Partida Rol por web

Quint se encogió de hombros.

-Bueno, creo que Miriam nos ayudará por el momento. Dijo que a medio día dejaría un saco de víveres tras su posada, oculta bajo unos troncos. Sin embargo, el herrero no nos dará nada. Ni siquiera me devolverá mi dinero. No tendremos equipo nuevo ni municiones.

Nadie fue a recogerla.

Xerine sí escuchó un monstruoso grito femenino proveniente del piso inferior, y más tarde una maldición grave que fue capaz de reconocer como la voz del mayordomo. Más tarde, escuchó que iban a avisar a Émil, para que investigara el caso. Nadie mejor que el capitán de la guardia para investigar un asesinato.

Pero en ese tiempo, nadie se preocupó de la chica que allí permanecía. Quizá quisieran esperar a Émil, o puede que no supieran que permanecía en la habitación, pero lo cierto es que los minutos pasaban.

Cuando se empezó a oír todo el alboroto, Xerine se apresuró a ocultar la ballesta y los estiletes donde mejor pudo, y luego abrió la puerta. Si la sorprendían llevando una daga no sería tan peligroso. Al fin y al cabo, las heridas del Marqués no habían sido realizadas con armas de filo, y siempre podía alegar que eran armas de defensa propia. Esperó durante unos segundos, y al no ver a nadie en el pasillo, preguntó con la mejor voz de preocupación que pudo poner

¿Qué está ocurriendo allí abajo? ¿Albert?

La pareja se internó en el bosque, tratando de pasar desapercibidos para los soldados. Estuvieron la mañana descansando, y tratando de eliminar ese cansancio que les atormentaba el alma cuando, a lo lejos mecida por el viento, se colaba entre los árboles una voz femenina. Realmente preciosa.

Era hermosa, sinceramente hermosa.

El mayordomo subió las escaleras con premura, y se plantó delante de la mujer, impidiendo que esta bajara las escaleras. Parecía que no quería que Xerine investigara más.

El Marqués señorita, parece haber sufrido un accidente. Le ruego que permanezca en su alcoba hasta que Émil regrese.

Dijo Albert con su voz más serena posible. Mientras tanto, se quedó plantando, evitando el avance de la chica.

¿Qué clase de accidente? ¿Qué ha ocurrido? ¿Se encuentra bien?

Su tono sonaba preocupado y repentinamente nervioso, aunque no hizo ningún intento de pasar por encima de Albert

-No lo sabemos todavía.- Mintió Albert.-Pero necesitamos que la mansión esté tranquila por si necesita recuperación. Por favor se lo ruego, entre en su alcoba y no salga hasta que llegue Émil.

S-sí, claro... Murmuró Xerine, aún manteniendo su pequeño teatrillo Por favor, díganle que estoy aquí arriba

Acto seguido se giró, y volvió a su habitación, no sin antes dirigir una última mirada de preocupación a las escaleras. Una vez dentro, sin embargo, frunció el ceño. Ya que no había contemplado la posibilidad de que el Marqués sobreviviera. No, ese tiro había sido mortal. Pero sí...

No quería ni pensarlo

Pasaron segundos, que se hicieron como minutos para la encerrada. Más tarde pasaron los minutos, que se hicieron como horas. Y las horas, que pasaron como si días se tratasen. Pero, justo antes de la hora de la comida, cuando en un día normal Albert estaría colocando los cubiertos para comer, llegó Émil.

El capitán de la guardia, parecía enfadado. Hubiera hecho lo que hubiera hecho por ahí, algo no había salido como esperaba.

Eso es lo último que vio Xerine por su ventana antes de que perdiera de vista a Émil.

Al cabo de un en apariencia largo rato, la puerta de la habitación de Xerine se abrió.

-Cariño, ¿estás bien?

Tras el umbral se encontraba Émil, con marcas de sangre en su lujosa ropa. Su cara denotaba una preocupación inmensa, pero parecía más preocupado por el estado de Xerine que por el del marqués.

-¿Has visto algo?¿Quién entró? ¿quién ha intentado matar a Guido? ¿Te han hecho daño?

Hablaba rápido, con nerviosismo, escupía las palabras. No quería que su premio fuera cazado antes de que él la atrapara.

