Partida Rol por web

Meses después.

Han pasado varias semanas, tal vez meses desde que regresasteis de la aventura con Merlín. Mucho tiempo habéis pasado inconscientes. Al parecer las heridas , acaso por ser de seres feéricos, precisan de más tiempo para sanar. Sea por eso, o por la razón que fuese, pues no sois tampoco duchos en ingeniería sanatoria, ni en artes feéricas,  vuestra recuperación transcurre lenta. No obstante  estáis excelentemente cuidados y vigilados por sanadores.

Al poco de recobrar vuestra consciencia, un par de días después a lo sumo,  y sin haber sanado vuestro cuerpo del todo de tanta pérdida de sangre, sois llamados a presencia real. Os dirigís  aun encorvados, y torcidos, con debilidad en vuestras piernas, y con poco vigor. No obstante el rey llama, y no es cosa de, de…  de nada, si el rey llama se acude presto y punto.

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aqui vienen un monton de caras

Un sirviente al que seguís, os deja delante de la puerta del salón. La guardia de la puerta os reconoce y llama por vosotros. Os ordenan entrar y así hacéis, dejando atrás, al sirviente y a la guardia de la puerta. Procuráis mostrar entereza y vigor, cosas ambas que no os sobran, porque las heridas aun os duelen.

No esta solo el monarca Uther, lo acompaña su hijo el príncipe, y algunos asesores militares y cortesanos. Sobre una mesa hay desplegado un mapa, y alrededor de este otros manuscritos pequeños, que al parecer sirven de apoyo a todos ellos para opinar y proponer.

Uther. Alegrame el  de veros ya enteros y recuperados. Gran labor fizisteis por aqueste monarca, y por Logres et Britania, et la mi recompensa no se quedará tras.

Antes os reclamo para viajar con me et los míos. Debemos ejercitar la diplomacia et el cuidado, pues hay que parlamentar y convencer a algunos condes algo levantiscos, o al menos lo suficientemente insolentes, para que sea necesario presentarle, si no batalla, si al menos presentarse en su salón y pedir explicaciones.

Vos et la espada, ayudareisme en aquesta labor. Marcharemos en 3 días, non un ejército, pero si una digna comitiva para tan digna espada.

Desde el principio de su alocución, no ha dejado Uther de enredar con la espada, sacándola y metiéndola en su funda, y blandiéndola por momentos.

No parece que el monarca haya tenido en cuenta vuestro precario estado de salud. Tampoco parece que le importe tal cosa, ni eso ni tampoco contempla una negación ni un desobedecimiento de sus órdenes. Así que os toca viajar en 3 días. No obstante espera unas palabras vuestras, y se os queda mirando esperándolas. El resto de consejeros contemplan la escena sin actuar.

Tirar una percepción y rolear si os apetece hacerlo, dando vuestra versión del suceso.

Ok: oís que el rey Cadwy, promete no resistirse ni rebelarse ante Uther y su propuesta de Gran Rey.

Si no lo sacan al día siguiente.

De ahí os recogéis obedientes en vuestras tiendas, satisfechos de la labor cumplida, y contentos por no tener que hacer guardia, pues la noche refresca y vuestros huesos son ahora más sensibles a la humedad de la noche.

Con la labor cumplida, y ahora parece que si sensible a vuestra delicada salud, os ordena Uther que os recojáis, pero ya, en su castillo de Sarum. Os otorga escolta y os apremia para tal cosa.

Así que si no queréis enredaros nada más, os llevo a Sarum, y vamos preparando el final del año.

Os regresasteis sin sobresaltos al castillo en la retaguardia, en Vagon. Allí os confrman que vuestras heridas se han reabierto, pues el viaje  no ha ayudado a cicatrizarlas. Como consecuencia de todo esto, vuestro tiempo de  curación se alargará otra semanas mas.  No parece ser este un gran problema, pues el invierno esta cerca, y el año casi cumplido.

Tras regresar satisfecho de sus viajes diplomáticos, los Pendragon y su inseparable Excalibur, echaran el invierno en el castillo de Vagon.  Se ha dado orden ya de acondicionarlo para tan distinguidos huéspedes.

En lo que os incumbe directamente, Uther os tiene en estima, y os hace llamar para pediros que ” … echéis con él el invierno. Tiempo habrá para regresar y solucionar los asuntos de vuestra casa, que si han estado tanto tiempo sin vuestro control, aun pueden estarlo unos meses más.”

