Partida Rol por web

La primera impresión de Matt al interactuar con los presentes es que cada cual era completamente distinto y que por diversas razones y el azar, habían terminado llegando a aquel hotel de mala muerte. No veía relación alguna entre la pareja y su bebé, el cura y aquella mujer de proporciones épicas, el niño pijo que intentaba camelarse a Luz, y el detestable y repelente posadero que no dejaba de comerse a su compañera con la vista. Aunque hubiese deseado intervenir de alguna forma, sabía que Lys estaba interpretando su papel con aquel par, y ésta era completamente libre de jugar con quién quisiera y mirar de aprovecharse de ello.

Matt se limitó a observar la elección de habitaciones de los presentes, y viendo la forma de proceder astuta de Marco, tratando de engañar al tipo para lograr que les cediesen habitaciones, mintiendo descaradamente sobre lo del representante y viendo si podía lograr un bolo allí mismo, no tardó en aportar su granito de arena para lograr el objetivo. Aprovecharía que estaba embobado con Lys para influir un poco más en la decisión final del tipo, no siendo muy ambicioso pero si solicitando una habitación individual. Otro cantar sería que Lys tuviese su "suite", como cantante principal y "estrella".

Aparentando no haber escuchado la conversación de Marco con el posadero, y llegando como a media conversación, se metió de loeno para manipular e influir...

- ¿En serio nuestro representante no les ha avisado, Marco? ¡Es para que se lo haga mirar, joder! - negó con la cabeza y se mostró un tanto indignado. Los Smashed Bats no tocan para cualquiera, nosotros elegimos dónde y para quién tocamos, pero si nos dan habitaciones individuales gratis para cada uno y una suite para Lys se podría hacer mirar... - comentó moviendo las baquetas entre sus dedos como sólo él sabía hacer. ¿Tú que dices Lys? ¿Lars? Hay bastante gente y podría no estar mal del todo... Yo me quedo con la 302... - y alargó la mano para recibir la llave correspondiente.

La jugada ya estaba hecha, solo quedaba ver si el tipo se se creería la milonga. 

Empezaba a arrepentirse de la locura que la había impulsado a iniciar aquel temerario viaje bajo el temporal. Con apenas gasolina, las carreteras intransitables y la rabia contenida por el desprecio de Johan al no devolverle las llamadas, Melissa no estaba precisamente en su mejor momento. Enfadada, con frío y viendo que se podía quedar tirada en cualquier momento, la opción de dirigirse al motel era la más sensata que podía escoger. Aquel no era su plan inicial pero tendría que conformarse aunque le jodiera.

Después de que el coche se le fuera en un par de ocasiones por culpa de tener la cabeza en otro lado, puso más atención en la conducción. Fue por eso que se fijó en la mujer que le gritaba a alguien que ya se alejaba en un vehículo. Parecía joven y guapa, además de tener un aspecto un tanto desvalido, o por lo menos eso quiso ver Melissa en ella al verla temblar como una hoja por culpa del frío. En otras condiciones seguramente hubiera pasado de ella, que se jodiera y se buscara la vida como hacía todo el mundo, pero dado el estado de depresión que estaba arrastrando desde que Johan había dejado de devolverle las llamadas, aquella joven le inspiró lástima, así que pensó que, en caso de quedarse tirada en la carretera por no tener gasolina, por lo menos no estaría sola. Joder, qué ganas tengo de un trago.

—¿Necesitas ayuda? —Acercó el coche a la altura de la mujer y bajó la ventanilla para hacerle la pregunta—. Me dirigía hacia el motel que hay más adelante si quieres te llevo.

Vera sonrió al escuchar que Levesque llevaba una lata con gasolina en el maletero. Relajó su postura y volvió a abrir la puerta del coche. -Ah, es usted previsor. Aunque creo que es más práctico echar gasolina antes de que se acabe. -Volvió a sonreír, fue un intento de broma. -Yo también prefiero los coches de gasolina, ¿sabe? La nueva moda que se está imponiendo con los de gasóleo me parece un atraso. Si su coche hubiera sido diésel, ahora estaría en un apuro. Eso es para los camiones y tractores. 

