Partida Rol por web

Ya podías dar por seguro que los gorgonitas eran unos auténticos salidos y lo peor es que sabías que la mayoría de la humanidad había recurrido a todo este tipo de tecnología sexual desde hacía tiempo. Recordabas de los buenos tiempos que abundaban los prostíbulos robóticos y que en ellos se podía encontrar cualquier tipo de perversión. Esta realidad virtual que aquí seguían usando tenía que ser suave en comparación, pero aún así de la noche a la mañana te habías visto envuelta en una orgía y lo peor es que daba la impresión de que esas cosas parecían normales allí.

Efectivamente tras el polvo con Conrac y la posterior visita a ese lugar orgiástico tu cuerpo estaba rendido y sucumbió al sueño, el cual fue plácido. La ciudad era muy tranquila. En vuestro barrio había poco movimiento y a veces al mirar por la ventana aquello parecía una ciudad fantasma porque además entre algunos edificios bien cuidados habían muchos otros que se notaban abandonados.

Al día siguiente no vino nadie a molestar así que no hubo necesidad de madrugar. Pudiste levantarte a media mañana así que si no te dabas prisa se te iba a juntar el desayuno con la comida.

Para empeorar las cosas, el baño de tu habitación era espectacular y el agua siempre tenía la temperatura perfecta. Hubiera sido genial que alguien te hubiera llevado algo de comer hasta allí pero como ya sabías el servicio era mínimo.

En la pared colgaba aquella gran televisión inútil pues no había ninguna cadena emitiéndose.

Se escuchó una especie de silbidos provinientes de alguien caminando delante de tu puerta pero no llegó a detenerse. Era alguno de los hombres, claro. El tipo siguió andando mientras tú te preguntabas qué hacer ahora. 

Tras el ajetreo de aquella noche caí rendida en la cama. La verdad es que me costó un poco dormir, pues estuve repasando mentalmente todo lo que había sucedido y bueno, Conrac había resultado ser un amante increíble. Además, estuve pensando en aquello del cybersexo y aunque las sensaciones habían sido increíbles y me habían proporcionado mucho placer, casi que prefería las sensaciones de verdad.

Me dormí casi decidiendo eso precisamente, qué era lo que más me había gustado de todo.

Para cuando me levanté por la mañana ya era tarde, al menos, tarde para la hora en la que me solía levantar normalmente y así, me puse la ropa de deporte para salir a correr un rato. Como bien me habían aconsejado, era mejor que hiciera un poco de deporte, no fuera a resentirme debido al cambio de gravedad.

Así, en mallas y una camiseta que desde luego distaba de ser sexy, salí a correr un rato. Esperaba volver para que me diera tiempo a ducharme y comer.

Emprendiste la carrera por las calles semiabandonadas de la enorme ciudad. En efecto de vez en cuando se podía ver alguna persona por allí y también alguna saludaba por cortesía.

La baja gravedad del planeta hacía sentir a las personas ligeras. Parecía de hecho que corrías sobre algo elástico que te iba propulsando a cada paso aunque no demasiado, pero sí que era una sensación curiosa. También habías notado ya que los objetos pesaban algo menos. Y como sabías, en situaciones de baja gravedad era importante el ejercicio físico porque la musculatura podía volverse débil. Quizá por eso tus compañeros de trabajo se dedicaban a estas alturas a practicar para los combates virtuales.

Pasaste una hora tranquila dando una vuelta por el barrio hasta que tus pasos te dirigieron de vuelta al hotel. Sin embargo, al volver notaste a la gente agitada buscando algo. Conrac y Jem andaban por ahí.

- Buenos días. Me alegro de verte.

Te dijo el hombre con el que habías pasado un estupendo jueves.

- Estamos buscando a Ty. No lo ha visto nadie esta mañana lo cual es muy mala señal porque se supone que es el encargado de seguridad.

Jem mientras tanto recorría tu cuerpo con la mirada durante un momento y luego pareció hacer un esfuerzo por dejar de hacerlo.

Al correr me di cuenta de lo que ocurría con la gravedad. La verdad es que andando no se notaba tanto y bueno, cuando curras normalmente entre cables tampoco. La otra vez que había corrido, cuando casi me mata el que se suponía que era un compañero, estaba tan preocupada en no morirme que ni me había enterado, así que...

- Al final sí que tendré que ir al gimnasio... - aunque con los días tan cortos de aquel planeta era imposible tener tiempo para nada. Era lo que peor llevaba de aquel planeta y la verdad, es que si estaba deseando acabar ese trabajo e irme de allí era sólo por eso.

