Partida Rol por web

Por fin habíamos llegado a la sala de la reina, al final el hecho que me hubieran podido encerrar y liberarme me había salido bien, y que justo llegaran los refuerzos cuando la cosa se puso fea, mejor. Pero ahora era la misión la que peligraba, la propia reina parecía estar al borde de la muerte y la sanación no era una de mis bazas, con lo cual a menos que otro fuera capaz de hacerlo, estaba todo perdido.

En ese instante un angel apareció ante nosotros, soprendiendonos ya que era el padre de ésta, dándole aún un toque más místico y consiguió estabilizarla. Ahora solo quedaba la parte final... sacarla con vida y rescatar a la princesa, a lo cual Hazir se ofreció rápidamente ya que en teoria era el más ágil.

Las palabras de la mercenaria me sacan de mis pensamientos.

"En cualquiera de los dos grupos nos vendrás bien. Tú eliges."

Iré con vosotras. Creo que hará más falta algo de músculo aquí, si hay que proteger a alguien que no puede ni moverse.

    Golpeo con el puño el escudo al oír las órdenes de mi comandante y asiento como muestra de que las acataré sin problemas, ya no es tiempo de palabrería ni discursos, menos aún si no se me pide ninguna de esas cosas. Retrocedo hasta quedar en tal posición que me permita cubrir tanto a la reina y su comitiva como a mi señora Lythrai en caso de que seamos atacados.

    La marcha se inicia de inmediato, pronto nos dividiremos para rescatar a la princesa, la batalla se está recrudeciendo y somos testigos de una escena de combate, pero apenas desvió la atención a la misma en cuanto valoro que esos combatientes no serán una amenaza para nuestro avance. El paso forzado no me supone problema alguno, solo la velocidad máxima que pueda llegar a alcanzar.

-Fuego-

-No, arte-

Así que las artimañas de la ciudad que nos mantiene presos se extienden, como no, hasta el campo de batalla. Sin duda, son conquistadores -¿Qué otros trucos tendrán?-

Nos ponemos en marcha pero me tomo unos segundos para mirar a Hazir. Sus músculos al tensarse, su melena movida por la sacudida de su impulso.

-Desaparece para cumplir su comteido-

-Es un gran guerrero-

-Yo le arrancaba las prendas con los dientes...-

Le deseo suerte en silencio y me ocupo de colocarme junto a la reina, intentando ayudar.

-Velaré por su estado. Vosotros no dejéis de correr- les digo mientras cojo su muñeca para evaluar el pulso y en ese momento...

-¿Podréis protegerla siempre?-

-Será una forastera en Arkham-

-Ahora es tu oportunidad de matarla-

-Al matarla, ganarás el favor de tus captores-

-Éxito en la misión-

-Traicionarás a tus compañeros-

Aprieto los dientes. Niego con la cabeza intentando silenciar las voces y aprieto su muñeca -Intentad moveros con más suavidad- las palabras salen rodeadas de rabia. Cualquiera podría confundir esa rabia con el deseo de que todo salga bien en lugar de la frutración por las dudas... pero el ex-angel me observa con una mirada inquisitiva. -¿Será capaz de ver mi maldad?-

...maldad...

-¿Alguna vez has considerado el término?-

Trago saliba y ejecuto la maniobra. -Su pulso es estable, pero muy débil.- Comunico a los presentes aún corriendo a su lado, ya jadeante por la carrera. Miro a Lythrai y asiento. -Lo he hecho- pero lo cierto es que desconozco si ha surtido algún efecto.
 

-¡Quisashi!- Grito detrás de él dejando en evidencia que le sigo no tan de cerca como me gustaría -Putos salta dunas- intento apretar el paso antes de perderlo -Vamos primero a liberar a la guardia, están de camino a la biblioteca, donde estaba la princesa antes del ataque- sólo hay que pasar y destrozar la puerta, dejarles libres para que puedan defender su hogar.

El intento surtió efecto y el bruto de fuego se detuvo. Su atención es atraída hacia un grupo de combatientes Scahrrossar que estaban haciendo demasiado ruido intentando llevar un bote al agua para alejarse de las llamas. Corrió hacia ellos.

