Partida Rol por web

Olidammara parecía sonreír hoy a sus hijos, ya que el rasguño del brazo estaba dejando de molestarle ya, permitiéndole seguir con la batalla casi como nuevo. Fue entonces cuando vio a Krishnarj luchando por su vida, aferrándose a la madera del barco en un intento de evitar que una de esas arpías se lo llevara por los aires.

El hobgoblin había sido de todo menos un amigo para Serge, pero… Salvarle supondría más ventajas que dejarle morir. Sin pensárselo demasiado, el ladrón corrió hacia Krishnarj para intentar librarle de la mujer alada que lo agarraba atacando a las garras de la arpía. Si a un depredador le daban a elegir entre la presa y su seguridad, nunca iba a elegir a la presa.

-Infelices criaturas, malnacidos seres infe-rio-res...- Algo punzante atravesó mi hermoso y esbelto cuello, no lo vi venir. Me llevé una mano a la garganta, el acero desprendía calor, y la sangre comenzó a brotar. Las primeras gotas cayeron, seguí su trayectoria involuntariamente, la respiración se entrecortaba, y entonces el barco comenzó virar, inclinando la pendiente de la cubierta.

Mis rodillas incaron en el suelo, y los gritos de la batalla se  hacían ecos en la lejanía, entonces comprendí que no era el barco el que viraba, sino yo. Antes de que mi consciencia se desvaneciera pude sentir un segundo impacto, en la nuca. Caí tumbada bocabajo, el acero de mi garganta penetró aún más profundo, tornando la madera de la cubierta de un bello color  carmesí.

Con la vista perdida en el horizonte, la ultima imagen que me llevaré de esta vida será la de un goblin sonriente, con la cara torcida, y cubierto de mugre y sangre. Luego se desvaneció, o quizás fui yo...

Corres para auxiliarlo, e intentas golpear a sus patas para que lo suelte, pero esta criatura es muy escurridiza y consigue eludir tu ataque.

Coge impulso, y salta precipitándose al vacío, sin embargo, su presa consigue aferrarse a la baranda del navío, ambos cruzéis vuestras miradas, porque sabéis que ésta será tu última oportunidad para salvarlo. 

¡Merde!

Serge volvió a correr hacia el hobgoblin para tratar de liberarlo del agarre mortal de la arpía. Era su última oportunidad y lo sabía. Si fallaba perderían a un hombre y un potencial aliado valioso. Y eso sí que no pensaba permitirlo.

Al llegar al lado de Krishnarj, el ladrón volvió a lanzar un golpe a las garras de la bestia. Tenía que obligarla a soltarle. Porque en el fondo, Serge Leblanc no quería ver morir a ninguno de los pasajeros del barco ese día.

Tizoc se movió por cubierta volviendo a la seguridad del palo mayores desde donde podría buscar un nuevo objetivo. Se quedó allí quiero, analizando la batalla y buscando cual sería su siguiente objetivo. La caza de aquella arpía había sido demasiado sencilla y le había dejado mal sabor de boca así que buscó otro objetivo esperando que aquel fuese más resistente y pudiese así jugar un poco más con él. 

Turno 3

Consigues asestar un golpe a la arpía, presa del dolor suelta a Krishnarj, que queda sujeto a la baranda del barco por la parte exterior. La criatura alada se revuelve, mira hac¡a abajo viendo a su presa en suspensión sujeto a la baranda con sus manos, y luego te mira a ti, desafiante, sabiendo que no podrá cogerlo a él sin pasar por ti.

Ves como la arpía grita de ira, y pretende devolverte el golpe. Emprende un vuelo en picado y a un metro escaso de ti, alza sus piernas abriendo sus garras para apresarte. Éstas te aferran por los hombros undiendose en tu carne.

Sientes el dolor, pero aún no estás acabado.

Turno 4

Los ataque de las arpías no suponen un problema para ti, incluso le devuelves el favor a una, haciendo que grite de dolor.

Observas la situación desde la seguridad que te proporciona el mástil, parece que la situación se va controlando, el numero de arpías ha disminuido, los marineros a cargo de las baterias de cañones y arqueria, están haciendo bien su trabajo. Y aquí en cubierta os estáis defendiendo bien, sin embargo, en retaguadia están teniendo dificultades, así pues decides volver allí.

Me atacan de nuevo, no hay tiempo para relajarse, la lucha no ha terminado. Una de las arpías comete un grave error al intentar atacarme, aprovecho el momento, me teleporto justo detrás, respiro hondo, me concentro, y tenso el arco, se escucha un leve silbido, y mi flecha atraviesa su nuca y el entrecejo, cayendo abatida.

-¡¡AAaahhhHH!! ayuda, malditasea...-  la maldita criatura me suelta tras el golpe del larguiducho de las vendas, ahora que ha centrado su atención en él aprovecharé para subir de nuevo al barco.

No sin esfuerzo, tras haber conseguido pisar de nuevo la cubierta, me tomo mi tiempo para recuperar el aliento, observo como ese pajarraco ha agarrado por los hombros al pobre diablo que ha intentado ayudarme, y en agradecimiento, para que sus esfuerzos no sean en vano, me esconderé en la bodega de carga. -Buena suerte..- pensé mientras corría hacia las escaleras.

El trasgo había visto su oportunidad y corrió a por ella pero una de esas aladas criaturas se había fijado en él. Un golpe de suerte, no cabe duda de ello , pero la acumulación de heridas que había tenido el pequeño trasgo era grande y no pudo resistir la caída en picado que le hizo la arpía. Acabó tendido en el suelo en un charco de sangre. 

Finalmente sus esfuerzos dieron su fruto cuando su espada mordió la pata de aquella bestia, obligándola a soltar a su presa. Sin embargo, no hubo tiempo para celebraciones ni alegrías, ya que la arpía se volvió hacia él, furiosa por haberle hecho soltar al hobgoblin.

Serge gritó cuando sintió aquellas garras hundiéndose en sus hombros. Aquel monstruo tenía una fuerza apabullante, imposible de superar para el ladrón. Pero Serge Leblanc no había sobrevivido tanto tiempo siendo fuerte. Empezó a retorcerse, buscando soltarse del férreo agarre de la arpía. Finalmente consiguió escabullirse de entre las garras de la bestia, cayendo sobre la cubierta del barco muy cerca de la arpía.

El ladrón se giró para mirar al monstruo. Si quería intentar llevárselo de nuevo, recibiría una dolorosa lección.

Observo como el trasgo Tizoc cae abatido, me teleporto hasta él, y de nuevo vuelvo a teleportarme a la bodega para tratar sus heridas y evitar que se desangre.

La hemorragia no cesa, y el continuo ataque de las arpias hacen que se meza un poco el barco dificultando el tratamiento.

Turno 5.

Estás inconsciente, Miraria te ha apartado del frente de batalla. Está intentando tratar tus heridas aunque de momento no ha tenido éxito.

Turno 4

La arpía comprendió que no serías una presa fácil a pesar de tu constitución delgada, vio en tus ojos la llama de la ira y la venganza. Dando un paso atrás se tomó su tiempo para optar si seguir atacándote o elegir otra presa.

Un trasgo caía abatido a escasos metros, gritó de furia, y se dirigió en un vuelo raso a obtener a su nueva presa, pero cuando se disponía a apresarla con sus zarpas, Miraria apareció y con la misma rapidez desapareció junto al trasgo, como si se hubieran desvanecido.

Con ésta era la tercera presa que le arrebataban, quiso volverse hacia ti, pero te perdió de vista entre la muchedumbre.