Miró al vehículo siniestrado. -No lo sé, acabo de llegar y estaba así. Bien podría ser que los servicios de urgencias se hayan llevado al herido. -Dijo para no alarmar a su interlocutor. -O que el coche sea robado y el tipo haya huido. O que hubieran secuestrado al coche con conductor y en una discusión se hayan chocado contra eso... Por posibilidades que no sea. -Pensó. -Preguntaré cuando vaya a recepción, a ver si saben algo en el motel. Al menos no tenemos que lamentar bajas. -Esperaba que el hombre no tardara mucho en moverse, hacía un frío no apto para ir sin abrigo. 

- ¡Uy, Cleopatra! - le dice al hombretón de la escopeta con una sonrisita, mientras observa un poco el motel.

Incluso la mejor de aquellas suites seguramente iba a ser un puto asco, horrible y desagradable. Que no es que le importe demasiado. Le vale cualquier sitio donde caerse muerta. Lo único que le preocupa ahora mismo es ir al cagadero cuanto antes.

- Tal vez podríamos pasar un buen rato juntos. No sé... algo de beber... algo de fumar.... tal vez alguna forma de entretenernos en la tormenta.... puedo ser muy imaginativo...

"Bueg, que decepción" piensa mientras enarca una ceja.

Lys tiene muy claro el perfil de tíos que le gustan, y ese no es. Los que hablan menos y actúan más. En realidad, le gustaban los tíos que no le tocaban los cojones, hacían lo que ella quería, y sabían cual era su lugar. Esos con los que podías entretenerte un ratito y tirar a la papelera cuando los usabas. Clinex humanos. Al final, casi todos los tíos del planeta eran clinex humanos cuando jugabas con ellos un poco, pero para Lys la clave era que supieran que ella no era de las que se dejaba conquistar.

Ella conseguía lo que quería. Punto.

- Tal vez, tal vez - dice de todos modos, sin descartarlo de forma definitiva de inmediato, y esbozando una sonrisa sugerente.

Nunca sabe cuan aburrida puede acabar estando.

Y tras ese intercambio, sin importarle que el tipo del bigote la observe (todos miran, de una forma u otra) avanza hacia la recepción.

Mientras el resto se pone a charlar con el conserje, Lys permanece apoyada junto a la entrada, envuelta en su abrigo rosa y disfrutando de otro pitillo. Tararea suavemente una canción, distraída ("...with your feet on the air and your head on the ground..."), cuando Lars se le acerca y le susurra algo al oído.

*Si vas a ir a divertirte con el niño pijo... asegúrate de traernos un... recuerdo de su bolsillo...

- ¿Por qué no vas y le comes tú la polla, puto subnormal? - responde la muchacha en voz alta, que la oiga todo el mundo, agriando el gesto y encarándose ante Lars, que le saca una cabeza y tiene dos veces su envergadura-. No soy tu puta para que me des ordenes - da un paso adelante, quedando a un palmo de él-. Pedazo de maricón... Vete a cascártela antes de que te arranque los huevos de un mordisco, comepollas.

Era obvio que el comentario la había enfadado y mucho. Quizás más que por la insinuación, por el hecho de que se creyese que podía darle ordenes. La próxima vez que se atreviese a algo así le retorcería los testículos hasta hacer un lacito.

Con esa expresión de rabia en el rostro, la chica se gira, avanzando hacia la recepción con paso rápido, sorteando a los que esperan en la cola y viendo pasar a la extraña y enorme mujer, a la cual le dedica una sonrisa furiosa (porque no hay nada más llamativo que el horror de la decadencia, y aquella mujer es pura decadencia, así que le resultaba tremendamente encantadora). Al final, se planta junto al recepcionista, entre Matthew y Marco.

