la pequeña viendo como Hicks y luego el sargento ordenaban la salida. Vi la mirada del hombre. - Vuelve. - Le susurré aunque no sabía si me habría entendido, porque si no sabía leer los labios... pudo entender cualquier cosa, suerte, muerte, revuelve... quien sabía.

Cuando el teniente se colocó frente a los monitores, en su lugar seguro, no tardé en aparecer frente al os monitores. Se iba a cabrear, pero me daba igual. - Le guste o no, me necesita aquí y a ella también. Nadie mejor que ella conoce esta base, no necesita consultar planos para saber por donde se mueven, teniente Gorman. Y si una de esas cosas no pudo deshacerse de mí, tampoco podrá hacerlo usted, que le quede claro, señor.

Y me quedé pendiente de los monitores, esperando su charla de manual mientras Burke le hacía la pelota.

El lánguido traqueteo que producía el vehículo como reacción a la conducción de Frost, relajaba a Vasquez. La tensión que soportaba disminuía al punto de hacer que apareciera una ligera sonrisa en su cara, aunque sabía que no en todos causaba la misma sensación. Lo podía leer en el rostro de alguno de sus compañeros y eso hacía que la ligera sonrisa se convirtiera en una ligera carcajada. Sorprendentemente, podía decir que estaba de buen humor, aun después del revuelo que montó la consejera con la cría y el silencio del teniente que no auguraba nada bueno. Así que se limitó a no pensar. Ese no era su problema, el suyo era solamente saber donde estaba el botón de disparo y recibir ordenes, por lo que esperó a que el cabo y el sargento se pusieran en marcha. Y como siempre, nada más abrir la boca Hicks, Apone organizó al grupo, y segundos después de poner los pies en aquel lugar todos estaban en sus posiciones.

“Cuidado con los colonos, cuidado con los colonos, cuidado..., espero no encontrar a más críos corriendo por estos malditos túneles”. Miró a su lado derecho, estaba cubierto, confiaba en sus compañeros marines y el divisar la figura de uno de ellos le daba seguridad. Tensó el cuello hasta que algún hueso crujió y después puso todos sus sentidos en el indicador de movimiento. Estaba preparada para matar a esos malditos bichos en el momento que se cruzaran delante de su campo de visión.

Allí, hecha un ovillo en un rincón del suelo de aquel vehículo, Newt se tapaba los oídos y mantenía los ojos bien cerrados. Sabía que iba a suceder de un momento a otro. Aquellos chillidos agudos, los gruñidos y los gritos de auxilio de quienes se pusieran por delante de aquellas cosas. Aquellos encuentros le daban auténtico pánico por el caos que se organizaba. Lo que pasase después de aquello... fuera lo que fuera que hicieran aquellas criaturas con sus víctimas, le preocupaba menos. Ya estaban muertas, tanto daba el cómo o el cuando. Newt no albergaba esperanza alguna de encontrar a nadie vivo. ¿Ninguna?

Quizá no tanto. De vez en cuando las manos hacían el ademán de despegarse de sus oídos lo suficiente como para poder escuchar y sus ojos se abrían un poquitín escrutando en mitad de la semi oscuridad que inundaba el interior del transporte. Pero solo veía al comandante de aquellos hombres y a la mujer que había cuidado de ella. Ripley. Definitivamente, ninguno de ellos, ni siquiera la mujer, le hacían sentir a salvo. Pero al menos sí se sentía acompañada. La soledad había sido muy cruel con Newt las semanas que estuvo vagando por los conductos de ventilación de la estación. Y, a pesar de eso, sentir tan de cerca de nuevo aquella sensación de expectación a lo terrible la llenaba de miedo. Iba a volver a pasar... y no había podido hacer nada para evitarlo. No la habían escuchado. Casi ni siquiera le habían preguntado.

