Partida Rol por web

El trío salió de la iglesia, y tras un pequeño parón tras la posada para coger avituallamiento se dirigieron hacia el cementerio. En la bolsa que se apresuró a coger Quint había un montón de manzanas, así como piezas de carne sin cocinar. Bien racionada, podría valer para comer incluso una semana una persona. Alimentando a dos como tenían que ocultarse, en 3 días podría estar acabada.

Tras un breve lapso de tiempo, aproximadamente veinte minutos, el grupo llegó al cementerio. Sin lugar a dudas era el lugar más lóbrego de todo el pueblo. Si prestabas atención parecía que las sombras se movían y que algo estaba en todo momento espiándote desde detrás de una tumba. Pero este ambiente tan tétrico parecía no afectarle a la chica de cabellos dorados, que caminó hacia su interior sin inmutarse, y sin mirar atrás.

Llegó hasta la tumba del padre, y se arrodilló, besó la lápida y se santiguó. El hombre era muy querido por la niña, y se sentía obligada a velarlo, aunque solo fuera durante un tiempo.

Observó su trabajo durante unos segundos, antes de asentir e incorporarse. Había tenido que darse prisa, y probablemente Aaron no estaba totalmente fuera de peligro aún, pero no podía malgastar más tiempo. Muy probablemente, ya había malgastado demasiado

Se inclinó unos centímetros, llevándose una mano a la barbilla

¿Puedes andar?

Quint se abalanzó sobre el saco nada más ver su contenido y sacó una de las manzanas.

-¡Al fín! ¡Algo que llevarme a la boca!

Ofreció otra a Faliar, pues supuso que ,a pesar de estar bastante entretenido con Catherine, su compañero también estaría muerto de ganas de hincarle el diente a algo (aparte de a la chica).

Siguió a la pareja un par de pasos por detrás mientras roía la manzana con ansia, y cuando la acabó sacó otra para el resto del camino. Una vez llegaron a la tumba del padre Scott, Quint descargó el saco cerca de la tumba y se acercó a examinarla una vez la chica se santiguó.

-¿Estás segura de que era él?... Quiero decir, no parece que haya nada inusual en su tumba: hay hierba sobre ella, la lápida no parece haber sido mancillada y sus seres queridos siguen viniendo a visitarle.

- Quint, raciona las cosas. Eso nos tiene que durar lo máximo posible -dijo cuando el chico sacó otra manzana del saco

Se quedó mirando a Catherine un rato, mientras velaba la tumba de su padre. Luego se dirigió a ella

- A lo mejor es un poco inadecuado o indiscreto preguntarlo, pero... ¿que fue lo que le ocurrió? En el pueblo no parecen querer hablar mucho de ello

Aaron estaba realmente herido, pero con gran esfuerzo para sus músculos y su resistencia, tanto mental como física podría moverse. Si no por sí solo, con ayuda podrían salir de allí. Nada garantizaba que llegaran a la civilización a pie en ese estado, pero podrían intentarlo.

Sin embargo si esperaban allí, Aaron tendría tiempo de recuperarse, estaban a la intemperie, y podría pasar cualquier cosa extraña, no en vano nada en esa isla parecía normal, pero no desfallecería por el camino.

La decisión estaba en sus manos.

Aaron intentó incorporarse, muy lentamente... todo le dolia y estaba cerca de la muerte...

-Si... si que puedo... mas o menos...

dijo con una voz muy suave y debil, pues no le salia mas voz que esa y el exfuerzo era mucho mayor que si gritase a pleno pulmón, y mucho mas doloroso

-Te debo la vida... gracias...

se apresuró a añadir en cuanto se dió cuenta de que podia hablar

No gastes energía hablando. Vas a necesitarla

Xerine consideró la situación durante unos instantes. Había intentado borrar su rastro hasta el momento, pero a partir de ahí, sería más complicado. Si el marqués tenía algún experto rastreador entre los suyos, podría llegar hasta ese claro tarde o temprano... Y a partir de ahí, sería todo más obvio. Por mucho que hiciera paradas de vez en cuando para volver sobre sus pasos, tener que llevar a Aaron suponía más peso, y más lentitud, eso sin contar el olor que el chico dejaba tras de sí: Un olor a sangre y animal herido, que cualquier depredador podría interpretar como un una presa moribunda. Y no es que los depredadores la molestaran... Exceptuando, claro, a ciertos perros de los que había estado hablando esta mañana, con otra persona muy distinta a Aaron