Al llegar al hotel vi que había más revuelo del habitual y bueno, también estaban Conrac y Jem. Al primero le sonreí antes de saludarlo y al otro, simplemente le moví la cabeza a modo de saludo, borrando la sonrisa de mi cara.

- Imbécil... - Fue lo que pensé cuando me di cuenta de que me estaba mirando.

Lo bueno era que no me costó nada centrarme en Conrac.

Al enterarme de lo que pasaba mis labios se convirtieron en una línea recta, recordando lo de la bruja y al final, pensé en que quizás debería decirle aquello a Conrac.

- ¿Podemos hablar un momento en privado?

No pensaba decir nada delante del otro. Cuando se disculpara realmente por ser un payaso igual hablábamos de nuevo.

Tras tus reacciones ante los dos hombres te acercaste a Conrac a preguntarle y este escuchó la pregunta, mirándote después un poco descuadrado, pero al momento pareció pensar algo e hizo un gesto hacia el interior.

- Sí claro, vamos. Hablemos. Jem, ahora vuelvo.

El brutote al oir eso se cruzó de brazos, mostrando de paso lo inmensos que eran.

- Venga que hay que encontrarle. Si se enteran de que falta a su puesto se la van a liar.

Iba diciendo conforme vosotros dos entrábais dentro.

- Ya os aviso si lo veo acercarse haciendo eses.

Dijo finalmente hasta que lo perdísteis de vista. Conrac entonces sonrió suavemente.

- ¿Lo has visto por ahí? Imagino que no le habrá pasado nada pero suele estar atento a su trabajo.

Preguntaba intuyendo equivocadamente que te lo habrías cruzado.

Tenía los labios formando prácticamente una línea recta cuando Conrac me preguntó si lo había visto, pero en seguida respondí negando con la cabeza, antes de abrir la boca.

- No, hoy no lo he visto, pero el otro día, me dijo que necesitaba vigilar a alguien y que si quería ayudarle...

Seguro que estaba descubriendo que aquel hombre tenía dos trabajos o algo así, pero me parecía que era mejor que lo supieran por si acaso le había pasado algo.

- Hablaba de seguir a alguien y de comprobar qué era lo que hacía en algunos clubs a los que iba... No sé, tipo espía o así.

No sabía demasiado bien como explicar aquello.

- Yo le dije que no me iba a meter en esas cosas, pero no creo que él las haya dejado.

Tus palabras parecieron resultarles interesantes pues al parecer no esperaba que fuera algo tan peliagudo lo que tratabas de decirle.

- Se ve que fue a investigar algo. A saber en qué estaría pensando y lo peor es que se puede haber metido en un buen lío, porque los clubs pueden ser sitios peligrosos.

Arrugó un poco los labios y tomó aire.

- Si no aparece después de comer tendremos que dar parte. Christine no está por aquí pero los viernes suele perderse, así que demos un poco de tiempo y ya avisamos para que lo busquen. Si te dijo algún nombre en concreto trata de recordarlo porque nos harán preguntas.

El soldado se quedó pensativo, meditando opciones.

- Iré a darme una vuelta por ahí, volando. Por si veo cualquier cosa.

Asintió suavemente a modo de despedida.

Me encogí de hombros con gesto preocupado. Me parecía que Conrac ya me conocía lo suficiente como imaginar que no hubiera contado nada de esto de no temer que algo grave le hubiera pasado.

- El club del que me habló creo que se llamaba Teqi.

Intenté hacer memoria a ver si recordaba alguna cosa más.

- Me dijo que quería ver con quién se reunía ella los viernes en ese lugar, pero que a él no le dejaban entrar.

Asentí cuando me dijo aquello de que después de comer tendría que dar parte, pero aún tenían algo de tiempo para encontrarlo ¿no?

- Si necesitas que te eche una mano dime.

No era de las que se prestaban demasiado a menudo a hacer cosas, pero me preocupaba que a Ty le hubiera pasado algo por meter las narices donde no le llamaban. Además, a eso tenía que sumarle que Christine no me había caído bien en ningún momento y que eso ayudaba a pensar mal de ella, la verdad.

El hombre cambió la expresión de su rostro cuando nombraste el lugar pero ya debías de saber que también lo conocía y si no, esto te daba una clara pista. Además, no tardó en confesarlo.

- Es un sitio exclusivo y hay que tener un buen presupuesto para entrar. Hay gente con dinero allí. Si ha intentado meter las narices quizá haya enfadado a quien no debía, pero... lo mismo es que acabó borracho, o algo peor.

Ahora sí emprendió el vuelo.

- ¡Sólo haré un reconocimiento!

