Partida Rol por web

Por fin un acontecimiento romperia un tanto vuestra rutina caballeresca ( santa rutina).

Sir Gwilherm habia decidido llevar por los bosques del oeste, el bosque de Landoine, a sus escuderos con la escusa muy razonable, de probarlos en una caceria.

Al dia siguiente, irian ellos tres, con una manada de perros y la ayuda habitual de los lugareños en tareas de apoyo, perreros y demas.

Ir hablando entre vosotros si vais todos juntos, por separado... 

-¿Como andades ambos en los artes de la cacería?. -pregunto finalmente. -Iremos juntos, eso si, pues en aquesta cacería gustaríade más de conocernos et estrechar lazos, que de realmente cazar bestia alguna.

Pasaban los días y era obvio que Cimrud no había mentido...no se batía mal con las armas, pero atendía bien a los pequeños eventos de la creciente corte de Sir Gwilherm: era de fácil palabra, conocía las relaciones entre los críados y se comportaba bien. Y también sabía leer algo de latín...no iba a entender las Crónicas de las Galias de Julio César pero si pequeños textos.

Practicó los días que le indicaron las armas que Sir Gwilherm dijo y pidió si sería posible entrenar con el arco también.

Cuando le llegó la noticia que irían de cacería aceptó con abnegación, su padre, que en paz descanse, nunca le había dejado participar...ahora tendría la ocasión al menos de mirar más de cerca:

-No soy nada bueno en ella Sire, no he participado activamente en ninguna... puedo intentarlo o quedarme mirando para aprender, como vos prefiera -dijo cuando el Sir Gwilherm le preguntó por las artes de la cacería. Estaba por lo menos dispuesto a intentarlo, eso sí. Ganas y voluntad tenía.

Con el paso de los días el joven Walter fue haciéndose poco a poco con el entorno, sus edificios y sus gentes. Walter era una persona cercana que no tenía problemas tanto en charlar largo y tendido con un campesino como con un caballero. Él era así, le gustaba estar al tanto de lo que las gentes hablaban, y le gustaba pasar un rato compartiendo la bebida. Puede que para muchos esas no fuesen las mejores virtudes para un gran caballero, pero Walter pensaba que la mejor manera de servir a las buenas gentes era conocerlas de primera mano. Había crecido muy lejos de cortes y castillos. Aunque en su hogar se respetaba y obedecía a su familia su padre era un líder querido y bien considerado por sus inferiores. La voz de Walter era profunda y tenía buena habilidad para modularla y usarla bien en público. Quizá por ello le gustase emplearla. Además por su carácter inquieto gustaba de hacer salidas a cabalgar por el dominio cuando sus entrenamientos y nuevas obligaciones se lo permitían. Los soldados de sir Gwilherm ya empezaban a conocerle y a sentirse cómodos en su presencia a pesar de que él fuese un escudero y técnicamente estuviese en un escalafón jerárquico superior. Cuando sir Gwilherm propuso la partida de caza Walter se mostró contento ante la idea de un poco de acción. Él no se tenía por un gran cazador, lo cierto es que prefería disfrutar el resultado de la caza en la mesa a pasar las horas detrás de una presa invisible. Puede que su carácter inquieto y su poca paciencia fuesen la causa de su mediocre habilidad para la caza, o puede que simplemente no fuese una afición lo suficientemente apasionante para su gusto. Esto no impedía que la idea de pasar tiempo con su nuevo señor abriese perspectivas interesantes de conocerlo mejor y en un ambiente distendido,  por lo que se mostró entusiasmado por la idea.

- Sir Gwilherm, si queréis disfrutar de un buen venado en la cena será mejor que no me dejéis a mí liderar la montería. De ser así lo más probable es que terminásemos comiendo conejo en el mejor de los casos. Pero si vos conducís la cacería podéis contar por seguro que cuando al fin encontréis vuestra presa me tendréis a vuestro lado bien gustoso. Si tenemos suerte y hay que lancear un buen jabalí conozco una receta estupenda que se hace por las tierras de Lickey Hill...

Sonreí al escuchar a los jóvenes, nóveles aún en las artes de cacería. -Descansad bien aquesta noche, pues mañana al alba partiremos a los bosques de Landoine. -Sin más, y dicho lo cual, yo también hice lo propio.

Estaba claro que Sir Gwilherm había nacido para la cacería. Nada más montar a su caballo se había iluminado su mirada de la forma que brillaban los ojos de Walter al descubrir una buena taberna. Walter vaticinó una dura y extenuante jornada. Sin embargo la pasión que imprimía a la partida el caballero, el afán de los perros y el tesón de los caballos campo a través pronto lo contagiaron de temeridad. Cinrud hubo de impedirle en más de una ocasión lanzarse al galope sin precaución alguna impelido por lo estimulante de la persecución. Habían tomado monturas más apropiadas que sus robustos caballos de batalla, lo que impidió el desastre. De ser Breogan quien estuviese bajo su silla de seguro hubiesen caido por algún terraplén, pero aquellos caballos eran mucho más reacios a obedecer ordenes suicidas de lo que Breogan lo habría sido aún cuando potro. Como que Dios nos contempla desde su trono celestial que Walter de LickeyHill disfrutó de aquella cacería como nunca hubiera imaginado al ponerse las botas aquella mañana.

