Partida Rol por web

Hay que despejar la escalera, que no nos corten el paso- ordenó el sargento mientras disparaba a uno de los bichos que tenían rodeado a Dietrich sin lograr impactarle- maldita sea, disparad a los que rodean a Dietrich

Frost acertó de manera múltiple limpiando las demás criaturas que buscaban rodear a su compañero. -¡VAMOS!¡VAMOS!¡VAMOS!.

Definitivamente no podía igualar la potencia de fuego de Vázquez pero su rifle era un arma muy confiable. -¡Mierda! -¡click!- recargó a toda velocidad y continuó la carrera.

-¡A CUANTO ESTAMOS SARGENTO!

No estaba seguro de cuanto podrían aguantar ¿Y el número de estos monstruos? ¿Sería de verdad posible que hubieran tomado a cada hombre, mujer y niño del poblado y lo hubieran infectado?, siguió corriendo, no quería pensar en esa posibilidad.

Querer llegar ya y escuchar lo que se oía en los monitores, me ponía cada vez más nerviosa. Tanto que me descentré por completo en la conducción y me pasé el desvío que tenía que tomar. - Mierda. - Bufé para mí con horror en mi mirada. No podía llegar tarde.

Rápidamente di marcha atrás, para retomar el rumbo, pero eso me había hecho perder un tiempo precioso. Debía llegar cuanto antes a ellos. Prefería esperar esta vez yo la llegada de mi cita a hacerme de rogar. Y lo peor es que seguramente el teniente ahora vendría a darme la charla por mi error...

Ripley, ¡Por todos los santos de la corte celestial! Si sigue conduciendo así no hará falta que nos maten esas cosas ¡Lo hará usted! ¿Le enseñaron a conducir con los ojos cerrados? Eso era lo que quería decir. Eso era lo que debía decir, porque sino, sería considerar débil. Ripley le daba caña, le golpeaba una y otra vez como a una máquina expendedora que no suelta la chocolatina, le zarandeaba verbalmente. Sería lo justo aprovechar el error de ella para defenderse. Nadie se lo habría recriminado. Pero ¿De que servía mantener ese rifirrafe, esa pugna ridícula? Él no era un cobarde a pesar de estar lleno de miedos, pero tampoco era la clase de persona pelease por nada.

—Ripley, lo está haciendo muy bien. Siga así. Estamos más cerca —eso fue todo lo que dijo, porque eso era lo que necesitaban. Alguien  debía mantener la calma.

—Burke, hay un radar. ¿Por qué no nos ayuda a guiarnos por los túneles? Necesitamos otro par de ojos aquí. Ahora no vamos a abrir la compuerta.

Mueve el culo, chupatintas. Ocúpate del radar, de los planos, de triangular la posición. Si ayudaba a Rypley sería más fácil guiarse por los túneles.

Los monitores.

—¿Qué hace Frost? ¿Por qué rompe la formación?

Se exponía al peligro de forma innecesaria, pero no por error. Iba donde estaba el peligro, donde iban estaban sus compañeros más débiles.

—Frost, no es momento de jugar a los héroes —nunca lo era —. Bien hecho.

El nivel 2. Un poco de esperanza.

—Estamos cerca, sigan subiendo marines —las pantallas, ninguna baja. Hudson estaba ido, no podía culparle —. Hudson ¡Soldado! ¡Recobre la compostura! ¡Sus compañeros le necesitan!

¿Y ahora qué? Había visto lo que Vasquez había hecho ella sola. Si Drake no hubiera fallecido quizás hubieran podido formar una buena defensa con las armas inteligentes. Aquello era un infierno, pero ellos no eran víctimas. Esas cosas morían. Había demasiadas pero si llegaban al blindado, si llegaban los refuerzos aéreos. No veía descabellado acabar con esas cosas.

—Vasquez, sigue cerrando la marcha. ¡Denle fuego de cobertura! ¡Recuerde lo que son! ¡Son marines! ¡Semper Fildelis! ¡Saldremos de ese agujero!

Paró unos segundos para deleitarse y ver como sus disparos daban el fruto deseado. Aquellas jodidas cosas había derretido el suelo, y se habían convertido en su propia trampa. Los que habían caído al nivel inferior no tardarían en aparecer y los que seguían todavía allí no tardarían en cobrase otra victima.—¡¡Larguemonos!! —Tenían que salir lo antes posible de allí. Recargó su arma y siguió disparando. —¡¡Frost !! saldremos de aquí, no dejes de disparar.

