Partida Rol por web

Apocalypsis

NOX APOCALYPSIS

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30/09/2012, 15:27
Director

Los bandidos miran a Mateo con lástima; ellos, más que nadie, saben reconocer el valor, y este chico lo tiene a raudales. Valor para afrontar la muerte, que es lo que en realidad busca, la única libertad a la que puede aspirar después de un largo cautiverio que le ha dejado tan débil que apenas es capaz de sostener la lanza.

Lorenzo se adelanta, se coloca enfrente de Mateo y dispone su arma. Mateo, con las lágrimas cayendo por sus sucias mejillas, da un grito y se abalanza contra él. Todo termina en un momento. El filo de Lorenzo atraviesa su pecho, al tiempo que el bandido sujeta su cuerpo con el brazo y lo coloca lentamente en el suelo, tirando después de su espada ensangrentada. El golpe ha sido letal; Mateo expira a los pocos segundos.

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30/09/2012, 15:29
Genoveva

"¡Imbéciles!" grita Genoveva mirando a su alrededor, insensible a la muerte del valiente joven. "¡Vos dije que non matarais a los criados! ¿Quien va a servir agora a la señora? ¡Traed al comendador!"

Entonces, cuando miráis en dirección a la torre, veis que esta ya no arde, pero no solo eso, ¡no hay ni rastro de humo en su interior! Por mucho que llueva, la lluvia por sí sola no ha podido sofocar el incendio en el interior... Los bandidos, después de comprobar que no hay peligro, se disponen a subir a la torre para aobligar a bajar a todos los que se guarecen en ella.

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30/09/2012, 15:30
Juan Téllez

Pero no es necesario: las puertas se abren, y por ellas sale un hombre viejo, vestidos con ricos ropajes chamuscados, con la cara ennegrecida por el humo, que camina arrastrando los pies y se detiene justo delante de las escaleras, a la vista de todos. No cabe duda: es el comendador don Juan Téllez. Este mira a su hijo Mateo con una expresión de xtrema tristeza, que sin embargo no muda desde que ha salido de la torre, como si el sufrimiento formara ya parte de él. Luego mira a Genoveva, que a su vez lo observa con satisfacción, dibujando una sonrisa triunfal.

"Eras tú..." balbucea el viejo, que abre unos ojos como platos al reconocer a la mujer, ignorando a la que se supone que es su hermana. "Eras tú desde el principio. La luxuria de mi mujer, el odio de Fernando, las cosechas perdidas, los animales enfermos... te has llevado por delante a todo un pueblo, solo para vengarte de mí."

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30/09/2012, 15:30
Genoveva

"Aqueste viejo ya chochea" dice Genoveva, con desdén. "Non es ya apto para gobernar el castiello. Doña Urraca Téllez se hará cargo. Coged a Fernando et los caballeros, encerraldes en las mazmorras fasta que todo se arregle."

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30/09/2012, 15:31
Lorenzo Espada

"¿Et qué facemos con aquestos hombres?" pregunta Lorenzo, refiriéndose a vosotros.

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30/09/2012, 15:31
Genoveva

"Ah, mis invitados" dice Genoveva, sonriendo. "Puesto que non han querido gozar de mi hospitalidad, que terminen lo que vinieron a fazer: reunid a los supervivientes et que tapen los bujeros de la muralla. Como sea, ya sé que non son quienes dizen ser, mas non ha de ser tan difícil rellenar los boquetes de argamasa. Et aluego soltaldos para que lleven las nuevas a Llerena. Dezid que Montemolín ha una nueva señora, et que negociará con la Orden por el castiello. Seguro que non les vienen mal unas monedas para su guerra contra el rey."

Y la mujer se va, acompañada de la que, supuestamente, es la nueva señora de Montemolín, doña Urraca Téllez. Y lo hace caminando con donaire, consciente de que ha conseguido una victoria completa.

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30/09/2012, 15:33
Director

Al día siguiente, tras terminar con la muralla, los bandidos, o mejor dicho, los nuevos soldados del castillo (o antiguos, según se mire,m pues la mayoría antes trabajaban allí) os echan a patadas de él. Simplicio os espera en la posada, y os cuenta que no encontró a nadie en la cabaña de Genoveva y decidió volver y esperaros. Cuando llegáis a Llerena y preguntáis en la Orden por Orduño Pérez, os quedáis a cuadros cuando nadie reconoce ese nombre; está claro que el tipo que os contrató no os dijo su nombre verdadero, y eso quiere decir que era alguien demasiado importante como para revelarlo.

Así pues, sin recompensa, pero con el alivio de haberos librado de ataduras con la Orden, tras descansar una semana para que Ruperto se recupere de las numerosas heridas recibidas, de nuevo os entregáis al camino, pero esta vez sin Roger; ninguno de los supervivientes del castillo sabía nada de él, y nadie en el pueblo lo vio. Tal vez fue víctima de Esteban... o tal vez supo escabullirse. Al menos, la experiencia os ha servido para aprender una valiosa lección: nunca hay que inmiscuirse en asuntos de nobles, pues de ellos solo cabe esperar el mínimo beneficio y el máximo castigo.

FIN