Partida Rol por web

Me quedé unos segundos en el interior -Escuchemos lo que tiene que decir. Luego somos libres de seguir nuestro camino. Además, El Grosero ha perdido encanto, ya no es lo que era- guiño un ojo a Roriarkas y Herst.

Lo cierto es que los poderes de los que hablaban me intrigaban, tanto el mal que se oculta debajo como el laboratorio por el que Nickar y Suscinda están más que interesadas. -¿Incluirá Hazir estos ingredientes en su plan? Si no es así, seguro que Nickar o yo misma los incluiremos-

Mientras salgo pienso en qué harán los respetables: Herst, Roriarkas o Comadreja pues, en este encuentro, no han mostrado tener ningún control de la situación. Más bien lo contrario. -¿Es miedo lo que he visto en Herst buscando una alianza con Roriarkas?- Su actitud es muy diferente a la que vimos cuando nos reclutaron para la primera misión.

En ese momento me detuve recordando las palabras de Ishrad en la planta baja de El Grosero: "Sobre la reina Azur... Yzlin sabe lo mismo que yo, que debe estar aquí, escondida en algún sitio con la ayuda de los Fonn'Aster"

Ha regalado nuestra baza, nuestra ventaja tanto a Herst como a Comadreja. -¿Cómo se le ha ocurrido semejante tontería?- Le lancé una mirada fulminante -Prefiero ser impulsiva a ir regalando información- pero no dije nada. Salí sin más.

-Compañeros- con dos zancadas llegué a la altura de Lyth y Hazir -Ishrad nos ha vendido ahí abajo. Cito textualmente: "Sobre la reina Azur... Yzlin sabe lo mismo que yo, que debe estar aquí, escondida en algún sitio con la ayuda de los Fonn'Aster".- Me llevo una mano a la frente -¡Será capullo! Lo dijo delante de Comadreja y de Herst.- Niego con la cabeza -No es de fiar. Mejor que no venga.- Me sentía traicionada. -¿En serio yo le ayudaría a matar al rey? Lo dudo. Debí haberme guardado algunas cargas en la varita para él-

Dicho aquello, abracé a Nickar -¡Me encanta tenerte con nosotros!- pero, acto seguido me controlé. -¿Has visto algo, has sentido algo?- pregunté visiblemente interesada pues no resultaba difícil intuir por qué lo había hecho -¿A qué sabían? Dicen que es como gelatina. ¿Forma parte de tu cultura? Perdona la última pregunta, pero si no forma parte de tu vida anterior, entonces tienes una voluntad admirable para conseguir un fin. Yo no creo que hubiera podido.- Y, tras aquello, lanzo una mirada hacia la puerta de El Grosero, a ver quién más sale de allí.

Descolgó ligeramente de su cuello algo que guardaba bajo la ropa, una llave bastante vieja, no la sacó del todo, solo quiso aclarar a los que se habían adelantado que si les apetecía diversión tenían un laboratorio para investigar - aun sigo concentrándose, no se si llegaré a ver algo, y no, no forma parte de mi cultura, aunque he escuchado que hay que lo hacen, ese hombre era vidente, si logró ver algo seguramente sea devorando sus ojos. En cuanto al sabor... Sabe a ojo humano supongo - las comparativas no eran lo suyo tal vez, o prefirió engullir sin saborear, era un sistema útil cuando no había nada decente y genias que sobrevivir - solo se que cosas peores habré comido, sin duda... En cuanto a esa reina, ¿es viable dejarla viva? Uno de mis nuevos subordinados le servía, y a mi me basta con que acepte subyugarse a mi futuro mundteniao.

Le gustaba el elemental, por tenerlo como aliado podría permitir la existencia de la reina azur, y si eso molestaba a alguno de los que le miraban como si fuera inferior, mejor que mejor.

