Partida Rol por web

Nuestra huida se había visto impedida nuevamente por la aparición de una nueva figura, el Doctor Extraño. Yo no lo conocía, pero el resto ya lo había mencionado varias veces como la persona que los había reunido para hacer algo. Yo me preguntaba si ese Doctor era el real, o si se trataba de otra alucinación, pero la forma en la que Martha y el ser lo miraban decía bastante sobre la veracidad de su presencia.

En cuanto usó el objeto que tenía en su pecho Martha se desvaneció y yo me sentí estúpida por haber creído que esa ilusión era mi hermana. Estaba tan cansada y abatida que no me veía con fuerzas de seguir luchando, por no mencionar el horrible dolor que sentía mi cuerpo en esos momentos. Tengo que seguir avanzando. Pararme aquí no es la solución.

Las últimas palabras que Extraño nos dedicó me hicieron quedarme aún más confundida, pero supuse que hablaba del resto. Yo solo estaba ahí por mi hermana, la cual había sufrido un infortunio que la había arrastrado hasta esta pesadilla. Yo no era ninguna elegida ni nada de eso, sino más bien el fruto de unas horribles circunstancias.

En un abrir y cerrar de ojos aparecimos de nuevo en otro lugar diferente al anterior. En mi pecho volví a sentir la dirección en la que se encontraba Martha, pero no estaba muy convencida esta vez puesto que no estaba segura de qué era real y qué formaba parte de un sueño. Miré a los demás, comprobando que todos estuvieran a salvo y resoplé. Cuando Carrie señaló una dirección y vi lo que parecía ser nuestro próximo objetivo sentí que las piernas me temblaron ligeramente, a modo de advertencia.

Tenía que parecer realmente poco convencida porque Malik se acercó a mí para consolarme. Le dediqué una sonrisa triste, porque no tenía ánimos para más. Es solo que... no entiendo todo lo que ocurre. Estoy cansada de luchar y no dejo de sentirme culpable. No quería mencionar el hecho de que una parte de mí pensaba que ya era demasiado tarde para salvar a mi hermana, y aunque la salvara jamás podría olvidar todo lo que estaba sufriendo. La mayor parte de todo lo que le había pasado era culpa mía. Solo quiero acabar con esto, pero no sé hasta qué punto seré útil a partir de ahora- le confesé. No puedo dejar que acabe así la historia para ella. Al menos tengo que sacarla de ese sitio. El vínculo dice que Martha está en la zona del ave gigante, pero no sé si será otro truco. 

A punto estamos de cruzar el portal, con la esperanza de escapar a través de él, cuando algo nos empuja y caemos al suelo. Inconscientemente, mi mano busca la de Sora, que tiraba de mí, cuando nos separamos y ruedo por el suelo, oyendo la voz de Stephen ante nosotros. Todo era un truco, un maldito truco para entrar ahí. Nos libramos la primera vez al dejar que Shazael nos llevara, pero ha hecho de todo para seguir intentándolo. Martha y Clea se desvanecen, engaños de Pesadilla que Extraño deshace ante nosotros antes de enfrentarle. Nos insta a enfrentar la tormenta, que podemos hacerlo.

Nosotros no, Dominic, ellos son los elegidos...

El demonio, nuevamente, me desvela la verdad. Son ellos los que fueron elegidos para esto. Algo habían dicho de unas marcas en su piel. Yo... nosotros sólo nos hemos acoplado como apoyo. Ellos son los que pueden vencer a la tormenta.

Pero eso no significa que nosotros vayamos a quedarnos atrás...

No, claro que no. No vamos a hacer eso. Estamos aquí para ayudar. Puede que nosotros no podamos derrotar a la tormenta, pero podemos...

...Proteger a Sora.

...Proteger a Sora.

Espera, ¿qué?

El mundo cambia a nuestro alrededor, mientras oigo a Extraño decirle a Sora algo antes de que su voz desaparezca, y pronto nos vemos en medio del bosque de nuevo, aunque lo que más me desconcierta es la declaración de intenciones de Shazael, igual a la mía, confesada abiertamente, aunque ahora guarde silencio. Y el miedo a que el hecho de que pensemos igual signifique...

Me incorporo lentamente, hasta quedar sentado en el suelo. Me paso el dorso de la mano por la frente, descubriendo una húmeda capa de sudor por el dolor padecido en la trampa de Pesadilla. Sónica habla de la dirección de su hermana, sin mucha convicción, señalando la tormenta a lo lejos, donde un inmenso ave eléctrico surca las nubes, haciéndome estremecer.

¿Sor...? -Me detengo al recordar que no quieren que se usen sus nombres personales en público, y rectifico- ¿Totem? ¿Estás bien? -Me pongo en pie, pesadamente, y me acerco ofreciéndole mi mano para ayudarla a que se levante- Con vínculo o sin él, parece que tendremos que ir a esa tormenta. -Digo para todos, ante las dudas de Sónica. Miro a Tornado, a Dawn, a Psiónica, y finalmente a Sora, a mi lado- Fuisteis elegidos para esto. Sin temor y sin odio, ¿vale? Os ayudaremos como podamos... -Repito las palabras de Extraño, ofreciendo todo el apoyo que Shazael y yo estamos dispuestos a dar.

Cuando Dominic pudo al fin recomponerse, tiré de él en dirección al portal mientras el ave eléctrica me increpaba. Sin embargo, no llegamos a entrar en él. De pronto una fuerza nos impidió la entrada, haciéndonos caer contra el suelo. Era Extraño, que salía de allí visiblemente cansado.