Exclamó mientra se alejaba. Conrac era rápido aunque en Gorgón no había nada más rápido que el tiempo, el cual era muy fugaz. La mañana estaba pasando y en una hora ya sería la hora de la comida. Pudiste dedicarte a tus asuntos sin problema pues no vino ningún problema adicional.

A la hora de la comida, tu amante de la noche anterior aún no había vuelto. En el comedor estaban Gerard y Jem, pero en mesas separadas. Jem había enganchado un buen número de filetes mientras que el otro hombre tenía una comida más variada. Tampoco se estaba privando demasiado. Al verte te hizo un gesto acompañado de una sonrisa por si te querías acercar. Sin embargo antes de que pudieras reaccionar, el ciborg interrumpió.

- Han encontrado a Ty inconsciente. Tenía marcas de golpes y rastro de alguna sustancia. Ya lo ha llevado Conrac al hospital, siendo el pronóstico bastante favorable.

Explicó rápidamente lo que sucedía y siguió a lo suyo que era dar buena cuenta de un suculento sucedáneo de ternera, mientras te observaba por si le respondías.

Yo había dado toda la información que había podido, que era algo y la verdad es que esperaba que pudieran encontrarlo y que estuviera bien. A pesar de haber rechazado el trabajo que me proponía, no me había parecido un mal tipo.

- Bien. Ten cuidado. - Fue todo lo que dije, dejándole hacer así su trabajo.

Por mi parte el resto de la mañana no hice mucha cosa más y bajé a comer. No me llené el plato demasiado. Era de las que prefería volver a echarse que no llenarme el plato hasta arriba y que luego me cansara de comer sólo porque la comida de éste no bajaba nunca.

Así, fue como Jem me comentó lo de Ty.

- Me alegro de que haya dado con él. Gracias por decírmelo.

Decidí que no quería hablar más con él y que no me apetecía demasiado la compañía de los allí presentes, así que ocupé una mesa para mí sola y me dispuse a dar buena cuenta de lo que me había echado en la bandeja.

Cuando le diste las gracias el ciborg sonrió y al poco se levantó de su asiento, dirigiéndose unos pasos hacia ti. Eso causó que Gerard se sobresaltara y abandonara su asiento también.

- Jem, amigo, te quería pedir que hiciéramos un poco de entrenamiento juntos.

Eso detuvo al hombre en seco, mirándolo de arriba a abajo.

- ¿Vas a participar en algún combate? Demonios, todos deberíamos de participar en ellos. Me costó convencer a Conrac pero ahora disfruta más que nadie.

El gigantón se fijó en tí de nuevo.

- Tú también tendrías que practicar con nosotros. Hay peleas por equipos. Y tienes un cuerpo atlético, así que podrías aprender a moverte en poco tiempo.

Comenzó a hacer gestos como de boxeo, protegiéndose con las manos y luego lanzando unos puños.

- Yo te ponía en forma en unos cuantos días.

El ciborg parecía fijarse en tu figura de nuevo así que Gerard movió la mano delante suyo.

- ¿Y lo de las apuestas cómo va? Explícame cómo va todo eso, porque me interesa. Seguro que mueve bastante pasta.

Jem asintió.

- Sí, está bien. Hay dinero ahí, ya te lo digo yo. Es el deporte principal de Gorgon, no las mierdas esas de raquetas que te gustan a tí.

Entonces se puso a hablar del deporte de la lucha, de los torneos, etc. Los luchadores se reunían físicamente en el mismo ring pero luego el combate era virtual.

Durante toda esa charla tu pudiste terminar de comer y ya decidir qué hacer. Por lo pronto allí sólo estaban ellos dos y el cocinero, que salía de vez en cuando a recoger, pero este no era muy hablador.

Te quedaría una hora para que llegara Elijah a recogerte.

Me quedó totalmente claro que Jem no me iba a dejar en paz en la vida. Parecía no haber entendido que le había dicho que no ya mil veces y que se lo iba a seguir diciendo. A pesar de que Gerard había estado muy fino y había entretenido al grandullón en cuanto se dio cuenta de lo que sucedía, a mí me daba un poco de miedo que un día me enganchara sola y no poder defenderme. La verdad es que era la primera vez que me encontraba a un hombre que no aceptara un no por respuesta durante tantas veces.

Además, algo me decía que sería capaz de forzarme sin esfuerzo y eso me ponía los pelos de punta.

Ni de coña iba a apuntarme a algo en lo que él tuviera que ponerme las manos encima.

- ¡Antes muerta! - Pensé cuando sin querer ponía cara de asco ante aquellos comentarios.