Xerine negó con la cabeza, mientras sentía que su corazón se detenía durante unos segundos. "Intentado matar", había dicho

Oh, oh

Tenía que haberse quedado a rematarle. Tenía que haberse asegurado. Pero ya era tarde. La cuestión era... ¿Como iba a solucionar este enredo?

Oh, Emil... Se lanzó a los brazos del capitán, más por costumbre que debido a una forma voluntaria de interpretación Ha sido todo tan confuso... Se oyeron golpes, y gritos abajo... Luego Albert me dijo que habían atacado al Marqués, y que debía volver a mi habitación...

Aaron se alegró

¡Por fin un golpe de suerte!

Y comenzó a trepar cuidadosamente en busca de salir por esa puerta. No sabe que se encontraria mas allá, pero no podia quedarse allí, ya comenzaba a tener sed y hambre, y habian pasado dios sabe cuantas horas en esa pequeña habitación y necesitaba salir de allí como fuese... aunque con mucho cuidado eso si, no se fuese a desnucar por las prisas.

Pasado un rato y ya lejos de poder ser escuchados por los soldados, Quint reunió valor para romper el hielo.

-Esta pobre gente me recuerda en cierto modo a los habitantes de mi pueblo natal. Sin embargo, tienen tanto miedo que no son capaces de reaccionar ni de intentar liberarse.

El chico hizo una pausa para comprobar si sus palabras habían llamado la atención de Faliar antes de continuar con su historia.

-Ner'und. Ese es el nombre del lugar en el que nací. Seguro que no te suena; nadie se ha preocupado nunca de hacerlo aparecer en un mapa. Nadie se preocupa por los habitantes de los bosques de Moth.

-Durante años mi gente fue esclavizada por un brujo de gran poder, y nadie se atrevió a enfrentarse a él. Pero a pesar de nuestra maldición nos seguimos esforzando en continuar viviendo, y aunque tuvimos que soportar todo tipo de abusos y crímenes por su parte conseguimos irnos librando de su influencia poco a poco.

-Sin embargo no logramos alzarnos contra él hasta que un extrangero cuyo nombre nunca llegamos a conocer llegó al pueblo moribundo. A pesar de su condición, ese hombre nos abrió los ojos, y fue él quien acabó con el demonio a costa de su vida. -Instintívamente la mano de Quint acarició la cicatriz de su cara.- Fue él quien nos salvó de la miseria, y quien nos dió la libertad.

Se hizo un silencio mientras Quint recordaba los hechos uno tras otro y hacía inventario de todo el camino que había recorrido desde entonces. Tras un suspiro, dió por terminada su parte de la conversación.

-Yo solo espero poder llevar la paz allá donde vaya como hizo él. Ahora, ¿cuál es tu historia, Faliar?

Faliar escuchó atentamente a Quint mientras le contaba su historia, aunque a veces no podía evitar distraerse un poco con aquella misteriosa voz femenina. Así que ese era el origen de la aversión de Quint hacia los mágicos... No le extrañaba; la magia era un gran poder, y una persona podía sentirse tentada por ese poder y utilizarlo para malos fines.

Cuando el muchacho terminó y le preguntó cual era su historia, tardó en responder

- Yo... no tengo historia. Un día me desperté en una posada, y no recordaba nada. Mi mente estaba totalmente en blanco. Solo tenía mis armas, mi ropa, mi magia y ese pasaje de dirigible.

Hizo una pausa, y escuchó unos segundos aquella canción

- Todo lo que sé de mi magia es como si fuera instintivo. No sé por que soy capaz de hacer magia, ni quien me enseñó a usarla; solo sé como usarla. Y toda mi magia es terrible; sirve para destruir y matar. Así que imagino que quien me la enseñó no tenía muy buenas intenciones... Y luego está esa rabia de combate, esas ganas de cargármelo todo. A veces me controlo; cuando luchamos en la iglesia lo conseguí. Pero por ejemplo, en el dirigible di rienda suelta a mi rabia, y ya viste lo que hice... Todo ello me hace pensar que no era precisamente un santo antes de perder la memoria...

- En fin, supongo que eso es todo lo que puedo contarte; no es mucho, pero es suficiente como para que a veces tenga miedo de mi mismo. Los únicos retazos que tengo de mi vida anterior son este hacha, este escudo, mi magia, y esos sueños extraños en los que un montón de cuervos me despedazan. No son cosas agradables, pero aún así quiero saber quien fui, y entonces quizás algún día pueda ser mejor de lo que fui.