A pesar de ello, se vio obligado a continuar luchando, eliminando aquellos espejismos que suponían Martha y Clea, y enfrentándose a Pesadilla. Entonces nos instó a derrotar a la tormenta, sin temor y sin odio, significara lo que significara eso. Tras ello se dispuso a darme un mensaje, pero todo empezó a cambiar, y de pronto nos vimos de nuevo en la montaña.

El odio, el odio…

No dejaba de repetir aquello en mi cabeza. ¿Qué quería decirme el Doctor? ¿Qué tenía que ver todo esto conmigo? Aquella ave también se había dirigido a mí en particular, acusándome de no reconocer a los míos y no buscar venganza.

Me encontraba aturdida por el viaje y por todo lo que estaba pasando. Comencé a escuchar voces a mi alrededor, pero no reaccioné hasta encontrarme a Dominic frente a mí, tendiéndome la mano para ayudarme a ponerme en pie.

- ¿Eh? ¿Qué? – pregunté, no habiendo entendido su pregunta, mientras tomaba su mano y me ponía de pie.

Miré hacia lo alto cuando Dom dijo lo referido a ir hacia la tormenta, viendo como nos esperaba otra vez aquella fuerza eléctrica. Entonces este nos recordó las palabras de Extraño, diciendo que nos ayudarían como pudieran.

- E-entonces… ¿Ya estás bien? ¿Ya puedes…? - comencé a preguntar a Dom, pero decidí acercar otra vez mi rostro al suyo, mirando directamente a sus ojos para hablar a Shazael. - ¿Ya puedes volver, Shazy? – volví a separarme, dedicándole una sonrisa a Dominic y mirando después al resto de mis compañeros. – Vamos entonces, tenemos una chica que salvar… - fijé la vista en Sónica, tratando de reconfortarla con la seguridad que transmitía mi mirada.

La Tormenta seguía rugiendo en la parte alta de la montaña e iba extendiéndose, creciendo, con el deseo de abarcar todo lo posible, incluso, quizás, abarcar todo el mundo. Érais conscientes de que ese era precísamente su propósito final.

Dawn, Tornado y Psiónica estaban con vosotros. Érais seis contra aquella monstruosidad y ya no estaban Clea ni Extraño con vosotros. La mentalista no tardó en elevaros unos metros, porque Malik prefería reservarse para poder dominar los vientos que os asaltaran.

- Allá vamos... Yo os diré si detecto alguna otra ilusión. Quizá es por eso que estoy aquí.

Carrie siempre había guardado la duda de qué hacía junto a un mago y sus discípulos cuando sus poderes eran de naturaleza mental, pero ahora, encontraba la posibilidad de la que había hablado bastante lógica. Pesadilla gustaba de manipular la mente de los demás y ella sabía jugar a eso.

- Ese Pesadilla no podrá hacer sus trampas si yo estoy atenta.

Comentó con convicción. Os acercásteis, no demasiado rápido, pero enseguida una imagen aterradora se mostró ante vosotros, pues una nube de demonios alados, como los que enfrentásteis en el hospital, se acercaban en una formación que os cortaba el paso por la montaña. En el centro de esas criaturas, James Marshall aleteaba con sus propias alas negras y en sus manos refulgían con una luz blanquecina dos esferas oscuras, formando un contraste antinatural.

- ¡Se acabó!

Gritó el joven.

- ¡Marchaos o las dos prisioneras morirán! ¡Están aquí, en mis manos!

Ya no era sólo que tuviera las dos esferas, era que habrían al menos veinte demonios y parecían encima de vuestras posibilidades.

- Esperad... - Susurró psiónica, tratando de planear algo. - Esas criaturas piensan y sólo hay dos reales. Los que están justo a su derecha y su izquierda. Yo puedo intentar controlar la mente de ese inútil, pero qué pasa si fallo.

Me paso una mano por la frente, apartando el sudor que se había acumulado cuando esos rayos machacaban mi cuerpo. Sora me pregunta si me encuentro bien, si vuelvo a controlar al demonio. Antes de que pueda responder, vuelve a hacer eso que me pone tan nervioso, acercarse tanto a mi rostro y hablar para que le oiga Shazael, ante lo que sonrío tímidamente.

¿Que te pone nervioso? ¿A ti? En serio, tío, ¿por qué lo hace?

En seguida se aparta, sonriente, y se muestra decidida a completar la misión. Y es que a lo lejos se concentran más y más las nubes de esa tormenta. Psiónica nos eleva, mientras Tornado se esfuerza en mantener los vientos a nuestro alrededor bajo control. Entonces abro los ojos desmesuradamente, al ver a toda una horda de demonios volando hacia nosotros. Son mucho, son... demasiados.

No son demonios, son meras sombras...

Se lamen como se llamen, el caso es que nos superan. Y mucho. Una veintena. Uno sólo de ellos ya supuso un gran problema para nosotros en el hospital. Esto... No, no podemos con ello. Psiónica nos desvela que solamente dos de ellos son reales, y el hombre alado que porta las esferas y nos amenaza con ellas. Sigue siendo un problema, pero el atisbo de un plan se ilumina en el interior de mi cabeza.

Y quizás por esto estoy yo aquí... -Murmuro, entrecerrando los ojos por el aire que me golpea el rostro, sin perder de vista al tipo que porta esas esferas. Miro alrededor, analizando lo que tenemos, sabiendo que hay demasiada prisa como para planear demasiado y que si no actuamos como un equipo esto va a costar el doble. Incluso permito a Shazael participar de mis pensamientos, pues a pesar de todo lo malo que tiene debo reconocer su sagacidad en estos asuntos- Tótem... -Llamo su atención, hablando más bajo de lo normal, ofreciéndole mi mano- ¿Confías en mí?

Vamos, Dom, comunícaselo a la tripulación. Te harán más caso que a mí...

