Partida Rol por web

Vi aparecer a Tornado justo antes de disparar mi rayo, lo cual resultó bastante inesperado para mí. Confiaba en que ellos estarían librando, en equipo, la batalla contra el enorme dragón mientras que yo luchaba en inferioridad de condiciones contra el secuestrador de Martha. Yo estaba segura de que ese hombre era más poderoso que yo, pero también tenía claro que no podía dejar que hiciera con mi hermana lo que él quería.  Mi poderoso grito hizo sangrar sus oídos y, aunque quería, no tuve fuerzas ni para sonreír.  Esto me está consumiendo poco a poco…

Había vuelto a recibir ese horrible frío que dejaba mi cuerpo sin energía.  ¿Cuánto más voy a poder aguantar?  ¿Cuánto más durará este combate? Esperaba que no se alargara demasiado.  Ahora éramos dos los que nos enfrentábamos al secuestrador… ¿dos? No, éramos más, solo que debíamos derrotar a varios enemigos a la vez y todos jugaban un papel importante en el combate.

Miré un segundo a Tornado mientras me llevaba la mano al lugar que había recibido el impacto en esta ocasión.  Estaba cansada de combatir, cansada de la lucha que nos habían obligado a librar.

-Pase lo que pase sálvala a ella, ¿de acuerdo?

No quería que si algo me pasaba a mí él perdiera el tiempo intentando ponerme en un lugar seguro. Si yo fracasaba ellos debían ocuparse de Martha, de que algo así no volviera a ocurrirle.  Luego volví a fijar mi mirada en nuestro enemigo, que también parecía debilitado. Es nuestra oportunidad.

-Ataca a ese cabrón con todas tus ganas.

Le dije a Tornado, con confianza.  Luego lancé dos de mis potentes chillidos contra él, pero la sensación de que mi cuerpo se iba helando provocaba que me costara centrarme en el combate. Estaba segura de que el único motivo por el que seguía en pie era por Martha, y quizá ni eso acabaría siendo suficiente. 

El demonio Shazael volvía a hacer gala de lo que mejor sabía hacer: rescatar personas en peligro. El gran héroe desapareció y recogió a la jovencita, desapareciendo instantáneamente. Aquél acto desprendido sorprendió a James, quien movió los brazos hacia atrás, desplegando dos alas negras, propias de un murciélago, que pretendía usar para recuperar la presa.

- ¡Amo, se llevan a la chica!

Gritó en ese momento, llamando ahora la atención del dragón. Justo en ese momento, cuatro heroicos diablillos le asaltaban, buscando ayudar de nuevo a otra de las protegidas del capitán, entorpeciendo su visión. Uno de ellos incluso mordía su pierna, sin conseguir gran cosa, salvo romper el pantalón y saborear la piel.

Bastó que el hombre se despistara para que, la gran roca que Tornado trataba de usar como arma, se estampara contra su rostro y lo lanzara hacia atrás, de forma que quedó aturdido. Sus ojos despidieron aquella negrura violentamente, anticipando que iba a atacar de nuevo, en represalia.

Psiónica trataba de volar alrededor de la criatura e intentaba lacerar su mente, pero infructuosamente. Casi a la vez, Sónica trataba de acabar con el hombre que tenía enfrente, pero éste se elevó a tiempo para ignorar sus rayos. De todas formas, ya no tenía interés en ella, sino en el sucio demonio, así que pasó encima de ella sin prestarle más atención.

Dawn arrojaba un nuevo disco. Aprovechó que nadie había cerca del reptil para lanzar uno explosivo, que hizo que la criatura gimiera dolorida.

El dragón se encontraba tan castigado que, la certera flecha de Totem le impactó de lleno y atravesó la piel, provocando ahora un chillido de dolor inmenso. Dokter, que tenía a Psiónica cerca, la golpeó, ahora sí, con tal contundencia, que la hizo caer y dar contra el suelo, fuera de combate.

James, por su parte, lanzó sus poderosos rayos contra Shazael, golpeando su rostro. El pirata rojo notó toda su cabeza helarse, perdiendo momentáneamente el sentido de la orientación. El frío se extendía por su piel, tratando de invadir todo su cuerpo...

El pájaro de trueno continuó con su castigo, metódicamente atacando al reptil y atenazándole, aprovechando vuestros esfuerzos para llevarlo a una situación insostenible.

¡Ouch!

Algo golpea mi rostro en cuanto reaparezco tras agarrar a la chica. Doy varios pasos, desorientado, tratando de no caer al suelo ni soltar a la "doncella en apuros". Joder, esto de ser un puto héroe es más difícil de lo que parece. Todo gira a mi alrededor, el dragón combatiendo al pájaro del trueno, la rubia cayendo, cráneo rojo lanzando discos, ¿eso es una piedra volando?, Sora disparando una de esas flechas suyas...

Sora... Recuerda lo que ha dicho, Shazael, lo importante...