- Callaos la puta boca - gruñe, rabiosa.

Lleva la mano a su abrigo, y saca una serie de billetes, arrugados, con una bolsita de plástico que guarda con rapidez. Extiende los billetes necesario hacia el gerente, y señala.

- Estos dos tolais de mierda - explica-, pueden quedarse las habitaciones al lado del puto payaso que acaba de salir. A mi dame la Cleopatra. ¿Con esto llega no? Venga, la llave.

En cuanto le da la llave, la chica sale con el mismo paso enfadado expulsando humo de lado, y con los brazos en jarras.

"Pero quien coño se cree..."

El hombre hizo un amago de algo con la boca. No le había gustado la broma. O tenía problemas de circulación. Era difícil precisar en esa franja de edad.

-Aham.

Abrió el maletero.

-No se preocupe, tardaré poco.

Buscó el contenido. Allí estaba el maletín, la carpeta con los documentos que debería haber recibido cierta persona que estaba más que despedida en cuanto saliera de allí, el líquido de frenos, la caja con la alfombrilla de coches que llevaba siglos allí... ah. Sacó la lata y empezó a llenar el coche, fastidiado, encogiendo los hombros para protegerse del frío que hacía fuera mientras lo hacía.

-¿Y nadie puso un cordón policial ni hay señales de nada? -se encogió de hombros mientras seguía con el glop-glop en el coche- Mrfh. Inspira confianza al sitio.

- No soy tu puta para que me des ordenes - da un paso adelante, quedando a un palmo de él-. Pedazo de maricón... Vete a cascártela antes de que te arranque los huevos de un mordisco, comepollas.

- Mmmhh... no es mala idea. Pensaré en tí, nena - le digo con sorna mientras esbozo una sonrisa picarona.

Cuando veo que Lys se cabrea me río sin poder disimularlo, la conozco más de lo que me gustaría y sé que el cabreo se le pasará en 5 minutos, pero me divierte hacerla cabrear sin motivo. Además, cuando lo hago tengo comprobado que después canta mejor... con más... espíritu, más ímpetu. Mejor. Aunque creo que ella todavía no se ha dado cuenta de eso.

Pero antes de que ella vaya hacia la muchedumbre yo ya me he ido a buscar mis cosas.

El ambiente parecía más que caldeado.

La banda esa de música, o lo que quiera que fuese, era de órdago. Si así se llevaban en los tiempos muertos, no me quería imaginar lo que sería un concierto de ellos.

En fin... - pensé para mis adentros.

- Tal vez, tal vez - dice de todos modos, sin descartarlo de forma definitiva de inmediato, y esbozando una sonrisa sugerente.

Le dirigí una mirada socarrona.

- Jefe! Dónde puedo conseguir una botella de vodka?! - alcé algo la voz con el fin de imponerme a la cháchara que, entre todos, habíamos creado en el vestíbulo.

De vez en cuando lanzaba miradas furtivas a la prostituta que acompañaba al cura. Había visto muchas cosas en mi corta vida pero, la imagen de ésta no creía que fuera a olvidarla fácilmente de mi memoria.

Vera sonrió de medio lado al oír las palabras de su interlocutor.

-Je, cuánto daño hace el cine americano. -Respondió, moviendo la cabeza para apartar el pelo que el viento pretendía ponerle delante de la cara. Miró al coche accidentado de nuevo.

-Seguramente hubo algo parecido a un "cordón policial" en los primeros momentos del accidente, si entorpecía la vía demasiado, pero como puede ver, ya no es necesario. Se habrán marchado. -Miró cómo Levesque vaciaba la lata.

-No se preocupe, seguro que no ha sido nada... -Se quedó pensativa durante unos segundos. Miró hacia la carretera nevada y a todo su alrededor. Sólo se oía el viento. Se cercioró de que no había movimiento y después se volvió hacia el hombre. -¿Sabe qué? Saldremos de dudas. Tómese su tiempo, voy a la recepción un segundo. -Introdujo medio cuerpo dentro del coche para coger el teléfono móvil. Salió, cerró el vehículo y se acercó corriendo, sin abrigo, a la recepción del motel. 

