Partida Rol por web

-Me llaman Sabueso- me presenté de forma cortés. Aún estaba atento a la desaparición, no tanto del resto, sino del foso y la sala de artefactos mágicos -No son ilusiones- contesté -Diraknian- hice un gesto al lugar en el que se abrió el pozo -Esa armadura, capa, botas, espada... todo lo sacó de ahí. Tizoc, Hexinton y yo mismo estuvimos buscando y cogiendo objetos que aún poseemos.- Frunzo el ceño -No eran ilusiones... están jugando con nuestra mente. Distorsionando la percepción de nuestros sentidos- me acaricié el mentón -Esta prisión es un laberinto. Hasta ahí llegamos todos. Nuestra percepción dentro de ese laberinto es que permanece inmóvil y nosotros nos movemos por él. ¿Y si no lo fuera? ¿Cómo percibiríamos un edificio cuya proyección es capaz de moverse mientras nosotros permanecemos inmóviles?- sonrío habiendo dado en el clavo. -No, no son ilusiones. Todo es muy real.- Para entenderlo habría que imaginarlo -Pensad en que, en menos de un segundo, todo el edificio se vuelve incorpóreo y cambia. Los muros pasamos a través de los muros sin notarlo y, en ese mismo instante, se solidifica de nuevo. Cambiamos de sitio sin movernos y, seguro que eso no es todo. Apostaría a que también es capaz de cambiar nuestra percepción temporal-

Sonrío apartando el aspecto de hombre pensativo y recobrando la normalidad. Va a ser difícil salir de aquí. Quizá por eso Darkhanis jamás se ha adentrado.

-¿Qué hacéis vosotros aquí?- pregunto a Grook y Nickar -Vosotros habéis salido de la espalda de Tizoc.- Algo completamente imprevisible -¿Y tú?¿Has llegado por tu propio pie?¿Quién en su sano juicio querría meterse aquí dentro?-

Ignoré deliberadamente a Nickar —la diablesa seguía sin entender nada, perdida como estaba en su propia fantasía de grandeza— y escuché atentamente al mestizo escamoso, el primero que se decidió, con sentido común, a hablar.

Si el semidragón tenía sus propias rencillas con Darkhanis, tal vez podría ser de utilidad. Llegado el caso, descubriría si el cabeza de familia de los Gliargae era de los que recordaban y devolvían los favores, y en caso de que no... El mediohermano podía ser una baza interesante, sobre todo si realmente era impredecible. El caos era una buena oportunidad para quienes sabían aprovechar. Y los secretos, bueno, todos teníamos, y tarde o temprano descubriría cuales eran los suyos.

Asentí pensativo e, inmediatamente, dirigí mi vista hacia Tizoc. Así que no había llegado con los otros, sino que le habían encerrado. Y estaba libre de nuevo, como no. Tramando algo sin duda. El como había llegado allí, podía suponer que era cosa de la Aguja, que no toleraba a quienes les intentaban robar. ¿Pero los demás habían salido de su espalda? Había demasiads cosas que desconocía, pero que la escurridiza criatura tampoco diría sin más. Llegado el momento, disfrutaría haciéndole hablar. Ahora, por el momento, esperaba que el viejo tuviera la lengua más suelta.

Como era de esperar, Sabueso —como se nombró a si mismo— no tardó en seguir la conversación. Lo que dijo era inteligente, asombroso, pero más que por su interesante razonamiento, había otra cosa que me hizo observarle, suspicaz: pese a mi experiencia, era incapaz de ver a través de él. Si ocultaba algo, y el qué, me era totalmente desconocido. Un hombre desconcertante. Uno al que, de momento, quería tener de su lado.

Para mostrar su buena fe, respondí al momento.

—Yo vine siguiendo al bárbaro idiota que se ha caído ahí dentro. —Señalé el foso, ahora cerrado—. No sabía dónde estaba viniendo, hasta que me lo dijo Dharkanis. —Sonreí divertido—. Me lo encontré de camino, desangrándose por el desierto. Parece que los dragones no son lo que eran. —Me encogí de hombros—. Si, vine andando, esos gusanos que viven ahí fuera no tenían ninguna posibilidad. Y ahora que estoy aquí, no tengo intención de irme. Quiero descubrir que oculta esta prisión. —y reclamar lo que es mío, antes de destruirla.