...es la chica, sí, ¡cállate un poco, necesito pensar! -Grito mientras recupero el equilibrio. Ese cabrón ha recibido lo suyo, pero esas alas suyas y el grito que ha dado antes dejan claro lo que piensa hacer. ¡Que ganas tengo de hacerle caer!

No es momento de venganzas, Shaz, Martha...

No sabes nada, Dominic, ¿es que no aprendes? -Digo con una sonrisa, relamiéndome los labios- Hay muchos tipos de venganza...

Quiere a la chica. La necesita. Se lo ha gritado a su amo, ha invocado esas alas porque tiene que venir a por ella. Es su debilidad, y los demonios vivimos de eso, de explotar debilidades... Mientras necesite venir a por mí, será un blanco a batir por los demás. El dragón va a caer, Thunderbird podrá con él si tiene un poco de ayuda, y cuando lo haga todo el grupo va a acribillarle a base de bien. Aunque haya caído la rubia con mala leche. Así que, Dominic, dime, ¿cual es la estrategia?

¿Ganar tiempo?

Ganar tiempo.

¡Eh, tú! -Grito al idiota, desafiante- ¿La quieres? Ven a por ella...

Y desaparezco, teleportándome todo lo lejos que puedo de este campo de batalla.

Mis ataques fallaron debido al movimiento de nuestro enemigo. Shazael apareció,  llevándose con él a Martha, lo que me puso más tensa. ¿Qué iba a hacer con ella?  ¿Usarla como señuelo? ¿y qué pasaba si se alejaba demasiado y lo dejaban inconsciente? ¿quién se haría entonces cargo de ella?

Lancé otro de mis gritos, ya de forma desesperada, por el miedo de que algo malo le volviera a ocurrir a Martha, que seguía en medio de algún trance.  Mis ondas se desviaron de su rumbo, haciéndome ver que estaba perdiendo la perspectiva del combate.

Decidí tomarme un segundo para mirar a mi alrededor y ver como Psiónica se encontraba en el suelo, presumiblemente inconsciente.  El resto quedábamos en pie, luchando contra James, el dragón o Dotker. Sin embargo yo solo podía preocuparme por una persona y por el que quería hacerle daño.   Finalmente mis ojos se posaron en James, preparándome para deslizarme y seguirlo por el terreno.

-¡Shazael, no dejes que le pase nada a ella!

La ofensiva contra el dragón en que se había convertido Dokter continuaba, cuando escuché cómo Marshall informaba al que llamaba amo de que se llevaban a la chica.

Bien, Shazy…

Pude ver como mis compañeros, a excepción de Sónica y Shazael que se ocupaban de Martha, atacaban a la criatura con bastante acierto, justo antes de que yo también pudiera intervenir. El estado en el que la habían dejado posibilitó que mi flecha diera de lleno en la criatura, haciendo que este chillara de dolor.

¡Sí! Cuando acabemos con él, todo habrá terminado…

Sin embargo, Dokter se revolvió, propinando un duro golpe a Psiónica que la hacía golpearse contra el suelo.

- ¡NO! ¡Psiónica!

Arco en mano, di un largo salto hasta alcanzarla, como siempre con la ayuda de los espíritus, comprobando al colocarme junto a ella que había quedado fuera de combate.

- ¡Está bien! ¡Pero ahora somos uno menos! – grité a mis compañeros.

En ese momento escuché gritar a Sónica y también a Shazael, lo que hizo que girara mi rostro hacia ellos para ver qué pasaba. La chica le pedía que cuidara de su hermana, y este desaparecía poco después, quién sabía rumbo a dónde.

Ten cuidado, Shazael. Tenemos que terminar ya con esto…

Miré a Psiónica y salté hacia delante, alejándome de ella lo suficiente como para que no la alcanzara un contraataque, pero lo suficientemente cerca para reaccionar ante cualquier contratiempo que la pudiera afectar.

Volví a estirar mi brazo, mientras respiraba profundamente, provocando que las raíces que formaban mi arco se aferraran con más fuerza a mí; aquellas formas semitransparentes parecían percibir lo que sentía. Preocupación, rabia, dolor. Tomé la fantasmagórica cuerda entre mis dedos y tiré de ella, haciendo que una nueva flecha luminosa brotara de la nada.

- Deja en paz a los míos… Sí, ellos también son de los míos... – murmuré mientras apuntaba a Dokter, soltando la flecha cuando lo creí más adecuado.

De nuevo, una explosión del demonio-samaritano Shazael anunció su marcha. El espacio dejó de tener sentido para él y cuando el humo se despejó, se encontraba de nuevo en la ciudad, sobre una azotea, viendo a lo lejos la montaña y un destello azulado con forma de ave sobre ella.

- ¡Malditos seáis, no os la llevaréis!

Gritaba James, mientras se impulsaba gracias a sus alas, tratando de alejarse, cuando el viento se arremolinó a su alrededor, formando un gran tornado que le detuvo en seco. El intento vendaval lo zarandeó, haciendo que girara. El hombre esperó el momento para poder verlo y arrojar sus poderosos haces helados.