-¡Uffff... Menudo frío! Buenas tardes, ¿se puede? ¿Hola? -Llamó Vera al entrar en la recepción del motel tras cerrar la puerta y dejar el frío atrás. 

El señor Levesque estrechó los ojos conforme Vera se movía, después de decirle todo aquello. No le gustaba que le hicieran pasar por idiota, no le gustaba que le hiciera pasar por idiota "casualmente" una completa desconocida y seguía pareciéndole muy raro que aquello estuviera en medio sin que nadie hiciera nada, dijese lo que dijese la mujer, y como las personas de su carácter acostumbraban cuando se le señaló un error su primer instinto fue redoblar en sus convicciones de forma casi agresiva.

"..."

Al menos la jovencita había captado el mensaje de que no quería hablar con ella, se dijo mientras seguía poniéndole gasolina, y acto seguido se dedicaba a cerrar y volver al coche para poderlo mover mientras iban a preguntar en recepción por... un coche estrellado en medio de su señal. 

Bien.

Estupendo.

Llevaba ahí dos minutos y ya le parecía demasiado tiempo. Aquella iba a ser una noche de mierda. Resignado, empezó a abrocharse el cinturón y a ajustar el freno de mano para poder mover el coche al aparcamiento de una vez, antes de que se lanzaran bandadas de cuervos asesinos a por él o cualquier otra cosa que no le costaría tampoco aceptar que hubiera en aquel chamizo inmundo.

Sasha dio como nombre Luca y el mismo apellido que Gabi diera*. Miró de reojo por la puerta viendo que era un buen grupo de gente el que había allí y eso le hizo pensar automáticamente que su compañera ya tendría planes para ellos si se quedaban en este lugar. Le daba cargo de conciencia robar, ¿Pero qué podía hacer? Solo era un adolescente sin trabajo, al cual se le daba como el culo tratar con otras personas que no fuera su amiga de la infancia y al que le daba un síncope si no estudiaba un mínimo de horas diarias. Eso en un buen curro sería imposible de llevar, asco de personalidad.

Estaba sumido en sus pensamientos a causa de ese "pistoletazo" que fueron las personas del exterior, siguiendo sistemáticamente a ambas chicas hasta la habitación, solo se despertó del ensimismamiento cuando la voz de su amiga hizo presencia. - ¿Eh? Ah... Sí, claro. No dijo nada más y estaba por entrar cuando apareció el tipo del bar diciendo aquellas cosas y la respuesta de "Cat" a lo que los ojos de Sasha dieron toda una vuelta por sus cuencas para después poner por unos segundos los ojos en blanco antes de meterse en la habitación gracias a la llave que le da la niña. - Nos vemos.

Nada más entrar ni reparó en la decoración, dejó la mochila en la cama y la abrió sacando uno de los libros de texto, cuaderno y el estuche para tirarse en la cama y abrirlo directamente. Gabrielle sabía que era su manía de estar estudiando a todas horas que pudiera, la presión que tenía encima por ser de los mejores de la clase en cualquier ámbito para que las notas no bajaran y así tener la beca completamente asegurada lo llevaban por el camino de la amargura en cierto modo... ¡Y aún no había empezado la universidad! Estaba pensando a futuro, quedaban unos días pero el ahí estaba, estudiando con los libros que el profesor le había recomendado ojearse bien si quería ir desahogado una vez las clases empezaran. 

-Si quieres, date una ducha. No creo que tarde mucho en venirme a buscar la madre de esa niña para que vaya a ayudarla...
 