En cuanto Dietrich se vio libre, continuó ascendiendo a toda prisa. Sus compañeros la habían salvado de acabar como Drake y los demás. Esperaba que continuaran haciéndolo.

Resumen de bajas totales:

Vasquez: 25
Hicks: 8
Frost: 6
Crowe: 5
Apone: 4
Hudson: 4
Dietrich: 1

Xenomorfos restantes: 102

Solo quedaba ascender un piso más y llegarían al nivel del suelo. Los supervivientes esperaban que Ripley llegara a tiempo de sacarles de allí antes de que todos murieran. Vasquez luchaba de manera incansable, pero por cada enemigo que caía dos ocupaban su lugar y la mujer no podía estar en todas partes a la vez. Por eso, fue incapaz de impedir la caída de Dietrich. La marine llegó la primera al subnivel 1 sólo para encontrarse que las criaturas la estaban esperando. No tuvo tiempo ni para levantar la bocacha del lanzallamas antes de que una gruesa cola le rodeara la cintura y la arrastrara lejos de allí.

Los gritos, los disparos, no saber que pasaba con los marines... sudaba asustada al tiempo que el teniente me felicitaba por equivocarme. ¿De qué iba aquel hombre? Eso fue suficiente como para no darme cuenta de que lo que tenía delante no era parte del corredor, sino un muro.

- ¡Agarráos! - Exclamé antes de impactar con él. Menos mal que aquella cosa era un blindado, sino ya no nos moveríamos. Pero eso era una nueva pérdida de tiempo, nuevamente me tocó ir marcha atrás, para enderezar el rumbo... así no llegaríamos nunca...

Un nuevo frenazo, las ruedas chirriaron, olía a goma quemada. PAF otro trozo de muro que Ripley se llevaba por delante. Burke empezó a creer que lo hacia a posta. El plan de hacer volar la colonia por los aires no le funcionó, ahora intentaba que se derrumbara a base de echar abajo las vigas. Maldita mujer.

¡Gorman! gritó el agente de la compañía. Por lo que más quiera. Haga usted algo de utilidad y coja el volante o esa mujer acabará matándonos. Fue la tensión del momento la que le traicionó y le hizo hablar así al teniente. Gorman había sido elegido por los peces gordos de la Weyland por un motivo: su perfil bajo. Entre todos los candidatos para dirigir la parte militar de la misión,  se buscó al más manejable de todos. En este sentido, Gorman era el ideal. La única duda que ofrecía era su poca capacidad para el mando. Tras muchos reuniones y deliberaciones, los directores del proyecto, eligieron correr el riesgo. Preferían un tipo manejable aunque fuera un inútil.  Burke estaba al tanto de esto. Conocía los pormenores de la misión, había estudiado los detalles de los perfiles de cada uno de los marines, de Ripley y hasta repasado los códigos de programación de Bishop. Tras haber ensayado más de dos mil variables de situaciones posibles en una simulación hecha por un super ordenador, se podría decir que, en aquel juego,  él era el rey y todos los demás, simples peones. 

Estaban cerca de la salida, sin embargo aunque la esperanza parecía estar al final del túnel, sin embargo luz no era lo que veían.

-¡Dietri...!- No alcanzó a completar la frase antes de recibir el revés de una cola negra que lo azotó y mandó a volar de lleno contra una pared, el golpe le sacó el aire y le hizo retumbar la cabeza como si hubiese sido golpeado por un mazo, no tuvo siquiera un momento para gritar, se sintió desorientado y aturdido...

¿Y mi rifle? ¿Dónde está mi rifle?

Lo vio, estaba allí, bajo unos pies que imitaban más los de los reptiles, con garras como cuchillas, entendió que lo que veía no era uno de sus compañeros, ni un humano para empezar, y a medida que ascendía la mirada pudo ver las fauces de aquella bestia retando a que lo tomara. 

-¡Ah! - un terror primitivo le invadió y reculó a gatas en contra de la pared.

Otra arma, sé que tengo una... ¡Un cuchillo!¡Una pistola!