Sónica había calculado el movimiento del enemigo, pero cuando el torbellino hizo acto de aparición, propició también que el grito de la mujer no llegara a ningún lado. La parte positiva es que ahora James parecía incapaz de moverse, atrapado por Tornado gracias a uno de sus poderes más tácticos.

En el otro lado, la situación era igualmente favorable. Dawn seguía acosando al dragón, sin miedo y posiblemente con demasiada osadía. Pero esta vez su disco luminoso le acertó en las mandíbulas y le hizo gritar, combinado con la nueva flecha de Totem, que se hundió en el abdomen de la bestia, la cual no dejó manar ninguna sangre, pero sí escapó de ella otro nuevo grito. La criatura se veía debilitada, mientras el ave espiritual seguía con la lluvia eléctrica sobre él.

Dokter no era ningún estúpido y en ese momento, supo que no había nada más que hacer ahí.

- Mataré a vuestros seres queridos. Lo juro...

Dijo la enorme criatura mientras se desdibujaba, convirtiéndose en una mancha negra informe que acabó cayendo hacia el suelo, pero no llegó a tocarlo, sino que se evaporó unos metros antes. El dragón había desaparecido, dejando a su lacayo detrás.

James mostró una expresión de desconcierto al verse abandonado, abriendo desmedidamente los ojos, pero trató de convertir ese miedo en furia y envió finalmente sus rayos oculares hacia Malik, quien recibió el golpe en su cuello y gritó en consecuencia, mientras su cuerpo experimentaba algo parecido al congelamiento. Inmediatamente, el ex-soldado se rodeó con sus propios brazos, mostrando en su rostro la angustia por el temible ataque recibido. 

El pájaro de trueno descendía en ese momento hacia el suelo, aproximándose hacia la india.

- ESTOS DEMONIOS ME HAN ENGAÑADO. - Dijo aceptando su error. - HA TENIDO QUE VENIR UNA GUERRERA Y SUS EXTRAÑOS CAMARADAS PARA QUE LO VIERA. - Comentó, concediendo el mérito a Tótem y al resto, aunque Shazael ya no estaba presente para escucharlo. Pájaro de Trueno observó la escena, pero pareció decidirse por no intervenir más. Érais muchos contra el único enemigo que quedaba.

El tornado que engullía a James lo volteó, forzándolo a girar, de forma que perdió la concentración. Su aspecto se retorció entonces, creciéndole una alargada mandíbula, dos cuernos en su cabeza, perdiendo todo aspecto humano para mostrarse como un demonio de sombra. El pretendido periodista nunca había sido humano. A diferencia de otras sombras, de ésta emanaba una pequeña luz roja desde las cuencas oculares.

El demonio trató de recuperar la estabilidad, para seguir atacando al grupo, a pesar de encontrarse sólo.

En la ciudad, el demonio rojo mantenía a la jovencita en sus brazos, la cual seguía inconsciente. Un pequeño torbellino se había formado en la cima de la montaña y la figura luminosa había descendido. La tormenta había reducido la velocidad atroz a la que se expandía y ahora rondaba la ciudad, estática, de hecho, comenzó a llover.

El agua caía sobre todos vosotros, fría.

¡Eh, espera! ¿Qué...?

En lo alto de la azotea, en la ciudad, con la joven Martha inconsciente en mis brazos, recupero el control de mí mismo, de mi cuerpo, de mi yo. El demonio, a regañadientes, herido en su desmedido orgullo, se ve forzado a retraerse al interior de mi consciencia, desde donde no para de quejarse de que no le permita seguir actuando, aunque la batalla no haya concluido.

Lo siento, Shazael. Ahora lo que importa es Martha, y no creo que seas el más adecuado para despertarla...

Miro en dirección a la montaña, donde se ha formado un torbellino. La tormenta eléctrica ha descendido, puede que Thunderbird esté dejando de luchar, pero la gran nube continúa creciendo, llegando casi hasta nosotros. Al menos, crece más despacio que antes. Elevo mi rostro observando la oscuridad que se cierne sobre nosotros, cuando las primeras gotas humedecen mi cara, que por fin es mía. Es una sensación agradable, que poca gente sería capaz de comprender. Que tu rostro sea realmente tuyo.

Vamos, Martha, tienes que despertar... -Digo mientras me siento en el suelo, con Martha a mi lado, sujetándola en mi regazo, sacudiéndola ligeramente y con cuidado- Venga, guapa, abre los ojos. -Insisto, dándole unas suaves palmadas en la mejilla, esperando que reaccione. Porque si no responde a esto, no se lo que voy a hacer. Me he quedado sólo, y no puedo volver con los demás. Si vuelvo con ella, la pongo en peligro de nuevo; si la dejo aquí... no, dejarla aquí sola no es una opción. Pero si su sueño es inducido por algún tipo de magia, no podré hacer nada, es desesperante- ¡Martha, despierta!

Shazael terminaba de desaparecer de la escena junto a mi hermana; al menos la alejaba de nuestros enemigos, pero era peligroso que él solo se encargara de su protección si alguno de los perseguidores de Martha tenía la misma habilidad de desaparecer que el demonio.

