Partida Rol por web

Había escuchado que los caballeros suelen mostrarse respetuosos...-dijo la vieja bruja- pero os comprendo. Mas no se que decís. Sabemos quienes sois, vuestras hazañas no han pasado desapercibidas y el Alquimista nos ha hablado de vosotros. No obstante hace mucho tiempo. Pero si de un libro habláis no sabemos a que os referís caballero. Debéis ser mas claros, pues seremos brujas pero no podemos ver lo que desconocemos.

Sacó en ese momento Artal el grimorio de su escondite, para lo que tuvo que ponerse de pié, pues llevaba el zurrón en los riñones bajo la ropa. Lo depositó con sumo cuidado de modo que quedara el zurrón sobre la rústica mesa de basta madera y sobre él, el grimorio.

- He aquí el grimorio que nos dió el viejo Alquimista. Según él, el libro está enfermo y desea que déis vuestra opinión, pues al parecer merecéis su respeto. No he de decir lo importante que el viejo Alquimista nos dijo que era este libro... ya que nos hizo encomendar nuestras vidas a su completa seguridad.

Dió un paso atrás, pero no dejó de mantener el hacha aferrada en su cinto mientras observaba la reacción de las brujas y trataba sin mucho éxito de desentrañar el misterio que eran para él sus intenciones.

-Permítame decirle que no todos los caballeros somos iguales señora.Comprendernos, seguro que si.Cuantos caballeros o cuantos hombres de apie habeis torturado y asesinado para complacer al maligno- se atrevió a inquerir mostrándose serio.

-No puedo mostrarme cómodo o confiado, tales sensaciones son obvias en mi, pues he perseguido y cazado a seres como vos a lo largo de estas tierras, y si no fuera porque sois viejas amigas del Alquimista, ya os habría rebanado vuestro pescuezo cual gorrinos- dejó claras las diferencias.No pretendía hacer nuevos amigos, y menos hacerse amigo de unas brujas, no obstante, su deber era cumplir con la gesta y cumplir con el deseo de su amigo el maese alquimista.

-No obstante, espero que estas diferencias no obstaculicen nuestros propositos- acabó finalmente dejando las diferencias a parte, pero bien remarcadas con anterioridad.

La niña pequeña se agarró la falda con fuerza al escuchar a Godesteo y se mordió el labio con cara de susto pero no dijo nada. Miraba a los guerreros con una mezcla de asombro e interés.

En cambio la vieja bruja hizo un gesto quitando importancia a las palabras de Godesteo. no parecía importarle que hubiera "cazado" a otras brujas ni siquiera parecía importarle el tono de sus palabras.

-Conozco este libro-comienza la vieja bruja-. Pero hace muchos a, muchos años que no lo veía. Sí, se lo que le pasa. Pues es lo mismo que me pasa a mi, y que os pasa a vosotros. Que nos hacemos viejos. No tiene otro mal-las manos de la anciana acarician el tomo, y su rostro parece por un momento el de la niña Birutia.

Entrecerró los ojos al entrar en la cabaña. Cuando su vista se acomodó, observó todo a su alrededor de un rápido vistazo, y lo que vio no pudo más que dejarle sorprendido... no había duda que aquella humilde morada estaba habitada por mujeres, más si en verdad eran brujas sólo dios y el diablo lo sabrían ya que pruebas a simple vista no halló.

Se sentó a la espera de que el asunto que allí les llevaba saliera a la luz de una vez y, aunque no apartó el vaso al ser rellenado, no hizo ademán alguno de llevárselo al gaznate sin molestarse siquiera en disimular. Escuchó con atención las palabras de unos y otros, frunciendo el ceño ante el comportamiento del señor Godesteo, entiendo que haya que perseguir a todos los adoradores del demonio y que hay que proclamar la única y verdadera fe de Nuestro Señor, pero tiene que frenar esa lengua, necesitamos a esas mujeres por muy adoradoras del diablo que sean, primero que nos ayuden después... ya veremos que hacemos con ellas.

- Entiendo que el paso del tiempo afecta a todos, hombres, bestias y cosas. Pero un libro envejece cuarteando el cuero de sus tapas y deshaciendo el pergamino de sus hojas... y este no parece ser el caso. Porque no quiero ni pensar que nos está diciendo que el libro tiene vida y que los años han traido cansancio y falta de lucidez como si fuera un anciano. Eso sería como decir que el libro tiene un alma y... -se santiguó intentando alejar aquellos pensamientos demoniacos- eso es ir contra las leyes divinas.

