Partida Rol por web

Introduces los dedos en la herida para buscar la bala. Limpias la sangre para ver mejor y decides meter unas pinzas médicas. Con un poco de maña consigues sacarla, echas un poco de sulfamida, taponas la herida y realizas un vendaje fuerte.

Puede sobrevivir, pero necesita unos cuidados más específicos. Lo mejor sería llevarlo al puesto de mando, dónde deben haber provisiones y puede que hasta un cirujano de campaña.

Me acerco un poco a Alzid para saber la situación.

- ¿Cómo está? ¿Hay que evacuarle?

Señor... ahora mismo esta estable pero morira si no llega al hospital de campaña... son... enemigos señor, pero antes de eso son hombres. Usted decide... hemos asegurado la iglesia... ¿que otra mision tenemos señor? dice Alzid mientras mira a su alrededor oteando el ambiente.

- De momento saldremos para contactar con algún otro pelotón. Luego vemos si llevamos a los nazis estos al puesto de mando.- Explico.- Ayúdame con este banco para hacer una camilla improvisada.

Sacudiendome el polvo de encima me puse de pie comprobando que aun  estaba entero... increible pero cierto. Observé a Alzid ayudando al nazi moribundo, -ja! a estos putos enfermos hay que matarlos como a  perros que son... Dije mientras me encaminé hacia el banco donde el sargento se esforzaba por transformar en una camilla. -Sargento, ?cree de verdad que ellos harían lo mismo por nosotros?

¡RYAN! Yo... no se si lo harian... pero no por ello podemos caer tan bajo. Cuando todo esto termine, si sobrevivo, no quiero que me torture mi mente con las cosas que no hice y debi hacer. Tu deberias tratar de tener la conciencia tranquila.

Alzid ayuda al Sargento a hacer una camilla y monta con cuidado al herido.

Vigila al Aleman que puede andar.

¡Siguenos!

- No, dile que se ponga delante y que lleve la camilla de su compañero.- Le digo a Alzid.- Tu cogela por detrás. Campbell, vigila al boche. Mirra y yo os iremos abriendo el camino.

El grupo sale de la iglesia y se topa con otro pelotón del tercer batallón. Sparks habla con ellos para intercambiar informes y continuáis hacia el puesto de mando.

Con paso lento pero constante, los seis llegáis al café.

Dentro a la luz de velas o linternas se sigue organizando la toma de la ciudad, que según os han dicho está prácticamente hecho. St. Mère Église, el primer pueblo liberado en Francia. Seguro que será recordado  durante mucho tiempo.

Sparks os indica que dejéis al herido en la zona que aparenta ser el hospital de campaña. Está lleno de heridos y varios doctores les revisan con velocidad.

- Señor, hemos despejado la iglesia norte. Hemos tomado dos prisioneros.- Le digo al mayor Krause.

Cuando entramos en el café ya llevaba un rato sintiendo las molestias en el brazo. Mientras el sargento daba novedades saqué un pitillo y me acerqué a MIrra y Alzid ofreciéndoles la cajetilla. -Por poco... pero hemos salido enteros de esta, eh. Miraba como les hacian el reconocimiento a los prisioneros. -Maldita convención de Ginebra!.

- Perfecto.- Asegura el mayor.- Hemos encontrado un chico de vuestro batallón. Debéis iros con él y con la radio que nos trajo hacia el Noroeste, a varios kilómetros de esta carretera.

Krause le indica a Sparks el lugar en el mapa.

- Allí debe estar Vandervoort y vuestro batallón. He mandado al chico a buscar un vehículo pero aún no ha vuelto. Lleváos la radio y buscadle por el Este del pueblo, va con el pelotón del cabo Bellamy. ¿De acuerdo?

- Sí, señor.

Recojo la radio y voy al grupo.

- Nos tenemos que mover chicos. Hay que buscar un soldado de nuestro pelotón que se ha ido a por un vehículo.- Noto al pelotón cansado por el esfuerzo, espero que el viaje sea más tranquilo. También acepto un cigarrillo de Campbell y lo enciendo.- Vamos.

Salimos todos del puesto de mando.

El pelotón sale del café junto a los primeros rayos de sol. El pueblo parece tranquilo, parece que por fin está todo controlado.

Sólo se escucha artillería a lo lejos. Tan lejos que parece que está en otro continente. Disfrutais de un poco de paz en St Mère Église.

Sargento, le sigo dice Alzid tras consultar con los otros sanitarios del grupo para obtener provisiones y reponer las gastadas de su botiquin.

Tras esto, sale en la direccion que ha marcado el superior para buscar al compañero perdido.

El pueblo parecía tranquilo.

Mucho había costado que estuviera en aquel estado. Sangre y muertos americanos, muchachos que volverían a casa en una caja de madera de pino, o que serían enterrados allí mismo. Unos pajarillos piaban en lo alto de un poste telefónico, y el sargento aprovechó la paz del momento para encenderse un cigarrillo.

¿Donde andaría aquel soldado? No sería difícil encontrarle: tan solo tenían que buscar un tipo con un vehículo. Seguro que le sonaría su cara. Sacó la brújula y la consultó un momento.

-El mayor ha dicho que estaba al este del pueblo. Vamos hacia allá.

Comenzó a caminar mientras le daba una calada al cigarrillo. Miró a ver si había algún soldado por allí al que preguntarle.

Os movéis por las calles tranquilamente. Tras el paseo llegáis a una zona con muchos soldados que van de un lado para otro, algunos nerviosos, otro serios....

Hay mucho revuelo.

Alzid se acerca al Sargento y le da una tableta de pastillas.

Es lo que tenemos para los dolores de las Heridas, veo mejor que usted la reparta señor.

Luego, se desplaza hacia uno de los soldados que ve nerviosos y le saluda.

¡Buenos dias nos sigan dando! Perdonad chicos, ¿habeis visto a un soldado de mi Compañia buscando un vehiculo? ¿para algo para que esteis asi? Palpamos la tension en el ambiente...

El sargento cogió las pastillas y se las guardó en un bolsillo. En la última escaramuza, les había salpicado mucha mierda. Era la segunda vez que le herían a él*, pero por suerte tenía la "mala costumbre" de salir con vida de aquel tipo de cosas.

En ese momento, pensó que el puñetero general Vandervoort podría cumplir su promesa y relevar a aquellas tropas pronto del frente, dándoles unos días de descanso para que jugaran y se repusieran de sus heridas, sin tener que preocuparse por los malditos boches.

Dejó que Alzid preguntara, apagando el cigarrillo con su bota.

- Nos hemos encontrado con un francotirador boche...- Explica el joven soldado.- Nos ha masacrado...Nos ha...Estaba en un granero, hacia allí.

El chico se sienta y apoya la espalda en la pared de la casa.

- No fallaba...Nos ha costado mucho rodearle y reducirle...

Parece que se le acaban las palabras.