Vale, no tenemos tiempo para mucha cosa. -Comento en alto, nervioso- Tornado debe mantener el control del viento para que la tormenta no nos arrastre, así que no contamos con él. Psiónica, trata de controlar a ese tipo, a ver si funciona. Dawn, Sónica, atacad a esas dos sombras que vuelan a su lado, podéis hacerlo desde aquí, ¿verdad? -Comento, asumiendo que sus ataques a distancia deben bastar. Ni siquiera deben derrotarlas, de momento, sólo tenerlas ocupadas- Tótem y yo recuperaremos esas esferas, por las buenas o por las malas... -Trago saliva con dificultad, nervioso, esperando la aprobación de Sora. Hablamos de dar un salto y parecer sobre ese tipo, y si no está controlado por Psiónica, luchar por quitarle las esferas en pleno vuelo. Miro también a los demás- ¿T-todos de acuerdo? -Pregunto, nervioso.

Va a ser una agradable travesía...

Todos parecíamos dispuestos a acabar con el peligro que acechaba, aunque cada uno por sus propios motivos.  Nunca me han gustado las tormentas- pensé mientras Psiónica nos enviaba hacia ese lugar.  Lo bueno es que cada uno de ellos tenía habilidades que servían para enfrentarnos a los problemas  que se nos acercaban, aunque mis dotes estaban más centradas en hacer mucha pupa.

Se alegró de tener las habilidades de Psiónica de su parte, porque ninguno era capaz de ver a través de las ilusiones. Además, la mujer rubia le había caído bien pese a su dureza a la hora de relacionarse.  Tampoco es que me haya metido aquí para hacer amigos.

Al ver delante nuestra al enorme grupo de demonios alados me quedé petrificada, porque eran demasiados para nosotros.  Somos solo seis… esto va a ser difícil- pero el temo que sentía disminuyó al saber que la mayor parte del ejército era solo una farsa.  El problema es que ese tipo amenazaba con matar a quien fuera necesario para obtener su objetivo. 

Si el demonio es lo suficientemente rápido como para coger las esferas… entonces podremos hacer algo.  El plan era, cuanto menos, arriesgado, pero ¿qué podían hacer sino? Si se quedaban de brazos cruzados esa tormenta seguiría creciendo y amenazando los alrededores.  Asentí, sin dejar de perder de vista al tipo que tenía las esferas.  Me encargo yo del demonio de la derecha, ¿de acuerdo?  Cuando tú me digas- inspiré profundamente y solté el aire con lentitud por la boca mientras me preparaba para atacar.  No vamos a fallar, no vamos a fallar… 

Dominic no me respondió, así que simplemente di por echo que todo estaba ya bien. No fue hasta después de que se nos presentara aquella complicada situación que volví a escuchar su voz.

¿Confiar en él?

Agarré la mano que me ofrecía, escuchando a continuación el plan que había elaborado. En su planteamiento mi función era recuperar esas esferas junto a él. Bueno, junto a Shazael… Aunque por alguna extraña razón hablaba del demonio como si se tratara de él mismo.

Por las buenas o por las malas… ¿Odio, venganza?

Asentí ante el plan, sin dejar de mirar a Marshall, esperando a que llegara el momento de actuar.

Odio, venganza…

Con aquél rápido plan en mente, el grupo de héroes se puso manos a la obra. Una explosión delató el propósito de Shazael, quien apareciendo junto al hombre de color, arremetió contra su brazo, buscando la preciada esfera de cuya vida dependía la joven pelirroja o la madre de Laetitia. El demonio rojo, curtido en abundantes batallas, agarró con sus garras el objeto y lo llevó consigo, sintiendo de inmediato el frío contacto de aquella piedra, la cual entumeció sus dedos. No era sencillo portar la esfera helada, pero convencido de su importancia la mantuvo aferrada.

Totem apareció dentro de la misma nube de humo y trató de imitar a su aliado, pero, no siendo una guerrera, sus intentos de moverse con destreza fueron insuficientes. James se apartó de su lado, consiguiendo salvar una de las esferas. Mostró su enojo, determinado a hacer algo sobre la que aún poseía. Psiónica gritó entonces un sonoro "¡NO!" y, enfocando su mente, se adelantó a su movimiento, tomando el control de sus pensamientos. James la observó con los ojos abiertos, quedando preso de la voluntad de ella, bajó los brazos, incapaz de hacer nada por el momento... Psiónica había logrado la posesión realizando un gran esfuerzo en el proceso.

Los demonios de sombra reaccionaron entonces agresivamente, como no podía ser de otro modo. Batiendo sus alas en un completo silencio, abalanzándose hacia todos vosotros cuando ya sabíais que la mayoría eran falsos oponentes. Tótem y Shazael fueron avasallados entonces y sintieron el mordaz dolor de sus garras, solo que Sora se apartó a tiempo, como era habitual en ella, guiada por algún instinto que la protegía, no como el capitán, que recibió una herida en su costado.

Detrás de ellos, Sónica emitía una onda resonante que golpeaba a uno de los demonios oscuros y le hacía plantearse el ataque hacia la nativa. Dawn, sin embargo, arrojaba un disco de luz que era esquivado por el monstruo al que tomaba por objetivo.

Tornado aún faltaba por actuar, pues esperaba un buen momento para coger a alguien con la guardia baja. Aprovechó el irregular terreno para levantar una roca y arrojarla, usando una descomunal ráfaga de viento, aunque tampoco estaba lo suficientemente acertado y ésta acabó pasando inofensiva sobre la cabeza del enemigo.

James aún tenía en su poder una de las esferas, pero no conseguía librarse de la influencia de la mentalista.

