Ahradiel
Con tu último disparo tu contendiente cae a tus pies inerte. Un enemigo menos. Alzas la vista y ves aparecer cuatro contendientes más, dos por cada pasillo pero, a diferencia de los combatientes anteriores éstos gritan, ríen y están rodeados por una oscuridad maldita.

Los ojos de los recién llegados se deslizan por la sala escogiendo al azar a sus víctimas en milésimas de segundo. No distinguen enemigos de aliados, sólo quieren... matar... y basta un chasquido de sus dedos... un chasquido y los cuerpos elegidos entran en combustión.

Gritos desgarradores, olor a carne quemada... uno de ellos es Lyssdar.

Sabes que acaba de llegar el verdadero enemigo. Éstos cuatro no serán tan fáciles de derrotar pues hay algo en ellos que les empuja, una fuerza que no es de este plano.

Socar
Tu contendiente cae muerto y tú caes con él, pero rápidamente te levantas asestando nuevos ataques que, por muy poco, fallan su objetivo.

Al fondo, Ishrad corre por el pasillo para liberar a los presos y que se os unan a la lucha. Sin duda, os vendrá bien.

Es entonces cuando escuchas y alzas la vista, sabes que llegan cuatro contendientes más, dos por cada pasillo pero, a diferencia de los combatientes anteriores éstos gritan, ríen y están rodeados por una oscuridad maldita.

Los ojos de los recién llegados se deslizan por la sala escogiendo al azar a sus víctimas en milésimas de segundos. No distinguen enemigos de aliados, sólo quieren... matar... y basta un chasquido de sus dedos... un chasquido y los cuerpos elegidos entran en combustión.

Gritos desgarradores, olor a carne quemada... uno de ellos estalla delante de ti provocando una ola de calor y cierta ceguera*

Sabes que acaba de llegar el verdadero enemigo. Estos cuatro no serán tan fáciles de derrotar pues hay algo en ellos que les empuja, una fuerza que no es de este plano.

Hazir

Impecable y letal, tu ataque dibuja nuevos surcos en el cuerpo de tu enemigo. Ves cómo le cuesta mantener la conciencia cuando escuchas la llegada de los refuerzos del enemigo. 

Tras de ti, Ishrad corre por el pasillo para liberar a los presos y que se os unan a la lucha. Sin duda, os vendrá bien.

Es entonces cuando tu enemigo te da un respiro y te permites girar la cabeza ambos lados para ver a dos por cada pasillo que, a diferencia de los combatientes anteriores, gritan, ríen y están rodeados por una oscuridad maldita.

Los ojos de los recién llegados se deslizan por la sala escogiendo al azar a sus víctimas en milésimas de segundos. No distinguen enemigos de aliados, sólo quieren... matar... y basta un chasquido de sus dedos... un chasquido y los cuerpos elegidos entran en combustión.

Gritos desgarradores, olor a carne quemada... uno de ellos estalla delante de ti, tu rival, provocando una ola de calor y cierta ceguera*

Sabes que acaba de llegar el verdadero enemigo. Hay algo en ellos que les empuja, una fuerza que no es de este plano.

Una vez que cuatro objetivos están ardiendos, los recién llegados buscan con ojos desquiciados a los que serán sus nuevas víctimas y sabéis que, de manteneros en su línea de visión, podríais ser los próximos.

Ves la oportunidad. El enemigo caído tiene las llaves de las celdas y no dudas en escoger la opción que suma luchadores a esta batalla desigual.

Tras la primera celda ves a un hombre tigre -¿Un rakshasa?- no juzgas, abres la celda y vas a la siguiente -Un humano- los restos en la coraza del segundo reo denuncian que sus condecoraciones le fueron arrancadas cuando lo encerraron, por lo que deduces que podrá ser un buen luchador.

Sin embargo, cuando te giras reconoces en la última celda a Dugaris. Miembro del trío que os teleportaron en primer lugar. Segunda al mando tras el Sumo Inquisidor. -¿Qué está haciendo aquí encerrada?- No sólo está en una celda sino que presenta visibles signos de haber sido golpeada repetidas veces.

Es entonces cuando escuchas los gritos desgarradores, sientes el olor a carne quemada...

Sabes que acaba de llegar el verdadero enemigo...

El soldado camina con cierta duda hacia la salida. Aunque ha dejado de apuntar a la reina y eso es bueno. Pero en el momento que pasa junto a Theod salta hacia él apresándolo con sorprendente fuerza -demasiada para alguien de su complexión-.

-Soy vuestro enemigo y me dejáis escapar. Esa es vuestra debilidad...-

...su apariencia cambia. Veis cómo los ojos de Theod se llenan de puro terror cuando una de las manos de su captor se desliza hasta su colgante. El sumo inquisidor os sonríe mientras acaricia la joya con la yema de sus dedos sangrantes. -No sabéis nada... ¿verdad?... mi billete a Arkhania...- sus ojos quedan fijos en la cama cuando que alza una mano y chasquea los dedos -Inferno-. En ese momento el cuerpo de la reina entra en combustión. Sus ropajes arden rápidamente al tiempo que despierta de su letargo mágico dando alaridos de dolor.

La maniobra de distracción surte efecto y el Sumo Inquisidor sale con Theod entre sus garras.

Mientras acudís al auxilio de la reina, el acceso al interior del pasadizo se ilumina con el rojo de las llamas. El Sumo Inquisidor vuelve a cambiar ya con el colgante en su poder. El tapiz arde y entonces lo veis devorando a Theod.

