Partida Rol por web

Formaba una extraña pareja con aquel ser. Al fin y al cabo era un demonio, y mis poderes provenían de la luz, puede que aquello fuera lo que hiciera que existiera tanta tensión entre nosotros, o puede que esta simplemente existiera porque aquel diablo era un "gilipollas"...
Llamé a la puerta, no respondió, lógico, esperaba que no nos encontrásemos a un golem descerebrado con ganas de guerra, pero si se daba el caso, se la daríamos...

-Yo me encargo.- Digo situándome delante de la puerta después de su pregunta.

Al fin y al cabo, si no me equivoco soy el más resistente del grupo. Así que si alguien ha de asumir un riesgo prefiero ser yo. Además no quería mandarlo a ciegas allí dentro.
Posé la mano sobre la puerta listo para empujarla, pero antes le lancé una ultima mirada a mi compañero.

-Estate preparado...

Dicho esto empujé la puerta.

Al final nos habíamos dividido por parejas para poder llevar a cabo ese... ¿plan? ¿Realmente era un plan? Bueno, tenía cierto sentido siempre que estuvieras dispuesto a partirte la cara, y yo lo estaba, así que eso no era un problema. Me habían dejado con Tótem y ahí estábamos, al otro lado de los que se hacían pasar por líderes. Espero que lo que sea que esté ahí dentro tenga información sobre el paradero de mi madre y de Martha... tendremos que sacárselo como sea. 

Estaba atenta a los sonidos puesto que desde donde nos encontrábamos iba a ser imposible ver lo que sucedía, pero así sabríamos cómo actuar si las cosas se complicaban. Me crucé de brazos y miré a Tótem, con cierta curiosidad. ¿Por qué estáis haciendo vosotros todo esto? Me dijiste algo en el hospital, pero no me quedó claro- susurré. Prefería tener algo que comentar en vez de quedarme en un silencio incómodo hasta que comenzara la acción. 

Y ahí estábamos, en la retaguardia, las dos mujeres pertenecientes a dos minorías étnicas, mientras el macho alfa y el demonio que pretendía serlo, se enfrentaban de cara a todo esto.

Agité la cabeza, tratando de olvidarme de eso y no ponerme tan intensa. El plan no me resultaba muy convincente, pero yo tampoco tenía nada mejor, aunque lo que realmente me ponía más nerviosa era aquel demonio. Temía la posible reacción de Sónica, que se dejara llevar por sus emociones, pero, ¿Y Shazael? ¿Con qué “derecho” azuzaba a la chica a saciar su sed de venganza de aquella manera?

Mi compañera me sacó de mi ensimismamiento, preguntándome por qué hacíamos nosotros esto. No me parecía el momento de dar explicaciones, pero entendía su curiosidad, su necesidad de saber el por qué.

-Fuimos elegidos para esto. No conozco muy bien los detalles, pero estamos unidos por algo que va más allá de la comprensión humana, unión que se manifiesta en un lunar. Por eso te pregunté si tenías uno. Cuando esto acabe y nos reunamos con él, podrás conocer los detalles. – le dije, haciendo referencia al Doctor, pero evitando mencionarlo. – Será mejor que estemos atentas.

Cesé así la conversación, mientras continuaba tratando de escuchar qué sucedía dentro y siguiendo atenta a si Colton tenía algo que comunicarme.

Asentí poco convencida de sus palabras, pero tampoco podía pedir más en un momento como este. Decidí, a partir de ese momento, guardar silencio y esperar a que las cosas siguieran su curso. Antes o después sabríamos algo de Martha y entonces podría ir a por ella, y a por mi madre. Eso era lo que me importaba. 

Afiné el oído para enterarme de lo que sucedía con aquellos dos, el demonio y el tipo del casco. Esperaba que no metieran la pata con algún comentario desafortunado, porque entonces nos veríamos obligados a cambiar el plan, o mejor dicho, "el plan". 