-Eres más rápido que yo, elfo- comento con velocidad cuando veo que estamos fuera de peligro, acto seguido señalo al puente sobre el castillo. -Van a evacuar a la reina. Necesito de tu presteza. Escucha atentamente...- efectivamente, la reina, con su escolta y los presos que hasta ahora habían sido tus compañeros, salían por la puerta. Llevaban a la monarca en una improvisada camilla y, junto a ella, se encuentra Yzlin sosteniéndole una mano -...es una enemiga de Arkhania. Te lo explicaré todo pero ahora necesito que confíes en mí y uses una de tus certeras flechas.- Le ordeno lanzándole un amuleto de precisión. Sólo tendrá unos pocos segundos y espero que ejecute la orden. Si lo hace, sabré que puedo confiar en él y me aseguraré de recomendarle. Si lo hace, la verdadera misión habrá tenido éxito. -¡Dispara!-

Salís por los corredores siendo guiados por Lanced (que lleva la camilla en primer lugar) y aparecéis en el vestíbulo, saliendo por la puerta principal y cruzando el puente de la entrada. Para vuestra sorpresa, está completamente libre de enemigos. -Allí- señala Lanzed con el mentón apuntando a la casa más cercana. Sólo tenéis que cruzar el puente para llevar a la reina a un lugar seguro -Esa es la casa del mayor Estensban, ingeniero armero, tiene un conjuro de santuario permanente en su taller- 

Por puro instinto de lucha, nada más salir a cielo abierto (surcado por el humo de las "balas" de catapulta) todos buscan en derredor cualquier posible amenaza, conocedores de que algunos combatientes Scahrrossar tienen ballestas de gran calidad e incluso arcos largos compuestos con mortíferas flechas.

Estaba claro que, a pesar de reducir su ritmo de carrera, el noble tenía problemas para seguirle. Cuando habló, parecía que fuese a echar el hígado por la boca. Estaba claro que, si le seguía, no solo le iba a obligar a perder el tiempo yendo a por una princesa que ya estaba muerta, sino que encima tardarían el doble. Hazir trató de pensar en una excusa para separarse de él, pero no se le ocurrió ninguna que no sonara sospechosa. Lo último que necesitaba era que aquel hombre desconfiara de él más de lo que ya lo hacía, teniendo en cuenta lo que iba a descubrir en la alcoba de la princesa. 

Sin embargo, tuvo suerte, porque en ese momento el noble le dio él mismo la excusa que necesitaba. Ocultó su sonrisa y fingió una expresión de fastidio. 

-De acuerdo, pero hay que ir a por la princesa. Separémonos. Ve a por ella y yo voy a por los guardias, los pondré a salvo. Nos reuniremos después. 

Antes de que pudiera objetar nada, Hazir echó a correr hacia donde estaban los guardias. 

Una actuación excelente, de no haber sabido que Crom estaba del lado de Yurik, seguramente habría creído lo que decía, sin embargo, tenía que mantener una tapadera, el debía pensar que no sabía nada sobre su plan y eso también significaba que Yzlin debía caer... o tal vez no... pero debía ser suficientemente creíble... afortunadamente había algo en mi arsenal que me daba una buena ventaja en esta situación, el saber crear tus propias municiones y trucarlas era una habilidad que pocos se centraban en desarrollar, así que con un movimiento rápido me situé justo detrás del comandante, para tener una mejor línea de visión sin estar en su rango de vista y disparé a Yzlin una flecha de salva...
El tiro fue impecable, cualquira habría caído ante esa flecha de haber sido lanzada con intenciones asesinas, ahora el resto dependía de que ellos continuasen con la mascarada

-Listo señor, no causará más problemas-

    La marcha sigue, Lanced conoce el camino y nos dirige hacia punto seguro en cuanto nos separamos de Hazir. No es de mi agrado el lugar donde queda la reina y menos cuando ahora debo de elegir entre proteger a ella o la comandante, este sitio sigue siendo peligroso si recibimos una emboscada con atacantes a distancia, al menos para el resto. Tomo como algo de mayor importancia la misión, en el peor de los casos simplemente regresaríamos a Arkhania así que la reina es prioritaria. Fuerzo el paso hasta situarme a su altura, al menos de este modo podré cubrirla de ataques con mi propio cuerpo incapaz de atisbar ninguna pista que demuestre si mis sospechas son fundadas o no.

El puente se extiende delante de vosotros. En la ciudad (a vuestra izquierda) hay muchos lugares de buen escondite desde donde montar una emboscada. Socar lo ve y decide avanzar rodeando por el flanco la improvisada camilla. Yzlin se encuentra sosteniendo la muñeca de la reina a ese mismo lado.

Cuando Socar va a llegar a su altura, el silbido de la flecha delata su presencia demasiado tarde para reaccionar y el proyectil impacta en su objetivo. La cabeza de Yzlin se sacude por el impacto certero. La exmedusa cae a los pies de Socar que a punto está de pisarla.