- los ojos esperó que en algún momento me transmitan quien mató a alguien importante, con ella mi grupo era más poderoso, y daba representación en mi bandera con los humanos. Además Roroarkas creo que le quería, sin ella haber tomado el puesto de respetable de Roriarkas, le debe parecer una manipulación detestable a ese hombre, pese a que fue ella quien me ayudó a iniciar mi liderazgo... Más lejos de eso, quiero venganza por ella, no quiero perdonar a quien ha osado destruir algo importante de forma tan despreciable...

Recordar el cuerpo de su sacerdotisa, le enfurecía, pese a que el único gesto que indicaba dicha molestia era la ligera presión añadida en sus colmillos. Una muerte dolorosa y tortuosa que merecía ser vengada.

- ¿puedo preguntar porque has dejado de ser una criatura tan magnífica? Adoraba tu anterior aspecto, ¿te otorga algún beneficio el nuevo?

Aun le dolía sentir que su bonita medusa hubiera cambiado tanto, y no comprendía por que alguien dejaría de ser tan especial.

Cuando Yzlin te abraza, al separarse y girar la cabeza hacia la taberna para ver quién más sale, descubres escamas entre la piel bajo su cabello, en la parte posterior de cráneo y de esa acumulación de escamas un leve apéndice, pequeño aún pero parecido a la cola de una serpiente.

Yzlin ha atentado contra uno de los primeros presos. Quizá al hacerlo parte de su antiguo ser ha vuelto.

No, no... ¡No! ¡Maldita mujer! Impulsiva y loca. Sus palabras me habían puesto en tensión, pero no había sido capaz de reaccionar a tiempo. Y ahora recogía los frutos de mi contención; Ascario, el único que podía tener respuestas sobre muchas cosas que ignoraba, cosas que podía haber preguntado, estaba muerto. Un gruñido amenazador escapó de mi garganta, ajeno a todo lo demás que ocurría alrededor: las risas y abrazos de Lythrai, los necios discursos y extrañas formas de Nickar, la sentencia de Hazir y su misterioso plan, las veladas amenazas y las sombrías decisiones de Ishrad, Suscinda y su autoproclamada misión en aquél laboratorio, Comadreja, Herst y Roriarkas, los tres respetables, cada uno con sus planes. Y los demás, perritos falderos siguiendo a sus amos o titiriteros buscando el momento de mostrar las cuerdas y quienes eran sus marionetas. Justo uno de ellos estaba tras de mi. 

Con repulsión al ver el cadáver destrozado del adivinador, giré hacia el trasgo y me agaché hasta estar a su altura, susurrándole al oído...

...Después, me puse en pié y asentí. Haría su trabajo. Confiaba en ello. Yo, por mi lado, también; tenía el mío. Mi cometido. No perdí el tiempo mirando a nadie ni esperando reacciones. Me importaba una mierda lo que opinaran de mi, lo que creyeran. Siempre y cuando, por su puesto, no se interpusieran. Ojalá lo hiciera alguno. Pero antes de que acabara aquello, alguno se pondría en su camino, estaba seguro. Entonces se arrepentirían. Solo faltaba saber quien sería. Mi mirada, mecanicamente, se posó en Ishrad.

—Estoy seguro de que esos —señalé las escaleras por dónde se iban poco a poco los demás— van a ir al laboratorio por su cuenta. —Y tú también. Ven, desde ahí abajo no podrás ayudar al Culto, y prefiero tenerte cerca. No le dije nada más; era suficiente. En silencio, subí tras el resto.

Solo para Kirshnarj:

—Atento, te encomiendo una misión. Ve con Comadreja, debe saber que estoy de su lado —carraspeé—. No estoy contra él, al menos. Habla con él, evita otros oídos. Voy con ellos, no puedo permitir que este poder caiga en sus manos, pero tal vez me venga bien para mis propios planes. El Sol Oscuro puede hacer un mejor uso de lo que sea que haya allí escondido que estos idiotas. Díselo. Dile que recuperaré lo que esté allí oculto y volveré.