La mano de Godesteo se aferra fuerte a la empuñadura cada vez que escuchaba y miraba el rostro de Birutia al hablar, y esa última expresión que se dibujó en su rostro no le gustó nada, pues parecía la de una bruja que finalmente había encontrado un libro que con tanto anhelo había estado buscando y esperando.

-No os creereis tal calumnia- suelta una carcajada seca mostrando su desaprobación-Vosotras habeis vivido lo suficiente como para saber alguna cura contra la muerte, u os creeis que somos idiotas.Bien claras fueron las palabras del maese Alquimista, vosotras no sois poderosas por ser sabias sino por haber vivido más, u acaso pretendeis hacernos creer que esa...- miraba con desprecio a la niña- ese es su verdadero aspecto- señalaba con aplomo y decisión, como si mandara que colgasen a un ladrón o quemaran a una sucia ramera como eran todas las brujas.

-Así pues, concedenos vuestra sabiduría adquirida a lo largo de tanto tiempo vivido e ilutrar nuestras mentes con algún truco o algo similar que pueda curar a este libro.Maldita sea, es un libro, un libro no envejece, coge polvo o sus hojas se arrugan y se descoloran con el tiempo- explicaba-.El maese nos dijo que sabríais que hacer para "curar" al libro- terminó con tono esperanzado, resaltando que si seguían las indicaciones del Alquimista, las brujas deberían saber resolver el problema.

Me apena, guerreros-dice molesta con aire protector hacia la pequeña-, que no veáis mas que las tapas de un libro y no su contenido. Un libro no solo se agrieta y se cuartea. Pero no pretendo contaros ahora como es un libro. Pero os diré lo que habéis venido a buscar. Cura no la tiene. O sí-dice mirando a la niña con ternura-. Tenéis que buscar otro libro. Un libro joven, un libro nuevo, que no tenga aún alma. Un libro al que éste pueda pasar. Hace muchos, muchos años estuve muy hacia donde nace el sol. Ahi llaman a eso toutai. reencarnación. Rueda del karma. Destíno. Nosotros los humanos tenemos miedo a la muerte. Pero no hay motivo para ello. No debe temerse lo que no puede evitarse.

"Ya sabía yo que se tendría que emplear alguna clase de brujería para curar a este libro, no me agrada nada, pues desconocemos el campo de la brujería y pueden pronunciar otro hechizo y corromper el libro manteniéndonos a nosotros en la ignorancia..." deducía tras escuchar la posible cura.Sin duda sería un duro trayecto para buscar y conseguir ese libro virgen de alma y joven de corazón.

-Si no hay otro remedio, lo haremos- asintió Godesteo ante las indicaciones de Indarr.Ahor asolo esperaba que sus compañeros resolviesen las dudas pertinentes y comenzar de nuevo otra aventura.Se acercó al oido de Artal susurrando...

-No os olvideis del grimorio- advirtió, mirándolo de reojo en las manos de Indarr.

- Libros con almas que pasan de unos a otros... Eso suena a magias y encantamientos  que no deberían ser vistas ni oídas por buenos creyentes de la fe cristiana. -Murmuró Alvar un tanto preocupado por aquellos conceptos que se escapaban a su entendimiento. ¿Un libro enfermo de vejez que debía pasar su alma a otro más joven? Sólo de pensarlo se estremeció, el diablo debeía andar detrás de todo aquello seguramente, ya que un buen creyente en la fe del Altísimo jamás osaría pensar en tales cosas.

A pesar de desconfiar de aquellas mujeres, las cuales cada vez le estaban poniendo más nervioso, decidió que no les quedaba más remedio que continuar con la misión. Si el Alquimista confiaba en ellas sería por algún buen motivo, aunque no lo comprendiera.

- Y ¿dónde podemos hallar un libro con las condiciones necesarias para albergar el... el... el alma del grimorio? -Desde luego le costaba decir aquellas palabras.- ¿Cómo sabremos que es el apropiado?

-¿Donde encontrar el libro?- se frotó el mentón Sorguiñak-. Corren rumores de los que se hacen llamar la Partida de Polo. Se trata de un grupo de aventureros andalusíes, cuyo nombre está empezando a sonar con fuerza en los mentideros de la mágia. Dícese que tienen un libro nuevo, joven y fuerte, pero aún no probado. Un libro sin alma.