Protégela... no dejes que le ocurra nada malo. Ya ha sufrido suficiente. 

Dotker abandonaba la pelea, dándose cuenta de que era imposible ganarnos a todos mientras estábamos juntos; no tenía tiempo para sonreírle y decirle que lo peor que había hecho era decidirse por unirse a los malos. Yo seguía obcecada con la idea de dejar a James fuera de combate, tanto porque era mi contrincante como por el hecho de que era uno de los responsables de lo que le ocurría a Martha.  Tenía que pagar por lo que estaba haciendo.  Por suerte Tornado lo había atrapado, impidiéndole perseguir a mi hermana y al demonio rojo.

Eso es, tenemos que mantenerlo alejado de ella. Si acabamos con él podremos despertar a Martha. Aunque... ¿qué pasa con Pesadilla?

Al ver que el humano se transformaba en un horrible demonio me quedé paralizada unos segundos, pero ya habíamos hecho frente a un dragón de oscuridad, por lo que el nuevo enemigo acabaría convirtiéndose –o eso esperaba yo- en otro caído más.  Tornado resultó herido por esos fríos rayos que lanzaba James, y yo volví a atacarlo, aunque lo que menos se me apetecía era ser el objeto de su ira en esos momentos. . Teníamos que lograr tumbarlo antes de que nos congelara a todos. 

Tornado y Sónica continuaban ocupándose de Marshall después de que Shazael desapareciera, tratando de mantener a raya al tipo y que no fuera tras Martha. Al mismo tiempo, Dokter decidía emprender la retirada, jurando matar a nuestros seres queridos, para desdibujarse y esfumarse antes de llegar al suelo.

Esto pareció alterar aún más a Marshall, que desconcertado atacaba a Tornado, poco antes de que el espíritu eléctrico se acercara a mí.

- ¿Tornado? ¿Estás bien? – grité a mi compañero, mientras mi arco se desvanecía, girándome justo después hacia el gran ave; en cuanto esta comenzó a hablar. – Gracias por tu ayuda. – le dije solemne, intuyendo que sus palabras eran una despedida, tendiendo mi mano cerca de su manto eléctrico, aunque sin tocarlo, en lo que simulaba una caricia al animal.

Efectivamente, el ave decidió retirarse también, mientras James Marshall tomaba una nueva forma, una que nos era más que familiar.

Es… ¿Es el mismo demonio del hospital?

Se había reído todo este tiempo de nosotros, pero por suerte para él, no perdería mi tiempo riéndome de él. Sólo quería acabar con eso cuanto antes, liberando por fin a Martha para que pudiera volver con su hermana, y liberar también a la ciudad de aquellos seres.

La lluvia comenzó a caer entonces sobre mí, pero aun así me vi obligada a quitarme aquella chaqueta que me prestara Dominic; no sin antes guardar algunas cosas en los bolsillos de los shorts. Cerré mis ojos, con la prenda entre mis manos, volviendo a invocar a Willa; que a buen seguro se encontraría ya recuperada.

- Amiga… - acaricié la enorme cabeza del águila gigante, mostrándole aquella prenda. – Necesito que encuentres a Shazael, el demonio rojo, o en su defecto al humano que llevaba esto. – acerqué la chaqueta a la parte superior de su pico, donde se encontraban sus orificios nasales. – Su pantalón es también de este verde, y su pelo es amarillo, como tu cera. – sonreí al animal, permitiéndome un segundo para disfrutar de su belleza. – Custodian a una chica negra, seguramente dormida. – le tendí la caqueta por encima. – Infórmame en cuanto sepas algo, Willa, esta es la batalla final. Sé que cumpliras con tu deber. Vamos, ve. – le insté así a marcharse.

Esperaba que Willa pudiera encontrar a Shazael o Dominic con facilidad. Entre su gran vista y capacidad de localización, como ave rapaz que era; y su olfato, el cual se había demostrado hace relativamente poco que era más importante en las aves de lo que tradicionalmente se pensaba, estaba convencida de que era la adecuada para aquella misión.

Me giré entonces hacia James, viendo como Sónica le atacaba, dispuesta a hacer yo lo mismo. Volví a extender el brazo y a susurrar por la ayuda de los espíritus, dejando que las raíces me poseyeran y formaran de nuevo mi arma. Estiré mi brazo hacia atrás y una nueva flecha apareció, fecha que en seguida solté, dejando que esta volara hasta el demonio de sombra.

La lluvia caía sobre toda la ciudad y sobre las montañas. La tormenta, de hecho, cubría más de un centenar de kilómetros, pero no era tan extensa como podía haber llegado a ser. ¡Aquella gran amenaza iba a quedar reducida, gracias a vuestra intervención, en un riego improvisado a finales de verano!