Eran órdenes claras. Y confiaba en él, no fallaría. Pero había más; Comadreja no era él único que tenía que saber cosas. Yo también. Necesitaba algo más.

—Una cosa más. No pierdas de vista a Ishrad si decide no venir con nosotros. Los demonios no pueden vencer. Yo mismo ayudaré a su destrucción, a mi modo, así que, evita sus planes si se queda. No te arriesgues, pero detenle si puedes.

    La tardanza en la toma de decisiones lo precipita todo, el drow nos lleva a traición a la guarida de la comadreja eliminando cualquier posibilidad de guardar el secreto del gnomo. De inmediato un ataque de verborrea se apodera de adivino. Sus predicciones parecen tener cierto valor para cada uno de los implicados en las mismas pero, hasta que tengan lugar, no son más que supuestos. Sin alterar mi posición observo atento a los presentes, este concilio está condenado de antemano, demasiadas posturas hacen imposible el que se llegue a aunar a todas, especialmente cuando la mayor parte de los que se atreven a considerarse cabecillas tienen un concepto tan elevado de si mismos.

   Entonces, la mujer habla, sigo sin saber que esperar de esa conjuradora, parece intelgente y la Comandante la tiene en buena estima por motivos que ignoro. No ignoro el hecho de que su tono de voz revela que oculta algo... Y seguidamente sucede, la muy estúpida ha asesinado a Ascario y siento cierta decepción al contemplar en quienes despierta el regocijo semejante acción, si los respetables hicieran honor a su título en vez de ser un atajo de maleantes, un acto semejante hubiera sido firmar su sentencia de muerte al momento. Un asesinato sin provocación de ningún tipo bajo el techo del anfitrión sería su condena, pero la mayor parte ya conocemos el temperamento de alguien que comparte el nombre con una alimaña del campo.

   Oculto mis sentimientos al respecto, no es complicado, hace ya tiempo que no hay corazón que lata bajo las placas de mi armadura ni aire que llene los pulmones. "El destino es el precio a pagar por nuestras acciones", reflexionó para mi, temer al adivino es semejante a tener miedo de las nubes porque podrán mojarte si llueve y no buscas refugio, el asesinato evidencia su cobardía y falta de convicción. Pero eso no es todo, Yzlin me ha privado de una de las pocas personas que podría haberme dado la información que tanto necesito, especialmente cuando la otra seguramente tampoco viva para ver otro día.

   No obstante, semejantes cuestiones deberán esperar para más tarde, los respetables han hablado y Hazir ha tenido la osadía de abrir su propia vía, la misma que se ofreció a relatarnos momentos antes de acabar aquí y que incluso ahora ne niega a desvelar. Nickar lo sigue, evidentemente las opciones de la diablesa se agotan y busca a la desesperada un clavo al que asirse, y no es la único, Lythrai también, el peso del deber me impele a unirme a ellos por mi condición de Fonn'Aster, pero el día mi juramento puse mis condiciones y no las he olvidado.

    Me giro hacia el respetable, no tenía intención de intervenir, pero tomo la invitación ofrecida por Roriarkas antes de dar el siguiente paso.

    -¿Nos tendéis ahora vuestra mano, Envenenador? Que oportuno cuando no hace tanto tratastéis de acabar con los nuestros mediante artimañas. Si en verdad esperáis que considere vuestra oferta, dadme el nombre de la sabandija que nos traicionó y asesinó a mis compañeros y a Socar.- Mantuve mi mirada firme sin alterarme, lo más posible es que si llegase a responderme ni si quiera obtuviera la verdad. Por otro lado consideraba que masacrar inocentes no nos haría mejores que Arkhania solo que mi compasión había muerto hacía ya mucho tiempo y si debía de elegir entre arrasar la ciudad hasta reducirla a cenizas o quitar a una serpiente para poner a otra igual o peor, mi decisión estaba tomada de antemano.

