Partida Rol por web

"¿Cómo que damas hay más?", grita Elvira, malhumorada, "¡Si será ansioso aqueste bellaco! ¿Et non me creedes capaz de colmar vuestros deseos yo sola que habedes de darvos al opio con esa viciosa de Bárbara? ¡Al infierno!"

Bárbara se sienta al lado de Ruperto y le ofrece la pipa.

"Perdonalda, señor", dice, refiriéndose a Elvira. "Malas pulgas ha, pero es como un caballo salvaje: si la sabedes gobernar bien, vos llevará cual Pegaso al séptimo cielo."

"¿Me comparas con un caballo, mala puta?", exclama Elvira, cuyo enfado va en aumento.

De pronto, oís un ruido tras la puerta por la que entrasteis.

"¿Qué son esas voces?", se oye una voz al otro lado. "¿Otra vez riñendo?"

La puerta se abre y deja ver a una mujer de mediana edad, que va a compañada de otra cubierta con un jubón con capucha, a la manera de un monje.

"¡Ah!", exclama la primera al veros. "Disculpad, señores, creía que mis fijas estaban solas. Elvira, seguro que acaban de llegar et ya los estás importunando, ¡deslenguada!"

Elvira frunce el ceño; luego abre una de las puertas, entra en una habitación y da un portazo.

"Disculpad sus modales, señores", os dice. "Yo soy Genoveva, et vos doy la bienvenida a mi humilde fogar. Señor, vos lo pido", añade dirigiéndose a Simplicio, "seguid a mi fija et apaciguad su fuego."

Mientras habla, frota una bolsita que tiene colgada al cuello, junto con un crucifijo.

En un momento dado, veis el rostro de la mujer que acompaña a Genoveva; y al verlo os quedáis extasiados y casi se os cae la baba al contemplar a la mujer más bella que habéis visto en toda vuestra vida. Su mera presencia eclipsa la de las demás prostitutas, a pesar de estar toda tapada con el jubón. Si vais al cielo cuando muráis, podréis decir que ya habéis conocido a uno de sus ángeles.

Critico en empatia.

fallo en templanza.

Non pelearsus damas, que ya hicisteis venir a la ama, jeje.

Notas algo raro en la forma de actuar de estas personas, como si todo fuera un teatro. Sin embargo, no puedes resistirte al ángel que tienes enfrente. Sientes que harías cualquier cosa por ella, y ardes en deseos de tenerla entre tus brazos.

Todo queda en suspenso, como si estuviérais representando una obra de teatro y os hubierais quedado congelados. Genoveva se queda esperando vuestra reacción, especialmente la de Simplicio, al cual le ha pedido que siga a Elvira y la consuele. Ruperto sigue tumbado, dejándose mimar por las dos féminas, mientras que Ventura permanece cerca de otra de las puertas, con Elicia tirando de su manga para que le acompañe dentro de la habitación.

Diole muchas vueltas a la cabeza Ventura sobre su próximo paso. Pronto se deja lleva por la joven Elicia no sin antes saludar amistosamente a la doña.

—No sufráis por vuestras fijas doña —dijo acompañando la frase con una elocuente sonrisa.

A renglón seguido cayó en la cuenta de la muchacha que acompañaba a Genoveva. Durante un instante Ventura quedó sin habla y tuvo que ser otro tirón de Elicia el que le hizo saludar abobadamente a la bella joven.

Damas y mozas si es que son distinta cosa, si que me placeria antes de la coyunta si procediere, beber unas jarras de vino, ni pocas ni muchas, las jarras justan que quiten la sed y ayuden a soltar la lengua , pues placeme et muxo darle a la sinhueso.

Simpicio se lo  piensa unos instantes y dice

 Me place darle a las dos sinhueso.

Simplicio a pesar de haberse quedado prendado de la belleza de la muchacha, prefiere recular un poco y ganar tiempo, pues esta más intersado en hablar, sonsacar información  y conocer detalles de su misión, que de fornicarse a las mozas.

Me quedo embobado mirando a la hija de Genoveva. No obstante, rápido vuelvo al asunto que tengo entre manos, y es las dos mozas que me acompañan.

Al oir a Simplicio, digo con voz entrecortada— Yo... Yo también quiero algo de vino...

La ocurrencia de Simplicio hace reir a Elicia, que se lleva una mano a la boca fingiendo vergüenza.

"Bebamos pues, señores", dice Genoveva, "que el vino alegra el corazón et enciende las pasiones."

Entonces, Leonor se levanta, entra en una habitación y sale arrastrando una pequeña barrica de vino, la cual coloca cerca de la cocina, la abre y empieza a llenar unos vasos de madera con un cazo.

Mientras Leonor hace esto y va sirviendo el vino, la muchacha que acompaña a Genoveva se mete en la primera de las tres habitaciones (en la segunda aún se encuentra Elvira), y la propia Genoveva se sienta en uno de los cojines. Elicia, cogiendo del brazo a Ventura, se sienta junto a él, y Bárbara sigue al lado de Ruperto.

"Fabladnos algo de vos", dice Genoveva, dando un trago. "¿De dónde viniedes, et qué noticias traedes de la vieja Castilla?"