Dominic deja abierta la puerta, sin darse cuenta siquiera de que ha dejado algo por decir. Humanos, siempre sucumben a la presión. Pero la rendija abierta ya no tiene vuelta atrás, salgo de mi prisión, salgo al exterior, asumo el control. Y sonrío. Porque esta aventura es de las que me gustan, y pienso disfrutarla. Porque tengo cuentas que saldar, orgullo que necesita una satisfacción...

Y porque Sora te está dando la mano.

Me estoy relamiendo los labios, cuando ese pensamiento de Dominic me hace mirar al costado, a mi mano alzada y estrechada con la de Sora. Sorprendido, mi sonrisa desaparece, mirando fijamente a la mujer. Los demás se van preparando para el abordaje, mientras yo me siento cada vez más incómodo con esta situación. Pero finalmente aprieto su mano ligeramente, volviendo a sonreír.

Él está bien, tranquila. -Respondo a la pregunta que Dominic, torpemente, olvidó aclarar- ¿También... confías en mí? -Pregunto antes de guiñarle un ojo, sin esperar a su respuesta.

La batalla comienza. Una explosión nos envuelve, saltando entre el embriagador aroma a azufre al destino marcado, justo ante ese gilipollas alado. Suelto a Sora inmediatamente, centrándome en la misión, en esa tarea tan sumamente agradable que supone arrebatarle algo a alguien. Por supuesto, es mucho más divertido y emocionante hacerlo sin que se entere, pero las maneras toscas de un abordaje y la pillería consiguiente también tienen su aquel. Mis garras se cierran en torno a una de las esferas, tirando de ella, y me echo a reír maliciosamente al ver cómo logro liberarla de sus manos. No así Sora, que lo intenta también pero se da de bruces con un movimiento del cabrón este, que la aparta de su alcance dispuesto a escapar. En ese momento parece quedarse congelado, petrificado, ¿la rubia? Esto se pone interesante...

Hay que conseguir esa segunda esfera, tienes que hacerlo, ¡y sacar a Sora de aquí!

La advertencia de Dom llega un poco tarde, además de ser del todo innecesaria. Ya se yo perfectamente lo que sucede, y lo que debo hacer. Sobre todo cuando una de esas sombras aborrecibles me golpea el costado, haciendo brotar mi sangre demoníaca. No son demonios, pero sus garras siguen haciendo daño. Vale, tranquilidad, sosiego y calma, no perdamos los nervios. No he navegado por todo el salvaje Caribe al timón de mi propio navío infernal por perder la perspectiva con facilidad. La sombras, para el final. Primero la esfera, después Sora, y luego ya se verá. Supongo que los demás pensarán hacer su puto trabajo.

¡¡El tesoro será mío, jajaja!! -Grito mientras giro sobre mi eje, lanzando mi cola para enroscarla alrededor de esa esfera y arrebatársela de las manos- ¡¡Sora, muñeca, prepárate para el viaje de vuelta!! -Me estoy divirtiendo de lo lindo.

El grupo se había lanzado en un ataque bastante compenetrado, lo que me sorprendió para bien. El demonio rojo y Tótem se lanzaron por las esferas y el primero de estos logró recoger una de ellas.  Tótem falló en su intento, pero estaba segura de que lo lograríamos si seguíamos trabajando de esa forma.

Yo, por mi parte, atacaba a una de las dos criaturas reales que recibió el impacto y salió dañada.   Psiónica logró dominar al tipo que mantenía las esferas y suspiré, notando que controlábamos la situación.  Ahora tenemos que recuperar la otra esfera y encontrar a Martha. Tenemos que salvarla.

En cuanto el capitán se hizo con la otra esfera yo lancé mi siguiente ataque a la misma criatura.  No sabía qué harían con el tipo que controlaba las esferas, pero lo mejor era dejarlo fuera de juego. Yo tenía que lograr tumbar a las criaturas antes de poder centrarme en otro enemigo. 

Mis intentos por tomar la esfera fueron en vano, aunque al menos Shazael había sido mucho más hábil que yo, tomando una de estas. Tras nuestra maniobra fuimos atacados por los demonios alados, lo que provocó que Rojo saliera herido; al contrario que yo, que como era habitual, me había librado del ataque por la incondicional ayuda de los espíritus.

- ¡Shazael!, ¿Estás bien? – grité al demonio, tratando de comprobar su estado.

Miré entonces alrededor, tratando de localizar a mis compañeros, viendo como Sónica había acertado a un demonio alado que comenzaba a revolverse. El resto también se ocupaba de su parte, todos hacían su trabajo; todos menos yo…

Antes de poder reaccionar, escuché los gritos de Shazael, que parecía hacerse con otra de las esferas.

¿Viaje de vuelta?

Miré hacia un lado, casi por instinto, viendo como aquel demonio alado que había sido herido por Sónica se dirigía hacia mí.

Joder, intenta al menos no ser una carga…

Me dije, enfadada conmigo misma, viendo como no conseguía hacer nada y encima me convertía en el blanco de una de aquellas cosas. Di un rápido salto hacia atrás, tratando de ganar tiempo, mientras extendía mi brazo y el arco espiritual aparecía nuevamente en el.

Cerré los ojos, concentrándome, mientras aquellas raíces brotaban sin parar, formando un arco más regio que el que solía utilizar. Abrí un ojo para controlar la situación, haciendo el gesto con mi otro brazo de colocar una flecha, haciendo que esta apareciera luminosa entre mis dedos, para acto seguido volver a hacer lo mismo; de manera que quedaron dos flechas suspendidas. Cuando la criatura estuvo a la distancia que quería, bajé mi brazo de repente, dando la señal a los proyectiles de que podían salir disparados.

