Partida Rol por web

-¡Non dexéis que escape o vendrán más! -gritó Tariq, que se preparó para lanzarle el cuchillo al maldito soldado.

-¡Damian, no dejes que ninguno se levante!-le dijo al joven escudero.

Asentí las palabras de mi señor, echando a correr.

-¡Detente, bastardo!

Potencio se mantendría en el sitio en el que estaba, ya había tenido bastante lucha por hoy... se le ocurrió algo -¡no le persigáis! lo que tenemos que hacer es irnos lo más lejos posible y rápido de esta aldehucha.

Resumen turno 5:

El tipo comenzó a correr, et que la lluvia no dejaba de cesar, et agora era mucho más fuerte que nunca. Oíais el precipitar tan fuerte que en poco tiempo ya casi no os oíais ni vuestra propia voz: una riada se estaba emplazando en el hueco donde se ubicaba Piedrablanca... Tariq lanzó su cuchillo, pero sólo pasó rozando por el lado del que iba a huir. Y en éstas que el caballero Pelayo le endosó una severa cuchillada de espada en su brazo. Lo mismo hizo su escudero, a su imagen y semejanza.

Daño de Pelayo: 5 (-3 por Gambesón) (/2 por brazo): 1 punto de daño.
Daño de Damián: 8 (-3 por Gambesón): 5 puntos de daño.

El tipo entonces, ante la pasividad de Potencio, se quiso ir alejando, pero dio varios pasos y se quedó postrado en el suelo, fruto del dolor interno en su pecho. La lluvia le impedía apoyarse bien (ni tan siquiera arrastrarse) y el barro se comenzaba a formar bajo vuestas suelas. Todo estaba ahora húmedo. Todo. Olía a lluvia como fuego purificador.

Si seguía lloviendo así...

¡¡Ugggh!!! ¡¡¡Aaahhh!!! -murmuraba en bajo el misterioso que os salvó de la torre, pero no se le entendía nada porque el exceso de agua se le metía en la boca-. Entonces, al acercaros a él, comprobásteis que no era sino Jimeno, Jimeno de Arguilla. Una gran lanza tenía clavada y retorcida en su pecho... Vivir sería difícil para él, empero que aún echaba aliento, ¡pardiez!

La lluvia caía, caía, ¡caía! ¡¡Los tejados de algunas casas comenzaban a deshacerse y derrumbarse por dentro!! ¡¡Y una corriente de agua comenzaba a asomar en pleno Piedrablanca!!

- ¡El hideputa no nos traicionaba!  -entonces reparó en la riada que se preparaba y le pareció que todo se iba al fondo del barranco -¡COMO NO NOS DEMOS PRISA EL PUEBLO ENTERO SE VA AL FONDO DEL PRECIPICIO! ¡CORRED! - corrió hasta Jimeno y lo levantó como pudo mientras hacía gestos a los demás para que le ayudasen a llevarle fuera de allí.

Tariq no salía de su asombro al ver a Jimeno. No alcanzaba a comprender cómo y por qué estaba allí tendido aquel al que ya en su interior había juzgado y sentenciado como traidor. Se había jurado a sí mismo que si alguna vez tenía la posibilidad, se vengaría de él. Pero estaba claro que aquel hombre les había ayudado a escapar. Reaccionó como pudo y se adelantó para echar un vistazo mientras los demás cargaban con él. Sin embargo, ahora estaba desarmado, y poco podría hacer si se encontraba de improviso con otro soldado, así que echó un vistazo rápido antes de avanzar, por si podía localizar su cuchillo.

Quizá fuese demasiado joven, o demasiado ingenuo, o ambas cosas, pero el pobre Damián no alcanzaba a entender el juego que se traía entre manos el de los largos cabellos. ¿Por qué traicionarles en primer lugar para ahora ayudarles a escapar? ¿Y por qué hubo de tardar tanto en hacerlo?

-Ya habrá tiempo para las preguntas, et, espero, las respuestas -dijo, a nadie en particular, et corrió junto a Potencio a auxiliar a Jimeno para salir cuanto antes de allí.

Pelayo apartó al muchacho y paso el brazo de Jimeno por encima de sus hombros. ¡Tenía razón! Pero no había tiempo que perder.

-Muchacho corre, adelántate y asegúrate de que no nos emboscan. tenemos que salir de aquí lo antes posible-apremió con urgencia el caballero.

Marchásteis hacia la salida de la aldea, más allá de la torre. Cargando con Jimeno poco habríais de poder correr, et en dejando unas varas atrás la alzada construcción, vísteis una potente tromba de agua avanzando contra vuestro sentido... Un torrente que debía ser de alto como vara y media bajaba de nuevo hacia Piedrablanca, ¡y vosotros estábais delante!
 

Damián caminaba delante, intentando discernir en la lejanía (con dificultades, la verdad) a posibles atacantes, cuando lo que descubrió no fue otra cosa que aquella torrencial masa de agua que se les venía encima.

-¡¡CUIDADO!! -fue lo único que tuvo tiempo de gritar, dándose la vuelta para mirar a sus compañeros.