Partida Rol por web

Una vez estuvimos solos, me acerqué al resto y pregunté:

-¿Cómo anda el negocio? ¿Qué he de saber?

Dada la metedura de pata de antes, quería saber todo lo que les había ocurrido en las ruinas antes de volver a hablar.

Pareciera que tus compañeros estuvieran todos ciegos y en sus mentes nada que más quisieran el fornicar y cosas por el estilo. Cuando vistes a los soldados subir al castillo, oteaste la tanjente negrura en dirección al castillo, y cuando los armados la llegaba a lo alto de la fortaleza, una figura moviose rápidamente desde el castillo en dirección este (por supuesto por las afueras del pueblo). Su silueta parecía portar un fardo o algo así (o quizá es que su espalda tuviera la forma de un número ocho...).

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Te hago un croquis para que lo veas:

Al tiempo que terminaba de formular la pregunta, vi una figura salir del castillo justo cuando llegaban los soldados allí. Señalé en aquella dirección para que los demás pudieran verlo.

-Allí, saliendo del castiello hacia las ruinas. Lleva algo encima... Quizás un fardo.

Pelayo miró primero a la muchacha y luego en la dirección que señalaba el moro.

-¡Vamos! ¡A prisa! Muchacho-le dijo a su joven escudero- será mejor que no te apartes de mi ni un segundo-dijo decidido mientras empezaba a andar de regreso a las ruinas con la mano apoyada en el pomo de su espada.

Suspiró y echó mano de su terciado siguiendo a Pelayo, era una gran mierda tener que pelear por unos putos niños muertos, pero los paletos de aquella aldea no le iban a dejar escaparse si no era con Pelayo.

Caminé yo también en pos del resto, vigilando a la mujer que estaba con nosotros, con un cuchillo en cada mano.

¡¡Lo veo!! -dijo señalando el negro horizonte por encima de la aldea y observando a alguien que marchaba desde el castillo en dirección a las ruinas-. Si, ¡¡lleva algo sobre sí!!

Mujer, cállese ya -dijo al darse la vuelta hacia la que seguía dando gritos y llorando desesperadamente-. Iremos a ver qué ocurre y buscar a su hijo. ¡¡Andando, señores!! ¡A paso ligero!

Y tras decir ésto, se descolgó su enorme hacha y la cogió por el mango a la altura casi de los filos, encaminándose a paso raudo con todos vosotros monte arriba, de nuevo.

Mientras subíais desbaratando ramas con vuestras botas así como sorteando peñas que bien se os podrían clavar al no poder verlas tan claramente, podíais observar si mirábais al casillo como una gran cantidad de puntos brillantes (fuegos de antorcha lo más probable), comenzaban a reproducirse en número, y moverse por los alrededores del castillo y las tierras contiguas. Era como si aquellos soldados se hubieran puesto en batida de inmediato para capturar a alguien, pero, ¿a quién? Ni siquiera cuando aquel guardia observó el dibujo sobre papel de Priscila mencionó qué había deducido o descubierto...

El caso es que subíais y subíais, y en cuestión de minutos y tras unas buenas bocanadas de aire que hacíais llegar a vuestros pulmones cuando alcanzásteis la cima vísteis de nuevo el complejo ruinoso. Para Tariq, decir que se basaba principalmente en un muro circular de piedra con una única entrada. En su interior y en la parte central había como restos de lo que debía ser una fortificación, pero totalmente ruinosos y caídos (un desperdicio).

No hacía falta ser un centinela experimentado para oir, justo en el momento en que cruzásteis la entrada entre del muro, el llanto de un niño mu cerca, muy próximo. Estaba claro que estaba allí mismo, pero por la oscuridad no se veía bien. Nada más dar unos pasos, todos vosotros ya estando bien advertidos de que allí se cocía algo, vísteis una figura de espaldas:

Estaba como agachado, como manipulando algo sobre el suelo, y ahora el llanto era mucho mayor. Entonces el tipo embozado dejó el fardo sobre el suelo (y a buen seguro que allí dentro y envuelto había un crío, que el desgraciado lloraba como él solo) y luego el hombre se levantó y comenzó a dar unos pasos hacia atrás, como temiendo algo. En un instante se separó varios pasos del fardo, y, aunque increíble parezca y tal vez ni siquiera digno de contar, una pequeñísima figura emergió de entre la espesa negrura (desde el fondo de las ruinas, el extremo del fondo)...