Shazael rápidamente rodeó la esfera con la cola, liberándola del control de vuestro enemigo, el cual en esos momentos tenía la vista ida, hipnotizado por la mentalista. El demonio rojo tenía ambas bolas en su poder, pero el frío que le producía su contacto era intenso, más de lo que había advertido al principio. Lo había soportado la primera vez y su mano aún mantuvo aferrada una, pero la cola comenzó a entumecerse y sintió no sólo una punzada de dolor, sino cómo su extremidad adicional perdía movilidad. A duras penas podía continuar con el objeto en su poder.

Usásteis vuestros respectivos poderes para atacar. Pudísteis ver cómo Dawn y Tornado eran esquivados por las criaturas aladas. Psiónica, por su parte, se llevaba las manos a las sienes, concentrando su poder, pero no lograba aumentar su control sobre el pretendido periodista.

Sónica y Tótem estaban más acertadas. El rayo sónico de la primera volvía a dar de lleno en una de las sombras, la cual chilló primero una vez y luego, dos veces, porque la segunda flecha de Tótem atravesó una de sus alas y por un momento temió ser incapaz de volar. El oscuro ser os miró con odio y abalanzándose sobre la nativa, quizo atenazar su mano con sus mandíbulas, solo que ella supo que tenía que moverla hacia atrás y así escapó del ataque. Los espíritus seguían de su lado.

El segundo demonio trataba de rasgar al capitán rojo infructuosamente, pues éste se movía con la agilidad de un acróbata.

En ese momento, James recuperó el control sobre su mente y observó la escena como si estuviera perdido. En efecto, pudo ver que ya no tenía la posesión de las preciadas esferas y agitó las alas de su espalda, tratando de retroceder. Las sombras ilusorias le rodearon, pues el joven también era consciente de que ni siquiera les prestábais atención.

- ¡Ayúdame! ¡No podemos contra ellos!

Exclamó, pues no era tan estúpido como para tratar de ganar esa lucha. 

La tormenta, o la parte de la tormenta que permanecía cerca del suelo, avanzó entonces en vuestra dirección.

- NO NOS DETENDRÉIS. MARCHAOS Y DEJADNOS ARREGLAR ESTE MUNDO TORCIDO.

Retumbó una voz con una fuerza inmensa, proviniente de allí arriba. Una lluvia de rayos fue despedida entonces, inundando toda la zona, alcanzándoos y estremeciendo vuestros cuerpos, como sucediera en la falsa masión de extraño. La electricidad os sacudió, dañandoos.

- VEN CONMIGO, MUJER, TU SITIO ESTÁ CON NOSOTROS.

Dijo aquella criatura eléctrica desde lo alto, sin referirse a ninguna de vosotras en concreto, como esperando que el destinatario del mensaje lo entendiera.

La tormenta se acercaba a vosotros y el ave venía con ella.

Nunca envíes a una persona honesta a hacer el trabajo de un pirata, ¿eh? JIAJAJA... -Río al tener las dos esferas en mi poder, orgulloso. No es que menosprecie a la morena, hasta yo reconozco sus muchas y voluptuosas virtudes, ¿p-pero qué...? ¡¡Shazael!! pero está claro que este, ESTE, es mi elemento.

De modo que retrocedo, entre carcajadas, esquivando los ataques de esa sombra grande y torpe, luchando por ignorar el gélido efecto de las esferas en mi mano y mi cola.

No puedes luchar con ellas, te están afectando.

Es lo que hay, Dom, aún tengo una mano libre.

No, necesitas librarte de ellas para luchar, Shazael, puedo sentir cómo se entumece tu cuerpo.

Se de alguien que podría desentumecerlo sin prob...

¡¡Shaz, maldita sea!!

¡¡Vale, vale!! Pensaré algo... Ah, ya lo tengo.

Mi cuerpo se combustiona y explota en una nube de azufre, reapareciendo frente a la negrita, Sónica, con una amplia sonrisa.

Vale, se supone que una de estas... -Muestro la esfera de mi mano, y seguidamente mi cola acerca la otra- ...es familia tuya, ¿verdad? -Cojo la mano derecha de la chica y pongo una esfera en ella- No se cuál es cuál, lo vas mirando luego, ¿de acuerdo? -Cojo su otra mano y pongo la otra esfera- No te prometí devolverte a tu familia, ¿verdad? ¡Genial! -Exclamo eufórico abriendo los brazos- Así nadie me confundirá con una buena persona, jaja Bueno, debo dejarte, que...

Una nueva explosión me devuelve al punto de partida, cabeza abajo impulsado por el aire, con mis espadas en las manos, saltando sobre la sombra que trataba de atraparme.

¡¡...tengo trabajo!! -Grito mientras trato de rajar a mi enemigo en un movimiento acrobático. Gira la cabeza, quiero ver cómo... ¿Ahora? Tu alucinas, humano- ¡¡Sora, dice Dom que cómo lo llevas!! -Grito en el aire, sintiendo cómo mi cuerpo sigue estando torpe y entumecido por el efecto de esas putas esferas.

Esta vez sí, mi ataque había sido certero; más que nada en lo referido al segundo proyectil, que asestaba el ala de aquella criatura, casi llegando a impedirle el vuelo. Aquello provocó que el odio la cegara, abalanzándose sobre mí en un intento de quizás arrancarme la mano, pero conseguí apartar ésta a tiempo, guiada por aquel instinto espiritual que afloraba en mí cuando corría peligro.

Mis compañeros cumplían también con su parte, pero Psiónica no pudo mantener más el control sobre Marshall, y este terminó recomponiéndose y pidiendo ayuda.

Está… ¿Pidiendo ayuda a la tormenta?

Esta comenzó a moverse, a la vez que algo arriba volvía a instarnos a irnos de allí, a rendirnos. Otra vez se trataba de un ser eléctrico, que no tardó en atacarnos con algunas de sus descargas. Mi cuerpo tembló fuertemente ante ello, pero por suerte pude volver a erguirme sin demasiada dificultad, aunque dolorida.