Entonces empecé a pensar que debería ir armada siempre, no fuera a aparecer este orangután y no me lo fuera a poder quitar de encima. Quizás incluso me podía poner a mí misma un localizador y quizás darle a Conrac o a Elijah la clave para localizarme... Sí, no quería ser un cadáver en una zanja.

Tras llegar a aquella buena conclusión mientras acababa de comer, decidí escaquearme lo antes posible, diciendo adiós y justo justo. Lo mejor sería meterme en mi habitación la hora que quedaba. Era donde más desapercibida iba a pasar.

Subiste a tu habitación sumida en tus reflexiones acerca del gorila de Jem, el cual no parecía darse por enterado. Allí el ambiente era mucho más tranquilo. Se respiraba paz. El planeta de hecho tenía pocos ruidos y el hotel estaba muy por debajo de su capacidad. Aquella situación era bastante agradable. Cabía decir que el aire estaba muy limpio. Recordaste que toda la ciudad estaba rodeada de bosque en el que además se mezclaban árboles artificiales que ayudaban a descontaminar, solo que habiendo tan pocos vehículos en marcha el resultado era que toda la atmósfera era muy clara. No habría estado más limpia jamás.

Unos minutos después la calma se rompió, pero debido a unos pitidos rítmicos que venían de la calle. Era fácil imaginar que se trataba de Elijah el cual estaría abajo esperando. En lugar de buscar cuál era tu habitación había optado por hacer algo de ruido.

Al verte asomarte en una de las ventanas levantó un poco la mano y se quedó esperando. La motocicleta levitaba sobre el suelo de manera estática.

Estaba preparada para cuando Elijah llegara, por lo que cuando me asomé y lo vi, simplemente cogí mi inseparable bolso, era más bien una bandolera y bajé a la calle.

- ¡Hola! - Le saludé de manera efusiva, pues después de haber estado comiéndome la cabeza con lo de Jem, ahora me alegraba de ver una cara conocida.

- ¿Qué tal todo? - claramente le preguntaba por el funeral que habían tenido que preparar y ahí ya dejé mi tono efusivo para dar paso a uno bastante más solemne.

La verdad es que este planeta era de lo que no había y eso, que debía reconocer que algo ya había conseguido divertirme, pero por el momento, me parecía que ganaban las cosas malas a las buenas.

- Buenas tardes. 

Elijah te recibió con una sonrisa un poco apagada, pero sonrisa amigable al fin y al cabo.

- Lo del funeral una lástima porque era uno de los veteranos. Le hicimos uno bastante rápido. Qué quieres que te diga, era un hombre bastante arisco pero era uno de los nuestros al fin y al cabo. A los rangers no nos consideran demasiado sociables, ya sabes, estamos un poco aislados.

Explicó todo aquello mientras te tendía un casco para que fueras segura. En cuanto subiste activó la laserbike.

- La ciudad es bastante grande y vamos haciendo rondas de vigilancia. A pesar de la historia esa de la insociabilidad vamos siempre en parejas. Tocará que me asignen a un novato pero la nave al quedar en mal estado no sé si vamos a contar con ella. Los jefes buscarán a alguien mañana y lo pondrán a mi cargo. 

Elijah esperó a que estuvieras bien sentada y sujeta para elevarse.

- No tenemos academia, claro, así que será responsabilidad mía entrenarlo.

Cuando se elevó y aceleró los sonidos costaban más llegar.

- ¡Estaremos enseguida allí! ¡En realidad hay técnicos pero tienen que reparar la nave! ¡De material estamos sobrados, ya lo verás!

Tampoco es que todo el mundo tuviera la necesidad de ser simpático, aunque me parecía que en el planeta la gente se parecía un poco a lo que era el planeta en sí y la mayoría, no es que fuera demasiado agradable precisamente, eso, o eran violadores en potencia.

- Bueno, lo que cuenta es que os habéis despedido de él.

No parecía que le hiciera demasiada ilusión que le pusieran un novato, pero la verdad era que tenía uno de esos trabajos en los que me parecía que no tenía más opciones que aguantarse con lo que le tocara.

- A ver si tienes suerte con tu nuevo compañero.

Me agarré a él cuando la moto de levantó en el aire.

- Estoy deseando echarle un ojo. - Dije a eso de los materiales.

Pudiste disfrutar de nuevo de la belleza de los alrededores de la ciudad y del viento rozando tu cuerpo durante todo el viaje.

- Espero tener suerte sí. Aunque si pudiera elegir te pediría a ti. Así tendríamos una buena técnico y además una cara femenina en el cuartel. No te preocupes que no le he dicho a nadie que ibas para allí, para que no traten de presentarse, que me los conozco, jaja.

