Partida Rol por web

-Porque su nieta está en peligro, señora y nosotros tenemos el deber de ayudar..-interrumpida por el grito de Dawn, Psiónica rompió el contacto con la señora y se giró bruscamente, el casco de Dawn crujió como si algo lo estuviese presionando y salió disparado de la cabeza del chico golpeando las paredes con ruidos sordos.

-Que no me hables.-le recordó. Vete a llorar a Extraño- dijo con un tono peligrosamente bajo antes de darse la vuelta y bajar los escalones del portal como si allí no hubiese pasado nada.

...¡¿Pues no acaba de gritarme como si fuese su mascota?! El muy soplapollas... le arrancaría la cabeza sin despeinarme siquiera....

Psiónica giró sobre sí misma con brusquedad. Ella desde luego no era ninguna ayuda ética, pero Dawn debería haber acudido al cursillo de "Los trapos sucios y lo que tengas que echar en cara a tu compañero lo haces cuando todo haya terminado".

No pareció inmutarse por el sonido del casco al golpear la pared.

Había aguantado por Tornado y por Tótem, a ver como se las apañaban que ahora no ejercía control mental sobre la anciana.

Con suerte le morderá los huevos al Payaso este y se desangrará en el portal.

Hizo un repaso mental de la situación y no le gustaron las conclusiones a las que llegó.

a- Ella ahí no pintaba nada.

b- Los individuos que habían montado todo aquel jaleo lo habían hecho para llamar la atención, de forma completamente consciente, ya que no tenían ninguna necesidad.

c- uno de ellos era superfuerte y al menos otro tenía la habilidad de trasladar gente de un lugar a otro... y un piroquinético.

d- la señora había invitado a Dawn a que subiese y tomase una cerveza...pero no había querido abrir del todo la puerta y el perro no parecía dispuestos a dejarles pasar.

e- Si podían trasladarse bien podrían haberlo hecho directamente dentro del apartamento de Martha... y ver que no estaba ahí... o ya sabían que Martha no estaba en su casa y se han trasladado directamente donde se encontrase. Tendría sentido que esa información la tuviese un director, cuyo deber era preocuparse por sus alumnos.

f- eso significaba que la dirección de Martha era una forma de tenerles un paso por detras.

g- seguían sin encontrar al durmiente que hacía de nexo con la singularidad y parecían haber olvidado que eso era su trabajo.

Abrió la puerta del portal distraída mientras buscaba en el apretado pantaloncito (Maldita sea Carrie, para llevar esto mejor hubiese sido el mono, que aunque no te cierre te deja guardar el móvil sin tener que revolverte como una serpiente) el teléfono móvil y la tarjetita de James Marshall, marcando su número y aguardando oír su voz al otro lado de la línea.

Nadie respondió a mi pregunta sobre aquella ceniza, no se si porque no sabían nada o porque la mujer había retomado la palabra. Finalmente subimos, y cuando por fin íbamos a poder hablar con la mujer frente a frente, se produjo otro altercado. Algo sonó en el casco de Dawn, pero este parecía estar bien, y Psiónica comenzó a bajar las escaleras, así que decidí seguirla.

- ¿Has abierto tú la puerta? No puedes controlar así la voluntad de un inocente. - esta continuaba bajando. - Espera, por favor...

Abrió la puerta del portal distraída mientras buscaba en el apretado pantaloncito (Maldita sea Carrie, para llevar esto mejor hubiese sido el mono, que aunque no te cierre te deja guardar el móvil sin tener que revolverte como una serpiente) el teléfono móvil y la tarjetita de James Marshall, marcando su número y aguardando oír su voz al otro lado de la línea.

...Claro, Carrie, sin Iphone cómo va a darte señal. Tsk. Mundanos.

Giró la cabeza para ver a Tótem, tan dulce y voluntariosa reaccionar como el idiota de Dawn tendría que haber hecho. Había formas y formas de decir las cosas y gritar como si una persona fuese un perrito mordiendo una sandalia no era una opción.

-¿hm? Ella no recibe daño- dijo de forma pragmática- si hubiese querido hacer daño Dawn estaría abriéndose la cabeza contra la pared a base de golpes ahora mismo- apoyó una mano en la puerta para mantenerla abierta-¿realmente puede ser Martha una víctima? Seguramente, si se encuentra en el hospital, esté en coma, haciendo de nexo para la singularidad- hizo una pausa tomando aire- Marshall dijo que había tres individuos. Uno que arrancó una de las canastas. Superfuerza. En el interior del colegio había cenizas. Piroquinesis. Y no había ni rastro ni de los dos hombres ni de la mujer que les acompañaba. Traslación- se cruzó de brazos- El director bien podría haber dado detalles sobre la verdadera ubicación de Martha y si pueden trasladarse ellos ya están ahí.