La tormenta se avecinaba, y también aquella ave eléctrica, que volvía a hablar; dirigiéndose esta vez a alguien en concreto, pero… ¿A quién?

Un extraño escalofrío recorrió mi espina dorsal, pensando en que el ave pudiera estar hablando de mí. En la supuesta mansión de Extraño, una de esas criaturas eléctricas se había dirigido a mí acusándome de traidora, aunque también a Sónica… Pero había algo más, ese mensaje que el Doctor quiso darme y que no me pudo llegar…

La voz de Shazael me sacó de mi ensimismamiento, pero sólo por unos instantes. Tenía un nuevo objetivo.

- ¡Bien! – grité al demonio, sin tan siquiera mirarle, esperando que me dejara tranquila.

Volví entonces a generar el arco que aquella descarga eléctrica había hecho desaparecer. Necesitaba unos minutos, si podía quitarme a aquellas cosas aladas de encima, mejor. Nuevas raíces luminosas brotaron, permitiéndome crear una nueva flecha que apunté en dirección al demonio alado que había intentado atacar mi mano.

- ¿No te gusta mi mano, eh? – tensé aún más la cuerda, abriendo mi mano y dejando que la flecha escapara en dirección a la criatura.

Entonces bajé el arco, divisando el ave eléctrica que cada vez estaba más cerca, pero cerrando los ojos un instante antes de hacer aquello que pretendía. Necesitaba cubrirme las espaldas.

- Willa, segundo asalto... - murmuré, invocando al águila gigante.

Al abrir los ojos volví a buscar el ser eléctrico, dando un largo salto en su dirección, quería acercarme para poder dirigirme a el.

- ¿MUJER? ¿DE QUÉ MUJER HABLAS? ¿QUÉ ES LO QUE QUIERES? – le grité con fuerza, tratando de superar el ruido que nos rodeaba.

El ataque volvió a impactar contra esa sombra, que siguió en pie. Mierda, es resistente. No puedo perder más tiempo con esto, tengo que ir a por Martha.  Aquellos esbirros atacaron a Sora, quien tuvo la suerte de librarse y volvió a la carga.   Iba a atacar a uno de esos seres cuando el capitán rojo apareció delante de mí, entregándome las dos esferas.  Un frío comenzó a recorrer mi cuerpo. Esto no va a ser fácil.

Nuestro enemigo llamó… ¿a la tormenta? Y lo peor es que, posteriormente,  una criatura eléctrica volvía a atacarnos a base de descargas.  Contuve un grito mientras sentía que los rayos recorrían mi cuerpo.  Apreté fuertemente las esferas contra mí y, cuando me recompuse,  agradecí el gesto al capitán rojo con una sonrisa.  -¡Yo me encargo!-  de encontrar a mi familia. ¿Quién se supone que es la otra?

Sabía que tenía que atacar, pero lo más importante para mí era poner a salvo a mi familia.  Me quedé mirando concienzudamente las esferas, tratando de ver quiénes estaban dentro de las mismas.  Mientras tanto, el resto trataba de  combatir a los enemigos sin darles demasiadas oportunidades. El problema era el cómo enfrentarse a una tormenta.  –Necesitaré que uno de vosotros coja una de las esferas- porque quedarme con ambas esferas era demasiado peligroso. 

Pronto esa oscuridad arremetió contra vosotros y os engullió. Podíais ver gracias a la cercanía del ser de electricidad, pero el viento y el frío comenzó a notarse en vuestros huesos. Tornado no tardó en concentrarse en controlar la empecinada ventolera que se alzaba en vuestra contra.

- ¡Dame una! - Gritó parcamente Malik a Sónica, observando el movimiento del demonio que prefería concentrarse en la batalla. Shazael había errado su ataque esta vez, pues la sombra había saltado hacia atrás, anticipándose a su tajo. Ninguno podía volar ya, dada la peligrosa tempestad, de modo que tomásteis tierra. Tornado trataba de acercarse a la mujer, mientras hacía un increíble esfuerzo por participar en la batalla, arrojando dos grandes piedras hacia la criatura que había estado tomando como objetivo. Las rocas consiguieron golpearlas, pues ese ser no era incorpóreo del todo. Graznó cuando le alcanzó el primer proyectil, pues esa cosa en ocasiones graznaba y otras rugía, como la inusual abominación que era. La segunda, sin embargo, golpeó el cráneo y lo lanzó hacia atrás. Fue un impacto tan contundente que la sombra se consumió y abandonó este plano de existencia. - Esa ha sido buena. - Comentó vuestro compañero con satisfacción, pero posiblemente no podría repetir tal proeza.

Psiónica había perdido de vista al joven de raza negra. Maldijo en voz baja y creyó que tendría que echar un cable al capitán, así que cambió de objetivo y trató de hurgar en la mente de aquella cosa, infructuosamente, de momento.

Aiden, también harto de no acertar nada, se empeñó en lanzar varios discos hacia el demonio, girando primero el lado izquierdo de su cuerpo y después el derecho, arrojando dos de sus armas, pero a pesar de que una de ellas no pudo ser esquivada, la criatura no emitió sonido alguno y eso era señal de que no había logrado nada.

- ¡Shazael, porqué no invocaste los diablillos para que se llevaran las esferas!

Le increpó. Sus palabras podían interpretarse como una buena o una mala idea, según lo que los pequeños hubieran estado dispuestos a hacer.

- ¡Dadmelas a mí, las guardaré en la chaqueta!

Gritó, pues parecía un buen sitio donde dejarlas.

Entretanto, mientras combatíais, la cercanía del ave arrojaba haces contra vosotros, que en ocasiones acertaban y os causaban nuevas heridas.