Hazir les esperaba fuera con una amplia sonrisa, y recibía a los que se decidían con una mirada de agradecimiento. La primera fue Nickar, que, orgullosa y noble como siempre, se acercó a él mientras decía: 

-Yo no te seguiré, pero iré a tu lado si no te importa -

Hazir le tomó con suavidad los dedos de la mano derecha y rozó con sus labios el dorso de su mano, en un elegante saludo cortesano. 

-Ya habláis como una reina-dijo, sonriendo-Será un honor tenerte a mi lado. 

Ishrad pareció declinar su oferta, y era una pena, pero Hazir se lo esperaba. El matarreyes tenía una misión clara, una que iba a hacer honor a su nombre. A Hazir no le parecía mal, en todo caso un cambio de gobierno no interferiría en sus planes. 

La siguiente fue Yzlin, y Hazir se alegró sinceramente de tenerla a su lado. Ella era clave en aquella ciudad, su conexión con la prisión así lo atestiguaba, y sus habilidades mágicas y su personalidad impredecible la hacían un aliado de enorme valor. Hazir la recibió con una mirada feroz, y acarició con suavidad su mejilla. 

-Todo habría sido mucho menos divertido e interesante sin ti. Me alegro de que estés conmigo. 

Finalmente, Lythrai bajó con ellos. Hazir no lo había dudado ni un instante, y ella sí que era verdaderamente fundamental en sus planes. No se imaginaba haciéndolo sin ella, en ningún caso, y de hecho comenzaba a darse cuenta de que no se imaginaba muchas cosas sin ella. Había pasado a ser una constante, un acompañamiento seguro, siempre a su lado, siempre ayudándole, siempre cubriéndole la espalda. Ya era mucho más que una aliada, mucho más que una mercenaria que podía serle útil. Salió por la puerta hermosa y oscura como siempre, y a ella Hazir la recibió con la más amplia y feroz de sus sonrisas. 

-Layldara-dijo, saboreando la palabra como un manjar-Es la hora del eclipse. 

Mientras esperaba a que el resto se decidiera sobre si unirse o no, escuchó la conversación de Yzlin y Nickar, y, aunque hablaron de algunas cosas preocupantes sobre la reina, Hazir sabía que había otra cosa que debía hacer antes. Con aquella locura de día, no había podido hacerlo, y cuanto más lo retrasara más probabilidades había de que no pudiera. 

-Hablaremos de todo en cuanto el resto decida-prometió a los demás-ahora, debo hablar con Lythrai sobre un tema importante. -se dirigió a la mercenaria-¿Vienes?

Tras ello, se apartaron un poco del resto, lo suficiente como para no ser oídos. 

En cuanto estuvieron fuera del oído de los demás, Hazir se acercó a Lythrai y habló en voz baja, pero clara. 

-Hay algo que debo decirte. De hecho, he estado a punto de no decírtelo, porque puede que tras oírlo... no quieras marcharte de esta prisión. Pero debes recordar lo que dijimos: tenemos un orden de prioridades. Lo primero son nuestras necesidades terrenales e inmediatas, como salir de aquí. Luego, siempre podemos volver, siempre podemos dedicarnos a otras cosas. 

Hazir suspiró. Decidió contarlo por fin, a pesar de que lo que pudiera pensar. No quería ocultárselo. 

-En la mansión de Roriarkas, cuando Socar me dijo que esperase fuera, oí una voz. La oscuridad engulló el cuarto, y oí a Shar, a tu diosa. Estoy seguro de que era una diosa, ese poder no lo tiene ninguna otra criatura, ese.. aura que te hace sentir como un ratón, como una hormiga. 