Tratásteis de derribar al demonio que se debatía en el remolino, incapaz de desplazarse, pero vuestros ataques no fueron afortunados. Dawn y Tornado tuvieron más suerte, el primero con sus característicos discos, golpeando lo que eran sus alas, y el segundo extrayendo su pistola, pues ya no podía optar por lanzar rocas. Hizo varios disparos seguidos, que consiguieron hacer algo de mella en su inestable cuerpo.

El gran espíritu no iba a marcharse dejando allí un enemigo, de modo que graznó, despidiendo una considerable cantidad de energía que golpeó también a la criatura, pero ésta aguantaba. Era lo suficientemente dura como para resistir y terminó realizando su propio ataque, recurriendo una vez más a sus propios rayos de una abyecta energía, los cuales impactaron a Malik y le hicieron caer, quedando postrado en el suelo y tratando de soportar un frío como jamás había sentido antes. El tornado al fin desapareció y la criatura pudo de nuevo batir sus alas para elevarse ligeramente.

- No podéis vencerme a pesar de vuestra ventaja, ¡sois patéticos!

Dijo, tratando de ganar altura, mientras los diablillos se teleportaban e intentaban morderle, inútilmente. No lograban herirle y eso parecía desesperarles.

- ¡Vas de valiente pero lo que quieres es huir, vaya capullo! ¡Huye, huye, cobarde! - Comenzaron a corear, tratando de enojarle. Los bastardos de Shazael trataban de enfurecerlo, sabiendo que eso podría causar que hiciera una estupidez.

Willa, mientras tanto, asintió a su compañera y se preparó para partir, en busca de aquél humano o demonio, el cual se encontraba en la ciudad, tratando de despertar a la adolescente. Lamentablemente ella no parecía reaccionar. Martha movió ligeramente el rostro a un lado, pero, aún con el ceño fruncido, seguía viendo extrañas imágenes, solo que, poco a poco, la fueron abandonando las pesadillas y su rostro se iba permitiendo un poco de tranquilidad. Aún así, seguía sumida en el sueño y las palabras de Dominic no parecían llegar a ningún lado.

No, no, no despierta... ¿Qué pasa si no despierta? Hemos venido para eso, para sacarla de este coma inducido, para salvarla. Y, con ello, para salvar todo el maldito mundo, evitar ese apocalipsis, ese "infierno en la tierra"... ¿Qué pasa si no puedo despertarla...?

¿Qué esperabas, humano? Está en un sueño inducido por la magia, ¿de verdad creías que unos cachetes en la mejilla bastarían?

Estábamos tan cerca, ahora que habíamos comenzado a derrotar al enemigo, que parecían ceder terreno... Llevarnos a Martha fuera del campo de batalla parecía buena idea -Y lo es- pero ahora estamos aquí, lejos de nuestros compañeros, sin saber siquiera cómo les va o si necesitan ayuda...

Dame el control...

¿Qué piensas hacer, Shazael?

Lo sabes perfectamente, Dominic. Lo temes, como lo temo yo también, pero compartimos la misma mente, el mismo cuerpo, el mismo alma, sabes en qué estoy pensando, sabes lo que pienso hacer. Es lo que siempre he hecho, aquello para lo que valgo. Dame el control, deja a la chica a buen recaudo, y acudiré al campo de batalla a terminar lo que empecé. Nadie tiene que sufrir más daño, Dom. Ya viste caer a la rubia, ¿quieres ver caer también a Sora?

Sora...

Eso es un golpe bajo, demonio. Utilizarla de este modo para convencerme...

¡¡A la mierda, humano!! ¿Crees que no me preocupa a mí también? ¿Crees que me importa un bledo lo que le pase? No se lo que me has hecho, lo que me ha hecho Extraño, pero por vuestra puta culpa siento cosas que no debería sentir. Así que, cuando todo esto termine, abrázala de mi parte, pero para que ese instante llegue, ¡déjame hacer mi trabajo!

S-Shaz... Shazael...

Y no me hagas hablar más de esto...

Desconcertado por su confesión, dolorosa a buen seguro, no puedo sino mirar el cuerpo inconsciente que sostengo entre mis brazos. Martha. Todo empieza y termina en Martha. Pero, en el camino, Shazael lleva razón. Todo se decide en realidad en esa montaña. Y estamos perdiendo el tiempo en esta azotea.

Está bien, demonio... -Deposito con cuidado a la chica en el suelo, y me pongo en pie, decidido- Desenvaina tu espada y haz lo que sabes.

¡¡BASTARDOS!! -Exclamo antes incluso de que el humo de mi aparición se disipe. Mi cola se agita nerviosa, como una serpiente, y mis ojos brillantes se clavan en el campo de batalla del que he huido no hace mucho llevándome el gran botín, pero al que debo regresar. Mis bestiecillas van pareciendo a mi alrededor, marineros de primera no muy disciplinados pero suficientemente capaces- Esta azotea es nuestro navío, muchachos. Esta chica es el botín. Puede que quieran arrebatárnosla, pero no les daremos opción. Ella es vuestra responsabilidad, aseguraos que no sufra el más mínimo daño. Si tenéis cualquier problema, que uno de vosotros venga a buscarme. -Extraigo mis espadas de sus fundas, con la vista en la montaña, relamiendo mis colmillos con una sonrisa- Voy a abordar a nuestros enemigos, no tardaré. -Digo antes de desaparecer, en dirección al campo de batalla.