- ÚNETE A MÍ. - Dijo la gran criatura, esta vez mirando con ojos brillantes a Totem. - ESTE ES EL FIN DE LOS INVASORES. LUCHA DE NUESTRO LADO, AHORA. LUCHA JUNTO A MÍ, ES TU DESTINO. CUMPLE TU DESTINO Y SALVA A LOS TUYOS. ACASO NO VES QUE ESTA GENTE SÓLO BUSCA LA CORRUPCIÓN DE TODO. NO VES QUE SÓLO ANHELAN CONSUMIR EL MUNDO.

Tótem se elevó a lomos de Willa, aunque era gracias a la concentración de Malik. Conforme se alejaba de éste, el viento se intensificaba y el águila posiblemente no resistiría.

James había desaparecido y no había rastro de él, ni rastro de Martha o alguien más, para desconsuelo de su hermana. La mano se le helaba, pero había conseguido ver una figura de cabello rojo en una esfera y esa fué la que entregó a Tornado, manteniendo a salvo la otra, que, supuestamente, contenía a su propia madre.

El combate no va mal, dentro de lo que cabe. Tenemos que cargarnos a esta sombra que queda, porque una ya ha caído y el tipo al que le he robado las esferas se ha largado con el rabo entre las piernas. Sin embargo, nuestro verdadero problema sigue siendo la puta tormenta.

Y ya nos ha dado varias sacudidas...

Lo se, Dominic, lo se, a mí me duele tanto como a ti, ¿recuerdas? Pero no hay nada que pueda hacer al respecto. Es una tormenta, joder, ni siquiera tiene un cuerpo físico que pueda cortar. No tiene mucho sentido que yo esté aquí ahora mismo.

No, está claro...

No es cobardía. Que si lo fuera, tampoco pasaría nada, un demonio sabe ser cobarde cuando es necesario, sin problemas. Pero en este caso es estrategia. Si no tengo nada que aportar...

Lo se, Shazael, en serio, lo se. Son ellos los que deben derrotar a la tormenta. Extraño lo dijo, son los elegidos. Nosotros sólo hemos venido como apoyo, y es lo que hemos estado haciendo. Es lo que debemos hacer, ¿de acuerdo?

¿E-en serio? ¿Estás de acuerdo con eso?

Cárgate a esa puta sombra, y dejemos que los héroes de verdad salven el mundo...

¡¡Dicho y hecho!! -Exclamo mientras aferro las empuñaduras de mis armas con más fuerza, dispuesto a continuar. Cráneo Rojo me pide explicaciones acerca de mis estrategias, pero no le daré el placer de darle importancia con una respuesta. Se lo que puedo esperar y lo que no de mi tripulación, que es más de lo que puedo decir de él. Sin embargo, antes de cargar de nuevo a la refriega, la tormenta comienza a gritar, y me detengo sorprendido por lo que oigo.

Sora...

Sora...

¿Pretende que... Sora se una a ella? Pero esto... tiene que ser una broma. No es posible... ¿O sí?

¿E-es un... espíritu? ¡Joder! Debe de ser un, no se, una especie de espíritu ancestral de los indios, o algo así. Por eso quiere que Sora se una a su causa. Pero ¿qué tiene que ver un antiguo espíritu indio con los objetivos de Pesadilla? A no ser...

...Que Pesadilla haya engañado a ese espíritu. Habla de salvar el mundo, salvar a los suyos, evitar la corrupción de los invasores. ¿Cree que está expulsando al "hombre blanco"?

¡¡Muévete, Shaz!!

Mis ojos se clavan en la sombra que queda en pie, el único objetivo en que puedo centrarme, ayudar, aportar algo. Una vez esa criatura desaparezca, mi labor aquí habrá concluido. No hay nada más que pueda aportar.

¡¡Centraos en la tormenta!! -Grito al grupo, esperando que me hagan caso. No hay tiempo para que sea la voz de Dominic quien les hable- ¡¡Atacad a la tormenta, yo me ocupo de la sombra!! -Sin odio... ¡Shazael! ¿Recuerdas lo que dijo Extraño?- Si, pero... ¡Ah, ya veo...! ¡¡SORA!! -Una explosión me lleva a la espalda de la criatura alada, preparado para descargar mi acero sobre su carne negra- ¡¡Tienes que convencer a la tormenta!! ¡¡La están engañando!! -Con gran esfuerzo, lanzo un segundo sesgo ascendente- ¡¡Sin odio!! ¡¡Sin temor y sin odio, lo dijo el mago!! -El sudor y el dolor se acumulan sobre mi piel, pero estoy dispuesto a seguir luchando, a seguir con la lluvia de acero sobre su negrura- ¡¡El lo sabía, yo lo se!! ¡¡Dominic lo sabe, ESE ES TU DESTINO!!

Tornado se ofreció a llevar la otra de las esferas y, en cuanto se acercó, le tendí la que contenía la mujer pelirroja casi sin pensármelo.  Me fijé  en cómo, gracias a su intervención, lograba quitar de encima a una de las sombras de encima, justo la que yo había estado atacando.  Una menos. El problema es la tormenta. Yo no puedo hacer nada contra una tormenta.

-¡Buen trabajo!

Nos había quitado a un enemigo de encima y eso se agradecía en un momento como este.  Además, me había quitado uno de mis problemas de encima, que era esa horrible esfera.  La otra helaba mi mano derecha pero era un precio que por el momento podía pagar para proteger a mi familia, aunque el otro chico se ofreció a guardarlas y me pareció que era una gran opción si quería darlo todo en la batalla.  Ahora, estando en el suelo, me acerqué a Aiden para entregarle a mi familiar.

-Por favor, ten cuidado.