Señalé a Nickar y Grook. Antes de empezar a tomar decisiones y moverme, quería saber, tener toda la información posible. Estaba claro que iba a ser complicado salir de allí, o llegar a dónde debía llegar, pero sería mucho peor si no tenía todos sus sentidos puestos en ello. No los tendría si parte de mi daba vueltas a lo que otros ocultaban y cuales eran sus metas.

—Os toca.

...bien hecho

Sal ya de tu mente, reacciona. Te necesitan.

¡No! No salgas de tu mente ¡saca tu mente fuera!

Me recompuse del golpe sin saber muy bien dónde me encontraba. -¡Joder!- dije de pronto alzándome tras la caída. Me maldije por haber quedado absorta. -Estaba siendo destrozada por un Brezal de Batalla cuando regresé al Grosero- comentaba para las formas que me rodeaban -pero no acababa de regresar cuando todo cambió- y ahora todo está oscuro.

Escuché una voz amiga, aliada, que resultó reconfortante. De pronto se hizo la luz y vi a Lythrai -¡Lyth! ¿Qué ha pasado? mi memoria está borrosa pero te recuerdo. ¡Hazir! ¿Dónde estamos?- miraba en derredor cuando mis ojos se fijaron en una mujer alta y musculosa con un pañuelo en los ojos y un hombretón con armadura reluciente -¿Y vosotros quiénes sois?- fruncí el ceño al verlos pero supuse que serían aliados.

Hazir estaba preocupado por ver más allá de una de las paredes. Fue entonces cuando me percaté de lo reducido de la estancia y de que estábamos encerrados.

¡Encerrados! Qué novedad.

Morirán todos.

-¡Cállate!- grité a mi hombro izquierdo. Luego sonreí a los presentes a modo de disculpa y ladee la cabeza -Es... una larga historia. A ver, dejadme ver un momento- cambié de tema para no dar explicaciones y eché un vistazo a la pared a la derecha de Hazir.

- No tengo más que explicar... Pedí ir a salvar un par de almas pero me mandaron al laboratorio de teason el negro, lugar al que prometí llevar a algunas personas y puesto que había una treampa mortal llena de armas, me suicidé con ellas para volver a la prisión. Allí había un gran caos, y poco podía hacer, pero decidí luchar, y hacer huir a unos cuantos de esos dewmonios, tras derrotar al líder de los Tanaruiks, llegó Lythrai y se formó un momento después un portal, personalmente no me importaba seguir derrotando tannaruks o seguir el camino del portal abierto, así que le dejé esa decisión a la Fonn'Aster. Así llegué aquí.

Miró al pasillo... No entendía que era...

- por cierto siento que hay algo en ese pasillo aunque no veo nada, aunque no es la misma sensación que tengo que cuando me topo con alguna trampa... Por otro lado resaltaré que TODOS esos muebles tienes motivos tentaculares en sus estructuras, no sirven ni para hacer estacas, pero es curioso que se repita ese motivo.

Se acercó a un par de sillas y las lanzó al pasillo... Solo para ver que pasaba.

Tsk. Si esa polilla había logrado derrotar al líder de los tanaruks, y encima sola, es que aquél ejército infernal no servía ni para entretenerme. Verlos huir de mi había sido un primer aviso de ello, pero habría esperado más de unos seres con aquél aspecto. 

—Lástima, ji, ji —mascullé entre dientes, recordando el aspecto de Suscinda allí en el Grosero. Habría sido divertido tener a gente así, aunque solo fuera por lanzar de vez en cuando a necias como Nickar en sus garras.