Por desgracia, no entendí muchas de las cosas que me dijo. Me llamó Señor de los Ríos y Señor de las Arenas, entre otras cosas, desconozco por qué. En todo caso, sí entendí varias cosas. La primera, que Shar fue en tiempos una antigua deidad marru de Quisan, Neftis. Los marru se extinguieron hace miles de años, pero algunos de sus dioses perviven. Lo segundo, que para evitar el encierro aquí o la desaparición, algunas deidades recurrieron a un ritual. Al parecer, el dios funde su esencia con un mortal, de forma que están unidos para siempre y sus almas se mezclan, creando un avatar. A veces ni el propio sujeto sabe lo que ocurre, pero otras veces lo manifiesta con todo su poder, aunque reducido por la envoltura mortal en la que se halla encerrado. Shar desea la libertad, pero no desea fundir su esencia con nadie, ya que al parecer es un proceso irreversible. Por lo que dijo, ha logrado modificar el ritual de forma que pueda poseer a un avatar sin fundirse totalmente, manteniendo su esencia divina intacta. Y te ha elegido a ti para ese cometido. 

No sé cuándo ni cómo será, pero eres la elegida para ser el Avatar de Shar. Desapareció antes de que pudiera preguntarle nada más. Eso es todo lo que sé. 

Nickar invirtió todos sus sentidos en ver si escuchaba lo que ese hombre debía decir en privado, cerró sus ojos un momento flotando ligeramente en el aire. Si percibía algo mejor, no le gustaba que le dejaran a un lado.

No había bajado el último escalón cuando un escalofrío le recorrió la espina dorsal. Ascario. 

Sintió las vibraciones de la magia y se apoyó en la pared. A su mente llegaron los recuerdos. Un muchacho rubio, perdido en la inmensidad de una Arkhania que apenas contaba con cien años de antigüedad. Fue Ascario quien lo reclutó y le enseñó qué esperar de la vida. Fue aquel viejo calvo y extraño el que lo crió y enseñó casi todo lo que en la vida merecía la pena aprender.

Ahora, estaba allí. La sangre filtrándose por los tablones caía sobre la mesa. La sangre del que había sido un padre para él. El mago, por su don, fue encerrado mucho antes que Virming y, por tanto, el joven se convirtió en hombre. Seguirle fue lo que le había llevado a esa cárcel.

Escuchó las risas de Lythrai mientras el ardor subía desde su corazón. No tuvo valor para asomarse, no ahora. Pero sus puños estaban apretados. Miró a través de la gotera sangrienta al cofre algo movido por el temblor pero bien cerrado. Sus antiguas armas, su equipo mortífero y magnífico. Cerró los ojos ¿qué le ataba ahora a esa prisión? Sus antiguos compañeros eran Ascario, Leixle y Nek, dirigidos por Rosencrantz...

Sacó una llave que llevaba colgada al cuello y, de un tirón, la sostuvo delante de sí. -No hay vuelta atrás. Ascario... has sido como un padre para mí y has muerto en esta prisión. Tu alma es ahora del Rey Muerto.- Alcó la vista -Yzlin...- pronuncié el nombre con cierta dificultad. Luego se acuclilló y abrió el cofre que tantos años estuvo cerrado.

Escasos minutos pasaron entre las salidas de unos y los comentarios de otros. Krishnarj se había girado para cumplir el cometido susurrado pero no descendió, se apartó para dejar paso a Virming. Comadreja ascendía pero era... diferente. Luce una espléndida armadura de cuero cruzada por dos cinturones negros. En su cadera izquierda descansa un estoque en su vaina. En la derecha un par de hachas de combate cortas, manejables. Entre sus manos baraja varios pergaminos de conjuros y, pese a que su semblante es inexpresivo, le rodea un aura de agresividad.

Se toma un leve segundo para mirar el cuerpo muerto y mutilado de su mentor.

Aborda a Pain tras encontrar el pergamino que busca. Posa una mano en su hombro para evitar que salga antes que él (para evitar que se interponga entre él y sus objetivos) -Mata sin represalias a todo aquel que intente salir por esta puerta- 

En el exterior, los que antes bebían o chuleaban en el Grosero habían formado un círculo en torno a la puerta y contemplaban el desfilar de presos que salían entusiasmados. Allí, susurró el desencadenante y el pergamino se deshizo en mil pedazos que se extendieron brillando con luz propia en torno a su cuerpo, que pareció desintegrarse haciéndose invisible.