Sir Gwilherm, con una facilidad pasmosa encontró rapidamente el rastro de un venado.( 1º acierto).

Parecio distraerse , en un primer momento, y momentos hubo que lo tuvo perdido ( 2º tirada y fallo), pero una vez cogido no lo soltó. De hecho ( 3º tirada) mostró enorme destreza al preveer el siguiente movimiento del bicho, atajando y encontrandoselo casi al alcance de la mano. Más parecia que los perros rastreadore seguian al caballero que al reves.

Obviamente no fue rival de las lanzadas de los allá presentes. Tuvieron tarea los campesinos ayudantes, en cargar con la presa, presa que previamente destriparon de grasa y tripas, para hacer más llevadero y óptimo el sendero de regreso.

La Semana Santa terminó ya, y os faltan menos de 40 dias para el acontecimiento de la boda.

Tras cumplir sir Gwilherm con las  obligaciones con su antiguo señor feudal en sus tierras natales, tiempo ha  de pactar vasallaje con su nuevo señor feudal el Conde de Herford sir Setzer, y de casarse con la señora Godiva. Tambien tienen tarea los nuevos escuderos y primos, pues de esta, lo mismo acaban nombrados caballeros por el conde Setzer de Herford.

Atrás os quedaron recuerdos viejos y viejas personas.

También se llevó sir Gwilherm,   de su tierra natal  nuevas heridas, y una lección sobre  argucias y artimañas magistralmente impartidas por su antiguo señor feudal.

Afortunadamente  también pudo hablar con su familia( familia lejana pero esto es lo que hay), y traerse un grupo de soldados fieles a su familia, y es de suponer que también a él. Su madre vino con él, y con ella sus modestas riquezas y su joven corcel.

Los dos escuderos dejaran atras tambien lo suyo, pero es esa otra historia.

Los dos primos andan inquietos, pues saben que se acerca uno de los días más importantes de su vida. Ser investido caballero, aun sin ser estas las condiciones soñadas, es un acontecimiento que no puede tomarse a la ligera.

Era una tarde de finales de invierno en la sobremesa..el señor se encontraba en sus quehaceres en la otra punta del señorío  y su primo Walter estaba desparecido.. no quería ni podía permitirse perder el tiempo y necesitaba prepararse lo mejor posible; pero tampoco quería entrenar sin el señor ni sin su primo, sería extraño. Pero, se le ocurrió algo, ninguno de sus primos solía entrenar el arco...era el momento sin duda.

Dix estaba por el patio, quizás había terminado de preparar algunos equipos, ya que venía del almacén o eso le parecía al escudero:

-Dix, ¿Cómo va el día? -dijo por cortesía primero -¿Aquí como entrenáis y practicáis con el arco y las flechas? De donde yo vengo se suelen poner alpacas de heno o de paja, pero nunca he visto eso por aquí -Lo que empezaba a pensar es que no usaban el arco por aquí, pero por preguntar que no quede. Desde luego las alpacas era la mejor forma de evitar que las flechas se rompieran tontamente.

Walter estaba tan impaciente por partir que se asomaba a la pequeña ventana de la cámara donde lo habían acomodado como lo haría una doncella esperando al doncel que la corteja. No había rubor en sus mejillas sino una muda expresión de espectación. Sus pertenencias estaban preparadas. Había limpiado y engrasado todos los correajes. Había abrillantado cada una de las hebillas hasta conseguir que lanzasen destellos. Vestido sus mejores calzas y jubón. Había repasado su cabello y sus barbas... Hasta había limpiado minuciosamente sus uñas. Iba a ser una gran oportunidad para ellos que su primo los presentara, no quería que por un error de etiqueta se desperdiciara la posible ocasión de un nombramiento de caballero. Sólo la idea de arrodillarse y sentir la hoja sobre su cabeza le causaba una excitación que le parecía impropia de un hombre de su edad y sus experiencias. Por eso se asomaba una y otra vez en busca de cualquier indicio de que la comitiva se fuese a poner en marcha.

Ya sabes que lo de las marcas, es cuando esa marca tiene algun provecho para el discurrir de la aventura, y no un mero ensayo.

De la misma manera no habrá marca, si para ligarte a una moza tiras por conoc. mágico para tratar de impresionarla con tu conocimiento feerico.

Asi que se me ha ocurrido , que en la caceria tuviste unos cuantos intentos con el arco para abatir a la pieza, esto es 1d6, 2.

Asi que tira un par de veces por tu habilidad de arco, y si lo sacas, ademas de la marca te daré +1d10 en gloria, por ser tu el que derribste a la pieza con tus certeras flechas.

Para ganarme definitivamente el infierno de los dj, te dare un bonus a tu habilidad de +2, queriendo interpretar que la pieza estaba quieta y tu magnificamente posicionado.

Off: pues la he sacado, raro de mi..yo soy de tiradas muy altas(para bien y para mal) y mira, he sacado un 4 xD

Que conste en acta, que Cimrud abatio a la pieza de caza con su arco.