El pobre Calvin no daba abasto con tantas peticiones, pero al estrés le ponía la cara del dólar y el agobio se le pasaba rápidamente. Estaba claro que el lugar no era especialmente transitado: estaba medio derruido, en las afueras, casi imperceptible si no fuera porque vuestro camino pasó por ahí, por un motivo u otro, pero posiblemente si hubierais avanzado un poco más en la trayectoria encontrarían hoteles de más lujo pero también con elevado coste.

Con el bolígrafo en la mano escribía todos los nombres que le decían al lado de la habitación pedida, aunque en algunos momentos en los que se quedaba sin tinta hacía garabatos en un lateral para comprobar que siguiera funcionando.

Primero atendió a Andrea, el joven accidentado que reservaba una de las suites especiales.

“Suite Lucrecia”.- Obvió los motivos que había dicho al ver que tenía una oportunidad de sacar más dinero de la cuenta y guardando los billetes que tendía. Eran suficientes, más que lo que iba a pedir en primera instancia, pero bien sabía que iba a callarse antes que devolverle un solo centavo.- Las líneas estarán saturadas, pero uno de nuestros empleados es un manitas. Le diré que eche un vistazo Louis.- Buscó en el cajón una llave que tuviera la etiqueta escrita de “LUCRECIA”, tendiéndosela después y pasando a otro antes de que los clientes cambiaran de idea.

El siguiente en atender fue a Lars, echándole una rápida mirada de arriba abajo aunque terminara en sus pelos. ¿Qué hacen con esos pelos largos? Se nota que no han ido al ejército, sino parecerían nenas.- Soltó una bucólica sonrisa mientras apuntaba su nombre.

301.- Cogió primero el billete antes de darle la llave de la habitación y fijándose en que el chico tenía intención de salir fuera, hacia el parking.- Eh chaval, es por el otro lado.- Señaló con un golpe de cabeza la puerta contraria a la entrada, por si acaso se había perdido.

Después continuó con Felony, por desgracia para él, quien se acercaba agarrada del brazo del reverendo.

El cristiano hombre sonrió a su querida diva mientras sacaba su cartera del bolsillo de su pantalón, cogiendo un par de billetes para pagar el capricho de Felony.

Ya ha oído a la señorita. La Pink Suite, por favor.- Tendió su mano esperando a que Calvin le diera la llave aunque, tras sacarla, la guardó entre sus manos dubitativo, mirando sobre todo a la mujer que estaba a su lado.

¿Está usted seguro? – Acabó por dárselas aunque en su cabeza empezaran a formarse cientos de preguntas e imágenes que en realidad no quería responder. Vivía feliz en la más absoluta ignorancia.

Cuando llegó el turno de Marco y Matt respectivamente, el dueño no pudo más que mirar a ambos intentando ver la verdad tras sus palabras mientras comentaban la artimaña del representante. Ambos parecían sinceros, al menos a ojos de Calvin, quien negó con la cabeza dudando.

Las líneas llevan horas colapsadas, por la tormenta.- Sin embargo saber que había un representante y un grupo “famoso” detrás (aunque él no entendía de música, sabía que los grupos movían masas y con ello buena publicidad), terminó convencido y tendiéndole una de las llaves a Matt.- 302 para ti. Espero que toquéis algo esta noche, y que no olvidéis promocionarnos.- En realidad iba a dejar que ambos compartieran habitación, era lo que había entendido en primera instancia, pero fue la entrada de Lys la que terminó por aclarar el asunto.

Una reina para otra reina.- Su voz era más aguda, casi absurdo al pensar que podía tener un mínimo de posibilidad con la cantante, tendiéndole la llave de la suite Cleopatra y un papelito que acababa de escribir en esos momentos con su número de teléfono y habitación, la “108”. Aparte, cogió los billetes que tendía para guardarlo con el resto y apuntó el nombre de Marco en la habitación que les había pagado.- La 300 para tu amigo.- Recalcó la última palabra esperando que sólo fueran eso, amigos, antes de darle la correspondiente llave al batería.

La puerta contraria a la entrada se abrió para dar paso a una joven chica a la par que Lars salía afuera dirección a la furgoneta.