Ripley habló pidiendo que se retirasen las tropas. Sin duda era la alternativa más juiciosa, pero el comandante hizo oídos sordos a la petición. Si aquella mujer de aspecto decidido no había podido convencerles, una niña harapienta aún menos. Por eso Newt calló y se preparó para lo inevitable. 

Vasquez y Drake encabezaron la marcha con sus pesadas armas de asalto en ristre. Los dos marines trabajaban como uno solo, cada uno se conocía las maneras del otro y se cubrían mutuamente casi de manera telepática. El resto los seguía con las espaldas pegadas a la pared. Hudson manejaba el sensor de movimiento y lo miraba de manera casi obsesiva.

Siguiendo las indicaciones por radio del teniente, el grupo encontró la escalera de acceso a la derecha. Según los datos, los colonos se encontraban en el subnivel 3.

Los marines empezaron a bajar las escaleras con las machaconas instrucciones del sargento en los oídos "¡vigilad los flancos!". A medida que descendían a las profundidades de la estación, las imágenes que recibía Gorman en el APC se volvían más inestables. Las imágenes de las cámaras, antes claras, se llenaron de interferencias.

Entonces llegaron finalmente al subnivel 3. Allí se encontraron con que las paredes y el techo estaban cubiertas de un extraño material, formando una especie de construcción arquitectónica que desafiaba la razón.

Se había mantenido en silencio tras el “estallido Ripley” porque uno de los dos debía mantener el control, y por supuesto era él. Los civiles podían asustarse, llorar, gritar y maldecir. Y los marines también. Un oficial llevaba una carga más grande. Se mantuvo en silencio durante todo el viaje y solo habló cuando todos sus hombres habían salido. Ya tenía a Ripley jadeando detrás de su nunca como un mastín en día de caza.

—Escuche, Ripley, yo no soy el enemigo aquí. Hemos encontrado una superviviente. Puede que haya más. A pesar de lo que la niña diga, puede que haya más. Ese es nuestro trabajo. Yo no quiero que muera nadie, pero tenemos que hacer nuestro trabajo. Hace unas horas ha sido una niña, ahora podría ser alguien más —suspiró, como si alguien le hubiese colocado una pesada losa de titanio encima —. No espero que lo entienda. No quiero que muera nadie más. Eso es todo.

Y esas eran sus órdenes, además.

—Entiendo que usted y la niña se sientan más seguras conmigo — “con mis hombres, con mis hombres, quise decir con mi hombres, leches!” —. Sé que Bishop no le gusta, leí su informe.

Los marines empezaron a desplegarse. Al dejar el nivel uno, empezaron las interferencias. Eran capaces de viajar por el espacio pero aún no habían desarrollado la tecnología para mandar una onda de radio totalmente nítida al otro lado de una pared. No se molestó por la presencia de Ripley. Una parte de él se sentía bastante cómodo con ella. Ojalá no estuviera llevándole siempre la contraria.

Subnivel tres. Ahí empezaban los problemas. Tuvo que mirar varias veces la imagen y aun así no logró sacar nada en claro. Aquel sitio parecía diabólico, la viva imagen del infierno.

—¿Qué es Ripley? ¿Qué estamos viendo?

Una vez sin sus hombres de por medio y ya a su lado, el teniente se dio cuenta de mi presencia. Tras sus palabras fui clara y concisa con mi respuesta.

- No se con quien habla, teniente. A Ripley la dejó en el complejo. No necesitaba su ayuda aquí.

Por su forma de hablar, por su forma de moverse, cada vez pensaba más que era o bien un sintético defectuoso o un soldadito de manual. Lo que no sabía realmente era lo cerca que estaba de aquella respuesta. Pero mi preocupación no era él, eran los hombres que había mandado a la muerte por mucho que se repitiese a sí mismo que no era así.

