Salís a toda prisa del edificio tras Simplicio, mientras Roger va entregando a Ruperto y a Ventura sus pertenencias. Entre todas ellas, les ofrece una bolsa de cuero que contiene algo del tamaño de una sandía, pero no pertenece a ninguno de los dos.
Entretanto, llegáis al edificio colindante con la torre del homenaje y entráis. El interior se parece mucho al de una posada, con un pasillo central y habitaciones a ambos lados. Os ponéis a buscar rápidamente alguna entrada o pasadizo, en un principio al final del pasillo, cuyo muro lo forma la propia torre, pero al no encontrarlo empezáis a buscar alguna trampilla o cualquier abertura en las habitaciones, la mayoría de las cuales carece de puerta. Todas están desiertas (ya que los criados están comiendo en el edificio del que venís) y son muy parecidas a la vuestra, con un catre y poco más.
Contáis ocho habitaciones en total, y solo las dos últimas tienen una puerta. Simplicio abre la de la derecha e irrumpe en ella seguido de los demás, para encontrarse frente a dos mujeres sentadas en una cama; una debe rondar los cuarenta años, y la otra es mucho más joven y se encuentra en estado de buena esperanza. Ambas empuñan agujas e hilo con las que están remedando unas vestimentas de color pardo.
Respuesta corta: la inquisición sí existe, pero vuestros personajes no la conocen. Respuesta larga en la sección Mores.
La mujer de mayor edad se levanta, alarmada, soltando la ropa, y se pone delante de la joven.
"¿Qué es aqueste alboroto?", os pregunta, y su tono denota cierta autoridad, a pesar de que, por la forma en que viste, está claro que solo es una criada. "¿Qué faziedes revolviendo acá?"
La joven os mira con desgana. No parece para nada afectada, al contrario que la otra mujer. Ni siquiera ha dejado las labores cuando habéis entrado; ni se ha inmutado. Por su abultado vientre diríais que debe estar a punto de parir.
Mientras las mujeres hablan, Roger aprovecha para mirar que diablos hay dentro de la bolsa, y lo hace situandose el último del grupo, ignorando lo que le rodea.
Rezagado, y sin entrar en la habitación, te das la vuelta y abres la bolsa para mirar en su interior...
...y al hacerlo te encuentras con la mirada perdida del fraile con el que os reunisteis en la taberna: ¡es su cabeza la que está dentro de la bolsa!
De la impresión que te llevas, sueltas la bolsa, que cae golpeando el suelo con un sonido seco, y tú apenas eres capaz de ahogar un grito.
Motivo: Templanza
Tirada: 1d100
Dificultad: 50-
Resultado: 43 (Exito)
La reacción habría sido mucho más exagerada si hubieras fallado la tirada de Templanza.
En ese momento oís un golpe detrás de vosotros. Cuando miráis hacia atrás, veis que Roger, que se había quedado fuera de la habitación, ha dejado caer la bolsa que os enseñó y tiene la cara lívida.
De jugador a Màster:
-ALAAAAAAAAAAA!!!! tas cagao... jajaja, no se por que, pero me lo temía.... jajajaja
Que bueno...
;)
-Maldita sea- Gruñe Roger, levanta la vista hacia sus compañeros y dice en voz lo suficientemente baja para que no lo oigan las mujeres- Es el fraile, se lo han cargado y han dejado su cabeza entre nuestras cosas... o nos envían un mensaje o quieren que carguemos con el muerto y sacarnos del medio. Que hacemos ahora?
Simplicio olvida a las damas, pero antes de salir hace un gesto que el cree galante y cortes.
Dirigiendose a su grupo, les dice:
-Compaña puede que nuestra cabeza sea la próxima en reposar un saco como aqueste. Bien valdrianos, acelerar la labor et encontrar al hideputa ese y salir a uña de caballo de aqueste castello.
-El más galante de todos nos, aquel que mejor sepa fablar ante una dama, deberia preguntar a aquestas como se llega a la torre de enfrente.