Dawn y Tornado tuvieron éxito con sus ataques, no así Sónica y yo, que no logramos dañar a aquella criatura que parecía hacerse fuerte. El espíritu pareció querer colaborar antes de marcharse definitivamente, pero aun así, no pudimos impedir que el demonio atacara a Tornado, provocando que este también cayera.

- No… ¡NOOO! – grité, al ver que no emprendía el vuelo y continuaba cayendo, hasta dar con sus huesos en el suelo.

Al igual que Psiónica, había quedado fuera de combate, y tras comprobarlo eché una significativa mirada a Sónica y Dawn.

- Sólo quedamos nosotros… - murmuré a la mujer, que se encontraba más cerca de mí.

En ese momento los pequeños secuaces de Shazael trataban de atacar al demonio, que comenzaba a elevarse, pero estos no conseguían gran cosa; increpando al demonio de sombra por querer huir.

No íbamos a permitir aquello, así que en seguida retomé la posición de ataque, pero entonces…

¿D-dónde van?

Los diablillos rojos comenzaron a desaparecer, lo que me puso aún más tensa.

¿Qué pasa? ¿Están en peligro? ¿Los ha encontrado Dokter y necesita ayuda?

Evité decir nada en alto por no alarmar a Sónica, pero me puse tremendamente nerviosa al no comprender lo que estaba pasando. Aun con el arco en mano, cerré mis ojos, tratando de concentrarme para comunicarme con Willa.

- Date prisa, Willa. Podrían estar en peligro, puede que tengas que combatir. Rápido, por favor…

Cerré mis ojos con más fuerza aún, apretando mis dientes mientras clavaba una rodilla en el suelo, para después hacer los mismo con la otra. Abrí los ojos y aflojé mi mandíbula, mirando fijamente mi objetivo y sentándome sobre mis rodillas, sintiéndome en paz conmigo misma; aunque sin aplacar mi espíritu combativo.

Estiré mi brazo y el arco comenzó a brillar con más fuerza. En seguida estiré mi otro brazo hacia atrás, tirando de la cuerda e invocando una nueva flecha, aquellas que los espíritus creaban para mis nobles propósitos, y que me ayudaban a guiar. Pero ahora, aquello no era suficiente, necesitaba un poco más de ayuda, imbuir aquel proyectil de algo más…

- Arraigad en él… - susurré, suplicante, sintiéndolo como el más profundo de mis deseos.

Aquel susurró iba hacia ellos, a mis padres y madres, esos que siempre cuidaban de mí, que me guiaban y protegían, salvándome incluso de las más duras caídas. Esos que siempre estaban a mi lado, espíritus de muy diversas naturalezas, pero siempre del lado del bien.

Comencé entonces a cantar, mientras apuntaba a aquel demonio que parecía querer marcharse o encontrar una mejor posición de ataque. No podía permitírselo, había vidas en juego; la de cuaqluiera que se cruzara en su camino, la de Martha y también las de…

Dominic y Shazael…

- “AH-UH NAYAH OH-WA OH-WA. SHON-DAY OH-WA OH-WA. SHON-DAY CAN-NON NON NOHA…”

Con aquel cántico, aquella ofrenda, pretendía convocar el poder de los espíritus; permitiéndome así ayudar a los míos. Sabía que la fuerza espiritual de aquellos que siempre me acompañaban podría hacer mucho daño a ese demonio, en cuyo interior no podía habitar nada más que el mal…

Algunos de nuestros ataques volvían a fallar mientras que otros golpeaban con certeza a nuestro enemigo. Yo empezaba a preguntarme si había superado mi límite con el daño sufrido a causa de ese frío abismal, pero aunque así fuera no podía detenerme en medio de una batalla. Me tomé un segundo para coger aliento.

Ya estamos más cerca del final. Podemos hacernos cargo de él, podemos salvar a Martha.

Y en ese momento el universo se decidía por complicarnos más las cosas, haciendo que Tornado cayera. Le dediqué una rápida mirada para comprobar que seguía con vida ya que me preocupaba el estado en el que se encontrara.

Ese hijo de puta es demasiado resistente... y ya han caído dos de los nuestros.

Los diablillos, por su parte, intentaron atacar con poco éxito y luego comenzaron a marcharse. ¿Qué está ocurriendo? Quizá Shazael se encontrara en problemas, y eso implicaba que Martha también estaría en ellos. Preferí no pensar demasiado en eso porque tampoco podía localizar al demonio en esos momentos. Confiaba en que pudiera cuidar de mi hermana.

Mientras intentaba lanzar otro de mis gritos noté el cántico de Tótem y me desconcentré ya que su gesto me había parecido sorprendente y sereno. Empezaba a entender porqué Extraño les había confiado una misión como esa. Un último esfuerzo y esta pesadilla habrá acabado. 