Busqué a la pequeña con la mirada. Estaba en un rincón, asustada. - No te pasará nada aquí dentro. - Le dije a la pequeña. De eso estaba segura. De lo que no lo estaba era de los demás. Les veía desplegarse por los monitores, moverse con soltura e ir cambiando de nivel poco a poco, pero al llegar al nivel dos las cámaras fallaron. Entonces, por puro instinto volví a coger unos cascos. - Cuidado. Hay interferencias en la zona, las cámaras no van bien. - Avisé sin darle tiempo al teniente a decir nada salvo que entendía que nos sintiésemos más seguras junto a él.

Era como si sus hombres no existieran en ese momento. - Sargento, Hicks, ¿me oyen? Hay problemas con sus cámaras... - Repetí. Problemas que se solventaron al llegar al nivel tres. - Visión recuperada. - Les dije. - Pero tengan cuidado, podrían fallar de nuevo.

Luego miré al teniente cuando me habló de Bishop y mi informe. Se me olvidó desconectar el micro. - ¿Sabe lo que es tener que pelear contra un sintético que quiere ahogarle con una revista haciéndosela tragar solo para salvar a una de esas cosas que acabó con los míos? ¿Sabe el miedo que se pasa cuando ves que uno de los tuyos te traiciona y trata de asesinarte y al final descubres que es un sintético cuya programación era prescindir de todos y darle prioridad a la criatura? Pues cuando sepa lo que es eso, cuando lo viva, podrá juzgarme frente a lo que sienta o vea en una de esas cosas. Y no, señor, no es precisamente con usted con quien me siento más segura a mi lado. Ese está ahí fuera, jugándose la vida, mientras que usted solo dice chorradas aquí sentado.

Y mi charla al teniente me hizo dejar de mirar los monitores, pero él aguantó el tipo y no apartó la vista de ellos. Entonces surgió la pregunta sobre lo que estábamos viendo. Me quedé un rato en silencio, mirándolo todo. - Ya lo vi antes... en la Nostromo... es su... territorio, su nido... como quiera llamarlo... en sus paredes... - Temblé al recordar a Dallas atrapado en aquellas paredes, suplicando que le matase.

- Teniente Gorman, si los colonos están ahí, ya no hay nada que hacer... están atrapados en esas paredes, seguramente infectados... o medio comidos... lo más humano, lo mejor para todos es que sus hombres se replieguen ahora que no les han detectado y acabar con la base desde el espacio. Cuanto más tiempo perdamos... será más fácil que aparezcan y créame, sus hombres no están preparados mentalmente para eso. Tiene que darles la orden de retirada.

Ripley se había dejado el micrófono abierto durante su "charla" con el teniente, así que el grupo lo pudo oír todo.

-Teniente, en las paredes no hay nada -gruño Drake-. Tan solo esta mierda alienígena pegada.

Dietrich también se acercó a la pared con curiosidad científica. Incluso pasó la mano por la extraña textura arrancando un trozo.

-Parece una especie de secreción resinosa.

El lugar ocultaba toda su estructura con la sustancia que Dietrich había calificado de resinosa. Lo observó, incluso hizo el ademan de oler aquella cosa pegajosa encogiendo y moviendo las aletillas de la nariz, pero no consiguió quitar de su pituitaria el recuerdo del aire viciado de la colonia.

—Si, es algo parecido a eso —dijo en voz alta—pero esto no es un jodido árbol, seguro que no vamos a encontrar a una encantadora ardilla escondida en esas cosas.

La voz de Ripley le taladraba los oídos, había conseguido con sus palabras que la tensión que soportaban aumentara en varios niveles.

"Espero que la tengan controlada "—dijo en voz baja —“no quiero que vuelen esto con nuestros culos dentro.”

Al Sargento observaba aquel lugar y no le gustaba, no le gustaba en absoluto. Miraba a su alrededor, algo nervioso.

Tranquilízate Apone- se reprendió a si mismo. No era el momento de ponerse nervioso y perder el control.