 Además , no es prudente en vuestro estado enredarse en viajes ni aventuras, con el invierno encima. Por  vuestra gran hazaña con Merlín, quiere agradeceros tal esfuerzo, esfuerzo que vuestras llagas, dolores y costillas doloridas, no os dejan olvidar.

Así que pasareis con él el invierno, en la corte Real, si no tenéis nada que decir seguimos.

Echar el invierno en la corte real por primera vez 15+1d20

Escoltar a los pendragon y ser visto

+ fase de invierno

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arrancando el año 491( próxima aventura)

Un sirviente al que seguís, os deja delante de la puerta del salón. La guardia de la puerta os reconoce. Os llaman a vosotros.

Os ordenan entrar y así hacéis, dejando atrás, al sirviente y a la guardia de la puerta. Procuráis mostrar entereza y vigor, cosas ambas que no os sobran, porque las heridas aun os duelen.

No esta solo el monarca Uther, lo acompaña su hijo el príncipe, y algunos asesores militares y cortesanos. Sobre una mesa hay desplegado un mapa, y alrededor de este otros manuscritos pequeños, que al parecer sirven de apoyo a todos ellos para opinar y proponer.

 Alegrame el  de veros ya enteros y recuperados. Gran labor fizisteis por aqueste monarca, y por Logres et Britania, et la mi recompensa no se quedará tras.

Antes os reclamo para viajar con me et los míos. Debemos ejercitar la diplomacia et el cuidado, pues hay que parlamentar y convencer a algunos condes algo levantiscos, o al menos lo suficientemente insolentes, para que sea necesario presentarle, si no batalla, si al menos presentarse en su salón y pedir explicaciones.

Vos et la espada, ayudareisme en aquesta labor. Marcharemos en 3 días, non un ejército, pero si una digna comitiva para tan digna espada.

Desde el principio de su alocución, no ha dejado Uther de enredar con la espada, sacándola y metiéndola en su funda, y blandiéndola por momentos.

No parece que el monarca haya tenido en cuenta vuestro precario estado de salud. Tampoco parece que le importe tal cosa, ni eso ni tampoco contempla una negación ni un desobedecimiento de sus órdenes. Así que os toca viajar en 3 días. No obstante espera unas palabras vuestras, y se os queda mirando esperándolas. El resto de consejeros contemplan la escena sin actuar.

Incomodado aún por el grotesco aspecto de mis cicatrices me consuela ver que el monarca no repara en ellas. Puede ser que debido a que anda distraído con la espada que ha sido la causante de las mismas... Asiento a las órdenes del rey con una sonrisa en los labios. Estoy hecho un pelele a causa de las heridas y me queda menos sangre en las venas que vino al final de una boda, pero me complace que el Rey en persona nos reclute en su séquito. Imagino que debe ser mi primo quien agradezca su gesto, así que doy un paso atrás al tiempo que me preparo para dejar la estancia tan pronto Gwilherm lo indique. Me muero por volver a la cama y descansar lo que resta antes de tener que cabalgar nuevamente.

Gwilherm no podía entender porqué el Rey los quería junto a el en esta misión diplomática, más después del lamentable intento de explicación de lo sucedido en el mundo feérico y más aún por su estado de salud.

Las costillas que el gigante había fracturado ahora ardían en un dolor incesante, que apenas dejaba respirar sin poder mostrar una mueca de sufrimiento en su rostro. Parecía que los matasanos habían conseguido cerrar las hemorragias internas, pero aunque exteriormente el señor de Malderoi pareciera mejor parado que su primo, la realidad era otra muy distinta.

Quizá fuere ese mismo tormento lo que hizo que esta vez no reapara en quién tenía en frente y aquién se estaba dirigiendo, el caso es que pudo expresarse libremente, entre muecas y gemidos que escondían un gran sufrimiento.

_ Si esa es la voluntad de su Majestad.... en tres días estaremos prestos a acompañarles en tal empresa... Si el Todopoderoso... consideró... retrasar nuestro eterno descanso... no puedo más que obedecer vuestras órdenes Majestad._  Debía hacer continuas pausas para evitar que el dolor lo encogiera, y a veces entrecortaba una repentina tos, que intentaba eludir por todos los medios.

Los caminos del Señor son inescrutables... y en su plan... todos sus hijos tenemos nuestro... propósito, hasta que nos reclame ante sus puertas... y seamos juzgados... Yo Gwilherm de Malderoi, siervo de Logres y leal al trono, seguiré a Uther Pendragon, Rey por la Gracia de Dios. _

Quería haber dicho más, pero ansiaba que esa reunión se zanjara y poder regresar a sus aposentos donde podría descansar o al menos, no tendría que fingir el lamentable estado en el que se encontraba.

