Partida Rol por web

Te parece que no es sangre, que es algún tipo de resina.

Granogg se inclina sobre el tocón que Zeeth estaba señalando, olisqueando la sustancia y tocándola con cierto respeto. Su gesto de alivio no dejó dudas de que no había encontrado lo que tanto temía-. No creo que sea sangre, estimado Zeeth. Puede confundirse fácilmente, pero se trata de resina. Habrá que seguir buscando, quizá esos envases puedan ayudarnos más.

Leanda se acercó a examinar los envases que colgaban de los árboles...

B'trizt seguía convencido de su teoría; ninguna otra tenía sentido para él.
Reflexionad, estimados camaradas, y llegaréis a mi misma conclusión... no hay rastros de ataques o de apresuradas huidas, y el entorno del claro aparece virgen a nuestros ojos...
Y para cerciorarse, empezó a peinar los alrededores del claro, pero sin alejarse mucho.

Granogg reprimió un escalofrío-. Desde luego, pasara lo que pasara, no parece natural, sigamos buscando, compañeros, alguna pista tiene que haber -. Y se dirigió hacia los envases, con cuidado, para revisarlos y averiguar su utilidad o contenido. 

Los envases, unas vasijas de barro con tapadera colgadas de la rama de un árbol, contienen comida para una semana.

-Tu teoría suena algo descabellada, buen B'triz. Pero no es imposible, ni mucho menos. ¿Acaso una bandada de criaturas voladoras cayó desde el cielo y se llevó a nuestros vecinos? ¿Con qué motivo? -  la imaginación de Leanda reconstruía la escena de una manera tan vívida que comenzaba a emocionarse.

Al poco, recordó su verdadero cometido, y recordó que sus compañeros no habían registrado las tiendas

Ya pero entonces ¿qué son estas manchas de sangre de aquí? pregunta Zeeth, colocado sobre uno de los tocones.

- Hum, ¿hay alguna prueba para tu teoría B’trizt? - Preguntó Naelon mientras observaba el debate de sus compañeros.

Sabio Naelon, tú que hablas con los de más allá del velo, ¡las pruebas son irrefutables! - enfatizó B'tritz. Ninguna huella que altere el campamento ni ningún rastro más allá del claro... ¡Ah, si tuviera las alas del intrépido Zeeth! Y siguió oteando el cielo...

- Muy estimado Zeeth, entiendo tu confusión, pero eso que mancha el tocón no es sangre, sino savia. Claro que podríamos hablar de sangre arborea, pero no creo que nos lleve al paradero de los valientes leñadores. Deberíamos ampliar el rango de búsqueda, si B'trizt tiene razón puede que cuando se los llevaron de aquí alguno de los secuestrados dejara caer algún objeto que nos lleve en la dirección correcta.

Leanda buscó entre las tiendas, aunque no parecía que hubiera nada fuera de lo normal. Realmente tenemos un misterio entre manos, se lamentó. Después, frustrada, busco otra vía de acceso al claro, ¿quizá había algún rastro entre los árboles que rodeaban el hogar temporal de los leñadores desaparecidos?

Zeeth se encogió de hombros. Estaba seguro que aquello era sangre pero tampoco iba a ponerse a discutir con los grandullones, ya sabía lo que les costaba a los de ese tamaño enviar las ideas de una parte a otra del cerebro. Era lo que tenían las distancias largas.

Pero le pedían que volviese a echar un vistazo a pesar de que No vi nada la primera vez pero... echó a volar, ascendiendo lo máximo posible para tratar de ver si localizaba alguna criatura voladora o veía alguna ruta de ataque entre el follaje.

Mientras Zeeth exploraba los alrededores aprovechando sus particulares capacidades, Granogg decidió explorar el bosque circundante, comenzando por la zona cercana al tocón que tanto intrigaba al windling.

Leanda se introdujo en las tiendas cerradas. Dentro no había más que sacos de dormir, algunas prendas de vestir y unos pocos objetos personales.

Zeeth volvió a volar sobre el claro, pero la densa vegetación no le permitía ver más allá de las copas de los árboles.

Granogg insistió en estudiar la zona alrededor del tocón, aunque él estaba seguro de que aquello sólo podía ser sabia. Un par de metros más adelante, bajo unas ramas, descubrió unas huellas en el barro. No entendió cómo no las había visto antes. Pertenecían a un grupo numeroso, al menos diez personas acompañadas de un caballo, y se dirigían hacia el este.