Simplicio quiere que el mejor sus compis en elocuencia, se ponga hablar a esas tipas. Él tiene poco porcentaje.
Oigo a hablar a Simplicio, pero no le escucho. La cabeza cortada del monje ocupa toda mi atención. Así, me quedo mudo, mirándola. Ahora mismo, sólo puedo pensar en que estaríamos así si le hubiésemos acompañado o nos hubiésemos ido a hablar con él.
El trabajo se complica cada vez más y cada vez la cosa es más seria. Parece que ya no es un dinero tan fácil como pensé en su momento.
Roger recoge la bolsa y les susurra:
-Que hacemos con esto? No podemos ir dando vueltas con ella por todos lados...No podriamos esconderla en algun lado? Ni que sea en el muro derruido donde se harán las obras? Aunque si por mi fuera, para castigar a los malnacidos de esta fortaleza yo la tiraba al pozo de agua...
De jugador a jugadores, mi elocuencia va a la base de comunicación, no es mucho que digamos... pero tengo un 17 en ella, si nadia lo tiene mejor entro yo al trapo con las mujeres a ver que sale de esto...
Yo no soy nada elocuente. Me escondo de todo lo que me rodea. ¿Cómo voy a ser elocuente? xD
La criada os observa atentamente; ve cómo salís de la habitación y miráis en el interior de una bolsa, sin poder disimular vuestra expresión de asco y sorpresa, y os oye cuchichear. Todo esto llama poderosamente su atención y se acerca a vosotros con cautela.
"¿Qué faziedes con esa bolsa?", os pregunta. "¡Devolvelda al su sitio!"
La mujer, como no sabe lo que pasa, ha acabado creyendo que estáis robando cosas de las habitaciones. Acto seguido, os aparta a empujones y abre la puerta de enfrente, donde veis a una de las hijas de Sancho, que está comiendo en su cama; le arranca la escudilla de las manos y la saca de allí agarrándola del brazo. Esta ni siquiera se atreve a rechistar.
"Ve a avisar a tu padre, ¡corre!", le ordena la mujer.
La muchacha os mira durante unos instantes; os reconoce, y luego sale corriendo.
La conocéis de la cena del primer día: es una de las hijas de Sancho el cocinero, que estaba sentada a su lado; ese día se retiró un poco antes que los demás.
La mujer se vuelve hacia vosotros.
"A mí non me engañades", os espeta. "Non sodes más que ladrones. Non sé cómo todavía non colgades de una soga."
Y se queda allí, delante de vosotros, con los brazos en jarra, sin dejar de mirar la bolsa.
- Maese Ventura si queda en vos algo de buen vendedor , demostrar pues la vuestra elocencia y fablad con aquestas damas. Calmarlas pues.
—¿Ladrones decís? Más bien ladronados, pues nos roba nuestra honra su desconfianza —dijo calmado mientras avanzaba hacia las mujeres.
—Espera... —dijo intentando detener a la hija de Sancho que corría—, ¡muchacha! Bueno, casi mejor que venga su padre pues algo hay que debiera explicarse. ¡Mujeres! Vosotras habéis estado por aquí durante el día, no sabrán por ventura si alguien que no fuera nos entrara en nuestra alcoba. Lejos de haber robado nos encontramos en la bolsa con algo que está lejos de ser nuestro...
ladronados... vaya palabro xDD
Las buenas maneras de Ventura y el hecho de que haya empezado a aclararle el asunto a la mujer hace que esta se relaje un poco, ya que comprende que estábais buscando al dueño de la bolsa; aunque no baja la guardia del todo.
"Nosotras non habemos salido dacá", os dice, respondiendo a la pregunta de Ventura. "Meyor esperemos al mi esposo."
Al instante llega Sancho el cocinero, acompañado de su hija.
"Vete a la habitación et non salgas", le ordena con una firmeza que os parece excesiva.
La muchacha obedece a su padre inmediatamente y se mete en el cuarto.