Y en verdad, sería un milagro sin en tres días pudiera subirse de nuevo a un caballo y aún más llegar vivo a su destino. 

En fecha dia y forma acordada, la expedición se pone en marcha. Vuestros dolores e incomodidades no os han abandonado. Con gusto deseariais no pasar por este trance, pues lo que os pide el cuerpo, casi lo unico, es reposar, no cabalgar. Pero no se hizo la vida del caballero para rezongar ni holgazanear, asi que acatais lo mandado.

Os reunis  en el castillo y os poneis en marcha por la decadente calzada romana del oeste desde Sarum a través de Selwod y por Somerset hasta Wells. El ejército se moverá lentamente hacia el Norte, hacia Bath. Allí una noche el señor de Somerset, se reúnirá con Uther.

Cabalgada efectuada sin novedad ni sobresalto. Ya habeis llegado. Se estan montando las tiendas, y de entre todas destaca la real, como no puede ser de otra manera.

Así que sois requeridos a la tienda real, donde escolta y señores valiosos de ambos bandos parlamentan en un clima tibio, ni hostil, ni amigable.

Sois mandados por Uther a relatar la aventura de la espada

El rey Cadwy ha mudado su rostro de inicial frialdad por otro de interés. Comparten también el interés por el relato que a continuación recitareis los otros grandes señores que acompañan a Cadwy. A ver si lo hacéis bien.

El cambio de público hace que me empleé más a fondo aún si cabe que en la corte del Rey. Ya he relatado estos hechos un par de veces más y es por ello que la historia me va quedando más pulida. Además me voy acostumbrando a mi nuevo aspecto. Acompaño mi relato de un gesto sobrio y serio, que abandono en pos de mejorar la narración, por un tono sombrio y oscuro cuando describo al monstruo gigante o a los duendes nefastos.

... como podéis imaginar, ese mundo faérico me hacía sentir como mareado, y una vez Merlín nos abandonó para realizar sus pesquisas, el primer vigilante me sorprendió al borde de la nausea. Y era tan feo el gigante, a la par que maloliente, que cada garrotazo que lanzaba hacía temblar no sólo el suelo, sino también mi estómago. Las espadas rebotaban en su piel como debía haberlo hecho el agua hasta ese día para que la criatura apestase de esa manera. Y poco pudimos hacer salvo mantener la cabeza sobre los hombros ante ese coloso. Sólo la intervención del gran mago evitó que mi cabeza rodara o terminara aplastada cual sandía... Parecía que por fín nos acercábamos al destino que Merlín tenía en mente cuando el suelo tembló nuevamente. EL Sabio ya no estaba a nuestro lado y de una grieta abierta en el suelo comenzaron a manar duendes uno tras otro. Al principio los partíamos en dos a golpe de espada, pero llegó a ser tal su número que parecían incontables. Rodé con ellos mordisqueándome por doquier, como esta mordida y deforme oreja mía atestigua. Poco recuerdo ya salvo el dolor y su horrendo color verde por todas partes. Gracias a Dios Merlín puso fin a aquello, porque la escena pintaba nefasta. Y allí, con la flamante espada del Rey nos felicitó por haber soportado el sufrimiento inflijido por los guardianes faéricos para que el hallara la mágica hoja. Y fue entonces que por fin nos trajo de vuelta a nuestro mundo, justo en el lugar y el momento que nos había sacado de él...

Parecía que esta vez Sir Gwilherm andaba diestro con las palabras, después de haber tenido al mismísimo Rey Uther como audiencia el resto eran como contar cuentos a niños. salvo, porque éstos, aunque igual de inverosímiles, eran reales.

_ La colosal criatura tenía la altura de 3 hombres, piernas gruesas y fuertes como troncos de arboles. Era tal su envergadura, que usaba un de ellos como garrote. Sus mandobles provocaban ráfagas propias de un huracán, un impacto era la muerte. Y así hubiera sido, si no fuese por la presencia del Archidruida. Yo mismo prové en mis carnes y huesos la ferocidad de sus ataques, escuché y sufrí el crujido de cada uno de los huesos rotos por aquel golpe. Y si no fuera por las artes, para mi desconocidas de Merlín, aún estaría allí tirado. Abonando los campos feéricos por la eternidad. _  Quiso hablarles de su experiencia y el encuentro con aquél ser celestial, pero aún no lo tenía claro que fuera así. No después de lo visto, del mundo que existe más allá del nuestro y de la magia del consejero real.

