Partida Rol por web

 ¿Pero no se dan cuenta de que es una tontería bajar tanta gente para mover un maldito tronco? El recién llegado podría levantarlo él solito... En fin, no deseo quedar como una auténtica borde, no está mal causar cierto recelo, pero la desconfianza extrema tampoco es positiva.

Lexa se deslizó con elegancia y sin prisa, y vio a Dante contar hasta tres y coordinarse con los otros dos para mover el tronco que obstaculizaba el camino. Consiguieron desplazarlo un poco pero estaba casi completo, era el tronco casi entero de un árbol que había caído en mitad del camino. Frunció el ceño y, a regañadientes, se aproximó a sus acompañantes, que la miraron sorprendidos, como si no esperasen que bajaría del carruaje. Sin abandonar el gesto de superioridad,se situó al lado de Ka y se arrodilló al lado del tronco con naturalidad. Lo rodeó con sus manos enguantadas y miró al resto.

-Probemos de nuevo.

Consiguieron desplazarlo un tramo un poco más grande, pero sin conseguir grandes resultados. 

Es extraño que entre cuatro y considerando que Dante tiene de seguro bastante fuerza no podamos retirarlo. Algo pasa.

Lexa se levantó y dio una vuelta al rededor del tronco. A uno de los lados del camino estaba la razón. El tronco estaba atrapado, no se encontraba fuera de la tierra perfectamente y un montón de ramas, maraña y otros troncos reposaban sobre uno de sus extremos.

-Igual es más sencillo que lo rodeemos.

 Dante miro hacia donde señalaba Lexa y vio el problema al que se refería.

-No es mala idea rodearlo, aunque también podemos intentar cortar las ramas que nos impiden moverlo ¿usted que cree que sera mejo?- Preguntó Dante dirigiéndose al cochero.

A Dante no le gustaba nada ese tronco ahí tirado, hacia tiempo que no había habido una tormenta de tal calibre como para tirar un árbol tan grande.

No se si creerme que este árbol se ha caído por causas naturales, mejor estar alerta no vaya a ser que ocurra algo...

-¿Por cierto cuanto falta para llegar a Súrea?-

El grupo de lobos, a una orden de su amo, empezó a acercarse sigilosamente, perdidos entre la maleza. Como una sombra rodearon al grupo en breves instantes, preparándose para atacar.

 Cuando estáis rodeando el tronco, un sonido llega a tus oídos. Parece el de una rama pisada y partida dentro de la espesura. Aunque ha sido muy leve ha sido suficiente para ponerte alerta. 

  Cuando estáis rodeando el tronco, un sonido llega a tus oídos. Parece el de una rama pisada y partida dentro de la espesura. Aunque ha sido muy leve ha sido suficiente para ponerte alerta. 

 Dante se detiene y echa su mano hacia su cintura, agarrando una especie de arma que llevaba oculta.

-Silencio- Cuando dijo esto, se le quedaron mirando de manera muy extraña ya que no sabían porque lo decía.

-Me ha parecido oir un ruido no quisiera ser pájaro de mal agüero pero se que no suelen pasar muy a menudo diligencias por esta época, y no se el porque de ello, pero acabo de escuchar un ruido que no me ha gustado nada-

Entonces Dante puso una expresión en su cara que sus nuevos acompañantes nunca antes habían visto, atrás quedo esa expresión de chiquillo sin malicia y buenazo, ahora su rostro era distinto, como si quisiera ver a través de los árboles, como si estuviera esperando que apareciera alguien e ir a por el.

¿Qué habrá sido ese ruido? quien sabe, quizá haya sido el viento pero mejor no fiarse, o quizás unos lobos, pero juraría que no estamos solos que alguien nos observa, la pregunta es si son muchos o pocos....