Crinwell acepta no sin lanzarte una última mirada suspicaz antes de perderte de vista. Vuestros caminos se separan y, tras una larga carrera, quedas en el lugar indicado. Las salpicaduras de sangre, los cuerpos, zonas ennegrecidas denuncian el lugar en el que la batalla se convirtió en una carnicería. Afortunadamente cada vez son menos los Scahrrossar que quedan por las galerías.

Una doble puerta de más de dos metros de altura se alza delante de ti, incrustada en la pared de mármol blanco es de un azul marino con ribetes en tono claro entrelazados. Está cerrada por una cadena.

-¡¿Eh?! ¿Hay alguien ahí?-

Se oye desde el otro lado y, al momento, una muchedumbre se alza al otro lado. Intuyes que te ha visto mirando por la rendija entre las dos hojas.

La cadena termina en un candado grueso de metal. No hay llave, ni cuerpo de algún posible carcelero. Miras por el suelo, las mesas, bancos y superficies cercanas buscando alguna alternativa antes de tener que usar el filo de tu arma cuando algo pasa deslizándose entre los cadáveres y golpea suavemente en tu pie izquierdo. Un aro metálico con dos llaves.

Sorprendido, la coges mirando en derredor pero, por allí no parece haber nadie. Introduces la primera llave y, con un chasquido, el candado se abre, la cadena cae y empujas las puertas accediendo así al salón del trono donde el resto de la corte y un gran número de guardias te miran sorprendidos.

-Gracias, extranjero- se escucha una voz femenina justo antes de que el júbilo de aquellas gentes estallen en gratas alabanzas hacia tu persona. Pero no hay tiempo que perder, los soldados lo saben y salen organizando las defensas del castillo y la reconquista de la ciudad.

Lo que le he pedido al elfo es un lanzamiento muy complicado, dudo mucho que pueda darle a la reina y menos con esa mole de armadura... Socar... avanzando para cubrirla. Sorprendente y eficientemente el proyectil no impacta en la reina sino en la cabeza de Yzlin que cae al suelo.

-Así sí- susurro. Ya tenía la flecha apostada y tensaba el arco cuando veo el hueco formado. No dudo, disparo.

-Fallo- La reina se pierde de vista al otro lado del puente. Miro a los elfos, jadeantes, cansados de la lucha -Lo habéis hecho bien. Ahradiel, tu disparo ha sido impecable- comento sosteniendo aún mi arco errático. Acto seguido señalo el edificio más cercano, una vivienda baja de una sola planta. Hago un gesto para que me sigan, tiro el arco, desenvaino el espadón, destrozo la puerta y entramos en su interior. Al cobijo de aquellas roñosas paredes me giro hacia mis hombres y el gnoll que les acompaña -¡Informad! ¿Cómo está la situación?-

    El silbido llego distorsionado, haciendo imposible descubrir desde donde se aproximaba el proyectil mortal y, un instante después, la exgorgona había caído. Solo esperaba que todos supieran mantener sus posiciones y no dejarse arrastrar por las emociones que aquello desataría. Pasé por encima de su cuerpo, desconocía si había logrado completar el ritual, tampoco era mi prioridad averiguarlo, en su lugar pasé a ocupar el hueco que se había abierto y alzar el escudo para proteger la zona por la que creía que la flecha había en prevención de que nuevas lograsen alcanzarnos desde el mismo punto.

    -¡Seguid avanzando, aquí estamos expuestos! Si alguien cree poder hacer algo por Ysbila que la arrastre hasta el refugio, vamos.- Era incapaz de discernir la posición del tirador y, de haberla sabido, tampoco estaba seguro si me hubiera servido de algo, alejarme solo provocaría una mayor exposición de la reina y no estaba dispuesto a correr ese riesgo, lo máximo que podía jugar era el hecho de que mi cuerpo era mucho más duro que la carne de aquellos frágiles cuerpos.

Corremos hacia nuestro objetivo, pero de repente parece que la trampa que parecía desde el primer instante se activa, y una flecha surca el cielo, golpeando a la medusa en la cabeza, dejandola caer duramente, y dejando expuesta a la reina, hueco en el cual Socar se mete para su protección.

Observo de donde viene la flecha (he sacado el avistar) y rápidamente me muevo hacia la posición de Yzlin para sacarla de ahí, mi armadura resistiría más que ella ante un ataque, y si la dejamos allí está práticamente muerta.