Y tras alimentarse del clérigo adopta su apariencia: Theod. Y usa el colgante para regresar a Arkhania dejando un cascarón ennegrecido que se desmorona ante vuestros ojos.

   El combate se recrudecía, nuevos elementos entraban en juego, magia, una magia caótica y destructiva lanzada por dementes que parecían incapaces de distinguir a sus antiguos aliados haciéndolos saltar por los aires. El repentino fulgor seguido por el estallido de huesos astillados y vísceras ensangrentadas hace que pierda el ritmo de combate sin estar del todo seguro del punto que ocupa exactamente mi contendiente. "Rayos, debo de librarme cuanto antes de este malnacido e ir a por esos poseídos antes de que desaten de nuevo esas llamas del averno" maldije mi suerte anterior en la liza y traté de fijar mi vista para descargar con precisión el siguiente golpe.

   La punta del asta salió disparada, logrando acertar aunque causando un daño menor, no era suficiente, si seguía así iba a tener que tomar una decisión drástica, dejar atrás a un compañero o exponernos a una segunda ráfaga flamígera. No quería ni pensar en que pudieramos haber pecado de osados contra aquellos bastardos.

-Cuidado, cuidado-

Demasiado fácil ha sido convencer al soldado. -¿Tan asustado está?- Miro a Lythrai consciente de que no puede verme. Su seguridad trasmite seguridad así que bajo la vista a la reina. -¿Por qué duerme?- Las auras mágicas de la estancia no me dicen nada y sólo puedo pensar en el azotamentes y sus tentáculos.

-No sabéis nada... ¿verdad?... mi billete a Arkhania...- esa voz no es la del combatiente Scahrrosar. Alzó la vista y la visión del Sumo Inquisidor, con toda su fuerza, me impacta.

-¡La reina!-

-¡La marca!

-¡Ataca!-

Las ideas se agolpan y dudo unos sengundos en reaccionar, segundos en los que se desata el infierno delante de mí. La reina estalla en llamas, como no, despertando con alaridos de dolor. Rápidamente se prende el visillo y, antes de que sea peor, uso el edredón sobre el que se encontraba para envolverla en un intento desesperado de apagarla.

...pero hay algo más. La luz del fuego iluminan el acceso y prenden el tapiz que cae hecho brasas. Al otro lado se encuentra... "eso"

No doy crédito a lo que está sucediendo y no quiero pensar en las implicaciones. No ahora que tengo la vida de una reina en mis manos.

Y así, en una brillante exhibición de engaño y magia, el Sumo Inquisidor de los Scahrossar les engañó a todos, se hizo con el colgante y la apariencia de Theod, dejando no más que un cascarón de ceniza negra antes de esfumarse a Arkhania con el poder del colgante. "¡Joder!" blasfemó la Fonn'Aster con los ojos muy abiertos, dando varios pasos hacia atrás, parpadeando, ante la llamarada de fuego y muerte. "¡Joooder!" giró la cabeza hacia la Reina, que ardía y gritaba, y Lythrai quedó unos segundos embobada por el magnífico espectáculo. Segundos preciosos, que menos mal que la invisible Yzlin actuó más rápido que ella, envolviendo a la reina en la colcha para tratar de apagar las llamas. "¡Grook! ¡Despierta, maldita sea!" reprendió Lythrai al también embobado Kobold, aunque podrían haberle dicho lo mismo a ella. Se acercó a la Reina y lanzó sobre la colcha un rayo de hielo y aire frío, el truco Rayo de Escarcha, pretendiendo así apagar las llamas que quedasen y evitar tambien que la colcha prendiese. "Joooder." repitió por tercera vez. "Yz, dime que le has puesto la marca." le dijo en voz alta a su amiga, sin saber donde estaba. "Tsk. Si es que por esto es por lo que siempre hay que matarlos, mostrar clemencia no sirve para nada." protestó Lythrai un tanto al aire, molesta más por su propio error que por la estrategia del Sumo Inquisidor Scahrossar, que le pareció brillante. "Ahora tenemos un maldito... ¿Doppelganger? Con el aspecto de Theod campando a sus anchas por Arkhania... Nada bueno, eso seguro. Whoah, aún cuando parpadeo puedo verle cargándose a Theod de esa manera tan aterradora. Me ha encantado." reconoció abiertamente. "Yz, le has puesto la marca ¿no?" preguntó, con seguridad en su voz, pues realmente esperaba que la exmedusa hubiera tenido tiempo de hacerlo. Si no... Estaban en problemas serios. "Creo que... uh... deberíamos mirar si su Alteza está viva..." la seguridad y indiferencia en su voz y actitud quebraron cuando imaginó que el Sumo Inquisidor hubiera tenido alguna barrera mágica sobre la Reina e Yzlin no hubiera podido ponerle la marca... y entonces... No, no no. Eso no podia ser. No podian haber fracasado.

Veo cómo el desconocido se acerca a la reja, junto a él está Lanced. Entiendo que nos está liberando. Nada más escuchar el giro de la llave en la cerradura abro de un empujón y salgo al exterior analizando la situación. -Los Scahrossar bloquean la salida ordinaria- comenta Lanced, yo asiento -El pasadizo- anuncio y ambos nos ponemos en marcha hacia el lado opuesto del combate. Segundos después la puerta secreta es abierta. -Tenemos paso franco- comento con nerviosismo justo antes de correr escaleras arriba hacia la habitación de la reina.