 Lexa había olido el rastro de un ser vivo a poca distancia, y sus oídos detectaban sus movimientos, sus agudos sentidos incluso le permitían distinguir el camino físico por donde había transcurrido, veía huecos en el comienzo del bosque al lado del camino entre las ramas. Coincidía con Dante, aquellos signos no solían ser de buen augurio, y ella lo sabía bien. Cuántas veces había estado escondida al acecho de una de sus víctimas... conocía bien las estrategias y sabía que las gente no vaga por el bosque si no tiene una razón poderosa para ello.

-Tiene razón. Andemos con cautela. Yo también he sentido algo.

Se llevó la mano hacia la bota derecha y desenfundó una daga pequeña que encajó en su cinturón, más a mano, por si las moscas. Ka los miraba a ambos con cara de miedo y asombro, no sabiendo muy bien qué hacer.

-Veamos las raíces que bloquean el tronco.

Y de paso quién demonios anda ahí. 

Lexa avanza hacia el punto donde parece que la raíz del árbol está atrapada, caminando al lado de Dante y dejando atrás a Ka y al cochero. No necesita mirar alrededor. Su intuición y su conexión con el entorno por medio de sus sentidos le dicen que algo está a punto de torcerse.

Ante las palabras de sus compañeros Kaela se pone alerta, es cierto que ella no había escuchado nada, pero siempre es mejor prevenir que curar.

Como es evidente la joven cambia su expresión. Ahora sus ojos y oídos intentan captar cualquier movimiento o sonido en el bosque, mirando de un lado a otro constantemente. Los ruidos podían proceder de cualquier parte.

-Emmm... ¿En serio? ¿Habeis oído algo? Sugiero que cortemos rápido las raíces del tronco y nos vayamos de acá cuanto antes. No me apetecen problemas, o al menos no ahora.

En su rostro se reflejaba un cierto temor, en parte causado por la acechante amenaza que se cernía sobre ellos. Sólo en parte.

 Ka espera a que sus compañeros hagan su trabajo desligándolo del suelo,y mientras, se acerca al tronco para que en cuanto esa parte este solucionada el obstáculo sea apartarlo rápidamente del camino.

 Alertados por los ruidos, el grupo de tres se puso a la defensiva. El cochero corrió a ocultarse en la carroza. Él había visto lo que no descubrieron los viajeros.

LOBOS.

Un grupo de cuatro lobos, les espiaba desde el lindero del bosque. Pudieron ver como sus ojos amarillentos brillaban entre los arbustos, y su jadeo se escuchaba ya claramente. Al igual que el ritmo cardiaco de Lexa, Dante y Ka.

A lo lejos, un lobo de un color más oscuro parecía el líder de la manada. Tenía una cicatriz en el ojo, y Dante lo recordó como uno de los lobos que le habían hecho huir.

 El primer lobo venía en carrera desde muy lejos, y su posición era la perfecta para lanzarse en una emboscada. Comenzó a correr, sus patas esquivaban piedras y ramas ágiles y veloces como el viento. Y cuando estaba a solo unos metros de Ka, el lobo, con un sonoro gruñido hincó las patas traseras y dio un enorme salto para embestir a la pobre chica indefensa.

Pero con tan mala suerte que cuando se estaba elevando se encontró con una rama de un árbol que no había previsto. Su cabeza impactó y clavó los dientes en la rama, haciendo que el lobo diera una vuelta de campana en el aire antes de caer a los pies de Ka, indefenso, y chillando como un cachorrillo. Sus ojos ya no expresaba furia sino dolor y miedo. Toda su boca estaba sangrando y sus dientes estaban en su mayoría partidos. Sus quejidos resonaban en todo el bosque cercano.

-Malditos lobos, son los mismos que acabaron con mis acompañantes..... esta vez no va a pasar lo mismo-

Dante desenfundó su arma, era un arma un tanto peculiar y difícil de encontrar, tanto que algún que otro pasajero que la vio, quedo extrañado de la espada que sacó. La espada que había desenvainado Dante, era un wakizashi. 