La tormenta se dirigía a Tótem, proponiéndole algo que a mí me parecía una locura. Es cuestión de tiempo que la detengamos, ¿no? ¿pero cómo?  Las palabras del demonio fueron más que acertadas.  Ya había oído a Tótem decir que ellos tenían una misión y si era esa yo estaba ahí para protegerlos si hacía falta, siempre que eso no estuviera en contra de mi familia.

Me quedé al lado del nuevo portador para evitar que algo malo le pasara a las esferas.  Desde mi nueva posición vi los ataques del demonio rojo a la sombra que quedaba.  Confiaba en que sus duros ataques acabarían con la criatura, y también quise creer que Tótem sería capaz de deshacer la furia de la Tormenta.  Bueno, ella y todos los que estuvieran hechos para eso, pero mi  destino no era ese, ni mucho menos. 

A mi espalda, el resto continuaba con la lucha, mientras el viento, el frío y la oscuridad se cernía cada vez más sobre nosotros. Esa tormenta estaba cada vez más cerca, hiriéndonos con aquellos haces que emanaba, pero eso me daba igual. A pesar de todo, trataba de continuar avanzando hacia ella, aunque cada vez me resultaba más complicado, no sabría si aguantaría mucho más a lomos de Willa.

La criatura finalmente me respondió, mirándome con unos ojos brillantes, que me resultaban casi hipnóticos. Le sostuve la mirada, mientras me pedía unirme a ella, aún sin comprender. Pero entonces se explicó, diciéndome que ese era el fin de los invasores, de salvar a los míos y librar al mundo de ser corrompido. Según sus palabras, ese era mi destino…

Dudé. Por un segundo dudé. El hombre, muchas veces, no hacía ningún bien a este mundo. No sólo se trataba de la invasión de las tierras de mis ancestros. Se trataba también de la tala indiscriminada de árboles, de la caza de animales por pura diversión, del agotamiento de los recursos naturales, del calentamiento global… De tantas y tantas cosas que el ser humano estaba haciendo a nuestra tierra. Pero no, no era el ser humano, no en su totalidad.

Entonces escuché mi nombre. Un grito desgarrador llamando mi atención, diciéndome qué era lo que tenía que hacer. Era Shazael, que continuó gritando, gritos cansados que me recordaban las palabras de Extraño y cuál era mi verdadero destino. Así lo creían ellos al menos, el Doctor, Shazael y Dominic… Creían en mí.

Me agarré a Willa con mucha más fuerza, y es que el viento cada vez era mayor, viéndonos empujadas hacia atrás. Tenía que hacerlo, tenía que escucharme. Aquella tormenta, animal, espíritu o lo que fuera.

- ¡¡NO!! ¡¡NO ME UNIRÉ A TI… ÚNETE TU A MÍ!! - dije con firmeza, dispuesta a explicarme. -  ¡ELLOS NO BUSCAN DESTRUIR EL MUNDO, ES PESADILLA QUIEN QUIERE HACERLO! ¡ANIQUILAR TODO NO ES LA SOLUCIÓN, DEBEMOS IR DETECTANDO LAS AMENAZAS! ¡¡Y ÉL ES UNA DE ELLAS!! ¡SOMOS PARTE DE ESE MUNDO QUE QUIERES IMPEDIR QUE SE CONSUMA! ¡¡AYÚDAME A SALVARNOS!!

Grité, casi hasta desgañitarme, tratando de hacerle comprender a la tormenta la verdad de lo que estaba sucediendo.

Dawn tomó las esferas y las resguardó en la chaqueta, para evitar el contacto con las manos. Sónica se quedó entonces a la espera, observando cómo el demonio rojo comenzaba un asalto intrépido que hirió en dos ocasiones a la sombra y le hizo, de nuevo, ceder ante el dolor que le ocasionaba uno de los héroes.

El demonio oscuro, por su parte, se vió incapaz de devolver el golpe, pues Shazael maniobraba con gran agilidad, saltando o agachándose en el momento preciso, como un verdadero espadachín.

Tornado ya no podía recurrir a la fuerza del viento y se dedicaba únicamente a reducir la tempestad que os rodeaba. Psiónica trató de ocupar su lugar, alzando una roca como él hiciera antes, pero sin su misma precisión, de forma que no acertó.

En esos momentos, Totem volaba a lomos de Willa y trataba de conversar con el enorme espíritu, el cual pareció dispuesto a escucharla.

- ¡NO ES EL MOMENTO DE DISCUTIR, TÓTEM! - Dijo aquél ser, furioso . - ¡VEN A MI LADO, ACABEMOS CON LOS INVASORES Y LUEGO CON TU ENEMIGO, PESADILLA! ¡EN LA BATALLA QUE VIENE, TENDREMOS LA FUERZA PARA GANARLES A TODOS. TENEMOS GRANDES ALIADOS E INCLUSO EL SEÑOR DE LOS SUEÑOS NOS ASISTE!

En esos momentos, una nueva figura apareció entre la oscuridad. El hombre de raza negra con la túnica marrón raída y esos oscuros tatuajes en el rostro, hizo acto de presencia.

- ¡Thunderbird tiene razón! - Gritó a los presentes. - ¡Si os unís a nosotros, podremos crear un nuevo mundo, libre de la maldad de los blancos!

El hombre miró en dirección a Malik y Laetitia.

- Si venís conmigo, cumpliremos este grandioso objetivo. La niña no morirá, sino que dará lugar a un nuevo mundo. - Dijo mirando específicamente a Sónica. - Te la entregaré una vez ella termine su trabajo. ¡Venid conmigo! ¡El doctor Extraño os ha confundido! ¡Venid y os lo demostraré! ¡Pero esos blancos, ellos han de rendirse!