Pero el pasado no podía cambiarse. La realidad era que los orco-demonios eran débiles y cobardes, peones desechables usados como distracción. Que la tifling estaba vivita y coleando, sana y salva y, por desgracia, allí dando por culo. Y que, quitando lo que había dicho Sabueso, seguía sin tener más idea de como encontrar lo que buscaba. Ni una mísera pista.

Mientras Nickar se dedicaba a jugar en el pasillo, tirando sillas y admirando la decoración de los muebles, volví a prestar atención de manera intermitente a quienes no habían hablado aún.

—¿Tú como llegaste aquí? —pregunté a Grook, que seguía a mi lado—. ¿Y por qué salieron de tu espalda con ese portal? ¿Qué sabes de eso? —exigió a Tizoc.

Tizoc escuchó lo que dijeron los presentes. De todo lo que dijeron Tizoc solo alcanzó a entender, y no del todo, lo que dijo el semidragon. Cuando hablo Sabueso de cómo todo aquello era un sitio que engañaba a sus sentidos, el trasgo se concentró en intentar ver todo tal y como era cuando habían estado ahí antes. Los objetos eran reales, ¿No? El no había cogido nada de la sala pero había tocado todo rebuscando en busca de algo que le fuese útil y no había encontrado nada. El trasgo no entendía nada. Allí no había nada más, las paredes eran paredes, las sillas sillas. Pero antes no estaba ahí. En qué clase de sitio mágico se había metido.

¿Y si todo aquello era parte de la prisión? ¿Y si seguía encadenado a la pared, preso de su propia mente? El trasgo comenzó a golpearse débilmente la cabeza contra la pared intentando que algo de todo aquello tuviese sentido. - Cuando me traicionasteis y me vendisteis a la Aguja, me mantuvieron inconsciente hasta que me llevaron ante su hermano. - dijo señalando al semidragon. - Como le fallé ya no le servía y me arrojó a este agujero. Estábamos en esta misma sala cuando Sabueso vio que tenía la espalda tatuada. La Aguja me había marcado, la Dama se los lleve a todos. Poco después de encontrar a Hazir el dolor rasgo mi espalda y salieron ellos. Cuando el dolor se fue se llevó el tatuaje. - explicó el trasgo diciendo toda la verdad. Estaba harto de mentiras, harto de no entender nada. Cansado de ir de aquí para allá sin saber qué estaba haciendo, no tenía plan, no tenía objetivos, solo de movía de aquí para allá como un alma en pena. - Y así ahora estamos todos encerrados en esta mierda de sitio. Joder. - dijo perdiendo la compostura y volviendo a golpearse la pared con la cabeza totalmente derrotado.

Asentí de vez en cuando mientras el trasgo hablaba, escuchando con atención, hasta que terminó y me encogí de hombros.

—Yo no estoy encerrado —recordé a todos, guardándome de paso cualquier otro comentario—. Ahora tú Grook. La insecto alado —Nickar— no te ha mencionado, y además debías haber aparecido tras nosotros —Hazir y yo mismo—, pero aquí estás. ¿Cómo llegaste primero? ¿Y qué te dijeron en La Aguja? Te quedaste un poco más, cuéntanos.

Yzlín, echas un ojo por los agujeros de los respiraderos sin ver gran cosa más que la similitud de la estancia contigua con la que os encontráis ahora mismo.

Tampoco tienes conocimientos de dimensiones suficientes como para aportar más luz sobre el lugar que os encontráis.

Sin embargo, al buscar adviertes que las esquinas son una especie de raíles de metal en los que encaja esa pared. -Puede alzarse-* Compruebas rápidamente que todas las esquinas son iguales pero no así el suelo y el techo que están fijos. -Todas las paredes pueden levantarse-

Nikcar -...tras derrotar al líder de los Tanaruiks...- el mismo tono de voz y actitud que cuando afirma "todo esto es mío". Es habitual en ella la exageración alejada de la realidad. Una práctica peligrosa. Si no ha sido atacada (y callada) aún, es porque representa más una molestia fanfarrona que una amenaza real.