Inmediatamente tras mi disparo el comandante soltó una flecha, cubierta por mi disparo pero obviamente dirigida a la reina, eso lo sabíamos pero no dije nada, debía mantener la mascarada lo más posible -Los nobles fueron rescatados y el arma aún no ha sido destruida al parecer, los cultistas están replegados en el interior del castillo, señor, sugiero revisar la situación del arma, este Gnoll sabe posibles ubicaciones, desgraciadamente, al parecer la reina sufrió una herida fatal antes de tener que separarnos- al terminar de informar ofrezco un saludo formal y saco el silbato para llamar a mis lobos, seguro que serán de ayuda más adelante y se alegrarán de estar con un rostro familiar -Cuales son sus órdenes, señor?-

Aunque rescatar a aquellos soldados había sido idea de Crinwell en primer lugar, antes de separarse le lanzó una mirada suspicaz. Estaba claro que aquel hombre no se fiaba de él, lo que no hizo más que confirmar a Hazir que había hecho bien no yéndose solo a por la princesa. Ahora, cuando la viera, Hazir tendría coartada para su muerte, y por lo menos se libraría de sospechas, o eso esperaba. Echó a correr hacia donde estaban los guardias, y por suerte logró evitar encontronazos con aquellos cultistas, a los que ya estaba empezando a detestar. Por todas partes se veían tantas señales de carnicería que llegó a dudar que hubiese realmente algún guardia vivo que rescatar. Cada vez que veía en las paredes las manchas oscuras del fuego, no podía evitar preguntarse si sería allí donde habían quemado a Esderian. 

Finalmente, una puerta ostentosa anunciaba a las claras que había llegado a su destino: una puerta como las del palacio en Quisan, dos altas hojas grabadas en tono claro que destacaba contra el azul. Realmente aquel reino, si lo hubieran visto en sus mejores momentos, debía de ser próspero. Al fin y al cabo, mejor prueba que el interés de Arkania en ella no podía haber. Sin duda era un poderoso aliado o un poderoso enemigo. Pasó por encima de los cadáveres sin prestarles más atención que a las alfombras, al fin y al cabo, no era la primera vez que caminaba sobre pilas de ellos. 

Vio que la puerta estaba atada con una cadena, y se llevó la mano al alfanjón. Un arma colisionadora como aquella no tendría ningún problema en destrozar aquella cadena, así que ya estaba dispuesto a usarla cuando algo tocó su pie. Al mirar, vio que era un aro con dos llaves, como los que usan los carceleros. No entendía cómo había llegado eso ahí. ¿Se le había caído a uno de los cadáveres? ¿Habría alguien más allí? ¿Tendría un seguidor invisible?

Intrigado por aquello, hizo caso omiso por un momento de las voces que le llegaban desde el otro lado de la puerta y escrutó la sala con atención, tratando de descubrir cómo había llegado eso allí o cualquier pista. Luego, registró rápidamente los cadáveres, por si acaso alguno ocultara algo interesante o de valor. 

Finalmente, una vez hecho aquello, se dirigió a las grandes puertas y empleó las llaves para abrir. Se alegró de ver que no solo había guardias, que no le servían de mucho, sino el resto de la corte, lo que era mucho mejor noticia. Ahora no tendrían que volver con las manos vacías diciendo que la princesa estaba muerta, sino que habían salvado a los nobles. Si a alguien conocía Hazir, era a los nobles, y sabía que valorarían su propia libertad por encima de las malas noticias de la princesa. 

Dejó pasar a los guardias, y se puso frente a los nobles, inclinándose en una elegante reverencia de respeto. Hacía años que no trataba con la corte, pero sus modales y maneras estaban en su sangre, había crecido con ellas. Sabía cómo tratarles, qué les agradaba y qué odiaban. Al fin y al cabo, seguía siendo uno de ellos. 

-Saludos, honorable corte de Azur, gobernantes de la ciudad zafiro- sí, ellos no eran técnicamente los gobernantes. La reina era la que gobernaba, pero a todo noble le gusta creer que tiene tanto poder como el rey, que el monarca es solo una figura de paja que puede poner y quitar y que el verdadero poder recae sobre la corte y sus nobles. En aquel momento, con su ciudad en llamas, si algo necesitaban los nobles era sentir que aún tenían poder -La ciudad está ya siendo liberada de esos despreciables cultistas. En poco tiempo, no quedará ninguno, pero les aconsejo que permanezcan en esta sala de momento, por su propia seguridad. Vuestro pueblo no puede permitirse perder a ninguno de sus gobernantes en los tiempos que corren -Otra cosa que todo noble quiere creer: que es imprescindible para su pueblo y que sin él se derrumbaría -Mi nombre es Hazir Al-Tamsa, para servirles. 