Por suerte, tenía un plan alternativo, en caso de que eso llegara a ocurrir

Asintió para sí misma. Sí, no estaba mal ser un poco paranoica de vez en cuando, pero, por otra parte, los años de experiencia habían acabado por enseñarla que también era inteligente correr riesgos... De vez en cuando. Y ya había pensado mucho sobre ello hacía unos minutos: No iba a echarse a atrás a esas alturas. Al menos, no si no había ninguna razón obvia

Se inclinó hacia Aaron, y comenzó a cargar con él. Contrariamente a lo que se podría haber pensado, Xerine se encaminó en la dirección contraria a la de Corvinus, internándose cada vez más en el bosque. Si en algún momento, Aaron intentaba abrir la boca, Xerine se limitaba a chistarle, reacia a dar ninguna explicación. En aquellos momentos, el chico no estaba en condiciones de discutir, ni Xerine tenía ganas de dar explicaciones

Sorprendentemente, Xerine parecía cargar con Aaron sin problemas, e incluso su velocidad de paso era mayor de lo que podría haberse esperado en una persona con su constitución física. Periódicamente, la chica dejaba a Aaron contra un árbol, o subido en una roca, mientras volvía hacia atrás para borrar su rastro lo mejor que podía. Aún así, su trabajo era rápido y descuidado, como si le preocupara más la rapidez que la eficiencia

Cuando el sol estaba en lo alto, y ya habían pasado unas horas tras el mediodía, se detuvieron en el primer sitio mínimamente resguardado que encontraron. Xerine alzó la vista, y se secó el sudor. A pesar de que sus ropas estaban arrugadas y mojadas por el sudor, y sus cabellos despeinados y llenos de ramitas, seguía destilando una extraña belleza salvaje, una belleza muy distinta a la que había mostrado tiempo atrás. Como si, de repente, fuera otra persona, una hermana gemela oculta bajo la piel de Xerine, pero mucho más madura, tajante... Y, de alguna manera, imponente. Por desgracia, el trabajo no había concluido para ella

Quédate aquí

Acto seguido, desapareció entre las ramas

Xerine volvió más tarde, con un par de frutas, algunas bayas, y un conejo bien gordo degollado. Apenas se había manchado de sangre, si bien sus manos tenían un extraño tinte rojo, que ni el agua de algún riachuelo había podido borrar. No tardó mucho más en reunir algo de leña, y luego hizo la hoguera. Aquellas habilidades poco tenían que ver con la imagen de burguesa adinerada y cursi que había trasmitido nada más conocer a Aaron. Era bastante probable que el chico comenzara a replantearse incluso que no fuera otra persona diferente, ataviada con una máscara muy realista de Xerine

El conejo, por otra parte, sabía bastante bien, aunque la música no parecía disfrutarlo. Miraba constantemente a todos lados, como si el mero hecho de haber realizado fuego, aun con tantas precauciones, fuera una temprana sentencia de muerte. ¿De quién huía? ¿Y hacia donde estaban dirigiéndose?

La chica no dijo nada hasta que los dos hubieran terminado de comer. La conversación era innecesaria, y se había centrado de forma casi exclusiva en el trabajo que tenía entre manos: Cuanta más eficiencia, menos tendrían que esperar, y antes podrían seguir. No tardó mucho en recoger el pequeño campamento que se habían montado, si bien se centró un poco más en ocultarlo a primera vista. Era inevitable que alguien viera los leños ennegrecidos si se fijara un poco, pero nadie que pasara por allí se daría cuenta en el primer vistazo. Al menos, no alguien que no fuera muy observador

Buscaron durante otra media hora algún lugar para quedarse, cuanto más recogido, mejor. Luego, Xerine se apoyó contra una roca, visiblemente cansada, y cerró los ojos durante unos segundos. Cuando los abrió de nuevo, habló por primera vez en un buen rato

Esperaremos aquí a hacer la digestión. Dos horas, quizás más. Necesito descansar

Su tono era bajo, casi un susurro. Se giró hacia Aaron, visiblemente satisfecha de poder reposar sus músculos tras toda la mañana

