Partida Rol por web

Daremos por sentado, que los combates se realizan de uno en uno, y que hasta que no se termina uno no empieza el siguiente.

Obviaremos la parafernalia de heraldos, padrinos y demas, puesto que ademas, estais fuera del castillo, y rodeados de populacho.

No hay ningún noble de alta cuna presenciandolo, pero si pendientes de la lucha.

1º asalto sir Cadwallon vs sir Jaradam

 

Motivo: Espada 1

Tirada: 1d20

Dificultad: 18-

Resultado: 17 (Exito)

Motivo: Daño 1

Tirada: 6d6

Resultado: 6, 5, 1, 5, 4, 4 (Suma: 25)

Motivo: DES 1

Tirada: 1d20

Dificultad: 10-

Resultado: 14 (Fracaso)

25- 13-6 = 6 de daño para sir Jaradam 

Un sonoro ¡OHH! de sorpresa pudo escucharse en toda la plaza, puesto que sir Jaradam, recibió brutal espadazo de Sir Cadwallon de Catterick.

El tajo le hizo sangrar 6 puntos de daño. El combate habia empezado y acabado velozmente, y se habia decantado hacia el lado del desconocido de Catterick. Los apostantes por sir Cadwallon se llenarian las bolsas.

Segun las normas del combate, este tendria que darse por terminado y nombrado Sir Cadwallon de Catterick. El heraldo , juez del combate, asi lo hace, levantando las manos del vencedor. El derrotado sir Jaradam, porfia con el heraldo mostrando su desaprobación y exigiendo revancha, cosa que es negada por el juez que pasea al ganador por la plaza.

Sir Cadwallon de Catterick recoge los aplausos del populacho.

1º asalto Sir Garrix vs  Sir Flaín de Figsbury

Motivo: ataque 1

Tirada: 1d20

Dificultad: 15-

Resultado: 15 (Exito)

Motivo: daño 1

Tirada: 5d6

Resultado: 1, 6, 4, 3, 2 (Suma: 16)

Motivo: des 1

Tirada: 1d20

Dificultad: 10-

Resultado: 17 (Fracaso)

16+14-10= 20 puntos de daño para sir Garrix 

Acaso inspirado por el ejemplo de su compañero,Sir Flaín de Figsbury, asestó un espadazo sin par, al sorprendido sir Garrix que lo recibió con la guardia baja y tal vez distraido.

El golpe atravesó la armadura y el cuerpo. el caballero se derrumbó inconsciente. Se temió por su vida , pero los galenos parece que dan por hecho que aun hay vida en él caballero sir Garrix. 

El populacho recibió con sobriedad la victoria de Sir Flaín de Figsbury, pero poco a poco los aplausos se hicieron mayores, al saber que sir Garrix viviria. 

1º asalto Sir Arnoul  vs  Sir Loren Leblanc

Motivo: Ataque

Tirada: 3d20

Dificultad: 16-

Resultado: 13

Motivo: Daño

Tirada: 5d6

Resultado: 19

19-10; 9 puntosde daño sangrante para sir Arnoul 

Tampoco pareció centrado sir Arnoul en este duelo de franceses, en el que se volvió a repetir ganador.

Sin duda el ejemplo combativo de sus compañeros contagió a sir Loren. Y las torpezas previas, o acaso el miedo, pudo con sir Arnoul, más torpe , sin duda, entre lanzazos y armaduras, que entre cortesanos y sirvientes.

Tampoco recibió de buen grado la derrota, y no cesó de implorar, mas bien exigir, al juez la reanudación del combate. El juez imperterrito, se limitó a pasear al vencedor para que este , al igual que sus compañeros, recibiese el aplauso del populacho alla reunido, y al parecer satisfecho con esta pendencia de nobles, con sangre y desvanecimientos incluidos.

Un sirviente, hace llegar a vuestros escuderos, la noticia de que sus aposentos en la posada ya estan preparados y pagos. No parece mala cosa enderezar hacia alli.