Gracias por el aviso Ripley- le dijo a la civil con el anuncio de haber perdido la cámara- vuelva a avisar si ocurre de nuevo- lo último que quería era perder la imagen con el Teniente. 

Estad atentos a los sensores- dijo a sus hombres- vigilad los flancos y no os separéis- tras dar esas sencillas ordenes se dirigió al Teniente- aquí no vemos a los colonos Teniente...- calló durante unos instantes y preguntó lo último que quería hacer en esos momentos- ¿seguimos avanzando?

Para cualquier soldado, la espera era casi el peor enemigo posible. Solo podíamos confiar en dos cosas: nuestra propia habilidad y nuestro equipo, pero ninguna de las dos servían si el enemigo se mantenía oculto, rompiéndonos los nervios y creando una tensión que a veces ocasionaba que viésemos mierda donde no la había.

El incesante y rítmico sonido del detector de movimiento era lo único, además de nuestras pisadas sobre el suelo metálico, que podíamos oír, alargando el momento hasta convertirlo en algo casi interminable, pero cuando llegásemos llegamos al subnivel 3...

Todos nos quedamos boquiabiertos. A pesar de estar acostumbrados a encontrarnos con ambientes muy diferentes, de aspectos que no se parecían a nuestro planeta, aquello era algo completamente nuevo. Estaba tan absorto contemplando aquellas paredes llenas de formas abstractas y la humedad que nos envolvía, que no oí la voz de Ripley en los comunicadores hasta que unos momentos más tarde mi mente me lo recordó, como si durante todo aquel tiempo hubiese estado demasiado pendiente de cuanto pudiésemos encontrar.

Si este es su nido, es de esperar que estén aquí, pensé para mis adentros, evitando tocar las paredes y aquella "secreción resinosa" como la había descrito Dietrich.

No estaba en mi naturaleza huir y mucho menos cuando formaba parte de un equipo y nos dirigíamos al rescate de un grupo de colonos, pero aquello no presagiaba, de nuevo, nada bueno, y por lo pronto tenía la sensación de que íbamos a encontrarnos con todo un ejército de aquellas malditas cosas.

Entonces sí que hoy con claridad la voz de Ripley hablando sobre lo que significaba aquello. Su conocimiento de la naturaleza de aquellas criaturas le proporcionaba una visión de la cual los demás carecíamos. Además, yo estaba de acuerdo con ella en que no íbamos a encontrar nada que rescatar. 

Pero si estaban allí... ¿a qué esperaban?

-Hudson, ¿no hay ningún movimiento? -pregunté, buscando algo que esperaba no encontrar pero que al mismo tiempo necesitaba, para poder comprender todo aquello.

Llevaba mi escopeta preparada y efectuaba un barrido completo a cada paso que daba, pero aún así, me sentía completamente inseguro respecto a lo que nos esperaba. Por primera vez en muchas misiones, tenía claras dudas acerca de que fuésemos capaces de llevar a cabo con éxito lo que nos habían encomendado.

Hudson no perdía de vista el sensor de movimiento. Aquel lugar había acabado incluso con sus típicos chistes.

-No amigo, el sensor está limpio.

—Teniente— se apresuró a intervenir. No quería que Gorman tomara una decisión siguiendo las directrices de Ripley. Esa maldita mujer se estaba convirtiendo en un problema. Ella y sobre todo su obsesión por hacer volar todo por los aires.

—Mire— señaló las cámaras

—Parece que no hay rastro de los colonos ahí y los sensores no detectan ningún movimiento.—

—Debemos continuar.—

—Quizás haya algún superviviente.— Burke no podía apartar la mirada de las cámaras. Parecía haber cierto orden en la disposición de aquella materia sobre los pasillos. Una especie de construcción. Una arquitectura ajena a cualquier cosa vista antes. Era asombroso. Casi hipnótico. ¿Qué llevaba a aquellas criaturas a construir eso? ¿Era un nido como decía Ripley o tenía algún sentido que escapaba al entendimiento humano?