La puerta cedió sin resistencia, dando paso a unas instalaciones en las que el polvo se acumulaba, pues hacía tiempo que no eran atendidas. El almacén era amplio y se advertía inmediatamente que había una figura en el centro. Aquella figura parecía la de un cadáver incinerado cuya musculatura se había tornado en piedra. El mero hecho de verlo producía un cierto nerviosismo.

El hombre miró en vuestra dirección, iluminado por la luz de los ventanales y la que él mismo emitía. Pareció extrañarse al notar vuestras apariencias.

- Vienen a visitarme Rondador Nocturno y Cráneo Rojo.

Comentó un poco descolocado.

- ¿Y bien? ¿porqué venís a buscarme, muties? 

Preguntó directo, con autoridad e intranquilo. La palabra "muties" no pudo evitar cargarla de desprecio.

¿Mutis?

Mutantes, es una forma despectiva de llamarlos.

Me confunde con un simple mutante, un error de la naturaleza. O peor aún, me insulta con ello...

Shazael, contrólate. Recuerda el plan, recuerda por qué hemos venido...

Yo lo recuerdo todo, humano, y nunca olvido una ofensa. ¿Quienes son esos que ha nombrado?

Rondador Nocturno es un mutante que forma parte de los X-men, una especie de héroe. Lo cierto es que se parece bastante a ti, salvo que su piel no es roja sino de un negro azulado. Cráneo Rojo... no estoy seguro. Creo que hay un villano que se hace llamar así, me suena haber visto al Capitán América combatirle en los informativos alguna vez.

Tranquilo, "brasas", sólo venimos a hablar... -De momento. Echo una mirada al almirante. Tu turno, cágala cuanto antes para que empiece la fiesta...

Me sorprendo y me ofendo ligeramente al ver que me confunden con cráneo rojo, pero supongo que tanta llama le ha abrasado el cerebro, además no es tiempo de ofensas absurdas.

-Me temo que confundís a mi colega, no es un mutante, sino un demonio.- Le anuncio con tono serio y seguro.- Respecto a mi "mein freud" si supieras un poco de historia alemana sabrías que no soy un sucio mutante.- Dije con fingido asco confiando en que no esperase que le dijera nada más en alemán, pues la otra palabra que conocía era Frankfurt, y no creía que las salchichas me fueran a sacar de esta.

Había decidido actuar por las malas de golpe ya que o mucho me fallaba mi intuición o aquel tipo no era trigo limpio.

-¿Sería usted tan amable de identificarse, caballero?- Dije algo pomposo, no sabía como actuaba Cráneo rojo, suponía que como un chiflado, pero no obstante parecía que aquel ser tampoco lo conocía demasiado bien.

El hombre os observó, imperturbable. Advertísteis entonces que había comenzado un ligero temblor, difícil de apreciar todavía.

- ¡No me hagáis perder el tiempo! ¡Muties y demonios son lo mismo!

La tierra reaccionó estremeciéndose, causando que los cristales temblaran.

- No sé quiénes sois, pero hablad pronto si no queréis acabar enterrados.

Lo miré sin achantarme, a pesar de que todo indicaba que el poder de aquel ser podía ser inmenso. Cerré el puño con fuerza, pero en cuanto lo noté abrí la mano, no podía ponerme nervioso, no ahora.

-Creo que podríamos colaborar.- Dije poniéndome las manos a la espalda mientras paseaba.- Buscábamos a un hombre con la capacidad de otorgar grandes dones, y esta claro que tú posees un gran poder.

La verdad era que el dialogo era complicado cuando carecías de la mayoría de los datos, pero confiaba en al menos ganar tiempo para que el resto del equipo tomara posiciones y elaboraran algún plan de ataque para reducir a aquel bicho.

El desconocido habla de forma ofensiva. Si pretende provocarme, lo lleva claro...

¿Seguro?

¡¡Pues claro que me está provocando, mira lo que ha dicho!! Grandísimo hijo de perra quemada... Me las pagará por esto, ya lo verás.

Shazael, no pierdas los nervios...