Los diablillos se miraron entre ellos y desaparecieron de la escena, dejando tras de sí algunas preguntas que pronto fueron contestadas con la reaparición de Shazael, entre una nube de humo que pronto fue dispersada por el viento.

Sónica y Dawn se esforzaban en tumbar al ser de sombras, pero éste maniobraba ágilmente esquivando sus ataques. 

- ¡Ánimo Sónica! - Gritó el hombre, que había optado por seguir atacando, pasara lo que pasara. Se colocó encima del monstruo, intentando que no pudiera ascender, pero realmente fue Totem quien intervino para cambiar ese aspecto. La nueva flecha que invocó era en efecto, diferente a las anteriores, y al ser lanzada y alcanzar su blanco, pareció estallar en diminutas semillas, las cuales se esparcieron por su cuerpo y germinaron, entrelazándose y cautivando las alas. El demonio trató de batirlas de nuevo, pero le resultó imposible, pues se encontraban presas y entonces comenzó su caía vertigionosa. 

No había demasiada altura, pero el impacto contra el suelo fue demasiado duro para soportarlo. Esperábais que se levantara y siguiera el combate, pero la criatura alargaba su brazo, tratando infructuosamente de recuperar la verticalidad.

Sin fuerzas, trató al menos de arrastrarse, en un intento desesperado, pero no quedaban más fuerzas en su cuerpo antinatural.

- Dejadme ir...

Dijo ahora, ansiando marcharse de ese lugar. Viéndose al fin derrotado, incapaz incluso de reunir el suficiente poder como para atacaros.

La voz del gran espíritu se elevó entonces.

- QUIENES SOIS VOSOTROS. - Dijo refiriéndose claramente a todos menos a Sónica. - NO IMPORTA. HABÉIS LUCHADO BIEN Y CON ASTUCIA. YA SÓLO ME RESTA DECIROS QUE ESTARÉ ATENTO A VOSOTROS EN EL FUTURO. PUES HABÉIS ESTADO DE MI LADO CUANDO HACÍA FALTA.

Mientras, en una azotea lejana, los diablillos observaban a la chica dormida sin saber qué hacer. 

¡Tranquilos, mis bravos piratas! ¡El Capitán Rojo ha regresad...! ¡Oh! -Un simple salto, y regreso de nuevo a la contienda. La nube de azufre se disuelve en pleno movimiento, avanzando como voy con las espadas en ristre, sonriendo y deleitándome en la sangre que arrebataré a mi enemigo. Hasta que veo esa explosión en él, semillas brillantes que se extienden a su alrededor, rodeándole mientras germinan sobre su piel y le hacen caer- Wow... Esto... es...

Impresionante...

...una mierda. -Digo, indignado, encogiéndome de hombros con molestia- ¿He llegado sólo para ver el final? ¡Qué decepción!

Hago girar mis espadas alrededor de mis muñecas, antes de guardarlas a mi espalda, y camino unos pasos en dirección al engendro que se hace pasar por demonio, agitando mi cola.

¿Ya está? -Digo malhumorado, observando al engendro debatirse sin fuerzas en el suelo- ¿Eso es todo? ¿Se ha...?

¿...Terminado? -Termino con mi propia voz la pregunta del defraudado demonio, recuperando el control con una nueva explosión ahora que parece que no hacen falta sus habilidades. Lo cierto es que se bien cómo se siente. Yo me he sentido igual de impotente e inútil al tratar sin éxito de despertar a Martha. No parece que haya servido de mucha ayuda, en realidad. En cualquier caso, es como debía ser, supongo. Era el destino de ellos enfrentar este desafío, yo sólo estaba aquí para utilizar al demonio como apoyo. Una simple ayuda. Los héroes siempre han sido ellos...

Eh, Dominic, te has apresurado demasiado... que el tío no está muerto del todo, déjame rematarle...

Ignorando la petición de Shazael, me dirijo junto a Sora, que está arrodillada en el suelo tras ejecutar el mágico y espiritual disparo de la victoria. Le ofrezco mis manos para ayudarla a levantarse, con una tímida sonrisa.

Lo hiciste, Tótem... -Digo con una amplia sonrisa, recordando nuestra conversación tras el incidente de la cabaña, sus inseguridades, el miedo a no estar a la altura en esta su gran prueba- Al final, lo hiciste, ¿no es así? Los espíritus estarán orgullosos de ti... -Me atrevo a aventurar- Y-yo lo estoy... -Susurro una vez se pone en pie.

Miro alrededor, comprobando el estado de las cosas. Además de nuestro enemigo caído, veo a Psiónica y a Tornado caídos, inconscientes. Sónica y Dawn aguantan, aunque ella debe estar preocupada por su hermana. Levanto la mirada hacia el cielo, para comprobar el estado de la tormenta, sintiendo algunas gotas cayendo sobre mi rostro.