Veo el combate de Sir Cadwallon con interés. Parece que su oponente no está centrado. ¿O es intencionado? Por su reacción no parece serlo, pero igual solo está fingiendo. Sea como sea, Cadwallon gana, y aplaudo levemente su victoria, mientras le hago una reverencia con la cabeza.

Entonces llega mi combate. Me apresto a empuñar la espada, centrado en mi oponente. Recuerdo mi entrenamiento, las largas jornadas con la espada, practicando ataque, parada, esquiva. Pienso en mi maestro, en mi antiguo caballero, enseñándome una y otra vez los secretos del combate. Ahora los pondré en marcha, no pienso defraudarle.

El combate se inicia y lanzo mi ataque, buscando un claro hueco que he visto en su defensa. Siempre en guardia para evitar el contrataque. Pero este no llega.

No me doy cuenta de la gravedad del ataque que he hecho hasta que me doy la vuelta y veo a Sir Garrix en el suelo, caído. Un gesto de pesar asoma a mi cara, y aunque me pasean por la plaza, como vencedor, el gesto no desaparece. No quería matarlo, solo defender el honor de mis amigos, deben pensar muchos. En realidad, me siento culpable por tratar así a quien solo nos estaba dando una excusa para irnos.

El combate de Sir Loren transcurre de forma similar al primero, pero ni puedo estar centrado. Solo observo las atenciones que recibe Garrix, pero nada puedo hacer.

Cuando el escudero nos dice que las habitaciones están preparadas, acaricio su cabeza y me monto en mi destrero para dirigirme hacia allí.

La excitación del combate tenía a Cadwallon tenso como un resorte. Enfrentarse a Sir Jaradam le enardecía con el ardor de la batalla. Como en otras ocasiones, Cadwallon se lanzó al ataque con una velocidad que muchos oponentes no esperaban dada su altura y corpulencia. Y, sorprendentemente, parece que tampoco Sir Jaradam la esperaba. Tras un brevísimos intercambio de furiosos golpes, Cadwallon logró asestarle uno lo suficientemente poderoso como para hacer sangrar al famoso caballero.

El sonido de sorpresa que los plebeyos soltaron al ver herido al guardaespaldas del Rey hizo que Cadwallon compusiera una sonrisa lobuna. Fue breve, no se permitió grandes alardes, pero disfrutó de la posición de joven desconocido que vencía a un gran guerrero cuando nadie lo esperaba. De esto se hablaría largo tiempo en Salisbury, y Cadwallon esperaba que llegara a los oídos adecuados.

Ante las protestas de Sir Jaradam por el resultado del combate, Cadwallon no replicó y simplemente esperó la decisión del juez. La pelea no se repitió y el de Catterick disfrutó del paseo por la plaza, recibiendo los vítores de la plebe. Después, se quedó cerca del campo de batalla para ver actuar a sus compañeros. Sir Flaín peleó con determinación. Tanta, que casi mata a su oponente, algo que habría sido inmensamente desafortunado. Sir Loren también despachó a su oponente, y solo en ese momento Cadwallon alzó los brazos en señal de victoria, mientras los plebeyos les aclamaban. Estaba contento de haber vencido, y lo expresó de forma pública, para mantener también la peligrosa charada que les había tocado interpretar.

De camino a la posada desde donde comenzaría su misión (y su exilio), Cadwallon miró a sus amigos. - Hoy hemos llevado a cabo una gran proeza, y no ha sido la menor la vuestra, Sir Flaín, ¡casi matáis a vuestro oponente! - Le dio una amistosa palmada al joven. Después dijo, en un tono más sombrío... - Espero que hoy no nos hayamos ganado a tres poderosos enemigos. A nadie le gusta perder... - no añadió nada más, puesto que podía haber espías por todas partes y no era conveniente que se supiera que el combate había sido concertado. - Creo que lo más prudente será poner tierra de por medio lo antes posible. Podríamos ir al oeste, a Cornualles... - Añadió lo último mientras miraba a sus compañeros con un brillo de diversión en la mirada. 