Una vez con el arma en la mano, Dante cargó contra el lobo más cercano que tenía, con la idea de acabar con el lo antes  posible y así poder ir a por el jefe de la manada.

-¡¡¡ESTA VEZ LOS QUE VAIS A MORIR SERÉIS VOSOTROS!!! - Dante corrió hacia el lobo con el arma en lo alto esquivando cualquier rama que pudiera haber en el suelo.

Dante se interna en la espesura corriendo con el wakizashi en la mano. El lobo también venía a la carga y el choque era inminente. Las hojas se aplastaban bajo sus pies en el camino, y se acercaban peligrosamente. El animal ladró un instante antes de saltar hacia su contrincante. Pero Dante hizo un quiebro con sus piernas, y apoyándose en un arbol durante el salto, mantuvo su arma a ras de suelo. Cuando el lobo pasó cerca de su posición, levantó el wakizashi con premura, causando un corte bastante profundo en el pecho del animal. La sangre manaba a borbotones, y cuando el can cayó al suelo sus patas delanteras fallaron. No estaba muerto, pero sí muy malerido.

Dejándose llevar por la emoción del combate y de la sangre, Lexa se une a Dante y se abalanza sobre el segundo de los lobos, internándose ligeramente en el bosque.

Mientras toda la acción se desarrolla Ka queda inmóvil frente al lobo que anteriormente quiso que fuese su cena y ahora le miraba con los ojos vidriosos por el dolor, en otra ocasión quizas se hubiera compadecido de aquel animalillo indefenso, pero en ese instante sólo lo podía ver como lo que era: un depredador al acecho de su presa.

Sabiendo que ese no era el único ejemplar y que allí en medio no podría serles de mucha ayuda a sus compañeros corrió hacía el carruaje  donde el cochero pretendía esconderse y gritó:

-¡Espere! ¡No cierre aún! ¡Déjeme entrar!

Mientras llegaba hasta la puerta del vehículo, algo se removía en el interior de la joven, es cierto que que esos dos no le habían caído especialmente bien, pero se sentía culpable dejandoles a su suerte entre tanto lobo. En el fondo, si quería servir para algo y salir de esa situación, refugierse dentro del carruaje era lo mejor que podía hacer.

 Lexa, teniendo el ejemplo de Dante, sale en dirección contraria hacia el otro lobo. Las cosas suceden muy rápido, y su carrera finaliza en una finta, que el lobo no es capaz de preveer, y con dos dagas clavadas en su espalda. A pesar del quejido de dolor que se escucha por el bosque, no parece que esté muy afectado.

 El que parece más grande de los animales empieza la carrera hacia Dante. Su ojo rasgado brilla ante los rayos de luz que pasan por entre las hojas. El lobo mueve su hocico, ha reconocido a Dante. Este can es el que lideraba el ataque cuando el grupo con el que iba el hombre del pelo cano fue diezmado. Y ahora se iba a tomar revancha.

Pero cuando el lobo se acercó para aferrarle con su mandíbula, Dante dio un rápido salto hacia atras, evitando la mordedura. Había esquivado el ataque de su contrincante, y ahora se encontraba frente a frente con él.

Todavía se escuchaban los quejidos del pobre animal que estaba a su izquierda. Se mantenía en pie, pero la sangre brotaba de su pecho.

 En el interior del Carro, John estaba encogido en una esquina. Habían sido asaltados, eso era claro.

-¿Qué, está pasando? ¿Qué hay de los otros dos?

Su voz sonaba entrecortada, debido al miedo.

 El último de los lobos salió corriendo tras su compañero azulado. También recordaba el olor de Dante, y tenía que darle su merecido. Ahora eran mucho menos en número, pero intentarían acabar con él.

El último lobo se lanzó contra el asediado hombre. Ya estaba luchando contra dos más, pero aún podía contra otro pues interponiendo su wakizashi, arma que el lobo trató de esquivar contorneó su cuerpo para que el lobo le pasase rozando, pero sin tocarle ni la ropa.