Miró hacia arriba sin levantar la barbilla.

-Entiendo que está bien dejar atrás a tus compañeros para perder el tiempo en un portero y subir a tomar una cerveza que esa señora ha ofrecido a Dawn pero que seguramente debería tomarse en el descansillo puesto que no pensaba abrir la puerta- miró a Tótem- pero no está bien conseguir la información de forma no violenta ganando tiempo para salvar a Martha... si es que Martha realmente es una víctima y no la chica que acompañaba a los dos enmascarados que se volatilizaron del edificio. -enarcó las cejas- Perder un segundo junto a unas cenizas para decidir que hacer está mal pero no perder minutos convenciendo a una señora para que nos dé información cuando podríamos obtenerla antes y sin hacer daño.

Miró el móvil y se lo guardó de nuevo en el bolsillo.

-Estaré fuera.- concluyó soltando la puerta- no quiero haceros daño a ti o a Tornado.

Se escuchó la puerta de la calle y el bisbiseo continuado de Psiónica hablando con Tótem  seguramente saliendo del edificio.

Mis sospechas eran correctas, solo hubo que ver la cara de la rubia para saber que había sido ella. Cada vez entendía menos porque la había llamado Extraño.
El casco crujió, y enseguida supe que se trataba de otra rabieta, salió disparado rodando por el pasillo, por unos instantes simplemente lo contemplé con cara de pocos amigos. Acto seguido se fue refunfuñando, y enseguida Totem corrió detrás de ella.

-No se preocupe señora, nuestra amiga está un poco afectada.- Dije intentando tranquilizar a la mujer mientras recogía el casco, al menos no había habido mucho público delante, y tampoco es que mi rostro fuera muy conocido.

La calle estaba tranquila. Dos jóvenes de unos veinte años, uno blanco y otro negro, que venían muy sudados de hacer deporte, caminaban pasándose el balón de baloncesto el uno al otro hasta que uno de ellos - el blanco - se despistó al veros y lo lanzó sobre otro transeunte joven, que irritado comenzó a increparle. El baloncestista recuperó su balón y pareció disculparse. Después no pudo evitar echaros otro vistazo, cosa que también hizo su acompañante. Finalmente tras comentar algo sobre vosotras - que claramente tenía que ver con vuestra belleza - se dieron la vuelta y siguieron caminando.

Allí abajo hacía mucho calor, la temperatura podía estar rondando los treinta y cinco grados. Echásteis de menos las ráfagas de aire con las que os transportaba Tornado.

Desde la calle, ambas pudísteis escuchar unos ladridos agresivos de un perro y un momento después, otro sonido que os pareció el de algo chocando contra una pared. Acto seguido se escuchó un grito de una mujer ahogado por las paredes, que os pareció proferido por la mujer que recién habíais conocido. - ¡¡¡CHARLIEEEE!!! - El grito era claramente una exclamación de horror, como la que alguien hace cuando le ha pasado grave a un ser querido.

La mujer mudó su expresión, pasando de la seguridad inicial al miedo.

- Ustedes... me han leído la mente y me han hecho abrir la puerta. Les habría invitado a pasar si hubieran sido corteses.

Observó a Tornado dentro, ya sentado, que tenía al perro gruñéndole al lado.

- Charlie, ven, ven. - Dijo temiendo por él. - ¿Porqué buscan a Martha? ¿Cómo van a ayudarla? - La mujer estaba tan confusa que no sabía qué hacer.

Advertísteis que había un ligero olor a quemado, muy sutil. También pudísteis notar que había alguien en la cocina que se aproximaba hacia la puerta. El cristal traslúcido permitía ver que aquél hombre era muy alto.

El hombre abrió la puerta, pero resultó también inquietante que la del baño hacía lo mismo. De la cocina, vino un hombre enorme, que debía medir metro noventa, y del baño otro de aproximadamente metro setenta y cinco. Ambos vestían con ropas negras: pantalones y camisas de manga corta. Botas. Llevaban algunos tatuajes, uno de ellos con forma de esvástica nazi y otro con la cruz ardiente del Ku klux klan. Sus rostros estaban cubiertos por pasamontañas.