(Antes de que Hazir se vaya por otro lado)

¡¿Pero qué!? Un demonio, elemental o golem, cubierto de fuego y llamas, había sido lanzado a través de las catapultas. ¡Menuda táctica más grandiosa! Se preguntó si en la historia de su orden mercenaria alguna vez habían hecho algo parecido, y si no, tomó buena nota para ser ella misma la que imitara la táctica. ¿Cuán inteligente sería la criatura? ¿Distinguiría amigos de enemigos, o solo destruiría todo a su paso? ¿Y cómo haría entonces, el ejército invasor, para controlar a la criatura después de lanzarla? Y si destruia todo a su paso... ¿No dañaría la ciudad, el botín, y la gente? Muchas preguntas asomaron a su cabeza, eso era bueno, significaba que estaba despierta de nuevo, de vuelta, y ya había tardado.

Echó a correr junto a los demás, notó cómo Crinwell echó a perseguirle. ¡Pero si al final habían decidido que no lo hiciera! Era claro que el noble no se fiaba de Hazir, ya que en caso contrario habría entendido el plan. Quizás no se fiara de ninguno de ellos: (después de todo, eran presos, y, después de todo... el plan era... 'Matar' a la Reina). Y hablando de eso...

(Después de que Hazir se vaya por otro lado)

Hablando de eso, era necesario poner a salvo a la Reina, para que no muriera antes de tiempo, antes de que el plan para fingir su muerte estuviera preparado. Gracias a la iniciativa de Socar, rodearon a la Reina y al ángel con sus propies cuerpos, y comenzaron la huida escoltada.

Lythrai tenía media mente en la huída y la otra mitad en el auténtico plan. De verdad que necesitaba que Yzlin cumpliera su parte. Así que Yzlin se metió dentro del circulo que Socar, Lanced, Ishrad y ella misma habían cercado alrededor de la Reina, Grook y el Ángel, Lythrai pudo respirar tranquila. Sonrió cuando volvió al perímetro del círculo y le confirmó que estaba hecho el trabajo. Ahora solo necesitaban un lugar seguro donde ejecutar el plan. Lanzed señaló el refugio más seguro, un taller con Santuario Permanente. Era una protección no perfecta, pero sin duda útil, que ralentizaría o incluso impediría cualquier asalto. 

Pero primero había que llevarla hasta allí. Los problemas surgieron nada más salir a la calle. Un silbido de flecha, el del impacto, la caída de su amiga Yz al suelo, a punto estuvieron de arrollarla. Horror, ira, angustia y después, en pocos segundos inmediata esperanza. Pues en caso de que esos hijos de puta la hubieran matado, reviviría en Arokham, gracias a Shar. Pero estuviera o no muerta, ni de coña iban a dejar su cuerpo ahí. Pero no solo por principios, porque no dejaban atrás a los suyos, Socar sin duda habría estado de acuerdo con estos principios incluso antes de hacerse Fonn'Aster. Pero, una vez más, no era solo por principios. Si dejaban el cuerpo allí, los Scahrossar podrían cogerlo, atarlo a un barril de pólvora y enviarlo a Arokham para matarla del todo. Y ni de coña iba a dejar que eso pasara.

Estuvo a punto de moverse para agarrar el cuerpo, cuando en una grata sorpresa, lo hizo el propio Ishrad. Teniendo en cuenta que desde el Despeñapresos había estado acompañando a Pain, Lythrai tenía razones importantes para desconfiar del 'Matarreyes', pero ese gesto le bastó para saber que no era de la misma quinta que el Scahrossar. Algo perfecto, porque iban a necesitar los talentos del Matarreyes en poco. Si es que los Scahrrosar no les mataban a todos antes.

"¡Socar! ¡Tu escudo sobre la reina! ¡Tápala!"

Corríamos, superábamos a zancadas tramos de escaleras que de otra suerte no me habría atrevido a saltar. Pero ahí estábamos. El corazón me dio un vuelco cuando, tras salir a la calle, Lanzed señaló el refugio. Miré hacia abajo, aún sostenía la muñeca de la reina. -¿Habría funcionado?- dirigir la mirada hacia aquel punto al retirar la mano sólo serviría para atraer la atención. Así que resolví en mirar al edificio santuario. Solté su muñeca que quedó inerte sobre la camilla y...

El sonido retumbó en mi cabeza. Sentí el impacto al tiempo que percibí el sonido. Todo se hizo oscuridad.