Hazir se apartó con Lythrai y comentó algo mientras Nickar e Yzlin avanzaban. La tiflin enarcó una ceja y orientó todos sus sentidos para escuchar lo que el quisashi tenía que decir a la mercenaria pues su expresión denunciaba que era algo importante. Pero en lugar de eso le pareció escuchar pasos delante suya y un sonido de succión al tiempo que la exmedusa se ponía tensa. Rápidamente, la indumentaria en el abdomen de Yzlin comenzó a empaparse de rojo. Su sangre oscura indicó la laceración de un órgano vital: el hígado. Cuando la humana se llevó las manos a la herida notó la hoja que la penetraba.

Virming "Comadreja" Davenrost apareció sosteniendo un cuchillo de exquisita manufactura. Una sola pieza de hierro negro. Sostuvo la mirada de Yzlin¹ mientras la piernas de la mujer flaqueaban. Nickar, al lado, podía ver el semblante de Comadreja, muy diferente al que recordaba. Serio, inexpresivo y rodeado de un halo de precisión y profesionalidad.

Extrae el cuchillo de un tirón. La sangre sale a borbotones de la herida abierta, empapa el arma, su mano y la manga.

-Atrapadlos- La orden no fue emitida como un grito, desprovista de toda energía. Sólo prometía dolor a aquel que no la cumpliera. -Voy a rajar el cuello de Hazir...- continúa diciendo sin apartar la mirada del quisashi y la Fonn'Aster -...luego te sacaré los ojos...- prometió a Nickar que tenía justo al lado -...y reiré a carcajadas mientras llora- concluyó mirando a Lythrai. Flexionó las piernas y en un movimiento de absoluta destreza saltó a un lado poniendo distancia entre la tiflin y la ya fuera de combate Yzlin.

Aún abrazaba mi creación, el forjado sin identidad, mientras no creía lo que mis ojos estaban viendo. Después de tantos años en esta prisión jamás había visto a Comadreja con su armadura y armas mágicas. -Cómo se les ocurre, y en su casa...-.

Al principio temía que robaran mi creación, el proyecto que con tanto cuidado hemos construido Roriarkas y yo. Ahora, temo que no nos queden aliados para llevarlo a cabo. Pero aún había algo más. Antes de que Herst contestara a Soccar intervine para revelar mi secreto antes de que sea tarde -Roriarkas- llamé su atención mirando al ser de la máscara que ahora se encuentra en el umbral de la puerta mientras Virming salía -Fue él quien mató a Eliannha- susurré señalando a Pain como autor de ese crimen y los que sucedieron a continuación.

-Comadreja va a matar. Uno de ellos podría...- no hacía falta más. Roriarkas me había entendido, asintió y comenzó con los preparativos para el ritual mientras el resto estaba absorto con lo que ocurría fuera.

-Ígnäró- pronunció Virming en una lengua extraña y el cuchillo negro pareció vibrar. Se lo llevó a los labios, sopló como el que sopla una hoguera y, como tal, el arma brilló como brillan las ascuas al ser avivadas. Vetas ígneas lo recorrieron y comenzó a humear suavemente.

Aquellos recién llegados sólo habían conocido la parte confabuladora, diplomática o mentirosa. Pero eso no es suficiente para llegar a ser un respetable. Ahora conocerán los méritos que le han llevado a este lugar, a esta posición... en definitiva... a este momento.

Comadreja... Sus palabras lo habían dejado todo claro. Habían matado a alguien demasiado preciado para el, y lo iban a pagar caro.

La explosión por el hechizo fue brutal e instintivamente mi mano se movió hacia la espada, desenvainándola en el acto y preparando un hechizo en ella, a la vez que preparaba su propia magia para maximizar el daño contra quien pudiera ser el verdadero enemigo.