Es un buen momento para hablar. Bien, creo que, en la situación en la que nos encontramos, deberías ser tú quién empezara a dar explicaciones... Y no me refiero solo a por qué estabas en ese claro. Me refiero a todo el asuntillo de los cuervos parlantes y anillos que se transforman en personas

Esta vez, a diferencia de antes, Xerine parecía de verdad interesada en los poderes de Aaron. Y, a pesar de todo, ese brillo de desconfianza y de aparente cautela seguía asentado en sus ojos, como si no pudiera dejar de pensar en el invocador como un brujo demoníaco salido de las entrañas del infierno

-¿Qué quieres? La versión oficial, o la mía...

Catherine pareció detenerse un segundo a pensar. Miró a la tumba del padre. Una lágrima furtiva pareció caer por sus mejillas antes de que comenzara a hablar. Acarició la lápida limpiando el polvo acumulado durante la noche, y llevándose la mano al pecho, empezó a relatar la historia.

En memoria de Scott Franz.

-Esa noche estaba lloviendo.

Hacía un tiempo que no podía hablar con Scott porque deliberadamente se había alejado de mi. Decía que tenía asuntos importantes que atender, y que no podía prestarme toda la atención que me prestaba antaño, que necesitaba tiempo para pensar.

Al principio me negué, necesitaba a Scott, es casi la única persona en esta isla con la que me sentía cómoda, y... bueno, ya os he dicho que lo consideraba como mi padre. Era un hombre bueno, muy bueno. Decía que a un hombre no hay que juzgarlo por sus habilidades o la primera impresión, sino por sus actos. Por cómo emplea dichas habilidades. 

Nunca entendí muy bien esas palabras, pero parecían importantes.

Catherine cogió un puñado de tierra y la apretó contra su puño. Eran recuerdos dolorosos, pero por fín había llegado la hora de contárselo a alguien. Quizá Quint no fuera la mejor persona en la que confiar, pero algo le decía que aquel mago de la túnica verde iba a ayudarla.

Llevaba un tiempo obsesionado con el tema, y... ese día...

Su cuerpo apareció muerto en la entrada de la iglesia, en un charco de sangre y barro. Eso es lo que me han contado, yo no lo ví, como os digo hacía un tiempo que no me dejaba acercarme a él. Tampoco asistí al entierro, estaba demasiado deprimida.

De nuevo, las lágrimas comenzaron a recorrer su rostro, esta vez no eran furtivas como la primera, y tampoco trató de disimularlas, los recuerdos duelen...

mucho...

¿La versión oficial? Scott resbaló con el suelo húmedo y se clavó una piedra en el cuello, que lo mató al instante. Eso es lo que dice Émil, y la versión que Cavalcanti ha hecho creer al pueblo. Pero...

Yo no creo en ello, mi teoría es que el padre fue

asesinado.

Faliar no pudo reprimir el impulso de abrazar a Catherine mientras lloraba. 

- Yo también creo que alguien lo mató. Y hay que saber por que. Tal vez el marqués lo sepa.

Catherine recibió el abrazo y se lo devolvió. Hacía mucho tiempo que nadie le mostraba afecto, quizá también en parte por su tendencia a alejarse de la gente del pueblo. 

Los brazos de Faliar rodearon a Catherine con fuerza, y un escalofrío recorrió su cuerpo. Sus lágrimas caían sobre los hombros del mago, resbalando hacia el suelo con presteza.

Catherine abrazó a Faliar aún más fuerte. Y dijo con voz queda:

-Gracias.

Quint escuchó la historia de la muerte de Scott sentado en el suelo, sintiéndose más violento a cada instante que pasaba y alcanzando una situación de tensión extrema cuando Faliar y Catherine se abrazaron.

-Y esa misma persona que le asesinó debió de ser la que registró la iglesia y bloqueó las puertas con un candado. Apuesto lo que queráis a que fue Emil. -Se atrevió por fín a concluir Quint, interrumpiendo el abrazo con sus palabras.- ¿Sabes si esa extraño y repentino interés del padre tenía relación con algún objeto? Puede que descubriera algo, o que un objeto mágico que estaba en su poder fuera descubierto por su asesino.