_ Las pequeñas y repugnantes criaturas verdes fueron otro cantar, babeaban, arañaban, vomitaban y mordían. Más parecidas a bestias salvajes que el primero de nuestros enemigos. Débiles, pero numerosos. Tantos que fuimos aplastados como lo haría una colmena de hormigas ante una mantis. Una vez más, la presencia del sabio nos salvo del peor de los infortunios y he aquí, que con nuestra ínfima ayuda, consiguió la espada Excalibur. Un arma de otro mundo, una hoja sin igual. Como nuestro Rey, para nuestro monarca._

Se sintió muy cómodo tras culminar su narración, volviendo al lado de su primo con gesto solemne.

Pero había algo que no paraba de darle vueltas a la cabeza, esa mujer, ese arcángel o quizá no. Era una conversación que había pospuesto ante la recuperación de su cuerpo terriblemente magullado. Debía aprovechar la siguiente marcha para preguntárselo a Merlín. Cierto es, que es poco dado a las conversaciones pero es posible que esta revelación le sea de su agrado.  

 Al parecer Uther ha cumplido su propósito, y con un sutil gesto que vosotros veis e interpretáis correctamente, pues no es la primera vez que os lo ha hecho, decidís acatar el mandato y salir de la tienda.

No obstante al abandonar la tienda, y quedaros justo a la puerta ( desde fuera), podeis oir parte de lo que se habla alli adentro.¿ os quedais a oirlo o marchais de alli?

Muy contento de haber agradado al Rey no me pasa por la cabeza la idea de detenerme a intentar pegar la oreja a lo que pueda decirse a mi marcha. Pienso en cualquier cosa menos en intrigar justo ahora.  Sonriente me dirijo a Gwilherm: Primo, vayamos a nuestra tienda. Guardo un buen vino para celebrar, y nuestra audiencia de hoy bien merece celebrarse. Vos habéis estado locuaz y acertado cual bardo real. Brindemos por ello...

-Gracias por tus palabras, primo. Vos has estado impecable como siempre, pero necesito recobrar el resuello, las costillas me están matando. Adelantarte y ve descorchando esa botella, deja que le dé el aire. Si están buena, le vendrá bien.- No le entusiasmaba ocultarle sus intenciones a Walter, pero nunca se sabe quién puede estar escuchando. Irónico, ya que eso mismo es lo que iba a hacer Gwilherm.

Así que, se dispuso a revisar los vendajes mientras se concentraba en lo que allí adentro se dijera.

Sir  Gwilherm de Malderoi se queda curioso escuchando entre las lonas, mientras que su primo Sir Walter de Lickey Hill, decide acercarse y recogerse en su tienda.

Oyes que el rey Cadwy, promete no resistirse ni rebelarse ante Uther y apoyar su propuesta de Gran Rey.

esto es de lo q ue se trataba la misión.

De ahí os recogéis obedientes en vuestras tiendas, satisfechos de la labor cumplida, y contentos por no tener que hacer guardia, pues la noche refresca y vuestros huesos son ahora más sensibles a la humedad de la noche

A la mañana siguiente, amaneceis con el fresco de la mañana, mal dormidos y retorcidos por el dolor, pero satisfechos por la labor  cumplida.

Uther  ahora si,  parece sensible a vuestra delicada salud, y os ordena  que os recojáis, pero ya, hacia  su castillo de Sarum. Os otorga escolta y os apremia para tal cosa.

Así que si no queréis enredaros nada más, os llevo a Sarum, y vamos preparando el final del año.

Tan maltrecho siento mi cuerpo que lo cierto es que durante el viaje a Sarum mi ánimo es sombrío. Aprovecho las horas de descanso para revisar un viejo manuscrito de heráldica que he adquirido de uno de los hombres de medicina que nos atendieron en la corte. El libro es antiguo, pero bien conservado. Su tamaño no hace incómodo transportarlo y consultarlo a la luz de la hoguera del campamento. Por desgracia mi mollera resulta ser tan dura como el resto de mis huesos, porque cuando alcanzamos por fin Sarum en mi cabeza se mezclan emblemas y escudos sin pies ni cabeza. Así pues, lo más que saco de mis horas de lectura es encontrar el sueño pronto y  algún dolor de cabeza. Espero que mi ánimo cambie es Sarum, y que también lo haga mi salud. No puedo evitar pensar en mi tierra natal y en los avances que hayan tenido lugar en los poryectos en Malderoi... está claro que necesito un descanso. Uno piensa en su hogar cuando está desfallecido, o eso opino yo.