No estuve pendiente del combate de mis compañeros. Estaba mirando, pero mi cabeza estaba en otro lado. Había luchado ya contra mi contrincante, y lo había vencido. Por lo que si aquél Caballero era lo suficientemente listo como para aprender de sus errores, habría observado y aprendido de la derrota. Así es que no podía actuar de la misma forma de siempre. Debía de cambiar mis estrategias y mis golpes. 

Cuando mis dos compañeros ganaron y de manera sobrada, me relajé un poco, quizás todo esté pactado y los Caballeros presentes debían de ser derrotados sin  mayor pretensión. Por lo que cuando entré a batirme a duelo con Sir Arnoul, le sonreí malisiosamente. Aquél no era un combate típico y por lo tanto, tampoco debía de preocuparse de que Sir Arnoul me ganase, es más, apostaba lo que fuese por que iba a ganar el combate. 

Me moví con movimientos exagerados y gráciles, dando pomposidad al combate. Pero cuando nuestras espadas volaron por los aries buscando presas, me olvidé de las tonterías y acometí el combate como lo que era, un combate. Cuando mi espada habló con sangre del compatriota, y el juez me asignó la victoria, levanté los brazos y continúe con mis saludos exagerados y pomposos. Una victoria pactada. Eso está bien.

De camino a la posada, continúo la charla iniciada por Sir Cadwallon.

- Hemos luchado bien, sin lugar a dudas eran oponentes poderosos y valiosos. Pero hemos salido victoriosos. Nuestro honor no ha sido manchado, pero es bueno que salgamos de aquí durante una temporada y Cornualles me parece un lugar tan bueno como otro. No tengo preferencias. 

Lo cierto es que lamento el golpe. No quería realmente atacarle de forma tan exagerada, no es de caballeros abusar de los débiles y él era inferior a mí digo, pensando de pronto que quizá alguien estuviera escuchando y que, por tanto, debía intentar fingir un motivo distinto a mis oscuros pensamientos. Realmente el remordimiento por hacer un ataque como ese a quien solo intentaba ayudar me está afectando, pero eso no puede saberse. Me hubiera gustado ir a verle, interesarme por su estado, pero ni eso puedo hacer.

Miro a mis compañeros y asiento. Tras haber seguido a vuestro lado aquí, dudo que fuera a ser bien recibido en el castillo... o en cualquier castillo de la zona. Así pues, me gustaría acompañaros a Cornualles, si seguís aceptando mi presencia, claro. Por supuesto, sé la respuesta, pero no está de más que otros la sepan.

- A Cornualles entonces. - dijo Sir Cadwallon. - Buscaremos nuestra fortuna lejos de Salisbury. 

A la posada accedeis con algo de esfuerzo, pues el populacho os vitorea, saluda y se empeña en tocaros, a pesar del trabajo de vuestros escuderos, que se esmeran en lo contrario.

El posadero tras los saludos y loas habituales, os conduce hasta una sala grande, que a buen seguro seria comunal de no estar enteramente reservada para vosotros.

En la habitación hay una agradable y carnal sorpresa. Media docena de mujeres de vida alegre, os esperan sentadas dos, dos y dos en los camastros.

Tras vuestra sorpresa inicial, se levantan de los lechos, y os meten en la habitación. Vuestra es la decisión de revolcaros con ellas. Se las ve muy partidarias.

¿ que haceis?

Entramos a la posada, entre vítores y aclamaciones. Pero mi ánimo no ha mejorado. Realmente no he hecho honor a mi apellido, no he sido para nada justo con Sir Garrix, y eso me reconcome.

Al entrar en la especie de sala comunal, varias prostitutas nos esperan. Parece que quieren a alguien con fama. Pero, aunque no he tenido muchas oportunidades de algo así, la verdad no es algo que me apetezca ahora mismo.

Lo siento, madames digo, negando con la cabeza, pero hoy no estoy de humos para nada como esto. Tened digo, ofreciéndoles unas monedas, para que no deis este tiempo por perdido, pero ahora solo quiero descansar. Buenas noches digo, tanto a las mujeres como a mis compañeros.