No pierdo nada, Dom, estas cosas se guardan para el momento adecuado. De momento, tu colega está tratando de hacer triunfar la diplomacia. CUANDO eso falle, mis pequeños bastardos y yo haremos las cosas a nuestra manera.

Por cierto, ¿donde se han metido esos granujas?

El suelo ha temblado un par de veces, todo el edificio parece bambolearse al ritmo de la voz de ese monstruo. Camino hacia un costado del almacén, separándome del diplomático. Cuando todo esto desemboque en una batalla, cuantos mas frentes tenga abiertos, mejor.

El hombre incandescente entrecerró sus ojos, evaluando a aquellos dos. El demonio mutante se había movido e intentaba alejarse. Le pareció un iluso.

- Tú, Rondador. Si te sigues moviendo te colgaré de tu propia cola.

Miró desafiante a aquél espantoso ser rojo de orejas puntiagudas.

- No tengo tiempo para esto hoy. Hay algo mucho más importante que hacer y no creo que me podáis ayudar. Así que marchaos y dejadme un número, o un mail, o una dirección.

No parecía tener mucho interés en vosotros dos. Parecía más bien, abstraído.

- Lo que sí me podéis decir es lo que me ofrecéis. Imagino que algo tendréis que ofrecer.

Ben torció el labio, sonriendo de lado. 

- Y por supuesto, también quiero saber quién es vuestro jefe.

En un día como este, soleado y espléndido, era difícil que unas pequeñas nubes negras alargadas pasaran desapercibidas. Pero no eran nubes, eran algo como, ¿unas columnas de humo que se acercaban? Recordaste la facilidad que tenían los amigos de Prometheus para convertirse en ese tipo de gas. Se aproximaban cuatro columnas. ¿Cuatro de sus amigos? Como mucho iban a tardar un minuto en presentarse dentro del almacén.

En un día como este, soleado y espléndido, era difícil que unas pequeñas nubes negras alargadas pasaran desapercibidas. Pero no eran nubes, eran algo como, ¿unas columnas de humo que se acercaban? O cuatro meteoritos que dejaban una estela de humo a su paso, solo que se dirigían en vuestra dirección. ¿Tendrían algo que ver con Prometheus? Esas cosas llegarían quizás en un minuto...

-Estás hablando con el jefe.- Dije con seguridad.- ¿En serio no sabes nada de mi? ¿De que cueva has salido?

Mientras bromeaba pensaba en mi respuesta, ¿cómo podía ayudarle?, intuía que de ninguna forma, y menos sin saber que narices quería. Pero claro, preguntarle era exponer todas mis cartas.

-Tengo recursos, dinero, desde luego mejores establecimientos que...- Dije mirando alrededor.- ...esto. Hombres, artefactos mágicos. Le verdadera pregunta sería ¿cómo podría no serte útil nuestra ayuda?
Deja que nuestra primera colaboración sea totalmente de buena fe. Te ayudaremos ahora mismo en tu cometido. ¿Qué necesitas?

Esperaba que colara y empezara a desembuchar, la verdad es que a pesar de su aspecto parecía un tanto parlanchín, sino no habría soltado aquel comentario del email. Claro que podía equivocarme...

Cuando me siga moviendo, podrás "intentarlo"...

Haces bien en no decirlo en voz alta, Shazael, no nos conviene provocarle.

Aún, humano, no nos conviene provocarle aún. Conozco bien las estrategias de negociación y diplomacia, me he aprovechado de ellas en más de una ocasión. ¿Te he contado cómo hundí el galeón Gloriosa durante el baile de gala diplomático entre España y Holanda en Puerto Real?

Me lo has mostrado en mi mente más de una vez...

Pues por eso dejo de moverme de momento, Dominic. Ya me he separado de tu almirante, y es pronto para romper las negociaciones. Las palabras del " cráneo rojo" son acertadas, y si el candil con patas este decide responderlas como debe, averiguaremos muchas cosas jugosas. Después veremos si mi cola sirve para colgarme a mí... o a él.