La chica estaba levemente asomada por el resquicio de la puerta, dejando entrever únicamente su grueso jersey y el cabello oscuro aunque con algunos copos de nieve entre sus mechones. Tosió un par de veces antes de mirar al resto de huéspedes. Demasiada gente, más de la que esperaba, más de la que nunca había visto en esa pequeña recepción, algunos con presencia intimidante y otros simplemente raros. Sin embargo su mirada se detuvo en Matthew, sonriendo de forma tímida antes de responder a Calvin.

¿Me has llamado? Estaba llevando a los chicos a su habitación.- Hablaba de forma baja, casi susurrada, posiblemente debido a una incipiente timidez al comprobar que todos la estaban mirando.

¿Has puesto la calefacción al cuarto? En fin, da igual. Lleva a esta gente a…- Bajó la mirada hacia la libreta y, a medida que decía el número de las habitaciones, iba señalando con el dedo como si fuera la comanda de un restaurante.- 300, 301, 302, Pink, Lucrecia y Cleopatra.- Apoyó las manos en la mesa, asegurándose de que había hecho el recuento bien.- De paso dile a Mamma que prepare más comida de la habitual, que el chico ese de la 200 le ayude.- La chica asintió a todo aunque claramente estaba nerviosa. Le costaría acordarse de todos los nombres y peticiones, pero parecía que no era la primera vez que hacía de botones.

Y a Will, que lleve una nuestro mejor vodka a la suite Lucrecia, ¿estamos? A todo esto, ¿dónde está la guapa de bote, ha llegado? – La pobre chica estaba repitiendo en voz baja las habitaciones una y otra vez para no confundirse, pero al mirar a su padre terminó negando con la cabeza.- Maldita puta, tenía que haberla echado cuando pude.- Gruñendo por lo bajo, se sentó en la silla para intentar usar el teléfono aunque seguía sin haber línea.

Sabiendo que sería mejor no molestarle, la chica indicó a los huéspedes que la siguieran mientras seguía murmurando por lo bajo.

300, 301, 302, Lucrecia, Cleopatra, Pink. Will vodka a Lucrecia. Mamma cena. 300, 301, 302…- Iba delante de la cola esperando a que el resto la siguiera, girándose para asegurarse de que no faltaba nadie.- Por aquí.- Se frotó las manos por el frío mientras los últimos rezagados la seguían cruzando la puerta. La sala contigua a la recepción era una habitación cuadrada sin decoración, totalmente austera que servía más de transición que otra cosa. Eso sí, podían verse a través de los cristales las distintas puertas a lo lejos del complejo, aunque la mayoría de las ventanas estuvieran empañadas.- Voy a abrir.- Avisó con la mano en el pomo para que el frío del exterior no les pillara desprevenidos antes de abrir la puerta y hundir sus pies en la nieve, otra vez.- 300, 301, 302, Lucrecia, Cleopatra, Pink. Mamma cena, Will vodka suite.

En efecto, el motel estaba compuesto por una edificación cuadrada con el centro al aire libre aunque, ahora, fuera un paraíso nevado. En el centro una piscina con forma de corazón completamente vacía y que claramente era un peligro acercarse, ya no solo por la profundidad que tenía y el golpe que pudieras comerte, sino porque el hielo podía hacerte resbalar hasta el fondo y abrirte la cabeza. No había ninguna verja de seguridad ni barandilla en la que apoyarse, estando totalmente ausente en el centro, es más, si no fuera porque lo mencionó apenas destacaba entre el resto de la nieve.

La pobre estaba tan distraída que casi se resbaló, teniendo que apoyarse en Andrea para no comerse el suelo.

Lo siento.- Sonrió al chico bastante nerviosa, sobre todo al ver que tenía una herida en la frente.- Puedo llevarte un botiquín si quieres. En el almacén tenemos uno.- No quería molestar demasiado, así que terminó por llevar hasta arriba la cremallera de su abrigo al notar el frío del exterior.