Corrí hacia la puerta para ver la situación y en el momento, decidir donde ayudaría con mi espada.

Poco, mucho menos de lo que pensaba y esperaba, duró aquella reunión. Apenas había tenido tiempo de disfrutar, a falta de una palabra mejor, las palabras de Ascario. Realmente aquellos que hablaban con adivinanzas siempre decían cosas interesantes... pero cuando no hablaban, aparentemente se dedicaban a destrozar de forma desmedida. Yzlin le pilló completamente por sorpresa. Podría haber detenido el aluvión de energía y haber salvado la vida del adivino si hubiera reaccionado a tiempo, pero francamente... hubiera elegido no hacerlo. Por muchas respuestas que quisiera oír de Ascario, le interesaban mucho más las que Yzlin podría proporcionarle.

Pero una cosa no quitaba la otra, no comprendía lo que acababa de ver. "No quiero que ningún mago sepa ni mis secretos, ni los de mis compañeros", dijo la ex-medusa.

"Maldita seas... ¿¿qué es lo que sabes??"

Con los ojos aún abiertos de par en par a causa de la sorpresa, y los puños fuertemente cerrados por pura frustración, Hazir empezó a dar su discurso. Otro como Nickar... hablando con autoridad, con arrogancia, tratando a todos como si fueran sus vasallos y esperando que los siguieran a ciegas. Había estado durante bastante tiempo con el quisashi durante la misión, luego un rato con Nickar, y ahora de nuevo... Ya no más. Empezaba a ponerle enfermo, y era hora de ponerle fin. A Hazir podía simplemente ignorarlo, pero compartía un propósito con la tiflin y a ella no parecía que le fuera a ser tan fácil esquivarla. Tendría que ir considerando otras opciones.

Atónito y decepcionado, vio cómo la mayoría de hecho seguía a Hazir a ciegas. Por supuesto que Lythrai lo haría, eso estaba claro. Yzlin efectivamente iría detrás. ¡Nickar también! ¿Acaso no tenía ni una pizca de orgullo? Incluso Pain... lo que le faltaba por ver. Asqueado, contempló  el interior de la estancia para ver que junto a él, para su sorpresa, estaba Socar; desafiando indirectamente a su comandante. Se alegró al verlo, quizá aún hubiera esperanza para él. Quizá cuando perdiese aún más su humanidad. Ishrad también estaba ahí con Herst, por supuesto.

Había tomado una decisión. Tenía preguntas, y sabía quién podía proporcionarle respuestas. Se dispuso a bajar las escaleras tras Comadreja, pero observó que era él quien subía. Su mirada y el equipo que llevaba, dejaban meridianamente claro que era una mala idea interponerse en su camino. Yzlin...

"Mata sin represalias a todo aquel que intente salir por esta puerta." Sonrió. Si Comadreja o Pain creían poder atraparlo estaban muy equivocados, pero no tenía ninguna necesidad de convertirlos en enemigos. Ni de salir fuera para intervenir. Ni de hacer partícipe a Pain o a nadie más de que estaba interviniendo. Simplemente se acercó a la puerta asomándose al exterior, como queriendo ver el espectáculo. Mientras tanto su oído quedaba atrás, con toda su atención puesta en Roriarkas y aquel gnomo.

- ¿Qué pretendéis, chicos? - preguntó por encima del hombro. Pero lo sabía, parecía bastante claro. Estaban esperando, deseando que alguno de los que estaba fuera muriese, para dar vida a un nuevo forjado.

Nickar fugaz como pudo, sintió su nuca erizada, algo no era bueno y estaba por ocurrir, e inmediatamente procuró ponerse en guardia. Escuchó y vio a Comadreja y solo pudo responder de manera ligera - no te quiero muerto, pero menos quiero que dañes a estos muchachos, serán inexpertos y alocados, pero les quiero en mi equipo...