-El alma de un libro es el alma de quien lo lee-la corrige con dulzura Indarr. En un lado la niña Birutia asiente-. Y la Partida de Polo, lee. Y sabe. Marchad a Çaragoça y preguntad por ellos. No creo que tengáis problemas en encontrarlos-una carcajada breve y cascada sale de la boca de la vieja-. Cuando vean el libro viejo, cuando veáis el libro nuevo, ambos sabréis que hacer.

El camino es largo, pero vosotros sois caminantes...-dice rodeada de un halo de misterio.

Había estado todo el tiempo y por pura precaución como ausente*, y estuve a punto de pararle los pies a Godesteo, pero lo cierto es que pensaba lo mismo que yo: en otra situación esas tres arpías ya estaría muertas, con sus respectivas cabezas enterradas separadas de sus cuerpos.

Y díganme, ejem... -carraspeé tras estar tan dubitativo-. El alquimista nos dijo el poder que encierra este libro: hace eliminar a quien quiere eliminar algo, así como crea vida si es que crearla queremos... Una aberración de Dios... -me costaba hablar en estos terminos tan fantasiosos, pero al parecer verídicos-: ¿Vosotros habéis comprobado tales poderes?

La vieja negó con la cabeza.

-No muchacho, no se nos ocurriría. Nosotras no creamos el mundo ni la vida que en él habita y no somos quien para cambiar eso-dijo seria para sorpresa de los guerreros.

La respuesta de la vieja le dejó desconcertado, nunca hubiera esperado aquello, aunque bien podrían ser artimañanas para engañarlos, mas la seriedad y la gravedad con la que había pronunciado aquellas palabras le decían que aquellas mujeres eran algo más que vulgares brujas amantes del diablo.

- ¿Y esos hombres? Esos aventureros andalusíes de los que nos habláis, ¿se puede confiar en ellos? ¿Acaso oiremos las mismas sensatas palabras que acaba de decir usted? -Alvar habló dirigiéndose a Indarr en concreto, pensaba que al ser más vieja sería más sabia y tendría más conocimientos, aunque eso no fuera así en verdad.- Me preocupa que ellos no tengan tan buena voluntad respecto al libro como ustedes...

Asentía Artal al oir las palabras de su camarada Alvar. Como siempre, el aragonés atendía más a cuestiones mundanas y quería saber si los aventureros andalusíes de los que hablaba la bruja tendrían que ser eliminados para conseguir el libro o podrían negociar con ellos y qué habrían de hacer con el libro nuevo y el viejo una vez los tuvieran en su poder a ambos.

- Sí, habladnos de esos aventureros andalusíes y qué necesitamos hacer exactamente con el libro que ellos poseen.

Pensaba también Artal que era un largo viaje hasta su tierra natal y que tendrían sin duda que comprar provisiones en el pueblo cuando bajaran de la sierra.

Intenté discernir si la bruja nos mentía... pero parecía decir la verdad... al menos eso entendí yo ¿es que acaso había brujas honradas?

-¿Acaso pensáis que lo sabemos todo?-dijo con picardía- me temo que a vosotros os conocemos por medio del Alquimista y a ellos por rumores. La gente es desconfiada de por sí y no sabemos que piensan "los de Polo". Pero cuando os veáis sabréis que hacer...

Alvar se rascó la cabeza inconscientemente como si aquel gesto le ayudara a pensar. Miró fijamente a Sorgiñak evaluando lo que acababa de decir, ¿será verdad que no saben todo lo que acontece a base de conjuros y hechizos?

- Largo camino nos proponéis para encontrarnos con sujetos que ni siquiera vosotras conocéis. Y ¿cómo vamos a saber lo que deberemos hacer llegado el momento? Todavía no los he visto delante y ya desconfío de ellos. -Se volvió hacia sus compañeros para conocer su opinión.- No me gusta, algo me dice que no es buena idea pero... parece que es la única opción que tenemos para sanar el libro. Y vosotros amigos ¿qué opináis? ¿Emprendemos viaje? Porque si decidimos ponernos en camino no deberemos demorarnos.
 

Las mujeres se quedaron observándoos sin decir nada a la espera de vuestra resolución. En sus caras se veía que aquella era toda la información que disponían pero no parecían cansadas ni incomodas.