310, 311, 312, Lucrecia, Cleopatra, Pink…- El pequeño incidente había desorientado tanto a la chica que ya confundía las habitaciones. Intentó llamar la atención del resto antes de colocarse al centro, empezando a señalar los lugares.- ¿Veis esas escaleras? – Señaló al fondo, unas escaleras que conducían a los pisos superiores.- Justo debajo tenéis una lavandería y, enfrente de nosotros, el restaurante, el bar… incluso un lugar de juegos.- Intentó mirar a través de las paredes para localizar las habitaciones pertinentes, señalando a varias direcciones.- Las 310, 311, 312 están en el piso de arriba, tenéis que subir por el corredor donde hemos estado. Luego… Rose Suite está justamente en esa esquina.- Señaló a un lateral.- Lucretia y Cleopatra están en el piso de arriba, podéis subir por cualquiera de las escaleras de esta zona.- Sonrió sin saber quiénes subían a esa suite.- Creo que eso era todo… Bueno, los teléfonos no funcionan así que si necesitáis cualquier cosa será mejor que busquéis a mi papá directamente en recepción, siempre está ahí.

Aparte del desolado paisaje que había, una de las cosas que podían verse era la habitación 200 con la puerta abierta y una chica de corta edad apoyada en la puerta hablando con un hombre, quien parecía claramente coquetear con la jovencita.

Al salir al exterior te golpeó de nuevo una oleada de frío mientras hundías los pies en la nieve. La nevada escena parecía igual que antes salvo por un minúsculo detalle: En la entrada, taponando la puerta principal para vehículos, había un vehículo estacionado cortando todo paso y un hombre mayor charlando con una mujer rubia al lado de otro coche, formando una fila esperando a entrar.

La mujer parecía cansada, tanto que pasó por tu lado con prisa por meterse dentro del motel para coger un poco de color en sus mejillas al tiempo que el hombre terminaba de llenar lo que parecía el depósito de su coche con una lata de gasolina, entrando después para moverlo de sitio hacia el parking, donde estaba la furgoneta aparcada.

Dirigiéndose al interior del establecimiento con ganas de dejar atrás el frío (algo difícil teniendo en cuenta que había calado en sus huesos y hasta que no se enterrara en mantas seguiría notándolo), se dirigió a la puerta principal notando que sus pies se hundían en la nieve.

Sin embargo antes de que pudiera llegar a coger el pomo la puerta se abrió dejando paso a un joven de largo cabello y cara de pocos amigos, pasando por su lado sin saludar ni molestarse siquiera de saber qué había pasado, caminando directamente hacia el parking.

En cualquier caso al entrar Vera vio una pequeña recepción donde apenas cabrían más de diez personas esperando aunque, en esos momentos, sólo encontró a un hombre con cabello desaliñado mirando un libro de registros mientras se fumaba un cigarrillo, dejando que el humo inundara el ambiente.

Vaya, hoy parece ser mi día.- Dio una larga calada al cigarro antes de dejarlo sobre un cenicero de barro con algunas grietas. Claramente era uno creador de forma manual, como los que había visto en los colegios cuando era pequeña.- Seré breve.- La invitó a pasar e indicó que cerrara la puerta para que el frío no se colara demasiado en la habitación mientras soltaba pequeños golpes con los dedos en la mesa.- Bienvenida a mi hotel, soy el dueño de esta maravilla.- Extendió las manos para señalar en general a todo el motel.- Están ocupadas las 102, 108, 200, 209, 300, 301, 302, 304, 503, 504, 114, 216, 219, 310 y 317. Aparte, de las suites también están ocupadas Lucretia, Cleopatra y Pink, ¿cuál te interesa, guapa? – Echó un vistazo para nada discreto de arriba abajo a Vera, soltando una mueca de conformismo que perfectamente podía interpretarse como que era de su agrado para una noche. Claramente, no era el hombre más elegante y educado que había visto.