Su mente blanqueada por el terror le impulsaba a buscar, eso era lo que creía que estaban haciendo sus manos, pero simplemente temía que si apartaba la visión por un momento, el monstruo se abalanzaría sobre él, y sólo Dios sabe los horrores de los que sería experimento.

La niña se pegó al asiento tanto como pudo y allí, asida por los anclajes interiores del vehículo permaneció a salvo. Había visto a los soldados antes utilizar esas correas y arneses y le resultó fácil pertrecharse en cuanto aquello comenzó a dar bandazos. No pudo evitar chillar presa del pánico en alguna ocasión. Sin ir más lejos, cuando el APC golpeó aquel muro y saltaron chispas por los aires. Sin embargo, mal que bien seguían avanzando para poder rescatar a los soldados que aún quedasen en pie. Newt ya no podía seguir el transcurso de la operación a través de los monitores, pero el sonido que se filtraba por los altavoces presagiaba lo peor. Disparos, gritos... aquellos chillidos terroríficos que producían las bestias negras cuando se lanzaban al ataque. Newt era bien conocedora de aquel caos y, sin embargo, no por ello estaba menos asustada que los recién llegados.

La mujer, Ripley, se conducía con determinación y arrojo. Sin duda parecía que ya conocía de qué eran capaces aquellas criaturas. No así los soldados quienes, a pesar de su preparación militar, se les notaba que la situación se les escapaba de las manos conforme los segundos transcurrían. 

Solo había una pequeña plegaria... y era que cuando llegasen al punto de encuentro no fuese demasiado tarde.

Al oír el grito de Frost, por fin Hudson pareció reaccionar. Sacudió la cabeza como despertando de un sueño para comprobar primero que Dietrich había desaparecido y que Frost iba por el mismo camino.

-¡Nooooo! -con un grito salvaje, descargó medio cargador en la criatura que se acercaba a su camarada- ¡Muere, hijo de puta!

La cosa se complicaba. A pesar de la lucha que estaba haciendo el grupo de marines, y sobretodo la cantidad de enemigos que estaba matando Vásquez, lo cierto es que estos no terminaban de parecer. El avance, a pesar de ser constante, comenzaba a ser más lento, dado que aquellas criaturas les atacaban por todos los lados.

Otro de sus soldados había caído, y el sargento solo podía seguir ordenando la retirada y que siguieran disparando. Esperaba que para cuando subieran al sector estuviera el vehiculo esperándoles para poder salir de allí. 

El ascenso se estaba convirtiendo una especie de montaña rusa, con disparos y ataques de las criaturas en lugar de bajadas y subidas. Era difícil moverse un paso sin tener que disparar a causa de una sombra o de alguien que gritaba pidiendo auxilio.

Pero incluso así, llegábamos demasiado tarde a veces. Dietrich fue el siguiente en caer. No pudimos hacer nada para evitar que una de aquellas criaturas la agarrase y se la llevase.

Yo continuaba disparando, abriendo paso  para poder seguir avanzando, mientras Vasquez se encargaba de la retaguardia. Era una máquina de destrucción masiva y si había alguien capaz de protegernos, era precisamente ella.

Mientras yo quitaba de en medio a tres criaturas que nos cerraban el paso, Hudson se aprestó con rapidez para dispararle a una que estaba a punto de caer sobre Frost. Ver volver a la vida a Hudson me llenaba de esperanza, aunque no tenía tiempo para mucho porque cualquier retraso podía significar ser rodeados y acabar todos muertos sin que pudiéramos evitarlo.

Debíamos llegar hasta Ripley y Gorman... y esperaba que ellos llegasen hasta nosotros.

-¡Bien hecho, Hudson! ¡Frost, agarra tu arma y muévete! ¡Sargento, tenemos que seguir! -exclamé, sin dejar de moverme ni de disparar.

Aquello era una pesadilla y ya habíamos perdido a la mitad de los nuestros. Si nos deteníamos aunque fuese un momento, quizás desapareciésemos todos.

La huida se complicaba cada vez más, a cada paso que daban era un paso más hacia la muerte, tenían que resistir y solo lo harían si no perdían a nadie más. —¡¡Frost mueve el culo y hazle caso a Hicks!! —no quería ver morir a más compañeros.

—¡¡Cuidado ahí delante!! ¡¡esos jodimos bichos nos esperan!!

“Concentrare en la retaguardia, concéntrate.”