¿Ya está? ¿Con su caída se vendrá abajo ese hechizo de oscuridad? -Pregunto sin saber muy bien si alguno de los presentes puede tener una respuesta- Tengo a Martha en una azotea, a resguardo y custodiada por los diablillos de Shazael. Propongo coger a los heridos y pasar a recogerla, y acudir a la mansión de Extraño. No he podido despertarla, supongo que se requerirá magia para hacerlo...

El ataque de Tótem acabó derribando al ser infernal, quien sufrió el golpe de la caída desde su posición y eso le dejó sin ser capaz de seguir luchando.  Cansada, apoyé mis manos sobre mis piernas y cogí aire mientras intentaba recuperar las fuerzas tras ese combate. Había estado cerca de la muerte, pero vivía para luchar un día más. Eso si no aparece algún enemigo más al que debamos enfrentarnos para despertar a Martha de lo que le estuvieran haciendo.

Shazael apareció rápidamente para intentar seguir con el combate pero se había perdido toda la diversión.  El humano tomó el control y comenzó a hablar con Tótem, tratando de felicitarla y darle ánimos.  Yo caminé a paso lento hasta Tornado para comprobar que siguiera con vida mientras escuchaba la pregunta de Dominic, para la que no tenía respuesta alguna.

-¿No has podido?- realmente era lógico si la magia estaba de por medio.  Me agaché para ver el estado de Tornado. Si confiáis en Extraño entonces deberíamos ir cuanto antes. No sabemos cómo lo está pasando mi hermana en ese estado, y me gustaría que se mantuviera lo menos posible de esa forma.   Por cierto- señalé con la mirada a nuestro enemigo- también tenemos que hacer algo con él. No podemos dejarlo aquí.

Suspiré, tomándome un instante para mirar a los que permanecían en pie. No sabía si fuera de esta misión trabajarían como equipo o no, pero desde luego habían actuado apoyándose los unos a los otros.  Habéis hecho un gran trabajo. Muchas gracias, de verdad. Estoy en deuda con vosotros. 

Los espíritus habían escuchado mis súplicas, estas y mi cántico, que no hacía más que demostrarles toda mi devoción hacia ellos. El demonio de sombra se vio invadido por las semillas en las que estalló la flecha, dejándose atrapar por las ramificaciones que brotaron de estas, atrapando sus alas sin remedio. De este modo, la criatura comenzó a caer, tratando de alzarse sin remedio, para finalmente recibir un duro golpe contra el suelo que le dejó fuera de combate.

Observé lo que sucedía mientras continuaba cantando, inclusive sus súplicas, que estaba segura de que nadie atendería. Estaba tan inmersa en aquella petición que ni siquiera me di cuenta de que Dominic había vuelto hasta que la canción llegaba a su fin y le vi a mi lado, tendiéndome ambas manos.

Me encontraba cansada, muy cansada, y respirando con agitación acepté sus manos, levantándome bastante fatigada. También estaba empapada, tenía frío, y continuaba con aquel top raído; pero aun así, me levante sonriendo, por las palabras que el rubio me ofrecía.

- G-gracias… - respondí a su susurro, con la voz entrecortada. – Pero… Hemos sido todos… Todos. – dije soltando sus manos, dispuesta a dejarme caer sobre él en un abrazo, pero me detuve en seco, mirándole con dureza.

¿Qué hace aquí? ¿Y Martha?

Se había dado la vuelta antes de que pudiera increparle, mirando el panorama, para después informarnos de que Martha estaba bajo la custodia de los diablillos de Shazael y proponer los siguientes pasos a dar. No pude evitar esbozar media sonrisa ante ello, a pesar de mi ligero enfado con él; cada vez veía más claro cual era el papel de Dominic en este equipo.

Sónica también intervino, preocupada por su hermana, pero también haciendo un importante apunte; qué era lo que deberíamos hacer con la criatura. Entonces nos dio las gracias, y di un paso hacia ella, posando mi mano en su hombro.

- No tienes que darnos las gracias, era lo que teníamos que hacer. – le sonreí, apretando su hombro con delicadeza, para volverme después a todos. – Que Martha no haya despertado no es raro, está dentro de lo que nos dijo el Dr. Extraño. Sus instrucciones eran llevar a Martha a la mansión si no conseguíamos despertarla nosotros mismos. Así que como decíais, es lo que haremos.

Solté a Sónica y miré a la criatura, sin poder evitar mostrar enfado en mi rostro.

- No sé que haremos con él, habrá que pedir ayuda también al Dr. Sugiero que unos pongan a Martha a buen recaudo, mientras otros esperan aquí por el Doctor o Clea, vigilando a esa cosa…

Entonces comencé a caminar, dándole la espalda a mis compañeros, alejándome varios metros de estos y fijando mi vista en la ciudad.

- Willa, ¿Estás ahí? Son muchas las criaturas rojas que custodian ahora a la chica, si no los encuentras pronto, regresa a mí… - le dije con los ojos cerrados, a través de nuestro vínculo mental, antes de… - ¡Achís!

Que todo sea haber cogido un resfriado…

Reí para mí, agarrando mi ropa y comenzando a escurrir esta.