Aquel ser parecía tener la piel oscura, muy demacrada y apenas tenía la altura de una vara... Sus orejas acababan como filos de lo alargada que eran y se frotaba las manos mientras se acercaba, un poco cojeando, hasta el fardo... A medida que se acercaba a él, el de la capucha se alejaba aún más, como si le temiera.

No pudo contenerse, aunque seguramente lo que estaba haciendo era una verdadera estupidez.

- ¡ESTÁ ENTREGANDO UN NIÑO AL DIABLO PARA QUE LO DEVORE!

gritó Potencio como narrando lo que todos estaban viendo cuando era evidente que no hacía ninguna falta. Ni corto ni perezoso, sacó su cuchillo y señaló con él al fardo - ¡ Ya que estamos aquí salvemos al crío! - obviamente él no tenía valor suficiente como para enfrentarse al extraño personaje si pensase realmente que era el Diablo, la mención al Maligno era más costumbre que otra cosa, pues como de todos es sabido, todo lo inexplicable en primer momento se le achaca a él.

-¡Cenutrio, me has jodido la sorpresa! -grité a Potencio.

Y es que me estaba preparando para comenzar a lanzar cuchillos sobre aquellos dos, pero ahora, tras el berrido de Potencio, estaba seguro de que huirían al amparo de la noche y perderíamos la oportunidad de acabar con aquello de una puta vez y seguir con nuestro viaje.

Aquella cosa alzó la cabeza cuando oyó a Potencio gritar. En un principio pestañeó rápidamente, no como si estuviera asustándose, sino más bien sorprendiéndose de ver aquella multitud de gente en las ruinas. Tras un segundo se incorporó un poco y se fijó en todos vosotros. Comenzó a dar unos pasos hacia vosotros, como cuando un lobo da pequeñas pisadas antes de lanzarse contra una presa..., y vísteis ahora que portaba un pequeño garrote. Aquello no pintaba muy bien... ¿quién o qué diantres era eso...?

Tirad Iniciativa (1d10+AGI)

-¿Qué coño es eso? -grité al ver al engendro, pero al mismo tiempo dispuse mis cuchillos, presto a lanzarlos sobre él.

- ¡Que me la pique un pato!

PNJOTIZADO.

Miraba asombrado al extraño ser... parecía ¡terrorífico!, y aún mucho más miedo que me entraba cuando veía a Potencio y Tariq murmurar sorpresa siendo ellos dos hombres de mundo y bien armados... ¡Santo Dios! Cogí mi espada de mano y la alcé un poco. No es que fuera a atacar... (¡o tal vez sí!), pero al menos era mejor estar precavidos...

Damián ataca y para.

Pelayo al ver la extraña criatura que se presentaba ante sus ojos levantó el escudo como protegiéndose inconscientemente ante la maldad que veía y afianzó su espada con fuerza. Lentamente, manteniendo la posición, avanzó hasta la horrenda monstruosidad dispuesto a cortarle la cabeza de un tajo.

-¡Por Dios bendito! ¡¿Qué monstruosidad ha enviado el diablo para cometer estas atrocidades?!-exclamo sorprendido y enfurecido.

El ente ataca (con Garrote) y Esquiva.

Aquel ser os miraba con rabia. No veíais claramente sus ojos, pero su predisposición y su presencia hacía que lo notáseis.

Jimeno Ataca con hacha y Esquiva

¡La Virgen Santa! -susurraba Jimeno mientras se descolgaba su hacha-. El bajonoble miraba el espectáculo: la chica (la tal Priscila), el fardo, el tipo que llevó el fardo y aquel animal, enano, o ¡qué sabía él!

Tariq: 27
Potencio: 25
Damián: 24
Jimeno: 20
Pelayo: 16
Ente: 11