Estaba claro que en un cuartel alejado no habrían mujeres y seguramente ninguna se atrevería a meterse en semejante sitio.

Pocos minutos después iniciábais un ascenso por las colinas.

- Recuerda que no puedes comunicar la situación del cuartel a nadie. Siendo muy legalistas te tendría que poner una venda en los ojos pero vamos, no creo que haya que llegar a ese extremo. En realidad cualquiera puede enviar un dron a dar una vuelta y descubrirlo. A la base sólo la cubre una lona de camuflaje pero sólo cuela desde muy alto.

El hombre se había girado hacia tí y sonrió esperando que no tomaras nada de eso como ofensivo. De seguido volvió la atención al camino.

- Es una regla absurda. De hecho hay bastantes reglas absurdas pero porque los jefes se lían entre sí.

Un par de minutos de ascenso a gran velocidad y ya se podía ver toda una serie de lonas esparcidas a lo largo de un pequeño valle entre las montañas.

- Te llevo directamente por el lateral.

Te diste cuenta de que no había edificación, sino que el lugar era un gran campamento formado por grandes tiendas y carpas. Elijah se dirigía hacia una de aquellas carpas y pudo entrar en ella, momento en el que viste un gran número de motos voladoras como la suya, en fila. Habrían como unas cien.

- Ya te dije que teníamos de sobra.

En unas estanterías alargadas habían gran número de piezas y repuestos. El hombre detuvo la suya e hizo un gesto con la mano enseñándote todo eso.

- Curioso, ¿verdad?

Dibujé una sonrisa en mis labios cuando dijo aquello de que me elegiría a mí, pero me parecía que no le iba a servir de mucho, pues en cuanto terminara lo que estaba haciendo allí me iba a ir de este maldito planeta. Además, lo de Jem no aumentaba precisamente la seguridad que tenía en aquel lugar y como la cosa se complicada estaba segura de que hasta terminaría dejando el trabajo a medias y largándome.

- Muy amable por tu parte. - Respondí a lo de que no se lo hubiera dicho nadie.

Al decir lo de la venda en los ojos me acordé de la noche pasada con Conrac. Madre mía lo que me había hecho pasar el muy capullo. Algo de miedo me había dado, para qué negarlo, pero al final me lo había pasado muy bien.

En aquel lugar había un montón de motos como la que habíamos usado para venir y la verdad es que era una verdadera pena que estuvieran allí así, muertas del asco.

- ¡Madre mía, qué de ellas! ¿Y no os sale caro tenerlas paradas? Porque de estar aquí mucho tiempo luego habrá que hacerlas una puesta a punto ¿no? - Yo al menos, no me montaría en una que no estuviera revisada.

Dejándome llevar me acerqué a la primera de ellas, al menos, a la que más cerca tenía y empecé a cotillear su estado.

- Me encantan estos trastos.

Elijah sonrió ante tu sorpresa y luego simplemente se acercó a la primera de ellas.

- No se usan desde hace muchos años, quedaron aquí abandonadas.

Esas motos estaban llenas de polvo, a modo de prueba de la veracidad de las palabras del explorador.

- Precísamente hay que hacerles una puesta a punto si queremos que alguna reaccione. Tampoco debería de ser difícil porque hay muchas piezas. Y en cuanto a la energía, hay dos baterías que estuve recargando para esta ocasión.

Todos los vehículos de Gorgon parecían funcionar con unas baterías que podían recargarse en diferentes puntos. Las baterías podían ser de diferentes tamaños.

- ¿Nos ponemos manos a la obra? Tú eres la experta pero oye, yo haré lo que pueda.

Sonrió, preparado para ponerse a ello. 

Pues nada, era una forma entretenida de pasar el domingo esto de reparar motos, aunque claro, no íbamos a poder reparar todas aquellas ni de broma.

- Bien, bien... - Dije a eso de que me ayudaría. - Yo te voy guiando si no controlas bien algo.

No tardé en estar llena de grasa y concentrada en el trabajo, aunque lo bueno de no estar allí sola era que podías ir charlando mientras estabas soltando y montando cosas.

- La mayoría se ven bastante bien. Es sólo que las hace falta que las mimen un poco...

Así fue pasando la tarde, mientras le interrogaba un poco sobre cuál era exactamente su trabajo, si le gustaba aquel planeta o si tenía pensado irse a otro lado en algún momento. Eso sí, no escondí que aquel planeta no me gustaba demasiado, aunque bueno, al menos había conocido a gente agradable como a él y a Conrac.