Por otro lado, Tizoc no exagera. Su crispación es real dejando clara la intención de salir de allí. No obstante, ha revelado que La Aguja lo atrapó, marcó su espalda y lo devolvió a Dharkanis quien lo encerró aquí abajo y provocó que los ineptos de tus compañeros aparecieran aquí abajo... -¿Por qué? y ¿Qué pinta Grook en todo esto?- Hay datos que te faltan y las palabras del Kobold pueden traer luz...

La mayoría de miradas se dirigían hacia los que hablaban, esperando sus respuestas y digiriendo la información, pero cuando llegó el turno de Grook, se tomó su tiempo quizá pensando en las palabras apropiadas. Mientras tanto Nickar arrojaba sillas al pasillo. Lanzó la primera... fue a por la segunda... la lanzó y observó.

El eco del estruendo de las sillas al golpear en el suelo se extendía por el pasillo rebotando en las paredes de piedra pero, cuando se fue apagando, un susurro llamó la atención de la tiflin. Un sonido muy leve, quizá como un crujido continuo apenas audible. Podría ser algún eco lejano, el viento o cualquier otra cosa. Las sillas no se movían.

De pronto, algo salió proyectado hacia Nickar aferrándose a su pierna izquierda. Una especie de hebra fría al tacto pero suave, incluso agradable. No le hace daño, simplemente se pega a su pierna y se enrolla adhiriéndose a ella. Pero antes de que pueda expresar su sorpresa, la hebra comienza absorber, alimentándose y tira de la tiflin fuertemente hacia el pasillo.

Cinco hebras más se alzan dirigiéndose hacia la Tiflin, todas ellas salen de la pared derecha.

... - ¿maldición que ocurre? - las intenciones de la tiflin de desvelar el peligro que había sentido en el pasillo le jugó en contra... - eso te pasa porno dejarles e irte volando idiota - por algún motivo de nuevo, querer ayudar a otros le salía mal, si no moría en el proceso, y alcanzaba el estatus de diosa menor quizás debería reconsiderar su habilidad como tal... Y declararse diosa del infortunio.

Bajo la luz de Lythrai, mis ojos se deslizaban de nuestra estancia a la contigua mientras pensaba en el lugar y si tenía algún dato sobre el plano.

-No consigo ver nada- comento con frustración -aquí estamos demasiados y allí sólo veo sombras.-

-...y no consigues acordarte de nada.

-Ni idea, no tienes ni idea.

-¡Maldición!- comenté tras unos minutos mirando. Me apoyé sobre el frío metal y fue entonces cuando vi la esquina que unía mi pared y la de Hazir. Me centré en eso. Cuando me apoyo y el metal se conva levemente, hay un pelín de holgura. -¿Qué...?- tanteé en busca de algún interruptor, una ranura, palanca... pero la superficie era completamente lisa hasta que mis dedos se introdujeron en los agujeros por los que miré hacía unos segundos. Aferré como pude, flexioné las piernas y empujé hacia arriba.

-¡Cede!-

-¡Cede!-

-¡Cede!-

Para mi sorpresa, levanté la puerta lo suficiente para bajar una mano y cogerla de la abertura inferior. Luego con la otra. Mis muslos aguantaban todo el peso y sentía la presión en los gemelos. Sentía que no aportaba nada al grupo desde hacía un tíempo y estaba harta. -¡Harta!-

Apreté los dientes y alcé la pared de metal hasta arriba (al menos hasta mi altura). Esperaba escuchar un chasquido, algo que delatara la acción de algún mecanismo de fijación. Nada. Sólo yo sostenía el metal y, si lo soltaba, volvería a su lugar.

-¡Las esquinas son raíles!- dije con tono triunfal por haberlo descubierto -Pero ayudadme a sostenerla- añadí con una sonrisa. Sentía la presión del filo en mis manos. Los chapuceros que fabricaron esta jaula no remataron los finales y un mal movimiento me hará un buen corte.