Charlie reaccionó inmediatamente encarándose y ladrando al hombre alto, mientras que la dueña se quedó muda del habla y retrocedió ligeramente.

- ¿Qué pasa aquí? - articuló finalmente. Planteándose salir corriendo, solo que eso implicaba abandonar a su mascota.

El tipo alto hizo un gesto como el que espanta a una mosca, golpeando a Charlie que chocó contra la pared y se retorció, conmocionado. El golpe bien podía haberle roto algún hueso o algo peor. Inmediatamente la dueña gritó su nombre, espantada por lo que acababa de suceder, el grito fue tan intenso y horrorizado que debió haberse escuchado en todo el edificio, e incluso en la calle.

- Martha. Dónde está. - Dijo el alto con un tono de voz de disgusto. - Os mataré si no habláis, negros de mierda.

Os dio la impresión de que detrás suyo, al fondo de la cocina, había alguien más.

- Sinceramente, señora, ni siquiera sabía que mi compañera podía hacer algo como...

Me interrumpo ante la aparición de los neonazis. Ahora si que me preocupo.

- Oh, oh.

"¿Qué mierda hacen estos tíos aquí? ¿Qué quieren de la tal Martha? ¿Cómo han entrado? Oh, joder, esto se está poniendo demasiado peligroso..." El neonazi le pega al perro Charlie, que cae al suelo. La señora grita con fuerza. "Espero que lo hayan oído estas dos...". Pienso rápido.

- Está bien, hablaré. Me llamo Tornado, y tengo en mi bolsillo un papel que te dirá lo que quieres saber de Martha. 

Meto la mano en el bolsillo, pero no saco papel alguno. Saco la pistola y me pongo en pie. Apunto con ella a los ojos del tipo alto.

- Sorpresa, hijo de **ta. Muévete y tus sesos decorarán la pared de esta buena señora.

No pude mas que quedarme estupefacta ante las palabras de Psiónica, y a riesgo de resultar pesada, salí tras ella.

- Dejando las cuestiones éticas a un lado... ¿Por qué no has compartido eso con nosotros? - pregunté algo molesta, pero enseguida respiré para tranquilizarme, y me aproximé a ella. - Somos un equipo, con todas las consecuencias. Tenemos que colaborar, y lo que tengas que aportar importa.

En aquel momento, escuchamos los ladridos.

Al escuchar el espeluznante grito, volví al interior del edificio y me apresuré a subir hasta el piso para ver qué sucedía.

-Porque es obvio-respondió con sencillez. No había que ser muy listo y Tótem tenía la misma cantidad de ojos y oídos que ella... además de que ambas habían presenciado exactamente lo mismo. ¿Cómo era posible que no se hubiese dado cuenta?

El hecho de que hubiese hecho ese resumen en lo que bajaba los escalones no atenuaba la terrible decepción que oscurecía los iris azulados.

Advirtió vagamente el comportamiento de otros por el rabillo del ojo aunque el grito proveniente del interior del edificio desvió la atención de ambas de la conversación siendo Tótem la primera en salir corriendo de regreso.

¿ El perro?... dime, Carrie, ¿cuáles son las opciones disponibles?

Se mordió el labio inferior arrastrando por él los dientes mientras sus pies abandonaban el suelo para sentarse en la curva metálica de una farola, quitándose de en medio de la calle.

Han entrado en el piso y el perro les ha mordido... quizá hayan sido bruscos con él. Pensó cruzando las piernas y apoyando sobre ellas un brazo con la mirada perdida hacia la puerta del portal.

Quizá le hayan pisado el rabo al chucho.

O puede que "ellos" se hayan trasladado hasta el piso y el perro les haya atacado. No, eso no tiene sentido. ¿Por qué iba a trasladarme yo a un lugar llegando más tarde que unos pardillos que son más lentos volando que yo trasladándome?

Resopló por la nariz amagando un bufido.

¿Y si estaban dentro?... si estuviesen dentro podría haberlo sabido si la hubiese pedido que me contase todo lo que sabía. PERO NOOOOO, NO LA CONTROLES MENTALMENTE,ES MUCHO MEJOR PERDER EL TIEMPO.

Se deshizo la coleta dejando caer el pelo en ondas a lo largo de la espalda hasta quedar suspendido sobre el vacío.

Cuando haya explosiones será momento de preocuparse. Mira lo que ha pasado por intentar ayudar, Carrie... no piensan ni escuchan lo que se les dice, van como borregos enceporraos... y encima la culpa es tuya. Podías haberlo dicho igual que Dawn explicó  qué había averiguado e igual que esperó a escuchar lo que vosotras habíais averiguado.