Catherine se separó de Faliar lentamente, mientras escuchaba las palabras del rubio. Se quedó un momento pensando, mientras enjugaba sus últimas lagrimas, y finalmente negó:

-mmm... no, no me contó nada, lo que sé es lo que os he contado. Decía que no me acercara a él, y que era muy importante, pero no sé más. Lo siento.

Aaron dejó que Xerine le tratase casi como un muñeco, andaba cuando esta se lo pedia, si le apoyaba en algún sitio se quedaba allí quieto, intentando descansar y no se quejó (ni dijo nada, le dolía todo demasiado). Finalmente llegaron a un lugar resguardado y Xerine se fue a cazar, cuando volvió, quiso saber respuestas.

Aaron, desde su posición, comenzó a hablar lentamente, con la intención de que le doliese lo menos posible

-Me has salvado la vida, a si que no tengo razones para ocultártelo... en mi infancia se me enseño a contactar con otros seres... seres de otro mundo. Hay varios tipos, unos son los arcanos, de esos controlo dos, al loco, el cual se transforma en anillo y me acompaña y al mago, el cual me ayuda con uno de sus hechizos, solo uno por cada vez que le llame. Luego hay otros, que son... unos entes muy poderosos, pero es algo similar, cuando los llamo, me ayudan.

Aaron calló y recuperó el aliento, la verdad es que le dolía, y necesitaba tomarse su tiempo, su voz sonaba pesada y se notaba que le dolía.

-Pero todo tiene su parte mala... para que me ayuden, hay que firmar un pacto, cada uno pone sus requisitos, el loco me pidió que hiciese un pacto con otro arcano... era un pacto extraño, pero es el loco... el mago me pidió que dominase mi habilidad de invocar a esos seres, y eso hice... también llamé a la sacerdotisa, para la cual tengo que resolver un acertijo en el cual aún trabajo y no puedo recibir ayuda. Y finalmente están los cuervos, ellos a diferencia de los arcanos, pidieron cien... ¿o eran mil? ojos frescos... cuando me negué me ofrecieron otro trato... un ojo mío. Lo pensé y finalmente acepté... en cuanto dije "acepto" ya no hay marcha atrás... y se dispuso a arrancarme el ojo, el pánico se hizo presa de mi y salí corriendo, pero había aceptado, se iban a cobrar el pago y yo podría llamarlos, pero esta herida en el pecho me dificulta mucho mis habilidades..

Aaron volvió a tomar aire y añadió

-Y eso es todo...

Demasiada información. Casi se arrepintió al instante de haber preguntado. Hay cosas que es mejor no saber

... Vale. Entonces, has llamado a unos demonios con forma de cuervo, que te pidieron un ojo a cambio de poder sellar un pacto con ellos. Luego tú saliste corriendo, y ellos se lanzaron a cobrar su recompensa. Eso explica toda la escenita de ayer. Pero creo que aún queda algo por explicar

Se removió en su asiento, incómoda. ¿De verdad quería saberlo?

Cuando te encontré, estabas desnudo. Con ese colgante en el cuello. Al lado tuya había un hueco en el suelo, lleno de sangre y vísceras. Y tus heridas son de todo menos normales. ¿Qué explicación le das a eso? ¿O es que el pacto tenía algún "extra" añadido?

Su voz sonó algo seca y cansada, si bien esto no era más que una secuela lógica de la repentina sobresaturación de revelaciones sobrenaturales con las que se estaba viendo obligada a tratar la chica

-Entonces volvemos a estar como al principio. ¿Sabes si llegó últimamente alguien más a la isla, a parte de nosotros? -Preguntó Quint buscando desesperadamente atar cabos empezando desde el principio.- ¿O mejor me voy, os dejo a solas y hablamos más tarde de esto? Estoy seguro de que el padre Scott no tiene prisa por que resolvamos su misterio y le demos paz a su alma...

Faliar se azoró ante el comentario de Quint

- ¿Dejarnos... a solas? ¿En que estás pensando?

No... nadie llegó a la isla. Nadie salvo vosotros. Esto es... que recuerde... cuatro chicos, una mujer y alguien con máscara. Esto es todo lo que recuerdo.