Aguanté hasta que los más fuertes (o los más rápidos) me ayudaron. Ya con la pared alzada, me mantuve sosteniendola y añadí -Si todas las esquinas son raíles, podemos repartirnos y avanzar en paralelo- comenté -Tres en un lugar y dos en otro.-

Hazir no encontró nada en la pared, parecía una plancha sólida de metal. Lo que sí podía ver es que aquella sala no era precisamente amplia para tanta gente, y que solo para acercarse a la pared había tenido que pasar rozando a sus compañeros. Estaban atrapados en un cubo enano, y no tenían ni margen para maniobrar. Hazir guardó el arma, que se coló de nuevo en su funda con un silbido, como decepcionada. Aquel no era lugar para un arma tan grande, que estaba diseñada para el desierto, los espacios amplios y solo el cielo descubierto sobre la cabeza. 

Pero parecía que, como siempre, no iban a tener nada de todo aquello, más bien lo contrario, una sucesión de espacios cerrados que agradarían a cualquier enano. Hazir echaba de menos la libertad del aire y el cielo, de correr libre por la superficie. 

Los sonidos seguían llegando hasta él, estaba claro que no estaban solos en aquel agujero. 

-Por aquí hay una manada -dijo mientras retrocedía- perros salvajes. Siete por lo menos. 

Entonces se fijó en Yzlin, que examinaba las paredes con concentración. Pensó que iba a hacer algún conjuro, algo que les sacara de allí, pero su solución fue más sencilla. Simplemente metió las manos bajo el panel... y lo levantó. 

Hazir quiso darse una palmada en la frente solo por su propia estupidez. Muros alzables, lo había tenido delante de sus narices y no lo había visto. Yzlin gritó que las esquinas eran raíles y súbitamente Hazir lo entendió todo, era como un puzzle, cada una de las paredes encajaba en los raíles de arriba y podía alzarse y bajarse. Yzlin, loca genial. ¿Qué haríamos sin ti?

Hazir corrió inmediatamente a sostener la pesada plancha antes de que los delgados brazos de su compañera cedieran. De hecho, era impresionante que hubiera sido capaz de alzarla en primer lugar. Nunca se podía subestimar a aquella mujer, en nada. 

-Yzlin, no sabes cómo me alegro de que nos hayas acompañado. Luego habrá tiempo para ponernos al día, pero ahora, hay que salir de aquí -dijo cargando el peso de la plancha sobre el hombro. Tenía allí la cota de mallas, por lo que no temía cortarse. 

-Deberíamos ir hacia la manada. Sé que parece una locura, pero estamos en el plano de la locura. Esto es un laberinto y no tenemos otra forma de orientarnos. Por lo menos ahí sabemos que hay algo, animales, y esos animales puede que tengan una salida. Vayamos a por ellos, estad preparados para la lucha. 

Si Grook iba a responder o no, escucharle no fue una opción de un momento a otro. Nickar, como era habitual, precipitó las cosas, activando otra trampa o a saber que. Unos tentáculos surgieron de las paredes y atraparon a la tiflin, que ni pudo esquivarlas ni resistirse a ellas. Un segundo más tarde, las hebras tiraron de su cuerpo sin fuerza, arrastrándola hacia el pasillo.

—Al menos ya nos podemos imaginar a que venían los motivos tentaculares de los muebles.

No era seguro, pero bastante probable; no creía en las coincidencias y la respuesta fácil solía ser la más acertada, sobre todo en un lugar que de por si ya era un laberinto. Y cuando hasta las cosas sencillas eran un peligro, para que complicarse. Me puse en guardia casi sin darme cuenta, dispuesto a no dejarme atrapar también, y esperé unos segundos a ver que ocurría.

Las cosas se precipitaron de nuevo. La mujer estaba lanzando las sillas contra la pared y de la nada aparecieron unos zarzillos que se enredaron en Nickar haciendo que la mujer callese al suelo. 

El goblin lanzó un gritito mientras se alejaba de la pared esperando que más hebras saliesen de la pared a por ellos. Se removió en el sitio buscando una forma para ayudar a la tiefling, estaban intentando llevárselas las hebras o se habían conformado con dejarla en el suelo. De donde habían salido aquellas cosas. Otro enigma para la colección.