Hipócritas.

No, no tenía ningún sentido perder el culo por ir al posible rescate de quienes eran tan listos y tan autosuficientes.

¿A cuánto estaré de casa?

La mujer se había puesto a la defensiva, y con razón, la situación estaba totalmente controlada hasta que aquella cría había intervenido. De verdad no entendía a Extraño.
Fue justo cuando las chicas se fueron que todo se empeció a torcer, aquel olor...

-Es el del instituto...- Susurré.

Probablemente fueran los asesinos del director, me alegraba saber que parecía que finalmente Martha era la víctima, y no la causante de todo aquello. Poco importaba donde estuviera, lo principal era que ellos no se enteraran.

-¿Porque tanto odio a los negros? ¿os creeis los únicos con permiso para tatuaros y raparos la cabeza?- Bromeo intentando captar su atención para que dejen a la mujer.- Salga de aquí con su perro.- Le digo entonces a la mujer.

La dueña del piso, cuyo nombre aún desconocíais, corrió hacia Charlie, pero éste sólo gemía dolorido, incapaz de moverse. Los ojos de ella se comenzaron a humedecer, trastornada por el mal estado de su amigo, si no fuera por el miedo, que la mantenía alerta, habría roto a llorar.

El fortachón estalló en una risa bravucona y miró divertido a Tornado.

- Realmente piensas que esa pistola me asusta. Mírame, negro, ya no soy una persona normal. Soy un superhéroe, tengo poderes divinos, como Thor, sí, como Thor - pareció disfrutar con esa comparación - Thor es inmune a las balas, negro. Yo seguro que también.

Dawn siguió a la mujer, de modo que los dos grupos quedásteis claramente separados, vosotros en la parte de dentro del salón y ellos en lo que era la entrada, de modo que os bloqueaban el paso, siendo la única via de escape las estrechas ventanas, ya que ni siquiera había balcón.

El otro hombre os dirigió la palabra.

- Decidnos dónde está Martha, ¡ya!

Detrás de ellos se podía ver la figura femenina que vísteis en el instituto. Ella al contrario que sus dos compañeros iba de manga larga, ocultando su cuerpo. Sólo sus manos eran visibles.

El bestia tomó de nuevo la iniciativa y de un puñetazo reventó la mesa del comedor creando un sonido que resonó con fuerza. La joven que había detrás se encogió ligeramente y se mantuvo como escondida.

- Lo próximo que voy a romper son vuestros huesos. - Dijo el fortachón y avanzó hacia vosotros. A su otro acompañante comenzaron a arderle las manos. Sonrió bajo la máscara.

- Hay que hacer esto rápido. - Declaró y avanzó también.

La mujer que iba con ellos permaneció en su sitio, e incluso miró a los lados y atrás, como mirando dónde se encontraba.

Dos pisos no eran en absoluto difícil de subir. Bastaban tres saltos para llegar hasta arriba, así que esperaste estar ahí enseguida.

Un nuevo sonido llegó a tus oidos, el de algo que se rompía de manera muy violenta. Dirías que algo había aplastado un mueble. Luego escuchaste la voz de un hombre que no conocías.

- Lo próximo que voy a romper son vuestros huesos. 

Ya arriba, viste la puerta de la casa abierta. En el pasillo una figura femenina, que cubría su cabeza con un pasamontañas, se asomaba de espaldas mirando a ambos lados. Tenía medio cuerpo fuera de la sala. Al verte no pareció hacerte demasiado caso. Parecía estar pendiente de otras cosas.

La mujer vestía ropa negra, pantalones y una camiseta de manga larga.

Viendo que parecías tener intención de entrar en la vivienda, te hizo un gesto con la mano indicándote que te fueras y volvió a mirar dentro de la sala.

Allí abajo había una falsa tranquilidad. Un grupo de cuatro chicas adolescentes caminaba ahora por la acera que daba al edificio al que habíais venido, sin más preocupaciones que charlar acerca de sus grupos de música favoritos. Las cuatro se encogieron asustadas cuando un ensordecedor ruido se escuchó proveniente de allá arriba. Algo parecía haberse destrozado. Probablemente algún mueble, porque aquello había sonado como madera que se partía.

La puerta del edificio había quedado abierta, y una de las chicas, la que parecía más curiosa, se asomó, pero no vio nada especial.

Miro rápido el espacio donde estamos, preparado para saltar y disparar a la primera oportunidad.